Martha Nussbaum ha ganado el premio Príncipe de Asturias por, básicamente, demostrar que la economía y la ética son dos aspectos del mundo en el que vivimos que deben de ser considerados en conjunto y que haberlos creido separados durante los años en los que estábamos en disposición de unirlos nos ha llevado hasta el lugar donde estamos, que es un sitio bastante puñetero.
En realidad corresponde a una visión chulísima de la vida.
Ayer mismo, justo entre la copa de vino que entra fenomenal y la sexta y la séptima que te dejan la cabeza tal y como la tengo ahora mismo, mantuve una conversación simplista y alterada sobre un tema similar.
Una de las personas que se sentaba a la mesa hablaba de cómo en su empresa se habían iniciado unas jornadas de reflexión sobre la compañía con el fin de optimizar el rendimiento de los componentes de la misma que son, en su cómputo global, cinco personas. Mantenía, con una serie de razonamientos basados en la humanidad y la visión globalizadora e igualitaria del mundo, que los gerentes de su empresa no estaban capacitados para serlo porque durante un tiempo las actitudes de otros empleados eran criticables y destructoras para la empresa.
En el otro lado de la mesa alguien le daba la razón.
Así que, en un alarde beligerante, pregunté: "pero... ¿la empresa gana dinero?"
"Eso se da por hecho"- me respondieron como si por si la mera razón de ser "empresa" se sobreentendiera el beneficio.
"Entonces"- dije- "el objetivo primario de un gerente, que es ganar dinero, está bien"
Como era de esperar en ese momento se avalanzaron sobre mi los dragones de la modernidad echando los futbolines de Google como fuego por la boca. "La responsabilidad de un gerente es hacer que sus empleados se sientan tan bien en los brazos de la empresa que se obtenga el mayor rendimiento posible de ellos". Lo cual es una afirmación que consideré lógica, pero secundaria.
Al trabajo se va, en mi simplista punto de vista, para obtener dinero. Si un gerente gana dinero ha cumplido su objetivo primario. Si no lo hace puede que no sepa motivar a su plantilla o gestionar el activo circulante. Considero que la gerencia, como la ingeniería y como la bioquímica, es mucho más sencilla de lo que parece y que las grandes mentes son aquellas que se permiten simplificar la realidad en vez de enfangarse en community managers o jornadas de confraternización que son exactamente lo mismo que irnos todos a tomar unas cervezas. El objetivo primario en muchas facetas de la vida se suele quedar oculto entre el bosque de las formalidades o más de un tecnicismo. Si mi gerente fuera mi pareja podría decir que el objetivo primario es poder llegar a esa sensación de "casa" que te reconforta muchas veces. Si, además, me excita sexualmente y tenemos unas relaciones dignas de más de alguna página porno amateur, mejor. Si, aparte de todo eso, tenemos una mesa de billar en el salón y no se indigna cuando me comporto como un imbécil... entonces estoy casado con recursos humanos de Google.
Pero si me invita a su casa, me enseña la mesa de billar y me siento incómodo, entonces el supuesto objetivo primario no está satisfecho, por lo que todo lo demás sobra.
A eso me refería con aquello de que la primera responsabilidad de un gerente es que el balance sea +1. El secundario es convertirse en el animador cultural de la compañía disfrazándose o contratando a Ronald McDonald.
Y, tal y como están las cosas, a más de uno se le olvida en este momento en el que muchas compañías tienen vacías las guarderías para los hijos de los empleados y las mesas donde debería de haber empleados y sólo quedan huellas de parados.
Es un caso de objetivos primarios sedados por la crisis.
1 comentario:
hombre, el comienzo y el final están un poco "distantes".
Comienzas hablando de economia y etica para finalizar hablando de beneficios.
Dando por supuesto lo correcto de tu argumentación y la conclusión a la que llegas me permitirás añadir que el gerente debe ganar dinero pero ¿a cualquier precio? y aquí sí entra la ética que ha quedado un poco olvidada en el final de tu post.
Igual la ética no conseguiría llenar la guardería n las mesas pero la falta de ella nos ha traído, en muchos casos, a la misma situación.
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