He sido durante tantos años "el amigo informático" que creo poder decir lo que es el egoismo. Creo poder detectar, casi como si hubiera hecho un máster, todas esas ocasiones en las que alguien te llama y te pregunta qué tal estás para terminar en su casa quitando unos cuantos troyanos a cambio de unas palmaditas en la espalda y después, cuando has desgastado tu tiempo y tu esfuerzo de una forma gratuíta, hacen una pausa dramática para que te sientas incómodo y te vayas a tu cueva madriguera.
Supongo que es la misma sensación que puede tener una adolescente que se deja tocar las tetas más de un sábado por la tarde o a lo largo de los recreos, porque ya no conozco el timing de la juventud. Al fin y al cabo dicen que el sexo y la convivencia aumentan la fidelidad. Con el virus de la policía me han salido más amigos que nunca.
Está demostrado que cuanto mayor es la sociedad en la que nos movemos menor es nuestro grado de empatía. Si sufres un infarto en una población pequeña te ayudarán y en una gran urbe dejarán que te ahoges en la acera por no meterse en problemas. Por esa misma razón y teniendo en cuenta que las tecnologías lo que han hecho ha sido convertir nuestro mundo en algo más global es casi una obviedad afirmar que la solidaridad se ha convertirdo en una especie de moneda de cambio en una sociedad que he hecho como suyo el cambio de favores, siempre y cuando el balance final sea a favor.
Un antiguo amigo, quizá para reconfortarme diez minutos antes de dejar de llamar, me intentó demostrar que aquellas personas que están en tu vida van y vienen, como series de televisión que reponen, actualizan y se olvidan. Me intentó convencer que son ciclos, como en todo, y que esa idea que me persigue y que afirma que hay cinco (5) personas que no se van nunca es intrínsecamente falsa. Después le dije que teníamos que quedar otro dia. Me dijo que si. Nunca más se supo. Supongo que ya ha aprendido a quitarse sus virus. Supongo que ese es el motivo por el que no coge el teléfono.
En realidad son ciclos y eso es cierto. Hay personas que se acuerdan de ti porque no fuiste especialmente desagradable en la cama y hay personas que se acuerdan de ti porque pagabas las copas. Hay personas que se acuerdan de ti porque siempre estuviste disponible para escuchar y algunas porque saben que en tu persona van a encontrar aquello que necesitan en ese momento. No dudo que yo hago lo mismo. No dudo que esas búsquedas son irracionales.
El gran problema de la sociedad contemporánea, poseída por las tecnologías y la comunicación, por los medios y por los teclados en pantalla, es la soledad. Quizá es por una falta de toleracia a la frustración o un recelo absoluto al contrario, si es que incluímos como contrario a todos los demás. Supongo que por eso, en vez de perdonar, solidarizarnos y gastar un rato en preguntar gratuítamente qué tal estas esta mañana, el contacto entre humanos hipócritas suele tener escondido un objetivo personal ególatra e interesado que te deja cara de gilipollas cuando vuelves a casa después de actualizar un sistema operativo, defragmentar un disco duro, quitar unas cuantas toolbars y sentirte utilizado.
Estoy convencido que, aparte de afimar que va en aumento, puede hacerse extensivo a cualquier otra faceta de la naturaleza humana.
4 comentarios:
Siempre está el que "se acuerda de Santa Bárbara cuando truena".
Yo, como no me veo como pararrayos por la vida, hace mucho que opté por estar apagada o fuera de cobertura en momentos de tormenta.
Ya tengo poco tiempo para dedicárselo a las personas que SIEMPRE están, como para ir derrochándolo alegremente en tiempos de crisis con los que me importan un pepino.
Te entiendo, pero sinceramente, no me parece tan malo. A mi me ha tocado ser la "amiga enfermera", me paso el día entre gotas, curas y demás historias entre vecinos y conocidos de mis padres y ni siquiera se molestan en parecer colegas. Encima es que no soy capaz de decir que no a nada, que ya sólo me falta poner enemas a domicilio.
Es lo que hay
Creo que he borrado algún comentario correcto que se ha ido a la bandeja de spam. Disculpas a los afectados.
En una sociedad de usar y tirar, la gente es un producto más que se abandona cuando no sirve. Afortunadamente, hay excepciones.
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