Siempre, desafortunadamente, tiene que haber un imbécil que dice las cosas. ¿Sabes?. Ese que te dice que has engordado y que una vez te dijo que te veía más guapa. O ese que te pregunta el por qué, como si fuera el muñeco de nieve Olaf. Siempre ha de existir, de la misma forma que está el gordo, el borracho, el promiscuo, el básico o el snob, ese incómodo compañero que duda de todo o se pregunta por el motivo de las cosas. Ese gilipollas que piensa en de donde venimos y hacia donde van nuestros pasos si es que actuamos de la manera que nos planteamos en este presente.
Bien. He descubierto, a mi pesar, que yo soy ese imbécil.
Y como ahora, en esta sociedad de múltiples elecciones, podemos elegir con quien nos juntamos, ya no existen esos grupos heterogéneos de los pueblos de verano en donde la elección de los amigos la hacía la edad. Si te tocaba ser el malo , lo aceptabas. Si te tocaba ser el borracho o el que caía en todas las bromas, lo aceptabas. Yo era el estudiante deportista en invierno y el rarito pequeño en verano, porque sacaba buenas notas y jugaba al baloncesto pero en verano , aparte de tener un año menos que los demás, no jugaba al fútbol pero me iba por ahí en bicicleta. Ahí estábamos, como si fuera verano azul o física y química: grupos formados por la casualidad y el baby boom.
Sin embargo hoy en día los grupos parecen más fruto del sesgo cognitivo. Por una parte los pijos o los emos ( no sé si existen) , o los que van de rojísimos, feministísimos, mariconísimos (me refiero a la pluma), nazísimos o incluso pesadísimos militantes de lo que sea. Y avanzan, como los tipos de reservoir dogs, dándose la razón los unos a los otros casi como si se chuparan las pollas en una orgía de pensamiento identitario. Ojo a quien se atreva a preguntarse, ni siquiera de soslayo, si existe alguna opción diferente a la marcada por el grupo. Será condenado directamente por el delito de cuestionar alguna verdad. Hereje. Quememos en la hoguera a Galileo o , al menos, hagámosle un arresto domiciliario.
Reconozco que yo viví el final de los Punk y los Mods. Acepto, con muchísimo respeto, el mundo Heavy. Pero, es curioso, se puede ser Heavy y gay. Se puede ser Mod y hacer punto de cruz en casa. Hay Punks que se duchaban a diario y alguno hasta no tenía perro
¿Se puede, hoy en día, jurar ser de izquierdas pero aceptar que existe un feminismo intransigente revanchista diferente a la idea de igualdad de género?. ¿Se puede ser de derechas y aceptar que una muerte digna es el último derecho que debe respetarse a una persona de bien mientras se rompe por dentro?. Te veo ardiendo en la hoguera.
O quizá sí, pero no lo parece.
Creo que hemos perdido algo llamado tolerancia entre 1969 y hoy. Nunca más que ahora se habla de diversidad, libertad y democracía pero es un derecho exclusivamente para quien piensa como yo. Al menos en los grupos que se forman en las esquinas de las calles y que ayudan a forjar lo que seremos mañana. Y como alguien nos quiso convencer que podíamos ser adolescentes hasta la jubilación, las bandas ideologías juveniles se extienden hasta más allá de la emancipación de tu primer hijo.
Al menos eso veo. Yo. Que soy el imbécil que cuando preguntó por qué, se quedó solo. Que soy el que cuando dice algo en alguna red social no es rebatido sino directamente insultado.
Un máster en imbécil. Estoy esperando que me llegue el título.
1 comentario:
echo de menos los cuidadores de colonias gatunas. Esos sí que dan miedo
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