Hay un pequeño corto de un muchacho que defiende el barrio. En él dice: "en mi barrio hay dos talleres de coches: al que llevábamos a hinchar las pelotas cuando éramos pqueños y en el que cambio las ruedas de mi vehículo".
Es un ejemplo, sin detalles añadidos, que define con claridad el compromiso, el ocaso del comercio de proximidad y eso tan moderno que es agradecer los favores pero jamás devolverlos. Se puede aplicar a comercios, amigos, extraños de buena y mala voluntad, amantes, egoismo, altruismo y fidelidad de consumo.
No hay nada que le guste más a un cliente final (normalmente con capacidades técnicas mínimas, véase Dunning-Kruger) que creer que es más listo que su vecino, que el del cuarto, que el tipo del anuncio y que incluso el profesional del medio porque ha adquirido algo, a las cuatro de la mañana, en una web oculta, con un código de promoción, después de cien rewies anónimas, siendo la última unidad y con portes gratis.
Obviamente hay un resorte en el cerebro , que es incontrolable y atenta directamente con todas las lógicas previas. Es como el perro adiestrado a para cuidar al dueño que deja que unos ladrones lo maten porque tiene comida que comer en el plato. Y comer es lo primero.
Existe, y es más que obvio, todo un entramado de vendedores de humo, subvenciones, ofertas, banners y últimas unidades que están ahí trabajándose a la gente. En cierta ocasión hice una propuesta de un portatil a una clienta. Hablando con el almacen nacional ( legal y garantizado) de dicho fabricante localicé una fecha de llegada a España de dicho producto, digamos, en un mes y a mil euros. La clienta, haciendo uso de herramientas, encontró un lugar en mi misma cuidad, con entrega inmediata y 900€. Tuvo la decencia de comentármelo y yo, curioso, fui a buscar el sitio. Cuando llegué era una oficina, en un primer piso, con unos muchachos delante de ordenadores gestionando compras online que bien podrían ser pantalones, licuadoras, unas figuras de accion de Superman o ese ordenador. Daba lo mismo. Quizá podrían ser más listos que yo pero el fabricante solo es uno. Opté por que la clienta hiciera lo que quisiera y decidió comprar allí. Pagó y esperó. Dos meses después recibió un mensaje diciendo que el producto estaba disponible y que debía de abonar 150€ más por cambios arancelarios. se lo entregaon y me lo tuvo que traer para configurar y poner a punto, con el coste añadido. Al revisar el número de serie descubrí que en vez de garantía europea era garantía asiática, con lo que cualquier incidencia le implicaba enviarlo a Corea con portes y que, además, la responsabilidad de la oficina que hizo la gestión era ninguna. Ni fue más barato, ni en tiempo, ni garantizado, ni nada. Al menos tuvo un ordenador, eso si. Y yo, ese mes, no pude cambiar las ruedas de la moto.
Después de ver eso mismo repetido mil veces y decepcionándome con las pautas de compra que se van imponiendo, me dan las ganas de convertirme en una oficina, carecer de escrúpulos, profesionalidad y verdad, y comprar un garaje más grande para meter más motos. Solamente me lo impide un extraño código moral que me deja dormir pero castiga mi economía. Ser bueno te proporciona palmadas en la espalda pero demasiadas decepciones.
Porque no te decepciona el cliente que te pone los cuernos con una estafa descarada, sino la repetición. No te decepciona que te dejen o que no te devuelvan los favores sino que te juren, mirándote a los ojos, que est´n contigo a muerte y cuando te da la vuelta apuntan directamente a tu ojete. Y, sobre todo, que si consigues demostrárselo después, cuando te necesitan, te saquen excusas peregrinas en vez de reconocer que se han comportado como niñatos estafados de seis años y tarjeta de crédito.
Después, en un futuro, cuando no haya profesionales y solo te queden cuñados, páginas de oferta y tutoriales en youtube, nos vais a echar de menos.
"Mi sobrino, que sabe mucho de esto, me ha dicho que me lo hace más barato" y aunque le responda que "Mi primo, que se ve todas las series de médicos, me opera mejor que el médico titulado y experimentado con medios de la Seguridad Social", las cosas no cambian.
A todos los que juran que las grandes distribuidoras por internet están matando el comercio les digo que no, que sois los clientes los que estais acabando con él. Y vuestra responsabilidad está ahí, aunque seais cuervos detras de cosas que brillan.
2 comentarios:
Se puede decir mas alto, pero no mas claro.
Hace tanto que somos subnormales que ya no diferenciamos cuando actuamos bien o mal, aunque sea mal por interés, simplemente creemos eso, cuñaos inteligentísimos que nos la sabemos todas... Pero esa es la nueva forma de actuar, y lo piensas... Y que vas a hacer, adaptación... Mercado de lelos para lelos
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