Mal dia para buscar

7 de octubre de 2025

La telenovela social.

 En "Amanece que no es poco" se hace una asamblea entre las mujeres del pueblo para decidir quien serán las adulteras y la puta ese año. Democraticamente se lleva a votación.


En realidad pone en evidencia que hay puestos que nunca se pueden dejar vacantes. Tonto del Pueblo, Abusón, Empollón... Existen un grupo de personajes que siempre existen, que no pueden no estar. Da lo mismo que hablemos de una serie de dibujos animados como de la obra más magnífica de un guionista y director sueco. Siempre está el abuelo, el mendigo, la madre, la cotilla, la niña repelente, el niño cabrón, el gordo o la guapa. Está quien tarda mucho en la cola del supermercado o el que va a 30 por hora en las zonas de 30 por hora. Hay personajes que siempre están. Y cuando se mueren son sustituidos por otros simplemente por el hecho de que deben de existir. A todos nos toca, en mayor o menor medida, cubrir algún papel que haya quedado vacante. También es verdad que el papel puede ser variable y haber sido al que le pegan en el recreo del colegio para, con más edad, ser el yonki o el pijo desagradable que te mira hacia abajo.

Paseando por la calle veo a personas que, inconscientemente, han ido adquiriendo roles. Hace muchos años impartí clases de informática a un grupo de jubilados. Uno me preguntaba, todos los días, si ese era el que íbamos a ver chavalas en el ordenador. Era el viejo verde. Una señora me trajo, al finalizar el curso, una gallina (viva) para agradecerme que le había enseñado a moverse por la wikipedia y a aprender de la historia de su pueblo. Esa es la señora que también le pone un tupper para llevarse a todos los nietos. Le puse la misma cara que había puesto, años antes, a Diego (traficante de drogas reconocido) cuando apareció con cocaína para agradecerme no sé qué configuración que le hice en su ordenador. Para ellos es una forma de agradecimiento y así lo valoré por mucho que ni maté a la gallina ni me metí nada. También es una manera en la que certifican y se rebozan en el papel que han aceptado.

Existen papeles, como sucede con los actores, para los que se ha nacido. Hay quien lleva en los genes ser el imbécil de la reunión de vecinos. En mi caso son dos, el del sexto A y el del septimo B. Yo he vivido muchos años con el papel no correspondido de crápula sexualmente activo mujeriego, y no lo soy. También he vivido con el puesto de polemista profesional, y ese me sale solo. Tengo un don para llevar la contraria. He intentado, sin éxito, convertirme en ese tipo que cumple lo que promete siempre pero no se me ha tomado en serio. Conozco a quien ha sido muchos años la marica sobona que disfruta de la atención de jóvenes para alimentar su ego y, por edad, asisto como espectador al cambio de actor en dicha telenovela. He conocido a la descocada recién separada, con alma de princesa, que jura buscar el amor eterno hasta que dan las tres. A partir de ahí con atención le vale. También he asistido a la rendición por amor fatuo de un amigo tras un divorcio, a manos de alguien que no le interesaba más que por el soporte económico vital, pero que le mentía con dulzura. Hay jubilados que adoptan el rol de acumulador de actividades variadas, y van a clases de salsa tras haber subido tres montes. También hay jubilados que se abandonan, como esperando la muerte. Mi vecina de abajo, castigada por el fallecimiento de su, apreciado por mi, marido, se ha convertido en la compañera de juegos de sus nietos. Hay una cajera en el Mercadona que tiene pinta de haber llegado a una cuidad lejana por amor y quedarse abandonada reinventándose de nuevo. El mes pasado, un antiguo compañero del equipo de baloncesto pasó por mi comercio para contarme que esta vez si, que ahora había dado con el gran negocio de su vida. Lleva, de ilusión en ilusión, desde que le conozco. Supongo que es el que tuvo un videoclub, una tienda de cigarrillos electrónicos, que importó algún container de china, invirtió en bitcoins y jugó a ser asesor inmobiliario. Nunca con la suficiente constancia o intensidad. Será por eso por lo que se ha separado tres veces.

Mantengo la teoría que hay cosas que siempre son las mismas, aunque les demos nombres diferentes. Poliamor son cuernos. Muffin es magdalena. Queremos creer que somos diferentes que lo que eran nuestros abuelos y, sin embargo, los personajes de nuestro entorno no cambian aunque lo hagan los actores. Hay un profesor, un intelectual, una dama, un ladrón, el que te da el coñazo ideológico, un yonki y una puta.

Entre todos esos papeles nosotros vamos asumiendo alguno. Es como si nos estuviéramos riendo de los viejos sentados en el parque, viendo pasar gente, y sesenta años después los del banco seamos nosotros.

Ley de vida en la telenovela social.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quizá porque estoy sensible, quizá porque me parece verdad verdadera, quizá porque me encanta que me lean en alto, pero seguro... porque la vida son roles, aunque de vez en cuando, nos despistamos y se nos ve el plumero, nos colocamos delante de la cámara, somos una postal y dejamos de ser negros. Con diferencia, el texto más sensible y menos rabioso del autor.... Eso si... No dejará de ser un polemista el muy capullín...con "amanece que no es poco" era una apuesta segura. La siguiente, algo sobre me ha salido un hombre en el bancal