Estoy harto de oir los resultados como si fuera lo único importante, como si el valor de la nómina fuera un medidor de felicidad laboral o las veces que la metes o te la meten se convirtieran en grados de alegría, las invitaciones que recibes un termómetro de sociabilidad o el brillo de los oros un horizonte deslumbrante. No parece que importe hacer el esfuerzo o empezar a correr sino llegar más lejos, publicarlo más arriba, tener más niveles en el Candy Crush, donde nunca jugué.
Casi con la estupidez del padre que grita a los niños del equipo rival de su hijo como si fuera la final de la copa de Europa o se jugara salvar el hambre en el mundo más de uno deja de hablar del esfuerzo o del camino tapándolo todo con el destino o con el resultado. No importa la manera de llegar a algún lugar sino llegar. Parece que las trampas son válidas si acaso se logra el objetivo. Si la vecina cree que es de Gucci da igual si lo bordó un menor taiwanés en un garaje de Melilla.
Hoy me preguntó la hija de un cliente si acaso podía ayudarla a hackear (sic) un determinado juego para poder ganar a sus compañeros de clase sin pagar con dinero de verdad por los logros que necesita para pasar de nivel. -Es un juego- le dije- no pasa nada si no les ganas. Además es preferible ganar con esfuerzo en vez de con trampas-. -Me da igual- respondió -lo importante es ganar-. Luego se marchó, con sus trece años, indignada porque no es justo. Al fin y al cabo "los demás, si pueden, también hacen trampas para ganar".
En los juegos se define "Cheater" al tipo que se ha preocupado de ganar con trampas, al que tiene un nivel 60 y, cuando dan la salida en el Need for Speed, ya ha llegado. Es el que nunca se muere en el Counter Strike. Supongo que es el que, sin disfrutar del juego, impide que los demás lo pasen bien.
Por eso es repulsivo.
Luego se te acerca en el bar, te dice que tiene más nivel que tú y cuando empieza a enorgullecerse de los códigos que utiliza, te dan ganas de meterle dos hostias.
(Pd: lo del juego es una metáfora)
Casi con la estupidez del padre que grita a los niños del equipo rival de su hijo como si fuera la final de la copa de Europa o se jugara salvar el hambre en el mundo más de uno deja de hablar del esfuerzo o del camino tapándolo todo con el destino o con el resultado. No importa la manera de llegar a algún lugar sino llegar. Parece que las trampas son válidas si acaso se logra el objetivo. Si la vecina cree que es de Gucci da igual si lo bordó un menor taiwanés en un garaje de Melilla.
Hoy me preguntó la hija de un cliente si acaso podía ayudarla a hackear (sic) un determinado juego para poder ganar a sus compañeros de clase sin pagar con dinero de verdad por los logros que necesita para pasar de nivel. -Es un juego- le dije- no pasa nada si no les ganas. Además es preferible ganar con esfuerzo en vez de con trampas-. -Me da igual- respondió -lo importante es ganar-. Luego se marchó, con sus trece años, indignada porque no es justo. Al fin y al cabo "los demás, si pueden, también hacen trampas para ganar".
En los juegos se define "Cheater" al tipo que se ha preocupado de ganar con trampas, al que tiene un nivel 60 y, cuando dan la salida en el Need for Speed, ya ha llegado. Es el que nunca se muere en el Counter Strike. Supongo que es el que, sin disfrutar del juego, impide que los demás lo pasen bien.
Por eso es repulsivo.
Luego se te acerca en el bar, te dice que tiene más nivel que tú y cuando empieza a enorgullecerse de los códigos que utiliza, te dan ganas de meterle dos hostias.
(Pd: lo del juego es una metáfora)
1 comentario:
Y así se hace presente el temor al fracaso y la intolerancia a la frustración. No importa el como sino el cuanto.
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