Mal dia para buscar

27 de diciembre de 2025

La navidad del egoismo.

La madre Teresa de Calcuta mantenía que el egoismo era el germen de todos los males. Por mi parte siempre pensé que era la estupidez pero, si lo pensamos bien, la estupidez es una manera infame de llevar a cabo la posesión humana por el egoismo.

Que vivimos en unos tiempos egoistas es algo bastante palmario. Al fin y al cabo, y aquí hablo de política, hay una gran multitud de personas que votan dependiendo de lo que le den a ellos personalmente y otra multitud que quiere que les den lo que les están dando a otros que no se lo merecen.

El "ya vendrá otro a limpiar mi mierda" es un clásico que se maquilla de maneras extrañas, pero eso parte de la justificación mental que cada uno se hace para defenderse. Al fin y al cabo, centrándonos en España, nadie se escandaliza lo suficiente cuando aparece una generación que mayoritariamente quiere ser funcionario o jubilado. No porque trabajen poco o se den la vida cañón, porque habrá de todo, pero sí porque existe una búsqueda basada en la satisfacción personal como prioridad, condicionada por un respaldo económico que habrán de hacer los otros para mi propia felicidad. Es como si existiese la obligación de pasar de ser tutelados por los padres a serlo por el estado sin pasar, en ningún caso, a depender de las propias capacidades en ni un solo instante.

Una sociedad que no se plantea nada más que tocarse el arco del triunfo el mayor periodo de tiempo posible es una sociedad destinada a morir.

Pero que muera después de que yo cobre.

Hay pequeñísimas diferencias entre aquel arquetipo de la señora mayor enjoyada que va a dar caldo a los pobres una vez cada seis meses respecto de la mujer emponderada que ahora se pirra por el boysober y que va, con su septum, envuelta en una bandera palestina pidiendo que a ella le cobren menos por el alquiler porque los ricos, tratrá. Quizá la señora, al menos, da caldo. Las dos calman su moralidad para sentirse, ellas, mejor. Hay una enorme diferencia entre la bondad real y la autocomplacencia. Ha germinado, como una mala hierba, la idea de que ser bueno sin nada a cambio es de gilipollas. Y aquí nadie quiere ser señalado como gilipollas.

Vivimos como conducimos: saltándonos los semáforos que no tienen cámara, frenando de golpe en los radares, adelantando por el carril derecho y no teniendo, jamás, la culpa en un accidente. O cruzando, si somos peatones, más despacio todavía a ver si el que conduce para completamente como yo me merezco.

Así que llega la navidad y como estamos convencidos que hemos sido los buenos, hemos de recibir amor, regalos, calor y unas viandas adecuadas. Cualquier otra opción es inviable porque la fiesta, la subvención, la paga extra y la admiración externa ha de ser nuestra. Mia. Para mi. Todo porque soy yo. Porque lo merezco. Porque lo he hecho todo bien. Porque soy un egoista de mierda. Porque me lo dicen en los anuncios y en los mensajes copiados y pegados que nos mandan los sosos sin gracia de todos los años.

Luego ya tendremos tiempo de sobra para criticar a los demás lo que hacemos nosotros, que es lo que pasa siempre. Habrá quien te cuente en una cena que si viene la derecha se harán con las empresas y podrán a sus colegas en los puestos, corrompiendo al estado por sus intereses espúreos y sus ansias de poder. Habrá quien te diga que los pijopogres se llenan los bolsillos con mil tonterías que se inventan para entretenernos en peleítas mientras te quitan más y más de tu trabajo con lo que seguir comprando votos. En realidad vienen a ser la misma mierda porque todo el que cree en bandos ha de ubicarse en uno y eso le hace ser un títere. Al fin y al cabo el egoismo no entiende de ideologías ni de épocas del año, aunque ahora está más presente que un anuncio de colonias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ser bueno es la meta, nacemos buenos y tenemos que intentar acabar igual, los habrá de un bando y del otro, pero... nos han convencido que los otros son los malos. Viva el tú más!!!