Quizá no nos acordamos pero hace cinco años estábamos en nuestras casas. La memoria, con esa capacidad que tiene, es capaz de saltarse fácilmente los huecos que no son entretenidos en la historia de nuestra vida. Conozco algún rico, de esos que hicieron mucho dinero a base de tecnológicas, que comenta sin ningún rubor haberse dado cuenta que sus productos tienen su rentabilidad y su importancia pero que comer, que las cañerías funcionen y que haya luz se demostró mucho más prioritario que ver videos en Youtube. Es decir, que cuando las circunstancias aprietan es cuando nos damos cuenta de la verdadera valía de lo esencial.
Soy de esas personas, apasionadas por la historia de la ciencia y todos esos momentos que han hecho al ser humano demostrar sus capacidades, que piensan que los grandes saltos tecnológicos siempre han estado ligados a momentos de necesidad. "Necesitamos algo que nos permita cazar mamuts", debió de pensar un tipo en una cueva, y después hizo una lanza con un palo y una punta de sílex. Era eso o morirse.
"A ver, Abdul, que aquí los cerdos se están poniendo enfermos y la gente se muere" - "Pues les decimos que comer cerdo es pecado". Algunas de las instrucciones de las religiones, que vistas desde nuestro "presentismo" son gilipolleces máximas, tienen un origen justificado. Lo mismo que no tirarse al maromo de la otra tribu, porque te traes para casa las enfermedades de esos. ( Recuerdo ahora la prohibición expresa de copular con indígenas que tenían los ingleses en la América del Norte, por lo que era más cómodo aniquilarlos. Los españoles, sin embargo, se las dieron de romanos con los del sur y ahí había una fiesta de infecciones bidireccional que afectó algo más a los que tenían una sanidad menos desarrollada. El tiempo ha demostrado que acabaron antes los ingleses con las tribus del norte con sus armas que los españoles con los del sur a base de polvos )
Si de algo, muy a nuestro pesar, hemos vivido tecnológicamente a lo largo del final del siglo XX, es del empujón impresionante que le dio a la tecnología la segunda guerra mundial. El afán desmedido de conquista y la certificación de que la mejora en las armas suponía una ayuda sustancial en la victoria hizo que sufriéramos un salto brutal del que nos beneficiamos ahora. El gps, los satélites, los motores a reacción y alguna que otra mejora metalúrgica en materiales, así como las grandes construcciones de hormigón tienen mucho que ver, en sus orígenes, con la manía de Hitler de invadir el mundo y, sobre todo, al jodido Reino Unido. A ver si los cohetes no tienen que ver con la existencia del canal de la mancha. Mucho de la informática debe su existencia a la necesidad de entender las claves de los alemanes para poder hundir sus submarinos y desencriptar sus mensajes cifrados. Oye, y la energía nuclear, que si no la controlas te hace un Hirosima.
Después tuvimos la guerra fría y ahí estaban los rusos y los americanos exprimiendo el cerebro de sus científicos y de sus ingenieros. Un buen profesor de la escuela nos contaba que la labor del ingeniero bueno era convertir en real lo que soñaban otros. Eso significa que la ciencia normalmente está al servicio de lo que le mandan. Que si hay que hacer algo para bombardear Kabul sin mandar a John Smith a los mandos de un F14, te invento un dron. Si me pagas para que cree algo que no haga ruido y no expulse humo, te hago un coche eléctrico. Luego ya, si eso, no te tengo que explicar que si sumas la fabricación y el reciclaje contamina mucho más, pero mira: suena como un mosquito y no echa humazo. Al fin y al cabo estamos a merced de lo que quiere quien manda. Si manda alguien que desea conquistar Stalingrado, te hago un Panzer. Si el que manda cree que el rendimiento está en la retransmisión de porno amateur, los ingenieros te hacen unos estupendos servidores de datos. Cada época tiene sus desarrollos tecnológicos dependiendo de las necesidades del momento o la dictadura de turno. Puede ser una dictadura nacional socialista o una dictadura ideológica. O una dictadura comercial. Mis compañeros mejor pagados se han devanado los sesos para mejorar los sistemas de apuestas en internet , abaratar los procesos de fabricación de zapatillas deportivas o incluso la economía en la logística de la fabricación de bancos morados o de la distribución de paquetitos con la camisa que ha comprado María del Carmen. Conozco a más de un ingeniero de Iberdrola que me cuenta que cuando tiene que ir a revisar una presa hidroeléctrica se encuentra que la resistencia de los muros de las hechas en 1950 es muy superior a las fabricadas en la década de los 80.
Cada época tiene sus prioridades y, después, las siguientes generaciones se aprovechan de los logros de la anterior. Hemos heredado la informática, la democratización de la información, el Gps, los satélites y los viajes intercontinentales. También hemos heredado la contaminación global y el cambio climático. Nosotros vamos a dejar un montón de videos de gatos, un sistema de distribución de paquetes chulísimo, porno en cantidades industriales, muchas series de televisión que se parecen entre si y maquinitas que te responden lo que quieres oir sin tener que interaccionar con José Ramón.
Supongo que si aquella pandemia hubiese durado un poco más nos habríamos esforzado en que los huevos, las lechugas y la carne de pollo fuera más y más sanas y baratas. Quizá es que creo que el ser humano puede amoldarse a las circunstancias, pero otra cosa es que quiera. O se le obligue.
Porque si no te obligan, ya que eres imbécil, te atontas.
Los que son muy ricos e intentan mirar hacia lo que viene, pregúntate por qué, están invirtiendo en lo básico. Y lo básico no es que hagas click y te llegue un vibrador a casa antes de que se te pase el sofoco.
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