Todo es cuestión de levantarse por la mañana, abrir la ventana, desayunar sano y , a ser posible, exprimiendo las naranjas del día. Hacer la cama, recortarse la barba, buscar unos calzoncillos limpios y una camisa planchada. Es preferible elegir unos zapatos que no parezcan de un vendedor jubilado de Tecnocasa. Salir a la calle y saludar con un leve movimiento de cejas al vecino o a uno del que la cara nos recuerda a algo pero no estamos seguros si acaso acabamos alguna noche abrazados cantando la macarena o si le contratamos una póliza, no sabemos si nos robó una novia o si es amigo de un amigo de facebook.
Trabajar con prestancia procurando dar solución a los problemas más o menos urgentes y mirar la hora cerca de la finalización de la jornada. Comer mucha verdura y no abusar de los hidratos de carbono, a no ser que vayamos a tener un desgaste físico programado en forma de gimnasio o de actividad grupal con o sin testosterona.
Leer la prensa e indignarse lo justo pero prestando atención a si un hombre mordió a un perro o si hay algún video de la danza nupcial de los delfines en algún lugar del Pacífico. Fingir un poco socialmente. Estar al corriente del tiempo, por si va a llover. Sonreir a quien te quiere (si se tercia). Revisar los recibos del gas, de la luz, ver si el banco nos ha vuelto a robar otra vez y llamar a casa para hacer un punto de control con los progenitores.
Lavarse los dientes con mucha pastita y agua corriente. Buscar el pijama. Esperar al sueño.
Y descubrir que pasamos el día haciendo recortes toreros a los problemas y a las gloriosas satisfacciones que dicen que tiene la vida de verdad.
Hay demasiadas distracciones que nos evitan fijarnos en lo que realmente importa y todo esto viene por una frase de un amigo: "es realmente ridículo lo que tenemos que hacer para sostener mil imbecilidades innecesarias en nuestra vida"
1 comentario:
Dile a tu amigo que se pase el día "haciendo solo las cosas realmente importantes" y comprobará con el paso del tiempo la pérdida de la importancia de las mismas. Que se pase las 24 horas del día en "modo trascendental". Que olvide los calzoncillos limpios y lo de cepillarse los dientes... que son cosas totalmente innecesarias. Cuando haya pasado un tiempo razonable, desde el abandono de este mundano -valga la redundancia- mundo, hazle una visita y mira en qué se habrá convertido.
Publicar un comentario