Mal dia para buscar

26 de junio de 2025

Hernani, el oximoron.

El martes pasado, en la noble villa de Hernani, parece ser que un joven fue agredido e identificó a su agresor como magrebí. La gente, con siete copas de mas o los huevos hinchados como balones de Nivea, se lanzó a la calle a reventar cabezas de magrebíes. A la una y media de la mañana parece ser que doscientas personas, enardecidos al grito de Gora Eta Militarra, golpeaban las puertas del consistorio donde se habían refugiado algunas personas de origen étnico más allá de Ceuta.

El día siguiente se realizaba una concentración en contra del racismo. Todos a una contra la discrminación.

En Hernani viven 20mil personas, para que valoremos las afluencias de los hecho referenciados.

Curiosamente más de uno necesita que esas actitudes violentas sean cosa de "los otros". Para eso heos asociado todo lo malo a Trump, España, la ultraderecha y los fascismos. Nosotros, que somos unos euskaldunes como deben ser, de izquierdas, ecológicos y tolerantes, no podemos jamás hacer esas cosas. 

Luego, como decía Mugica, llega la realidad. La realidad dice que hay pueblos de izquierdas de toda la vida que se manifiestan en contra de la instalación de parque eólicos, muy en contra del establecimiento de casas para menores no acompañados y que se van a la caza del moro anteayer.

Es más que seguro que si un grupo de muchachos de Parla, vestidos con fachalecos y pulseras de España se fueran a reventar cabezas de sudamericanos no íbamos a poner en duda su ultraderechismo. Pero si lo hacen unos herederos del rock radikal vasco con ikurriñas en las camisetas nos sorprende. No es, tampoco, un hecho aislado el conflicto latente que existe en toda España de los gitanos con los marroquíes. A nadie le gusta que le invadan su territorio para hacer lo mismo. Todos somos muy tolerantes cuando hay tres negros en tu pueblo pero ya no te gusta tanto cuando hay trescientos. Probablemente no porque sean negros, moros o de Almuñecar. Probablemente porque quien emigra lo suele hacer por pobreza y cuando eres pobre la delincuencia es una opción que gana enteros. A nadie le gustan los delincuentes. No me creo que en Parla o en Hernani vayan a por moros o sudamericanos, sino que van a por delincuentes.

Y eso es muy diferente a cuando, no hace mucho, iban a por algunos por ser guardias civiles. Hace más iban a por otros porque hablaban euskera. Y los unos y los otros hacían lo mismo. 

Exactamente igual que ahora los fachas y los de Hernani actúan igual. Si actúan como un pato y hacen cuac como un pato, quizá sean un pato.

En Hernani se persigue a moros por las noches y se les hace un homenaje por las mañanas. Eso es ser hipócrita y convertir su pueblo en un oximorón, que dice una cosa y la contraria en la misma frase.

O quizá, que ya sabeis lo que pienso, los de Hernani que buscan moros al grito de Gora Eta son una banda de fascistas. Quien sabe, puede que han identificado irracionalmente a los magrebíes como delincuentes porque alguno habrá que no sea un santo muchacho deseando ser una persona de bien que se esfuerza por salir adelante trabajando duramente para ser un ciudadano de bien.

Vete tú a saber la verdad detrás de las noticias. 


Pd: hay veces que criticar un extremo y otro no, te convierte en una caricatura andante.

23 de junio de 2025

Jugar sin normas

Una de mis amigas está triste.

La conocí hace diez o quince años. Una mujer inquieta, atractiva, resolutiva. En aquel tiempo ella vivía uno de esos momentos que casi todos hemos pasado en alguna ocasión en el que crees que eres el rey del mambo. Ganaba dinero, sentía la forma en la los hombres la miraban y disponía de esa sensación en la que se cree que se puede todo. El primer error que aceptó haber cometido era acostarse con su jefe. Quizá porque estaba casado y porque todas esas promesas de quererla eternamente en cuanto pusiera en orden su divorcio descubrió que eran mentira. Como buen comercial que era le había hecho escuchar todo lo que quería oir hasta "venderle" el producto. Aceptar que no era cierto y sentir el vacío de quedarse sin trabajo le llevó a tomar una determinación. Quería ser mujer florero. No trabajar. Cuidar a los hijos de su matrimonio. Tomar un café después de dejar a la prole en el colegio. Ir al gimnasio. Comprarse un coche deportivo y compensar todo aquello con fidelidad extrema a quien decidiera comprar ese pack. Lo logró.

Dejó de trabajar. Se casó. Pasaba por mi tienda a saludar si el día no era de playa. Se quedó embarazada y feliz. Se comió todas las gominolas que encontró con la excusa del embarazo y no perdió la parte que debiera de todo ese peso después de iluminar a un pequeño y juguetón varón. He de suponer que eso completaba, con el perro y el marido camionero, la colección casi completa. Se quejaba del poco gusto con el que había dibujado la cabina y quizá es por eso que cuando me encuentro, en carretera, a un camión cargado de luces y motivos dibujados con aerógrafo que bien podrían ser los Autos de Choque Heredia, me pregunto si es aquel.

El caso es que tampoco la he visto mucho en los últimos años. Sé que el perro se murió y que el niño empieza a tener edad de cosas de niño antes de que lleguen los tiempos de adulto. "Al menos"- me seguía insistiendo como si fuera algo válido-"sigo sin trabajar y dedicándome a mis cosas. A veces le hago los papeles de las cosas del camión y nos vamos de vacaciones a todo lujo. A veces con su hermano, que no me cae bien, pero es lo que es". Me ponía cara de circunstancia. Un día aparcó delante con un audi RS no sé qué blanco larguísimo y ruidoso quejándose de que corría demasiado para su gusto. 

La ultima vez apareció contándome que está triste.

"Llevo un par de bares y tengo 17 personas a mi cargo"- me dice. "Es un estrés". Le recordé que ella no quería trabajar y me puso cara de circunstancia. "Son los negocios de mi cuñado, que los hemos puesto a mi nombre". Puse cara de extrañeza. "En realidad se dedica a la compra y venta de coches de alta gama. Le va muy bien. Se ha hecho con medio pueblo". Como siempre que algo chirría, arqueé las cejas. Mi señor padre comerció con vehículos toda la vida y no nos daba para tanto. "¿A tu nombre?". Titubeó. "Es que en su situación había que ponerlo a un apellido que no fuera de la familia". Me quedé esperando que desarrollara el argumento. "¿No leíste el periódico?". Negué con la cabeza. Resulta que al muchacho le habían detenido, conduciendo un Porsche GTR3, por ser el cabecilla de una organización con un transporte de seiscientos kilos de cocaína y algún delito de sangre a las espaldas. Un bendito. Supongo que de los que pagan al contado y si hay que ir de vacaciones, al mejor sitio no tiene por qué, pero al más caro, si.

Entonces pensé en todas esas personas que viven, de una forma u otra, saltándose las normas.

La manera más fácil de ganar en un juego es hacer trampa o exigir que los demás deban atenerse a normas que tú no vas a cumplir. Muchas veces recuerdo "El castañazo" ( 1977) donde un mediocre equipo de hockey empieza a ganar tras volverse ultraviolento. Hay demasiados ejemplos de políticos capaces de prometer cualquier cosa hasta que logran el poder y renegar de lo que dijeron. Los comerciales de los productos infames. Las contabilidades creativas. Copiar en los exámenes. Excesiva cantidad de resultados ponen en entredicho el esfuerzo, la honestidad y el sacrificio. Un inculto sin escrúpulos, violento y traficante, estoy seguro que se ríe en la cara de sus compañeros de clase que hacen horas extras para pagar la hipoteca después de cumplir con las obligaciones fiscales.

Hay varias enseñanzas complejas que uno interioriza de pequeño. En una de ellas te enseñan que con esfuerzo, bondad, generosidad y trabajo casi puedes llegar a cualquier sitio. La otra es que el tiempo termina poniendo a cada uno en su sitio. Pasados los 50 estoy en disposición de ponerlas en duda. "Es gordo todo"- "me dijo con confianza". "Quizá esté un par de años en la cárcel. Pobrecillo, le van a poner una multa de varios millones de euros. Por eso están los bares a mi nombre. No vamos a echar a 17 familias a la calle por culpa de la policía". Como no tengo comedimiento verbal comenté que de pobrecillo no creo yo que haya que tildarlo y que vivir de los beneficios de la extorsión y las drogas es, a todas luces, miserable.

Se echó a llorar. "Tú también te metes conmigo"- me dijo como si yo hubiera sido culpable de algo. Cualquiera diría que traigo cocaína en los discos duros en vez de trabajar 60 horas a la semana y sentirme imbécil cuando un tipo que juega sin normas va a salir de la cárcel dentro de dos años con paro y los beneficios a buen recaudo.

Cuando alguien juega sin normas pasan estas cosas. Y jode porque deberían expulsarle para siempre del juego y, a veces, te queda la sensación que no es así. Que ganará las próximas elecciones, que harán una tercera Rumasa o que la siguiente vez le pillarán con dos toneladas de farlopa.

Hace unos días fueron a dar un premio a un funcionario de Cádiz por su esforzada labor durante muchos años y descubrieron que llevaba seis años sin aparecer por el trabajo.

Y tú, rezando para poder pagar la trimestral.

¿Te he contado cómo una amiga estaba triste por tener que gestionar una empresa de hostelería con varias delegaciones y algún que otro inmueble?. Pues eso.


Basado en hechos reales

22 de junio de 2025

Muchas putas, demasiadas drogas y poco rock and roll.

 


Un día, hace no demasiado tiempo, descubrí que el raro era yo.

No me refiero a tomarme una copa a veces e incluso fumarme algún cigarro. Ni siquiera comer algún dulce o acercarme ocasionalemente a la comida basura. Son drogas porque generan esa neurona de la adiccion, por supuesto. Me estoy refieriendo a la ne-ce-si-dad de pasar por la página de las drogas para llegar al estadio siguiente. No me refiero a salir a la calle, liarse con unos y con otros en largas y animadas conversaciones para descubrir que has llegado a casa un poco bolinga. Me refiero a ponerse bolinga antes de salir porque si no lo haces crees, firmemente, que seras incapaz de socializar.

Un 30%, dicen las estadísticas que en este tema supongo que rozan lo que un entreveistado admite o no, de los varones han echado mano en algun momento de la prostitucion en su vida. Un 10% el último año. Desconozco cifras sobre mujeres que hayan echado mano de muchachos de pago y la cifra única que he encontrado es del 1%. Supongo que socialmente hay parámetros mal concebidos porque no creo que alguien use la prostitución pòr ser horrible, malvado/a y sin lazos afectivos. En el mundo moderno que nos movemos, a poco que se busque, el acceso al sexo de una forma rápida y sin condicionantes es más preponderante que los aspectos normalmente supuestos. No en vano la busqueda de prostitutas/os ha crecido entre gente cada vez más joven e incluso atractiva con posibilidad de éxito en una fiesta o una aplicación explícita. No deja de ser un acuerdo comercial de intercambio de servicios que no he de criticar si se efectúa de una manera libre.

Por otra parte un 20% de las personas ha consumido cocaína alguna vez en su vida y un 3% el último año.

De todas las drogas, curiosamente, los hombres ganan en las convencionales y las mujeres en cosas parecidas a los fármacos. En realidad, igual que con la prostitución, me da lo mismo que sean hombres o mujeres porque no va  de sexos.

El caso es que me sorprendo. De la cantidad de personas que intentan vivir sin trabajar, de la cantidad de personas que viven vidas hipócriotas, de la cantidad de personas que fomentan el ancestral trabajo de la prostitución y de la enorme cantidad de gente que se droga.

Entiendo que todo responde a la necesidad de escapar de unas vidas que no nos hacen sentir bien. Que estar con la voluntad alterada o viviendo en una vida diferente nos evade y nos vale de pequeños escondites en los que, acurrucados, intentamos que todo lo que está ahí afuera pase de largo sin percartarse que no estamos. En ese sentido el suicidio es el pico máximo en el que creemos que la voces se apagarán o, dicho de una forma opuesta pero igualmente honesta, el silencio deja de estar tan presente que te ahoga, A veces la vida es un síndrome de abstinencia contínuo sin habertelo pasado ni medio bien con el subidón anterior que no tuviste.

Lo cierto es que no me drogo porque siempre lo he asociado a una forma de ser un perdedor. No se me ha pasado por la cabeza emplear los servicios profesionales de alguien que me quiera un rato por dinero porque siempre he preferido que me acurruque alguien que, pudiendo estar libremente en cualquier sitio ha elegido estar a mi lado. Tampoco considero que nada exitoso sea ser artificialmente el alma de ninguna fiesta o la picha más brava del barrio. Es una cuestión de preferencias. Eso no quita que más de una vez preferiría estar borracho y más de dos hubiese hipotecado mi alma por un polvo sin obligaciones. Pero soy capaz de verme desde fuera, analizar mis taras, proyectar los resultados de mis actos y obrar antes de que sea irreparable.

No tengo excusa estupefaciente a mis desastres.

También puedo afirmar que no meterme cocaína o no irme de putas es algo que en absoluto significa que no disponga de adicciones. El ser humano es dopamínicamente culpable siempre. Necesito conducir sin rumbo de vez en cuando. Escribir aunque nunca voy a llegar a nada en la literatura. Las siestas de los domingos. Leer la prensa mientras desayuno miy despacio sin hablar. Oir la radio. Echar de menos. Descubrir una canción nueva. Quejarme.

Pero sí que es cierto que me asusta saber que el 30% os habeis ido de putas, el 20% habeis consumido cocaína o que otro 20% se ha fumado un porro en el último año. Por supuesto que la justificación social de ello es parte de su mantenimiento en el tiempo. Podría hasta entender a Antonio Vega, Antonio Flores, Pepe Risi y Alvaro Urquijo puestos hasta las cejas componiendo en una mesa de un garito de Malasaña. No entiendo a César, con la carrera casi terminada y que ha estado entrenando, metíendose de todo en un baño mientras su novia le espera fuera porque cree que así será más popular. "Si me meto, la chupo mejor"- me dijo Natalia, que era profesora de inglés y recién separada, antes que le recomendara no dar esos detalles a su próximo compañero oral y diciendo que sentía mucho que yo no fuera a ser su puto de esa noche.

Quizá me asusta más descubrir que la mitad de vosotros y de vuestro entorno, incluída la prima Mari Pili que va a misa todos los domingos, necesita escapar de si mismo más de lo que debería, porque de eso van las drogas.

No te drogas para evadirte de ti mismo. Necesitar escapar de ti mismo y la forma fácil, son las drogas. 

Solamente en el corto plazo, claro.

20 de junio de 2025

Día mil doscientos cuarenta y dos.

Dia mil doscientos cuarenta y tres, el mar aún no ha llegado a Salamanca.

Desconozco lo que vendrá en el futuro. Las visiones solamente van en dos caminos: el de la apocalipsis y el de la modernidad limpia y feliz. Vengo a avisarte que las dos son falsas.

Cuando Marty McFly llega a su futuro, que es el 2015, se sorprende y se congratula por vivir en Hill Valley. En 1985 era un símbolo de estatus. En 2015 no. Cuando los supersónicos imaginaban el futuro todo parecía funcionar perfectamente. Es más, existen documentales sorprendentes sobre cómo se imaginaba el siglo XXI desde el siglo XX y casi ninguno evita caer en los coches voladores. De lo de transportarnos telepáticamente mejor ni hablo.

Probablemente era más que lógico creer que, dada la revolución industrial y la revolución tecnológica, el avance de la informática y la auto conciencia de la evolución humana, ese proceso de cambio era infinito. Algo parecido a la ley de Moore.

Después, metidos ya en las últimas décadas y tras el golpe de realidad de los primeros 90, la Idiocracia ganaba enteros. Claro que eso es como una apocalipsis zombie. Probablemente todos los Nostradamus olvidaron la naturaleza humana. Esta ha sido la misma durante miles de años y aunque hemos cambiado el sílex por los bits enviados por cables submarinos de uno a otro continente, seguimos siendo animales con comportamientos innatos. Seguimos dejándonos llevar por nuestro gen egoísta y eso no hace que la evolución sea a mejor sino que sea una evolución hacia lo desconocido. No niego que la edad me hace ser, cada día que pasa, menos devoto en la naturaleza humana. Vivo en un pragmatismo dramático.

Soy capaz de mirar atrás y descubrir con cuánta ilusión llegaron los coches y la clase media. Los felices años en los que la luz eléctrica, el teléfono, la televisión y los servicios públicos nos hicieron creer que esa mala pesadilla de las guerras mundiales eran cosas de un paleolítico. Si algo tuvieron los 80 fueron los colores y la sensación de poderlo todo. Si algo tuvieron los 90 fue golpearnos con la pobreza de los otros mundos que viven en éste. Si por algo se va a caracterizar la primera década del siglo XXI es por una necesidad reivindicativa e integradoramente buenista de cualquier tipo de causa que me haga sentir bien sin poner en perjuicio mi físico. Si por algo se va a caracterizar la siguiente década es por reconocer que aquello no solucionó nada más que nuestras necesidades morales. La que viene después, espero, podría caracterizarse por el baño de realidad que antepone las soluciones y la realidad a las ideologías imposibles.

Porque lo importante, igual que siempre, es comer, procurar reproducirse y hacer de la vida un trayecto lo más agradable posible. Lo quieren los perros y lo quieres tu. Después estamos los imbéciles que creemos que estamos por aquí con el desalentador objetivo de dejar algo de legado. Somos menos y algunos son castores. Más allá están, como los búhos, los que observan. Aquellos que saben que el mar Cantábrico será el Mediterráneo algún día. Y Laredo, Benidorm.

Eso fue unos siglos antes de que el mar superara los Picos de Europa filtrándose por el túnel de la última autopista, concedida a una empresa corrupta que se ahorró el estudio de freáticos, que atravesaba Covadonga.

En el futuro, igual que en el pasado, algo mejora y algo empeora. No hay, salvo en periodos puntuales, zombies por las calles. Lo que sí que hay es demasiados gilipollas. Y, como ha pasado siempre, humanos poniendo zancadillas a humanos. Podemos llamar de diferente forma a lo que hemos hecho siempre, pero seguimos haciendo lo mismo. Nuestros impulsos vitales son idénticos y es que nos hemos preocupado de mejorar las herramientas sin preocuparnos de nuestras taras.

Las personas más listas, aquellas que en su momento apostaron por la tecnología y la modernidad, van por ahí diciendo que tener un huerto, saber hacer pan, disponer de conocimientos mecánicos y dominar el bricolaje serán las aptitudes pro. Lo que está claro es que dentro de mil años seguiremos comiendo, cagando, follando y respirando. Quizá nos comuniquemos telepáticamente y viajemos en coches voladores. O no. Quizá ese barrio de ricos sea de traficantes de órganos o no exista barrio y vivamos en planetas por destrozar.

Quizá, en el día mil doscientos cuarenta y cuatro, el mar llegue a Salamanca.

Pero habrá algún imbécil que llamará bird wacthing a mirar pájaros, muffins a las magdalenas, poliamor a la promiscuidad sexual o pec a "por el culo". No deja de ser algo que también hacían tus abuelos y lo harán tus nietos. No me refiero a hablar como un idiota, sino a comer magdalenas.

Dia mil doscientos cuarenta y cinco, PEC te la hinco.

17 de junio de 2025

La vida es un arcade cabrón.

Los juegos arcade no terminaban nunca. Empezaban fácil, con alguna dinámica sencillísima y después, simplemente, cada vez eran más rápidos. Poco más. Podían poner alguna barrera en el tetris o cambiar un poco el laberinto del PacMan, pero era una cuestión de velocidad. No tenían fin y esa era su característica básica.

Después llegaron los ordenadores y la gracia del juego o de la aventura era terminarlos. Lo cierto es que los que hacen juegos se dieron cuenta que el dinero ya no llegaba por la cantidad de monedas introducidas ( es decir, la cantidad de partidas jugadas) sino por la experiencia del juego en si. Entonces llegaron las aventuras.

Mas tarde llegaron los juegos gratis con compras dentro de él. Esto es como darte una droga pero tener que pagar por el antídoto cuando descubres que no puedes hacer gran cosa con la versión gratis.

En todos los casos siempre han existido tramposos y en otros cambiaron los juegos para que tuvieran un final ( el record de acabar el tetris son algo mas de 40 minutos). No es solamente descubrir donde están las salidas en las aventuras sino programas que te ayudan con los Cheat (trampas) y eso también es parte del negocio. Al fin y al cabo los programadores del Serious Sam 3 programaron un enemigo IMPOSIBLE si detectaban que tenías una copia pirata. Es decir, que no es que siempre haya una solución sino que si hay una solución es porque el creador te la ha dejado ahí, más o menos a la vista. Se parece sospechosamente a la vida, donde tambien hay enemigos imposibles. Como en la vida, también, con dinero es más sencillo avanzar en el juego.

Hay quien afirma que la manera de saber cual es el camino correcto en un juego es ir por allá por donde hay enemigos. Si todo es plácido y tranquilo, no es el camino. Eso nos lleva, a algunos que llevamos jugando desde es Spectrum, a enfrentarnos a retos más complicados creyendo que esa es la dirección adecuada.

De todas formas la vida tiene un poco de juego arcade porque dura todo el rato hasta que mueres. La única diferencia es que no siempre es más rápido o más dificil, sino que es de ritmo variable. Mi señora madre, a sus 93 juega, pero despacito.

Y la vida también tiene un poco de juego porque se supone y te cuentan que es entretenidísima y maravillosa. Que vivir es un goce divino fantástico. Que todo es enamorarse, los atardeceres, la amistad, unos pájaros cantando no demasiado fuerte al lado de la sierra y el crisol cultural que te embarga y te hace sentir lo bueno del ser humano. Al igual que cuando no logras pasar una pantalla y acumulas toneladas de frustración nadie te habló de la soledad, el desamor, el barro, sentir las quemaduras del frio en las manos y las traiciones. Después, cuando estás en el lecho de muerte retorciéndote de dolor porque el cáncer de huesos te ha roto las vértebras, intentas convencer a los que son más jóvenes que vivir merece la pena. Lo haces por venganza, admítelo. Es lo mismo que no contar cómo se pasa la pantalla.

Así que sí, la vida es un juego arcade cabrón. No cabe duda.

14 de junio de 2025

La estupidez del juego de Buenos y Malos

Cuando juegas al juego de "buenos y malos", excepto si es un juego, siempre te equivocas.

Alguien afirmaba en la radio que, como Israel es de los malos y se enfrenta a Iran, los otros han de ser buenos. Ojo, los otros, que matan homosexuales, discriminan mujeres por vestir como no deben y también tiran bombas. Viene a ser lo mismo que cuando Errejón fue acusado y no podía serlo porque solamente intentan aprovecharse sexualmente de otros la gente de derechas, excepto si es Bob Pop de fiesta por Madrid. Con la corrupción pasa lo mismo. Parece que no nos queremos dar cuenta que ese discurso, infantil y absurdo, es indigno de personas adultas. Será, simplemente, que una democrática parte importante de las sociedades modernas no quiere ser adulto. Vivir en un mundo imaginario donde ellos residen en el lado correcto de la historia y la moral. Simplificar. Reducirlo todo a blancos y negros sin percatarse de los grises.

Cuando uno de los supuestos malos hace algo bueno o uno de los buenos hace algo malo, hay un bug en el sistema. Claro que el sistema no es un algoritmo y es solamente la realidad. La realidad, mal que nos pese, se compone de variables incontrolables que no vienen predefinidas por un nacimiento, una raza, una formación o una ideología. 

Los bulos y la ultraderecha de un lado son la ETA del otro. A ambos les perseguía una conspiración judicial y a Franco una conspiración judeomasónica. Donald dice que la prensa se inventa cosas sobre él y su familia. Pedro hace lo mismo. Todos, absolutamente todos, tratan a su público como si fueran niños irracionales. Incluso el feminismo moderno ( el malo) hace eso con las mujeres a las que juran defender: comunicarse con ellas con la premisa de que son incapaces de pensar solas. Todos compran un discurso de bandos y todos, si les pones cualquier cosa en duda, te ubican en el otro donde has de vivir siempre.

Si eres de un bando, como un estudiante de Stanford en un experimento, has de ser lo que te toque ser Todo El Tiempo. No vale aceptar que nadie es bueno o malo todo el rato.

Cuando A empezó a trabajar se vino conmigo. Formamos equipo. Sí que es verdad que yto era su jefe pero entendí que entre ambos se forjó una relación de confianza. Sin él y sin mi hubiera sido imposible haber estado sacando el trabajo adelante, de mejor o peor manera, tantos años. 18. Tuvimos alto y bajos, mejores o peores momentos pero ahí estábamos. El caso es que A se separó. Una de esas separaciones en las que ella, por lo que sea, se queda la casa, la custodia, el coche y la pensión. A, obviamente tocado por lo que es un fracaso común pero un fracaso al fin y al cabo, era pasto de relaciones infructuosas y se echó una "novia" lejana. Se compró un coche de tercera mano que le salió fatal y se percató que se había quedado sin dinero. Y metió mano en la caja. No de una manera obscena sino de esas en las que calmas la conciencia y no te das cuenta hasta que la bola de nieve es enorme. Le puse un despido disciplinario delante y le dije "firmas o me pongo a buscar". Firmó. A día de hoy no considero que fuera mala persona sino que , aun teniendo una esencia bondadosa, tomó malas decisiones. Pero, eso sí, tuve que actuar muy a mi pesar. Porque la realidad implica actuar. Si no actuas eres un imbécil. La línea entre la bondad y la imbecilidad es fina.

Ser un imbécil, en el sentido del estado anímico de la hipocresía en vigor, es jurar que no hay mujeres malas, que todos los inmigrantes vienen a trabajar honestamente, que nadie se aprovecha de las ayudas sociales, que los hombres hemos nacido para violar mujeres, que los curas se reúnen para violar menores y que cualquiera que tiene más de un millón de euros lo ha robado. También es ser un imbécil pensar lo contrario, que es el riesgo del cambio de modas morales.

Se puede ser judío y alemán, marica y de derechas, cantante de regetton con buena voz, político honesto, punky limpio, argentino sin conversación, árabe tolerante o agricultor cultísimo. Se puede ser trabajador y preocuparse por el rendimiento laboral del trabajo. No hay ni un solo oximorón en esas situaciones. Quien lo ve como algo imposible es un gilipollas infantil que demuestra que no es capaz de salir de la película imposible en la que ha decidido vivir. En un juego de buenos y malos que solo puede ser verdad si es un juego. Pero hay momentos en los que hay que dejar de jugar. A veces hay que lavarse los dientes, dormir tus horas, estudiar un poco, pensar antes de actuar y recoger la cocina.

Siempre se juega a contraponer el imperfecto mundo real en el que vivimos con un hipotético mundo maravilloso de ilusión perfecto al que deseamos llegar. Ese es el triunfo de los independentismos deseados y de los comunismos ansiados. Porque no ha existido en la historia un solo momento en el que cualquiera de esas utopías hayan salido bien y, por el contrario, podemos hacer una lista infinita de todo lo que está mal en nuestra capitalista y desigual sociedad.

Estoy totalmente seguro que sería mucho más feliz si pudiera teletransportarme hoy mismo para comer con mi madre o echarme la siesta a tu lado, pero estoy trabajando y tú tienes mejores cosas que hacer. Al fin y al cabo cuando conociste mi realidad imperfecta tomaste la decisión de buscar el amor utópico bajo las siglas de otro. ( Es una metáfora, porque las sociedades son como las relaciones). El caso es que no me puedo teletransportar así que en vez de quejarme amargamente echando la culpa a los malos de no haber logrado una solución imposible, la llamaré y la haré reir, a sus 93, para calmar mi necesidad de saber que está al lado de mi oído, que se comunica por proximidad con el cerebro.

Si un día vas por la calle y algún desaprensivo intenta robarte no te va a importar que esa tentativa la frustre un negro, un facha, dos travestis lanzándole las plataformas, un alemán, Maria del Carmen con el pelo morado, un israelí, un palestino o Donald Trump vestido de torero.

Con vivir, en realidad, pasa lo mismo. Deseamos vivir mejor y, ya si eso, que después vivan mejor los demás. Nos debería de dar igual. Pero en un mundo de mediocres incapaces de reconocer sus limitaciones alguien descubrió que reducirlo todo a buenos y malos funcionaba. Quizá porque somos una generación criada por películas. Quizá porque mientras nos estamos etiquetando y enfrentando entre nosotros algunos se sienten impunes. Hay zonas de Africa donde los aviones llegan cargados de armas. Se van al líder de una tribu, le dejan unos fusiles y le dicen que el de la tribu de enfrente le ha llamado gordo. Luego van a la tribu del otro lado del río, le dan ametralladoras y le dicen que el otro le apoda el carahuevo. Mientras las dos tribus se están aniquilando se llevan a los niños a la mina y se vuelven con el coltán de tu teléfono o los peces del lago Victoria.

Me la pelan, absolutamente, demasiada cantidad de detalles que se usan para catalogarte antes de ponerte a prueba. Cuando tuve que sustituir a A no pregunté si tenía mejor o peor nota, si adoraba a Dios o a Satán, si se follaba a una cabra los martes o si se autopercibía como helicóptero apache. Simplemente le pedí que cogiera un destornillador , montara un equipo e hiciera una configuración en red con acceso al nas.

Porque si en vez de jugar a "buenos y malos" nos preocupamos de hacer las cosas bien, salen las cosas bien.

En eso consiste y todo lo demás, es accesorio.

A ver si aprendemos, coño.

Anda, alégrame el día.

12 de junio de 2025

La decisión habitacional (minirelato con moraleja)

En ese barrio hay dos construcciones nuevas. En realidad el precio de cada piso, los metros cuadrados, los servicios comunitarios e incluso el garaje son idénticos. La única diferencia es que uno de los edificios, frente al otro, es horroroso. El otro, sin embargo, presenta una fachada digna de ser una obra de arte. ¿A cual te vas a vivir?.

Logicamente al feo.

Porque cada día, al levantarte, disfrutas de una maravilla arquitectónica mientras tomas café asomándote a la ventana.

10 de junio de 2025

La vida y la resolución gráfica.

Hay muchas obviedades que, puestas sobre el papel, pueden parecer de mal gusto. Entre dos personas igual de listas, de guapas, de coordinación mental y de todo, pero una podrida de pasta y la otra pobre como una rata... elige. Pues eso mismo. Cuando quien decide es otra persona te puede contar que el dinero enfanga la vida pero si la elección es para ti, está clarísimo. A ver si los servidores públicos no quieren ganar más haciendo el mismo bien a la comunidad. 

El dinero es como la resolución de las cámaras. Me voy a explicar con ejemplos tremendamente viejunos. El cambio de resolución de un megapixel a dos se nota una barbaridad. De aquellos teléfonos de concha que hacían fotos de mierda (y nos parecían mágicas) al primer smartphone que tuviste existía un salto cuántico. Del de 2 megapíxeles al de 10 la diferencia también era grande, aunque había que ampliarla para notar los detalles. Te lo digo yo, que cogía un teléfono y otro, hacía la misma foto y la ampliaba al máximo para que el cliente viera por qué era mejor. Sin embargo cuando ya pones uno de 50Mpx y uno de 200Mpx no te creas que se nota tanto. La sensibilidad humana no da. Quizá es por eso por lo que hay que buscar los elementos diferenciales en otro sitio. Una de las mejores ideas tecnológicas la llevó a cabo la marca, aquí desconocida, Transsion. Segundo vendedor en Africa. Lo que hizo fue añadir un software específico para mejorar las fotos en las que el sistema detectara una cara de color (negro) y ejecutar, por software, una mejora facial. No tiene más pixeles pero vas a salir más guapo, mi querido consumidor somalí. La clave está en que como ya no vas a notar a diferencia tengo que buscar algo que me posicione en algo especial respecto de la competencia. El truco del mp3 era algo tan sencillo como considerar que la calidad de la música ya era aceptable para tus orejas, asi que se eliminaban todas las longitudes de ondas que no eres capaz de notar y, de esa forma, ocupar menos en el envío de archivos de música por internet. Es lo mismo: hay valores añadidos que, sinceramente, te la pelan.

El triunfo, comercial en este caso, es saber qué es lo que le importa o no al cliente y desarrollarlo. Con los coches pasa algo parecido: como el número de válvulas por cilindro te da lo mismo pero no te da igual el tamaño de la pantalla del salpicadero, hagamos una pantalla más grande y pongamos un botón que cambie la iluminación interior. Que actualmente los motores más vendidos sean de tres cilindros no importa porque el automóvil se ha convertido en un dispositivo que es para ir del punto A al B.

Con las relaciones personales pasa algo similar, no nos engañemos. Lo que pasa es que en lo que se fija Maria del Carmen es diferente a lo que le parece importante a Juana. Normalmente son detalles y nada especialmente importante porque eso se da, erróneamente, por sobreentendido. Puede ser que te acompañe a los conciertos o que suba al monte, y eso son las pantallas del coche. Que te respete, te quiera y que puedas contar con esa persona cuando la necesitas sin tener que hacer una instancia (que es la bomba) se presupone. También se presupone que el coche te lleva pero hay más averías mecánicas que nunca y los Tesla son melones si lo ves con los ojos de un ingeniero en vez de un programador de software. Nuestros padres o nuestros abuelos se quisieron a pesar de todo pero nuestra amiga dejó al marido porque no bajaba la tapa ( obviando el hecho de que el viril caballerete con el que chateó en pandemia siempre estuvo disponible y no había puesto esperanzas, por lo que la decepción era imposible).

El caso es que el dinero (y muchas otras cosas) es como la resolución de las cámaras. La diferencia en los primeros escalones es descomunal pero llega un momento en el que ya no hay tanto salto y entonces empezamos a fijarnos en otras cosas que normalmente no son importantes pero las convertimos en esenciales. Creemos, erróneamente, que la utilidad básica primaria está cubierta: Que vamos a comer cada día, que podemos hacer una foto o que echaremos un polvo siempre que nos apetezca. Eso, e incluso que nos merecemos amor incondicional sin poner nada de nuestra parte porque para eso somos tan estupendos, lo hemos hecho todos alguna vez.  Uno de los dramas que vienen no tiene que ver con haber pedido un crédito para comer, los estudios o la casa y no llegar. Ni siquiera para un coche y no llegar. Tampoco para irse de vacaciones y no poder hacer frente a los plazos. El riesgo está en que ahora hay quien se pide créditos para ir a un concierto y luego se queja de lo mal que se lo hace pasar el turbocapitalismo. 

-Pero si yo te quiero- le dijo cuando le dejaba. -Si, pero el otro, que también me quiere porque quien no me va a querer a mi, tiene un yate.

Es lo del principio. Si me creo que es lo mismo, la decisión la tomo en parámetros absurdos. Probablemente no es lo mismo pero la diferencia entre 80 y 100 megapixeles no se nota pero en ese, al encenderlo, se ve una luz y puedo cambiar la carcasa a juego con la ropa de cada día. Conozco a quien se compró un mac porque era el color que mejor quedaba con el papel pintado de su salón.


3 de junio de 2025

La literalidad de las normas.

-Disculpe caballero.

-Dígame

-Está prohibido entrar con ese animal en este establecimiento

-¿Donde lo pone?

-Bueno, en la puerta. Ahí pone "Prohibido perros"

-Ya, pero esto no es un perro. Es un rinoceronte. ¿Donde pone que están prohibidos los rinocerontes?. ¿Existe alguna norma previa, homologada, por escrito y ubicada de forma visual en la que se exprese que yo no puedo entrar aquí con mi rinoceronte?

-Hombre, señor. Si no pueden entrar perros se supone que no puede entrar con el rinoceronte.

-Mucho supone usted. Es como si me dice que como no pueden entrar perros no pueden entrar negros. Y eso sería racismo. Así que no me parece un razonamiento correcto, sobre todo si estamos en un local manifiestamente racista como es éste. Se empieza así y se termina diciendo que no pueden entrar mujeres porque es un espacio blanco y masculino. !A ver si vamos a tener un problema de discriminación!.

Supongo que ese es el motivo por el que al entrar en aquel bar me encontré a un señor tomando unas copas mientras charlaba con su rinoceronte en la barra. Además me percaté que esas copas las había pagado el propio local para no tener que enfrentarse a un cúmulo de denuncias.

Lo curioso es que al salir, que coincidí con el caballero y su animal de compañía, me aseguró que a él le daba igual el bicho pero que era la forma legal para beber gratis. Azotó al rinoceronte, que salió corriendo sin dirección, y se fue dando tumbos a su casa.

-Los lagartos son menos espectaculares- afirmó. -En realidad yo prefiero venir con un corzo, pero no quedaban.

Me guiñó un ojo creyéndose más listo que nadie.

2 de junio de 2025

Viviendo en tu propia peli.

-Es una pasada- me dijo el primero de los amigos que fue a Nueva York- paseas por la calle y es como estar en una jodida peli. Los taxis, la gente, los edificios. Te sientes dentro de una peli.

El problema que tiene haber consumido cine de una forma incontrolada y no haber pisado la calle lo suficiente como para poder diferenciar un escenario y otro es que las experiencias sobre las que creamos nuestras decisiones, son de otros.

Quizá el problema es que el argumento no tiene por qué basarse en hechos reales y que en el cine actual no hay una sola dentadura torcida. Los buenos son buenos casi siempre y los malos, malísimos. Si te encuentras con un largometraje en el que no tienes muy clara la catadura moral del protagonista, es cine de autor.

Si te encuentras con noticias en las que un grupo de mujeres se quejan amargamente de la inexistencia de varones a la altura que ellas consideran es, en parte, por las expectativas cinematográficas recibidas. Obviamente a Julia no la vas a convencer que si está soltera es porque visualiza a los hombres como en una selección de personal o que, pasados los años, es absolutamente imposible que pueda vivir la pasión e ilusión de dos adolescentes que descubren el mundo juntos y ciegamente enamorados. La obviedad de que sea absolutamente imposible que alguien sepa lo que quieres sin darle un manual de instrucciones previo es clara, pero hay quien sigue convencido que eso existe.

Cuando nos hablan del fenómeno de la gran renuncia es más de lo mismo. Si viste que en el trabajo, tras una toma en plano secuencia con una banda sonora perfectamente coordinada, ya se llegan a los éxitos y tú te tienes que levantar mañana a enfrentarte con partes de la labor que no te agradan porque tu compañero se ha cogido una baja que sabes que no es cierta, te enfadas. Intentas dejar de respirar hasta ponerte azul y te vas. ¿Por qué?. Porque estás seguro que hay un trabajo maravilloso y mucho mejor pagado esperándote.

El señor Mujica, cuando le preguntaron el motivo por el que al ser presidente no pudo implementar todo aquello que prometió, respondía: "Me encontré con la realidad". Es la realidad la que debería de obligar a un ser humano a actuar como un adulto en vez de creerse el personaje principal de su película. Una de las principales decepciones de los últimos años ha sido que cuando esa generación que ahora se acerca a los 40 ha tocado poder, ha reventado del golpe que se ha dado contra el muro de la realidad. En España, por poner un ejemplo, los pisos están más caros, la luz más cara y las mujeres siguen muriendo. Estos tres eran pilares básicos que "si o se han solucionado es por la codicia de la caduca antigua política". Mira tú, es que todos eran lobos de wall street. Lo que sucede es que al contrario que el coherente señor Mujica, todos estos viven escondidos en sus puestitos públicos incapaces de aceptar que no era tan sencillo. Algunos han pasado de creer que el poder era "El ala oeste de la Casa Blanca" a buscar zombies en paisajes post apocalípticos.

Tampoco podemos dejar de lado a todos aquellos que, con su título de economía recién obtenido, se han puesto a legislar la forma de trabajar de aquellos que llevan haciéndolo desde los 14 años y ahora tienen más 60. Hay demasiados abogados de traje encargándose de decir a la policía que patrulla las calles la manera correcta de evitar que un ladrón que robe.

No niego que, en las generaciones que me pillan más cerca, algunos se hacían letrados porque estaba de moda "La ley de Los Angeles" y otros médicos por la fama de "Mash". Estoy seguro que alguno se habrá hecho mafioso porque se engachó a "Los Soprano" y alguno busca dragones y anillos que llevar hacia Sauron. Criminología no sería una carrera sin CSI.

Las elecciones de los nombres de los hijos y las decisiones académicas de los adolescentes tienen mucho que ver con la moda del momento. Básicamente porque a la hora de decidir, si uno no tiene una decisión firme, hace una proyección de lo que quisiera que fuera el futuro y siempre se ve como el que sale ganando en la trama de la vida.

Si algo veo, cada vez de unas formas más flagrantes, es cómo la mayoría de las personas actúan de la manera en la que vieron que hacen sus artistas favoritos en su peli preferida, aunque no estén en Nueva York. Y eso que dicen que cuando vas por la calle es como estar en una jodida peli.

Aunque no es la realidad, es mucho más entretenido. Sobre todo porque al final siempre acabas rico, feliz, sano y enamorado. Esperar menos es de perdedores.