Mal dia para buscar

10 de julio de 2013

La suposición y la invisibilidad

"Jesus te ama" pone en un cartel pegado a una farola en el que me intentan vender la salvación.

El resto del texto, que supuse como suponen los incrédulos, pasó desapercibido ante mis ojos porque los versículos nunca captaron mi atención. Dicen, en un estudio, que aquellas cosas que nos parecen irrelevantes se vuelven invisibles.

También dicen, aunque eso dependerá de la predisposición de los contendientes, que si hay algún conflicto no resuelto ese será el punto de partida del que parta el reencuentro con esa persona. Si ella te dejó por mentiroso y cabrón, recriminándote en medio de la conversación lo poco que la quisiste cuando te necesitó, eso mismo te repetirá en cuanto tenga oportunidad de hacerlo. Si, mientras ella vociferaba entre desprecios y desconsuelos, tu cerebro se intentaba evadir de aquel maratón de tópicos sobre el amor, eso es lo que harás en el preciso instante de la repetición, como una moviola sentimental. En ese caso no es una reconciliación: es el seguido del punto, aunque fuera un punto cero. A mi me gustan más las reconciliaciones contra el suelo del bunker que es, más de una vez, nuestra intimidad.

Cuentan, entre las copas largas de los bares de pueblo y en medio de la filosofía que otorga el sol y el tiempo libre, que si un personaje se hizo de un partido o de un equipo de fútbol, lo seguirá siendo como si fuera un estigma imposible de borrar. El último fichaje del Madrid era del Barcelona hasta que le borraron los tatuajes con unos billetes impregnados en vinagre, que es como se quitan los estigmas de los ricos.

Sin embargo nos gusta pensar que las personas no cambian. Mi madre tuvo una camisa de la falange y se enfada como la niña del exorcista cada vez que le bajan la pensión. Las hemerotecas y los arquetipos mantienen viva la memoria histórica de lo que fuimos. La imposibilidad de borrar las huellas digitales de los humanos de a pie nos hará revivir mil veces las estupideces que escribimos en un blog, en un muro o todas las caídas tontas que pusimos en youtube. La ventaja de las fotos que se guardan en los álbumes es que están cerrados hasta que decides abrirlos en vez de quedarse a la expectativa de un nuevo filtro de seguridad de facebook y aparecer como si fueran de ayer.

Es ahí cuando nos gusta suponer. Nos gusta adelantarnos a los acontecimientos. Nos apetece, quizá porque adoramos sentirnos más listos, responder a las preguntas que creemos que nos van a hacer. Es es lo que se llama una respuesta preventiva, casi como algunos amantes son puertas entreabiertas para polvos preventivos por si tu contraparte te fuera a engañar, cosa que supones pero que, creeme, no es verdad. Suponemos que el segundo disco de Rick Asley era tan malo como el primero y, sin embargo, se dejaba escuchar. Consideramos que con toda la trilogia de Grey te vas a poner bruta pero al final es una historia de amor que deja a la mujer bastante mal después de un entretido primer tomo. Bloqueamos en el whatsapp porque nos imaginamos una batería de mensajes pidiendo perdón. Creemos que si son de derechas nos van a cortar las alas de la libertad, que van a matar a los homosexuales y, preventivamente, nos lanzamos a las calles. Supusimos que había armas de destrucción masiva y arrasamos un pais. Por si las moscas.

Nos castigamos con suposiciones que suelen ser casi siempre en contra de nuestra felicidad.

El truco, en ese caso, es hacer de todo lo que nos afecta negativamente un elemento irrelevante porque así , según los estudios, se vuelve invisible.

Así que es por eso, supongo, que  los presidentes de los gobiernos no hablan de sus escándalos, los novios de sus antiguas parejas, los amigos de lo que les enfrentó y las personas que se quieren ignoran lo que les diferencia.

1 comentario:

Alberto Secades dijo...

Si no nos queda la memoria, no nos queda nada. Recordar es volver a vivir.

Lo divertido de tener un blog (donde se pueden señalar dos momentos "diferentes": el de escribir y el de publicar) es que puedes mirar hacia atrás y recordar lo que pensabas, en un momento concreto, sobre un tema determinado.

Y si has puesto especial cuidado en elegir lo que ibas a contar, y la forma de hacerlo, y cómo presentarlo, y encontrar las galletitas que dejarás envueltas para otros (alguna vez será a ti a quien endulcen).

Las conexiones que estableces, ocultas hasta ese momento para todos, revelan una gran profundidad. Al volver a mirar, pasado un tiempo, no eres capaz de reconocer cómo y por qué quisiste plantearlas.

No sé, lo haces jodidamente bien.

(((Supongo)))