Tengo una teoría sobre las canciones, los artículos, las películas o los libros: llegan a mi.
Hoy, de una manera extraña, me quedé con una pestaña abierta sobre la teoría del apego. No la comparto pero es una teoría como otras muchas que son perfectamente capaces de demostrar justamente lo contrario.
Es complicado explicar algo que se aleja de la lógica y quizá es por ello por lo que se hizo, ante algún aspecto anárquico, la creación de la múltiple definición de la palabra "magia". Nadie sabe cómo llega ni cómo es que se desvanece, si es que lo hace. Pudiera ser una conexión a internet que de la misma forma en la que se fue, volvió. Sin haber apagado y encendido el router un número adecuado de veces.
A veces escribo sin un tema, sin una sola explicación de lo que busco o de lo que va a salir. Sin planes, sin control. Van saliendo las ideas y se van plasmando casi como si fuera un relato del que no conozco el resultado. Como un libro en el que son los personajes los que lo van redactando sin que mis dedos no sean más que los dobladores del idioma inventado que va fluyendo en la cabeza. A veces vuelvo a leer y he escrito algo muy diferente de lo que conscientemente quería. Pero está ahí. A veces hago zapping y me quedo en un programa vomitivo que jamás diré que vi y mucho menos que se quedó, sorprendiendo al volver a encender y ver el canal en cual estaba. Esa sensación es casi como despertarse y sorprenderse. Un dia con una sonrisa y otros con una sorpresa. Sólo una vez fue por culpa del alcohol y es que yo tengo un consumo de bebidas espirituosas muy digno. Soy el Schinlder de mi barrio pero sin judíos y en color.
La teoría del apego es una explicación plausible de si tenemos que buscar a un similar o a un complementario. Hay pruebas que defienden perfectamente las dos opciones. Tengo un amigo que dice saber perfectamente lo que quiere. Quiere a un tipo grandote, sencillo, que no sepa mucho de series y música, un poco más gordo que él y buena persona. Lo tiene bien claro. Es como saber que con esa canción o esa película nos sentiremos reconfortados. Cuando me lo dice yo siempre respondo que le envidio por tenerlo tan claro. Que, sin embargo y con el paso del tiempo, yo cada vez lo sé menos. Hago el chiste ese de que si me ve con una asiática o una negra tiene que tener bien claro que entre nosotros no hay sexo pero que si es una checoslovaca de pelo corto dé por seguro que lo intenté. Y luego me doy cuenta que las mujeres de pelo rojo son imanes para mi, que tuve una época en la que me atraian las mujeres que simplifican la vida a mi alrededor y que hace tiempo que me derrito al lado de mujeres enérgicas, las superheroínas. Al final llego a la conclusión de no saber lo que quiero, que no hay teoría válida para mi, que hoy me desperté buscando na canción pop para alegrarme pero terminé oyendo a Kevin Morby desde la ducha, con la puerta abierta y casi cayendo en mi enrarecida visión de la verdad y del final al que perdí miedo el mismo día en que perdí la dirección.(If I were to die today Slaughtered in that masquerade The last thing that you'd hear me say Put my body on display Passing slowly through the town My feet, they cant touch the ground Of the parade).
A veces escribo sin un tema, sin una sola explicación de lo que busco o de lo que va a salir. Sin planes, sin control. Van saliendo las ideas y se van plasmando casi como si fuera un relato del que no conozco el resultado. Como un libro en el que son los personajes los que lo van redactando sin que mis dedos no sean más que los dobladores del idioma inventado que va fluyendo en la cabeza. A veces vuelvo a leer y he escrito algo muy diferente de lo que conscientemente quería. Pero está ahí. A veces hago zapping y me quedo en un programa vomitivo que jamás diré que vi y mucho menos que se quedó, sorprendiendo al volver a encender y ver el canal en cual estaba. Esa sensación es casi como despertarse y sorprenderse. Un dia con una sonrisa y otros con una sorpresa. Sólo una vez fue por culpa del alcohol y es que yo tengo un consumo de bebidas espirituosas muy digno. Soy el Schinlder de mi barrio pero sin judíos y en color.
La teoría del apego es una explicación plausible de si tenemos que buscar a un similar o a un complementario. Hay pruebas que defienden perfectamente las dos opciones. Tengo un amigo que dice saber perfectamente lo que quiere. Quiere a un tipo grandote, sencillo, que no sepa mucho de series y música, un poco más gordo que él y buena persona. Lo tiene bien claro. Es como saber que con esa canción o esa película nos sentiremos reconfortados. Cuando me lo dice yo siempre respondo que le envidio por tenerlo tan claro. Que, sin embargo y con el paso del tiempo, yo cada vez lo sé menos. Hago el chiste ese de que si me ve con una asiática o una negra tiene que tener bien claro que entre nosotros no hay sexo pero que si es una checoslovaca de pelo corto dé por seguro que lo intenté. Y luego me doy cuenta que las mujeres de pelo rojo son imanes para mi, que tuve una época en la que me atraian las mujeres que simplifican la vida a mi alrededor y que hace tiempo que me derrito al lado de mujeres enérgicas, las superheroínas. Al final llego a la conclusión de no saber lo que quiero, que no hay teoría válida para mi, que hoy me desperté buscando na canción pop para alegrarme pero terminé oyendo a Kevin Morby desde la ducha, con la puerta abierta y casi cayendo en mi enrarecida visión de la verdad y del final al que perdí miedo el mismo día en que perdí la dirección.(If I were to die today Slaughtered in that masquerade The last thing that you'd hear me say Put my body on display Passing slowly through the town My feet, they cant touch the ground Of the parade).
Me dijeron una vez que lo mejor que yo tenía era que "contigo soy lo más cercano a lo que es ser yo" y quizá esa es parte de la respuesta a la pregunta. Es parte de lo que yo llamé alguna vez "sensación de casa". Ser uno mismo y perder el miedo a que salga esa faceta incómoda que todos llevamos dentro, una veces porque nos avergonzamos de ella y otras porque queremos convertirnos en lo que no somos para no perder lo que aún no tenemos.
Quizá es eso.
Eres más guapa cuando eres tú, dejando de estar poseída por lo que crees que quieres.
Porque lo que queremos, como una autoprofecía, se queda abierto en las pestañas del navegador, en el canal guardado de la televisión, en el libro entreabierto, en el recuerdo que no se puede borrar, en la canción que suena una y otra vez cuando el "random" se activa o en una conversación que nunca termina de borrarse.
Con la edad no creo en las señales, en la magia o en las teorías pero he dejado una puerta abierta a convencerme de lo contrario. A encontrar un sitio donde crecer siendo yo. Y recíproco, como debería ser el sexo: agitado pero con los momentos de arropo que quedan después, hasta quedarse dormidos con la calma de las formas.
Ya no sé lo que he escrito pero es algo así como la búsqueda infinita de la calma.
Por eso, en teoría, las casas se intentan convertir en hogares.
Quizá es eso.
Eres más guapa cuando eres tú, dejando de estar poseída por lo que crees que quieres.
Porque lo que queremos, como una autoprofecía, se queda abierto en las pestañas del navegador, en el canal guardado de la televisión, en el libro entreabierto, en el recuerdo que no se puede borrar, en la canción que suena una y otra vez cuando el "random" se activa o en una conversación que nunca termina de borrarse.
Con la edad no creo en las señales, en la magia o en las teorías pero he dejado una puerta abierta a convencerme de lo contrario. A encontrar un sitio donde crecer siendo yo. Y recíproco, como debería ser el sexo: agitado pero con los momentos de arropo que quedan después, hasta quedarse dormidos con la calma de las formas.
Ya no sé lo que he escrito pero es algo así como la búsqueda infinita de la calma.
Por eso, en teoría, las casas se intentan convertir en hogares.
3 comentarios:
Leerte es siempre como sentirse en casa.
No es una teoría, a fuerza de repetición se ha convertido en una realidad: las películas, las canciones y los libros, llegan a uno como todo lo bueno (sin buscarlo) Como el tropezar y darte de bruces con alguien que te guiña el ojo, o el libro que con aquella frase te salva de la tragedia.
Luego, claro está, hay que saber reconocerlo.
Lo difícil no es encontrarlo o reconocerlo.
Es no salir corriendo.
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