Nos encanta lo gratis, nos encantan las promociones y la sensación de conseguir sin pagar algo por lo que el resto de los mortales dejan sus ahorros y sus esfuerzos. Nos encantan las ofertas y que nos juren que estamos ante una oportunidad infalible que nunca más se va a repetir. Nos encanta google y facebook sin llegar a pensar que de algun sitio tienen que sacar dinerillo para convertirse en dos de las empresas más ricas del mundo. Nos gustan los mercadillos y los rastros, creernos que nos van a regalar un iphone5 desprecintado por compartir un estado en el muro.
Así que, casi como si fuera una sordera, después de escuchar la palabra "gratis" ya no se oye nada más. Viene a ser como cuando la Mantis Religiosa se acerca al macho en un after del campo y le ofrece sexo gratis. Luego le mata y se lo come, pero era gratis.
Eso es tener un master en marketing del siglo XXI y, por algún motivo, es comercialmente rentable.
3 comentarios:
A todo esto ¿cuál era el producto gratis?
Da igual el producto. Te regalan una televisión si te das de alta con permanencia en una compañia de teléfonos, un juego de sartenes si domicilias la nomina (y no hablan del interés) , te regalan una flor si compras 1millon de € en muebles y un cinturón si te gastas la pasta en perfumes caros. En los bares de Salou unos jóvenes apuestos te regalan amistad si entras o grupon te regala mil estancias si rellenas una encuesta en su web con los datos de tu vida y contando si eres alérgico al polen. ¿Qué más da el producto si es que es gratis?
El poder de la palabra "gratis" de bloquear cualquier razonamiento y lógica. Ya lo he vivido, mis pobres gatos me lo enrostraron cuando tuvieron que atragantarse con una comida menos sabrosa porque traía un plato GRATIS...
Publicar un comentario