Mi experiencia dice que todas las estafas empiezan con un tipo de engaño. Da igual que sea Toni Leblanc haciendo el timo de la estampita en las explanadas de la estación de Atocha sobre los años 60 o que tu prima esté enviando dinero a un supuesto Brad Pitt que se ha enamorado locamente de sus huesos. Más de un ticket del supermercado me lo ha pagado quitar publicidades que parecen en tus dispositivos electrónicos donde me aseguras que no has tocado nada.
Casi recién sacado el carnet de conducir me paró un tipo por una circunvalación de mi ciudad. Nervioso y apresurado me aseguró que me había pasado un accidente y, dado que yo soy imbécil, volví sobre mis pasos con mi utilitario con la intención de ver qué pasaba. Al llegar me aseguraron que el accidente lo había causado yo y cuando me pude dar cuenta ya estaba la policía levantando atestado. El testigo y el del coche magullado, casualmente colegas, afirmaban sin ninguna duda que yo manejaba mi volkswagen polo como Fangio obteniendo como resultado que ellos hubiesen colisionado. Dado que Fangio ganó cinco campeonatos del mundo ( entre 1951 y 1957) era lógico que no tuviera ninguna marca. Al final del proceso mi compañía le reparó el coche y es perfectamente obvio que caí, como un mirlo, en un engaño. ¿Una estafa?, si. Pero el inicio siempre pasa por el engaño.
El engaño puede ser más o menos burdo. Muchas veces apela al egoismo personal. En el timo de la estampita te crees más listo que el retrasado que te cuenta que se ha encontrado papelitos repes. En las criptomonedas es el ansia de ganar dinero a espuertas siendo más listo que el currante de tu vecino.
Por las mañanas, si soy sincero, aún soy de esos que viven ese traspaso de cadáver a persona, vía ducha, escuchando un antiguo transistor con las noticias del día. A eso de las ocho y cuarto suele aparecer un anuncio que me parece brutalmente miserable. Unas personas cuentan, emocionadas, que gracias a no sé qué empresa han pasado de pagar miles de euros en créditos a un poquito cada mes. No te cuentan por qué pero establecen la falsedad de que da igual lo endeudado que estés porque gracias a ellos no tendrás que hacer frente a tus pagos. Un poco más tarde, digamos a las nueve, se publicita una compañía de abogados que viene a decirte que sea lo que sea siempre tienes razón y que si te pones en sus manos tu jefe te pagará mas, el Corte Ingles te regalará la televisión de plasma y jamás pagarás una multa. Da lo mismo que fueras borracho, con un coche robado sin la ITV, en dirección contraria, con un jabalí muerto en el techo y atropellando a una abuela. Con "Lionel Hutz, abogados" se acaban los castigos.
En esos momentos me pregunto si alguien es tan sumamente idiota de contratar esos servicios pero después me llega Feli contándome que le han llamado para decirle que tiene un virus en el ordenador y que solamente les ha dado autorización a cobrar 5€ de la cuenta pero le han levantado 5000€. Que le mire el ordenador. Ella no quiere admitir que ha sido engañada, pero sí. Luego viene Juanjo que le ha llegado un mensaje, al que ha dado, en el que el Banco le pedía que cambiara las claves y, como es muy aplicado, lo ha hecho aunque fuera el Zantandé en vez de Santander. Hay quien se ha llegado a enfadar conmigo porque "¿como va a ser culpa mia?. Es el dispositivo que me has vendido, que se ha metido donde no debe".
Obviamente es de primero de naturaleza humana renegar de la responsabilidad aunque sea obstinadamente cierto el error o la mentira. Ayer configuré cinco teléfonos traspasando fotos y conversaciones de whatsapp de forma íntegra mientras una responsable del gobierno afirmaba que al haber cambiado de teléfono había perdido las conversaciones ( que podrían incriminar a su jefe). Lo decía, en sede judicial, con la misma seguridad de quien ha dado click en un mensaje de un pibón de 25 años que le asegura que se habia levantado esa mañana queriendo enseñarle un pezón a José Ramón. Pobre José Ramón, que en vez de un pezón ha instalado un programa que le bloquea el terminal a cambio de 100€.
Es curioso haber pensado, en algún momento, que la posibilidad de disponer de casi todo el conocimiento a golpe de click fuera a hacer algo por mejorar al ser humano. Es un error haber esperado que todos los esfuerzos en educación fructificasen en una generación con criterio que se desquite de los errores de sus padres y abuelos. Al contrario. Ha sido mucho más poderoso el engaño que la lógica. Todavía existe quien, cerca de la jubilación, cree que si deseas algo mucho lo vas a conseguir. Le puedes decir que por mucho que yo entrene, lo desee con fuerza y me vea corriendo los cien metros, a mis 54 con la cadera reventada, en menos de diez segundos, no lo voy a lograr. Quizá hasta te lo compre, observando la forma de caminar con flow. Pero luego se van a manifestaciones contra la pobreza y pidiendo que todos ganemos diez mil al mes. O veinte mil. O cien mil. En Nueva York ha ganado las elecciones un señor de menos de cuarenta prometiendo lo siguiente:
– Crear 200.000 pisos de vivienda social con impuestos a los ricos
– Supermercados comunitarios de propiedad municipal con alimentos asequibles
– Salario mínimo de 30 dólares la hora
– Cuidado infantil totalmente gratuito hasta los 5 años
– Autobuses completamente gratuitos en toda la ciudad
– Prohibir Airbnb y la subida del precio de los alquileres
– Reducir el gasto policial y transferirlo a programas comunitarios sobre salud mental y contra la pobreza
Le va a quedar una Barcelona preciosa. La misma que después de un gobierno que se ha "colau" la ha dejado muy por detrás de lo que era mientras te piden un amigo segarro. Lo curioso de todo esto es que cuando las cosas no suceden, cuando yo no hago los cien metros en diez segundos o se sigue pagando por el autobus o no se crean 184mil pisos siempre hay una excusa: la herencia recibida, el fascismo o una guerra algo lejos. O, lo que ya es una coña marinera: yo jamás dije eso.
Ya se nos ocurrirá una promesa nueva algo más imposible que las demás porque, en realidad, hay una mayoría que desea ser engañada y la democracia consiste en eso, mayorías.
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