Soy un tipo práctico en esencia pero demasiado teórico en la práctica, con lo cual suelo entrar en círculos viciosos que nunca me benefician.
Carezco, probablemente, del gen del postureo que me haga decir lo políticamente correcto en más de una ocasión y ese, y no otro, es el motivo por el que los amigos no me presentan a sus novias o la razón por la que no me enseñan sus nuevos pisos. Saben que es más que probable que les diga que es una petarda insuficiente para ellos o que han tirado unos cientos de miles de euros a la basura. En esos casos los hipócritas seguidistas siempre son bienvenidos, las personas que siempre hablan bien y sonríen tienen más posibilidades de éxito que los que dicen lo que piensan.
Y decir lo que se piensa no es la sinceridad. Sinceridad es decir lo que se piensa sin hacer daño a quien te importa. Claro que en esos momentos me quedo callado como un niño en el momento de la actuación de fin de curso. Y se me nota.
En el ayuntamiento de Bilbao se ha generado una polémica de esas que me hacen morderme la lengua. Bildu (HB, EH, Sortu...) dice que hay que retirar los retratos de algunos alcaldes que fueron puestos a dedo por Franco porque fueron malos para la ciudad y esas cosas lo que hay que hacer es retirarlas. El Alcalde dice que no. Otros dicen que quiza haya que llevarles a una sala más oscura y mientras tanto todos cobran por su tiempo del dinero público y algún bilbaíno puede que le diera para comer con la parte de salario que se está agotando en dicha sandez. Sinceramente que haya un cuadro con la cara de un tipo malote me la trae tremendamente al pairo. Sinceramente, también, que un vecino no tenga para comer me importa más. ¿Estoy haciendo demagogia? Si, de libro.
En este país, en esta sociedad o en conversaciones estériles de bar o de tertulia, tendemos a preocuparnos de algunos detalles que no hacen más que alargar o esconder los problemas que nos atañen de verdad. Discutimos sobre si fue Franco o Carrillo el que mató al hermano de mi abuelo en Paracuellos (este dato es cierto) y nos enfadamos como monos a los que les han quitado una banana porque ondea una bandera que no nos gusta o porque alguien que está para cumplir las normas fronterizas hace su trabajo, aunque sea un trabajo infame que vela por nuestras normas, las legalidades que ganamos y los trabajos que nos quedan. Nos enzarzamos en sentimentalismos anacrónicos en los que dejar saliva, dinero y rencores sin sentarnos a reparar al jubilado que no puede comprar medicación en una farmacia de la Diagonal.
No hay grandes diferencias entre eso y hablar de fútbol o de una competición de curling. Es, literalmente, perder el tiempo sin mirar a las cosas que nos afectan de verdad que son comer, querer, respirar y sonreir. Nos enfada la cobertura de la wifi y problemas de paises que no son los nuestros o problemas nuestros que no son de este tiempo.
Y nos encanta decir que hay que eliminar los vestigios franquistas de este gobierno derechón que maltrata los derechos humanos de los subsaharianos que escapan de las guerras fratricidas financiadas por el capital americano regalado a dictadores salvajes que sajan a su propio pueblo.
Y se nos olvida que, mientras tanto, hay un parado más, una mala historia en el tercer piso, una empresa que desfallece y cien problemas que se pudieran haber solucionado con la mitad de esfuerzo y el doble de convicción. Pero, claro está, eso requiere actuar, hacer un esfuerzo, reducir la entropía que es, como decía mi profesor de termodinámica, la energía necesaria para tener las cosas en orden.
Ser sincero, y lo resumo, me hace decir que estoy a favor de recortar, pero en sandeces que nos lanzan para evitar enfrentarnos a nuestra propia mierda.
Cuando arreglemos eso quitamos los retratos que tú quieras. Yo, ahora, prefiero usar el dinero de limpiarlos en pagar un médico más. Yo así de práctico.
Pd: cuando alguien (político, animal o cosa) no sabe que decir, recurre a la Ley de Godwin.
2 comentarios:
Hoy, hablando con un amigo de la situación, él exponía su tesis para acabar con el gasto inútil (y la corrupción, quise entender): "mayor control".
Me costó imaginar cómo no podía ver que más control es más gasto y que, como decía Thoreau, "el mejor gobierno es el que gobierna menos".
Claro que acepto ser un liberal (en un mundo de literales).
Dicho con sinceridad.
Un gran artículo. Recuerdo con decían que estabas sembrado. Lo sigues estando, aunque no lo digan.
Vaya. No me pongo histérica porque alguien diga lo que piensa, ni me gustan más los demagogos que los otros, pero tampoco me admira la franqueza por sí sola, ese sucedáneo de la sinceridad y de la honradez que se afana en dejar claro lo que sea, pero al pan pan, etcétera, etcétera. Tal como yo lo veo, los retratitos de fulano no cuentan casi nada, pero si tenemos en cuenta que la mayoría absoluta actual está levantando momias (esos personajes que habían quedado aparentemente enmudecidos tras el golpe del 81) y revivificando sus discursos, y financiando fundaciones y restaurando preeminencias religiosas... pues el cuadrito de las narices es una tocada de narices más que bien vale un rechazo. Y si los muy beneméritos deciden atacar a subsaharianos y no te parece importante una reacción cívica mayoritaria, es que tú tienes muy acotado tus intereses, y son más bien pequeños, mezquinos y tristes, a juzgar por tu exposición. Lo siento de veras, me estaba entusiasmando.
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