Mal dia para buscar

7 de agosto de 2025

El racismo inverso

Hace unos días pude leer en la prensa una noticia que se hacía eco del incremento de agresiones a la policia. En este caso se refería a la Ertzaintza que, según parece, se personó en el recinto festivo de las fiesta de Algorta porque se había identificado a un joven que estaba realizando tocamientos a menores. Cuando las fuerzas de seguridad fueron a proceder con la identificación del sospechoso un grupo de personas les increpó hasta el punto de derivar en tumultos y permitir la escapada del sospechoso.

Cada vez es más común encontrar videos, porque ahora todo tiene cierto poso audiovisual, en el que cuando se procede a identificar, detener o perseguir a un presunto delincuente que normalmente no tiene pinta de haber nacido en Albacete, aparece alguna persona ( normalmente mujer de pelo corto de color chillón) que recrimina a los agentes realizar su trabajo. Cree, en su sesgo absolutista, que un árabe, negro, menor o mujer, siempre son detenidos por ser lo que son y no porque pudiera existir la remota posibilidad de haber cometido un delito. En esa fantasía considera que las fuerzas de seguridad son algo así como un ejército represor contra el que rebelarse es bueno y aquello, cuando se convierte en horda, termina en disturbios. Sin embargo es la primera que, cuando Maria del Carmen llora muy fuerte, exige que vayan los antidisturbios a casa de José Ramón a detenerle para ver si le puede apedrear en el breve instante que sale del portal y llega al coche patrulla.

Lo curioso de todo esto es que los medios procuran no hacer hincapié en el origen del supuesto delincuente excepto si es Pepe Perez, Guardia Civil de Ciudad Real. En ese caso sí. Hoy se publicaba una noticia, escondida entre varios titulares, en la que una mujer escapa, con la vagina quemada, de otra que la tenía retenida por una cuestión de celos. Al principio del artículo se puede leer que ambas son de nacionalidad española y solamente al final se puntualiza que el hombre del triangulo amoroso se llama Aloulu, de 32 y originario de Mali. También que ambas mujeres tenían ciertos conocimientos en consumo de drogas pero, puntualizando, que no son yonkis sino que de vez en cuando se meten cocaína. Entiendo que es muy cabrón que unos detallitos te puedan chafar un buen titular.

No sé si alguna vez has corrido una carrera larga. Una media maratón o algo así. Arrancas y coges un ritmo. Y sigues. No hay mucho más de estrategia, al menos cuando eres un aficionado. Tus piernas y tu cuerpo, que se resisten al principio, terminan moviéndose de forma automática. Cuando llegas a meta, curiosamente, no puedes parar. Tu cuerpo dispone de una querencia y hay unos segundos en los que sigues hasta que se gestiona la orden de detención. Con la ideología pasa algo parecido. Cuando en España lo raro era ser negro, moro o incluso gitano, se les miraba raro porque eran la excepcionalidad. Como tenemos ese alma de nación integradora y vivíamos la superioridad moral de los 90, nos esforzamos en presuponer su inocencia siempre. Pero eso ya no es así. Ahora ya no. Somos iguales o, al menos, debemos serlo. Y si una mujer, un moro, Pepe Perez o Aloulu cometen un delito, la reacción de la policía y de las personas ha de ser la misma. Nadie es culpable por ser negro, político, blanco o heterosexual pero sí que hay negros, políticos, blancos y homosexuales delincuentes. A quien se le olvida hay que recordarle que es exactamente lo mismo que cuando en Sudáfrica se tenía más en cuenta la declaración de un blanco que de un negro. Que considerar que el testimonio de una mujer es más que el de un hombre resulta ser un tipo de apartheid. Que lanzarse a pisar la cabeza de la policía porque es imposible que deban detener a un menor árabe no es más que racismo inverso, pero eso sigue siendo racismo.

La igualdad que tanto nos gusta defender es precisamente eso, igualdad. En derechos y deberes. La libertad también debería de ser eso y deberíamos de tolerar por igual a alguien que va por la calle con una bandera de Palestina como el que va con una bandera de Israel. Y si prohibimos una también la otra. Si alguien va con una camiseta de orgullo lgtbiq+ es lo mismo que si yo llevo una de orgullo heterosexual. Si en Euskadi se manifestaban por las víctimas de la represión española era perfectamente normal que algunos nos manifestáramos en contra del fascismo asesino de ETA. Sin embargo hay siempre una reivindicación libre y bien vista en contra de otra que jamás debería de darse e incluso se considera agresiva aunque actúe en los mismos o inferiores términos ( yo jamás quemé un contenedor). Eso sucede porque las piernas de la ideología no se paran en el punto que deben sino que siguen caminando unos metros y esos metros ya no son parte de la carrera porque la meta ya la habíamos pasado.

Las personas que creen que aún están en la película de su carrera, van sin rumbo. Normalmente en el mundo del racismo responden con un curioso racismo inverso. Luego te dicen que como son de izquierdas es imposible que sean racistas pero que tú, que eres blanco heterosexual y con diez generaciones autóctonas, eres culpable. Si eres hombre, dos veces. Si te ganas el pan con el salario de tu trabajo, tres. Si tienes empleados, cuatro veces culpable. Y si les preguntas te responderán que por supuesto es lícito matar a un facha.

Porque todo el que no piensa como se debe, es facha. Dicho de otra manera: eres libre de pensar lo que debes de pensar y si no sabes lo que debes de pensar, ya te lo digo yo.

pd: ¿Qué es fascismo y en qué consiste? El fascismo busca subordinar por la fuerza todas las esferas de la sociedad a su visión ideológica de comunidad orgánica, normalmente a través de un estado totalitario.

pd2: una mujer intenta evitar que un grupo de patos se aparee con una pata porque eso esta mal. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gora España!!! Viva Euskadi!!!

Anónimo dijo...

Chorrada prescindible