Cuando paseo por la calle, me voy a tomar algo o haga cualquier cosa en la que pueda ver gente a mi alrededor, me parece una gimnasia mental divertidad el mirar todo como si fuera la primera vez que lo viera. Asi me doy cuenta de que cosas habituales a las que no prestamos mucha antención son cuando menos extrañas y en extremo incoherentes.
Seguro que alguna mente retorcida dira a esto: Si te miraras dentro verias lo mismo que lo que ves fuera; incoherencia, rareza.
Tiene toda la razon del mundo pero siempre es mas facil mirar para fuera y en todo caso, con sus aficiones cada cual hace lo que se le sale de la punta ¿no?
Bueno, sigo. Me gusta mirar la cara de las perosnas cunado voy a trabajar, contar el número de caras sonrientes en el metro. Si, si, ya se que estamos todos dormidos a la mañana y sonreir no procede, pero... y ¿por la tarde? Joder, es verdad, estamos cansados, tampoco procede reirse.
Bueno, pues vamonos de copas joder... ese si, ese es el sitio, la gente va a pasarselo bien ¿no? Allí si que podre realizar mi experimento en un contexto propicio. Eureka! Pero... joder,... como es posible, hay gente que rie. Si, si, se descojonan... Bueno, entonces la felicidad debe existir y debe estar diluida en el alcohol. Por eso bebemos... para destilarla.
Que sean felices!!!!!!!!!!!!!!
Como diria otro: cito textual:
"La posición “steady cam” es aquella en la que ves todo como si de un documental se tratara, fijando una cara al azar, oyendo las conversaciones ajenas, pensando el por qué de las actitudes que vas viendo. Por los pasillos del metro llega a su máxima expresión, porque no es un bar y porque dispones de tiempo suficiente como para imaginar. Pelo moreno rizado, bolso de color al hombro izquierdo, mirada al frente, abrigo negro entallado, pantalones oscuros con una fina raya blanca y los zapatos taconeando dentro del eco del suburbano. Primero la oyes y después la ves venir de lejos, envalentonada como quien va pensando en la estación de salida. Tiene los ojos fijos al final del pasillo y lleva la espalda tan recta que parece que le está haciendo daño. Probablemente pensará en el futuro o en el pasado inmediato, que son los que siempre te encolerizan. Me sonrío hacia dentro pensando que mañana hará el mismo trayecto con la misma cara de abedul enfadado.
En un bar también es divertido porque juegas con las conversaciones de la gente poniendo tus frases en sus bocas. Sobre todo cuando alguien se acerca a alguien. Es algo que yo no sé hacer, porque las conversaciones que se me ocurren son siempre demasiado densas o paranoicas. No valgo para banalidades, y eso me hace ser un ser inferior. Tampoco es lo de “tú, a mi , me vas a chupar la polla”, porque eso no pasa nunca, pero sí tonterías que rayan la inmadurez. No me alcanzan los sentidos para imaginarme a mí mismo diciéndole a alguien “Hola. No te había visto nunca en este bar” o “¿Te puedo invitar a algo?”. No sé, no sabría. Hace poco tiempo consideraba que la mejor manera de acercarme a alguien es la estrategia de la sinceridad, a saber: “Hola, te he estado mirando y me pareces preciosa. Me gustaría hablar contigo y si todo va bien secuestrarte para devolverte cuando ambos lo decidamos”. Y como sé que se reirían de mí a la cara o estarían esperando mantener la originalidad en la segunda frase (lo cual requiere un riego cerebral intenso), me he negado siempre a hacerlo. Así me va. Actualmente espero a que me presenten a alguien y me den cancha para poder establecer un punto de partida anacrónico y pueril con un esbozo de filosofía de estar por casa. Me voy a tener que rendir o me voy a quedar viejecito. Tampoco puedo esperarlo todo."
2 comentarios:
Sois un puto coñazo los heteros y vuestras memeces.
Digo lo que he dicho y lo que diré, porque seguis y seguireis pintando como a los 4 años.
¡¡¡Por dios!!!
hombre, chato. Eres un amor. Supongo que un amor idiota y gay. Lo cual no quiere decir que los gays sean idiotas, solamente este comentario.
por cierto: pintamos de puta madre.
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