Por alguna incomprensible razón el ser humano contemporáneo ha perdido la visión de sus limitaciones. Somos capaces de muchas cosas como sociedad y, sobre todo, la capacidad de cagarla es mayor que la de solucionar algo. Con esta salvedad hay que reconocer una cosa: creemos que la tecnología, la ciencia y la solidaridad global lo puede todo. Eso sí: que sean solidarios los demás e investiguen los otros con dinero de los ricos que, obviamente, no soy yo.
Nadie se pregunta si seremos capaces de encontrar una vacuna sino que cuando estará disponible la vacuna que, además, deberá ser gratuita y para todos.
No nos preguntamos acaso si seremos capaces de llegar a Marte sino si lo harán antes los chinos o los americanos. O un conductor ruso de la hostia que le meta otro ruso por una discusión en un paso de cebra de Moscú.
No existe, dentro del discurso, la posibilidad de aceptar que haya algo que no se pueda y resulta ser esa desvergüenza de "si puedes soñarlo, puedes hacerlo". Suena a mensaje místico.
Pues no, no se puede todo.
No puedes volar ni correr pasados los cuarenta más rápido que con veinte. No puedes encontrar el sentido de la vida fácilmente y es más que probable que aquella novia que te abandonó jamás acepte tu perdón. Yo, por mi parte, soy incapaz de comprender la nomenclatura de la química orgánica y Pablo Alborán no es capaz de hacer rock and roll. Bueno, el 63% de los "cantantes" de reggeton no saben entonar sin autotune. Conozco a quien no podrá escribir "ahí hay un niño que dice "!ay!"" por mucho que se esfuerce.
Sin embargo en este mundo de seres limitados estamos convencidos que acabaremos con el agujero de ozono, la pobreza, el hambre, la explotación, las mentiras, el racismo y los chistes de tartamudos.
Curiosamente tenemos ese convencimiento grabado a fuego pero no seremos nosotros los que solucionaremos ese problema. No es mi problema si esa empresa en la que gasto mi dinero utiliza a niños bengalíes, cotiza en Luxemburgo o si no paga impuestos mi plataforma de televisión. Tampoco va a ser mi problema que encontremos una vacuna porque para eso está el gobierno o los científicos. O los médicos a los que aplaudía pero ahora denuncio que me han atendido fatal mi problema de pie de atleta.
Estamos absolutamente seguros que el ser humano lo puede todo porque estamos sentados esperando que lo hagan los demás. Y los demás están haciendo lo mismo.
En algún momento nos convencieron o nos creímos que lo podíamos todo y nadie se plantea que quizá seamos una raza con bastantes limitaciones.
No hay vacuna para el sida de los 80 pero antes de que acabe el verano tendremos la vacuna del Covid y estaremos todos felices y contentos en un mundo feliz donde si no se han solucionado de manera instantánea todos los problemas es por culpa de los otros, a los que no les ha dado la gana.
En este mundo en el que nos creemos capaces de todo quizá haya que empezar a asumir que no lo podemos todo. Claro,que si le dices a alguien que sea, por ejemplo, gordo, que es gordo, no le gusta. Y si un gobierno dice que probablemente van a morir 45mil personas, que la vacuna tardará en llegar y que se va a llegar a cinco millones de parados, pierde las elecciones. Pero la verdad es obstinada y yo prefiero que me digan la verdad.
No lo podemos todo. Las soluciones empiezan por ti. Vienen tiempos jodidos.
Y , sobre todo: cuando te dije que si te esfuerzas lo suficiente puedes alcanzar tus sueños, te mentí.
Una sociedad engañada por promesas absolutas de felicidad eterna y capacidad infinita sólo puede derivar en una sociedad frustrada. Cuando te han convencido que puedes ser lo que te propongas y un día descubres que no lo eres la única respuesta válida es que quien se equivocó fuiste tú. Esa es una enseñanza muy dura y muy miserable. Nadie nos ha preparado para la frustración de la misma forma que nadie nos ha querido contar la verdad porque, probablemente, nunca quisimos oír la verdad.
Añoro mucho que me digan la verdad pero los comunicadores han eliminado los discursos poco rentables de su hoja de ruta.
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