Mal dia para buscar

1 de octubre de 2013

Rob y las fantasías 2.0

Supongo que en algún momento todos quisimos ser John Cusack en Alta Fidelidad. Sobre todo porque le sale bien y no porque se lía con una de las primeras hipster de la tele que es la hija de Bill Cosby cuando estaba saliendo con Lenny Kravitz y haciendo la letra de Rosemary en ese primer disco brutal.
En realidad y quizá por el martilleo incesante de tantas canciones tristes y desconsoladas que sufrimos los que buceamos en el pop y el rock de los 90 las conversaciones cambian. Quizá el presente es tan desconsoladamente imperfecto que nadie se queda con el calavera de Rob.

-Ya no soy ni una opción, ¿verdad?- Le dice Rob a Laura en la nueva versión a través de un whatsapp con una carita que tiene los ojos abajo al final de la frase. Se queda mirando el doble check y ve cómo el estado de ella pasa de "escribiendo" a "en linea" de forma intermitente. -Me he apuntado a edarling- le responde junto con un sonidito de recepción de mensaje. Y en vez de acabar abrazados oyendo una versión de "Let´s get it on" suena una remezcla infernal de pitbull mientras cada uno acaba por su lado y él lanza el smartphone contra el suelo sin romperse para que el productor de la secuela pueda cobrar la publicidad del fabricante.

Definitivamente hay cosas que pierden emoción. La pierden como se pierden muchas canciones a lo largo del tiempo de la misma forma que la ropa queda ridícula diez años después. Reconozco que cuando yo era pequeño sólo existía lo que salía por la televisión y ahora parece que existe absolutamente todo. Hemos dejado de sorprendernos con las cosas. Podemos tener un retrete ajustable si lo compramos con paypal y podemos darnos de alta en Badoo a las 10h, echar un polvo a las 17h y borrarnos a las 21h. Es algo que entra dentro de la lógica contemporánea.

Es abrumador. También es la excusa perfecta para no pensar o no avanzar porque estás demasiado ocupado en pulsar en los hipervínculos.

Existe un efecto psicológico en las sociedades y en las personas denominado "indefensión aprendida" y se puede inducir (y se induce) como si fuera una bayeta reteniendo el líquido del café que se cae en la encimera. Si algo se repite continuamente presupones que será así la próxima vez, por lo que actúas como si ya hubiera sucedido o ayudas a llegar a ese resultado. Estirando esa idea de alguna manera hemos considerado que los perfiles de facebook son mejor que las personas, que la publicidad es más bonita que la vida real y que la felicidad se esconde detrás de una sorpresa inesperada que aparece detrás de click o al terminar una fiesta en la que no hablaste con nadie pero en la que él te recogió el bolso cuando se te cayó al salir por la puerta con una de esas chapas que buscan pareja en las reuniones de singles para descubrir que él mismo tenía la otra chapa.

Reconozco que la tentación es fuerte y que en esa historia el sexo es fenomenal.

Aunque sigo pensando que las respuestas están en la calle y no en Yahoo preguntas. También creo que hay muchas cosas que existen y las perdemos si no nos fijamos cada vez que andamos por las aceras con los dedos gastados de mirar abajo para ver si hay una nueva notificación en el teléfono, ese que ya no hace ring pero que no para de vibrar y que en ningún sitio pone, al lado de las instrucciones, cómo gestionar la frustración de descubrir que es una ilusión.

No digo que sea mejor la película que lo que se vive ahora, digo que el libro es el que era mejor. Leerlo, después de comprarlo en una librería, es mucho más trabajoso que opinar con un twitt sobre la interpretación de la película que diga "Estoy harto de fantasías porque no existen y porque nunca hay sopresas de verdad y ademas nunca te llenan. Estoy harto de todo lo demás pero no me harto de ti" y luego grabar un recopilatorio que intente decir algo y no sea una lista de Spotify


Claro que yo siempre quise ser John Cusack y Coque Malla en "Todo es Mentira", me parecían más honestos por mucho que a día de hoy tenga casi superada la dependencia de los papeles de perdedores con corazón de la misma forma que no escucho discos de Sabina. No soy imparcial por mucho que me pase el día vendiendo ordenadores, tablets y teléfonos. Soy un camello de la tecnología que reniega de sus drogas que te ayudan a evitar la realidad con cientos de visitas a tu perfil y mil frases ocurrentes copiadas con Ctrl+V. No hay manera de diferenciar lo genuíno si viene en forma de bits y bytes, de terabytes o sin olor.

4 comentarios:

iparrajose dijo...

En serio, tío: si se lo pides saldrás de dudas. No pierdes nada, calavera!

pesimistas existenciales dijo...

No tenía previsto pedir matrimonio a nadie hoy, la verdad... No va por ahí...

Sabela dijo...

Pues me gusta mucho lo que has escrito...vivimos una época en la que parece que todo es posible pero, por otro lado, estamos tan inmersos en la vorágine tecnológica que siento que nos vamos a acabar olvidando de apreciar lo esencial. Es un ejemplo tonto pero antes la gente se miraba en el metro, ahora todos están/estamos absortos en las dichosas pantallitas. Y que conste que yo soy la primera yonki pero no deja de darme rabia.

(y por supuesto, eternamente fan de Rob Gordon)

¡Saludos! (te sigo)

Alberto Secades dijo...

El libro me gustó mucho. Era fácil entender las relaciones entre la música y los sentimientos, contado de la forma en que Hornby lo hacía. Con un amigo, que compartíamos pasión por el fútbol y que había leído "Fiebre en las gradas", organizamos un programa de radio en que hablábamos del libro y de la música que se mencionaba en él. Aquel era un programa sobre música soul y tenía todo el sentido del mundo, porque, más allá de que se cambiara el emplazamiento de la acción (llevándola de UK a USA) se traicionó la importancia que se le daba a la música negra, el soul, en lugar de a la música "indie".

Supe que la banda sonora era increíble y me quedé con unas enormes ganas de verla, pero mi defensa a ultranza de la integridad de la propuesta inicial se ha visto debilitada, ahora, con la lectura de esta entrada en la que se mantienen, fieles, las dudas que el autor siente que le asaltan.

La terminaré viendo, creo.

(((Entiendo la imagen que transmites como camello de la tecnología; en ocasiones he debido soportar las dudas de sentirme camello del sobrepeso, o de la venta por impulso, pero la vida es más dura si no eres capaz de adormecer un poquito a una conciencia demasiado escrupulosa))).