En cierta ocasión alguien me comentaba que estaba muy mal pagado su trabajo. Eso es algo muy español porque no conozco a nadie que afirme, incluídos futbolistas, que le pagan mucho más de lo que merece. Entonces, haciendo gala de mi pacto con el diablo, pregunté que cuánto de beneficio consigue para su empresa. Que si su trabajo se convierte en un beneficio superior, aunque sea un euro, a la cantidad por el que es recompensado.
Tras un momento de duda se fue a la afirmación estandard: yo hago lo que me dicen que tenga que hacer.
Quizá mantengo una visión anacrónica de la función del trabajo pero siempre he mantenido que si la empresa gana, ganamos los que trabajamos en ella. Que la justicia es que sea una ganancia proporcional al riesgo o al esfuerzo aplicado y que la función de la empresa es una función de mejora ( investigación, etc..) o la búsqueda de un beneficio. Quizá porque si la empresa dispone de dinero podrá pagar salarios mayores. Sin eso, salvo que sea Tesla o cualquier compañía pagada con el dinero de los contribuyentes, es imposible la subsistencia.
Es por eso que, en realidad, hacer la cuenta de la vieja en la que se separa lo que recibes y lo que aportas, es lo que nos da la visión adecuada a la viabilidad del sistema.
En Dinamarca, allá por el 2018, hicieron un análisis en esos términos. Pusieron una gráfica, basada en datos estrictos, donde por encima de la línea del 0 se aporta al sistema y por debajo se recibe del sistema. En las edades tempranas, como se recibe educación y sanidad, el sistema es el que pone encima de la mesa recursos. Más adelante, una vez educados y colocados en un puestito de trabajo, se pagan impuestos como el rico que ya eres y aportas al sistema, estando por encima del punto de corte. Llegados a la tercera edad se empiea a cobrar pensión, asi que volvemos a recibir. Luego vas y te mueres.
Por curiosidad los daneses separaron esas gráficas por los orígenes de los contribuyentes llegando a la fascista conclusión demostrable que existe un grueso de personas que van cambiando sus residencias a fin de lograr el mayor número de beneplácitos posibles de los sistemas. Viene a ser como un cliente de bares que va de happy hour en happy hour intentando pagar lo mínimo por sus consumiciones. El problema está en que si el bar se aprieta hasta perder en esos momentos y no se toman copas en horario normal, terminará cerrando.