Mal dia para buscar

12 de agosto de 2025

Arrepentimiento generacional.

 Por muchos motivos, en 1983 se publicó la canción más ochentera de la historia:


Pasados los años hay muchas cosas de las que deberíamos avergonzarnos los que vivimos aquella época: las hombreras, el pelo como George Michael, los excesos de colores fosforencentes o la chaqueta de Sonny Crocket. No voy a decir nada de intentar ponerte tierno cuando ponen True de Spandau Ballet. Fueron años complejos, al menos si te pilla en esa franja de edad en la que quieres ser alguien pero todavía estás en construcción, que va de los 15 a los 25. Probablemente teniendo en cuenta que las franjas de edad han ido cambiando con los tiempos, ahora es de 12 a los 32. No pasa solamente con la adolescencia más loca porque de la misma forma que la infancia es menor, la vejez en estado puro también se ha reducido a la par que ha aumentado la adolescencia y ese rango de personas que van de viejos modernos viajeros "molones". El típico jubilado medianamente obeso que va al gimnasio y se ha comprado un descapotable a los 60. Hoy me explicó un cliente que ha empezado a tocar la batería con 57. Paqui me explicó que su marido empezó a tomar rayos uva recién jubilado, la dejó y apareció con una brasileña de veinte. "Conmigo, por sus problemas de corazón, apenas podía echar un polvo"- me confesaba- "y ahora esta chica le va a matar". Luego me miraba con resignación y completaba la historia con un "que se joda" a modo de final de la expiración de aire.

Me divierte pensar en aquello de lo que se arrepentirán, sobre el 2040, los que ahora tienen 20. Por supuesto que los tatuajes estarán en la lista. No muy lejos tendremos los reels y los bailes de tik tok que encontrarán sus nietos o sus hijos. Va a estar difícil intentar educar a nadie cuando tu adolescencia está a golpe de click. La ventaja de las generaciones anteriores es que nuestros hijos no nos pueden ver borrachos, con un porro en la mano, saltándonos las clases de estructuras en medio de una fiesta universitaria. Yo fui un experto en colarme en clases de otras carreras. Alguna vez hasta hice preguntas pero no hay constancia audiovisual.  ¿Se arrepentirán, ellos, de ir con capucha a todos lados?. La última vez que , gracias a la intermediación del hijo de unos amigos, estuve en un bar de moda más allá de las cuatro, descubrí que ellas van similares aunque medianamente preparadas, pero ellos son copias en sudadera con capucha ( puesta incluso en interior) los unos de los otros. 

Casi siempre nos arrepentimos de mimetizarnos con aquellas cosas que son modas pero no son nuestras. Todo aquello que nos se nos hubiese ocurrido de manera natural pero que, por imitación o necesidad de reconocimiento, hacemos. 

Sería 2010, más o menos. Por cuestiones de saraos que no vienen mucho al caso terminamos en un local bastante variado. Variado tirando a gay, lo admito. Mientras Kylie Minogue sonaba ( aunque la canción más lesbica de la historia es "All Around the World", de Lisa Standsfield) me fijé en un muchacho que no tendría más de 17 maquillado como una puerta, escandaloso y ansioso de sobe. Lo único que llegué a darme cuenta es que no era gay sino gay de moda. Esa actitud, vestimenta y comportamiento le hacían sentirse un centro de atención. Ahora, 15 años después, seguramente sale a pasear con su amante mujer y sus tres hijos. O no, y va de la mano de su marido con sus niños adoptados. Pero lo que estoy seguro es que no se pone con una túnica al viento encima de los autobuses urbanos gritando contra el heterosexualismo opresor. El era tan gay (en el sentido escandaloso y plumoso del término, que no el de la inclinación sexual porque te puedes follar a una cabra pero lo que es de mal gusto es alardear de ello) como yo de spandau ballet: poquito. ¿Se arrepentirá de haber sido esa personita? Yo creo que si.

Existen una colección de fotos en las que mi sobrina, siendo una niña pequeña encantadora y dulce, sale conmigo en un día de parque de atracciones. El del pañuelo en la cabeza soy yo. Es como el meme: me parecía espectacular. No lo fue.

La gracia de todo esto es hasta qué punto nos arrepentimos de lo que hicimos o fuimos. O quisimos ser. 
Lo entretenido de todo esto es que, existiendo la hemeroteca digital, cuánto arrepentimiento va a generar de aquí a unos años.

No he querido meterme con las cientos de entrevistas de trabajo que se van a caer por un video o un tuit hechos cuando estábamos todavía en construcción.

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