Mal dia para buscar

5 de marzo de 2025

José Ramón invade un país y le dan una pensión.

 Vivimos tiempos extraños.

Si invades un país y vas por ahí matando gente, parece que te van a dar un trozo del territorio.

Si pierdes unas elecciones en Cataluña, te dejan organizar lo que sucede y te excusan cuando dices que quieres echar a todos los marroquíes y negros que vienen sin recursos a tu barrio. Claro que si aparece alguien que mete muchos goles, le abres las puertas.

Si vas por ahí atracando a las viejas y oKupando pisos, parece que hacen leyes que te protegen porque has puesto mucha cara de penita.

Si te has tirado cuarenta años defendiendo que matar guardias civiles es un daño colateral, te dan un dinerito público y te ponen el cartel de demócrata.

Pero claro, si te llamas José Ramón y has nacido en Burriana, no vas a ir por ahí invadiendo un país, como la canción. Tampoco has estado matando gente que no piensa como tú ni te has presentado a las elecciones. Tampoco te has metido en casa de tu vecina, que la señora Carmen es encantadora y no se lo merece.

Lo que sí que es verdad es que has procurado ser buena persona, esforzarte, estudiar y trabajar días que estabas enfermo. Has ayudado a subir la compra a la señora Carmen. Es más, hasta has considerado que pagar impuestos y cumplir las normas es una parte básica de la convivencia. Es, casi como un mantra, aceptar las normas y reglas que nos hemos puesto entre todos en el juego de la vida social.

Luego llega un día que descubres que el de la mesa del fondo se ha hecho delegado sindical, no viene al trabajo y además es intocable cuando hay que hacer ajustes en el trabajo. Te vas a tomar un café un domingo y te cuentan que han puesto el piso a nombre de la abuela para no pagar un impuesto que te ha hecho elegir pollo en vez de ternera las últimas semanas. Ves como tres niñatos en patinete y un tipo en bicicleta se saltan los semáforos mientras esperas, y te sacan un dedo si les pitas.Tu compañero vago de clase, cuando te lo encuentras, te habla de las vacaciones extra que se ha marcado porque ha pillado una ayuda a parados de larga duración. Rosana, con sus gafas de marca, se jacta del piso que le han dado porque denunció a su ex por machista cuando se estaban divorciando. No por malvado sino porque se acabó el amor y conoció a un cubano. Manolo ha cobrado un dinero de la empresa porque le despidieron al no ir, conscientemente, durante quince días y haberles denunciado por bulling.

Y José Ramón llega a la conclusión de que es imbécil. No porque no haya que ayudar a la gente que lo necesita sino porque se encuentra demasiados casos excepcionales a su alrededor. Siente, objetivamente hablando, que su esfuerzo, sacrificio y cumplimiento de las normas no vale para nada. Llega a la conclusión que si no paga impuestos, no va a trabajar, no cumple con la hipoteca, no ayuda a la vecina y no respeta los semáforos, no pasa nada. Es más, que si le pillan y pone cara de pena, asociándose a algún tipo de victimismo encontrado, hasta puede tener premio. Así que se plantea el motivo de la vida. Llega a la resolución que si es para vivir de la mejor manera posible, está haciendo el canelo. Sinceramente porque no hay nadie que tenga los huevos de joder a Manolo, Rosana, al del patinete, al vago delegado sindical o al oKupa.

La conclusión es lógica: José Ramón decide convertirse en un hijo de puta.

Si José Ramón fuese Putin invadiriría un país y la culpa no es de José Ramón sino de haberle demostrado que pasarse por el forro del arco del triunfo las normas tiene premio en vez de castigo. Que el castigo, en estos tiempos extraños, es hacer las cosas como se debe.

Ya sé que te crees José Ramón, pero.

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