Cuando ETA decide, como si fuera un ente con posesión de la verdad y de los tiempos, hacer treguas o dar las armas, resulta que se autodefine como "artesanos de la paz" y no puedo, aparte de recordar la definición de eufemismo, más que pensar en la capacidad que tienen las palabras de maquillar la verdad. Artesano, Paz, son dos hermosas palabras y es que hijo de puta, muerte, no suenan tan bien.
Lo curioso de todo esto es que parece que cuando algo no nos gusta, y me refiero a la conciencia global como si fuera una persona, tendemos a eliminar los malos recuerdos. No nos acordamos de lo mal que nos trató aquella persona sino de los buenos momentos que pasamos juntos. No queremos recordar que hace 60 años las salvajadas políticas llevaron al mundo a la guerra y ahora volvemos a ver los mismos discursos, unos tachados de izquierda y otros de derecha, en las cámaras de representación popular europeas. Hay nazis en todos los parlamentos que también usan las palabras Paz y democracia para su propio interés. Es más. Estoy convencido que son nazis pero no lo saben ni ellos mismos. Lo siento por sus seguidores pero cuando Pablo Iglesias, que a priori es un tipo inteligente, dice que Otegi es un demócrata se está olvidando que el susodicho estaba con una pistola en un monte planificando cómo secuestrar al hijo de un empresario vasco mientras él aún no había empezado la universidad. Podemos se preocupa mucho más de los asesinados por Franco para hacer el Valle de los Caídos que de los asesinados por ETA, que aún están calientes. Me refiero a la intensidad en sus reclamaciones, ambas aceptables pero irónicamente con energías diferentes en su proclamación.La intensidad es muy importante en la política moderna.
Parece que se nos tiene que olvidar el pasado porque no nos gusta o no nos interesa para nuestro presente.
Hay elementos de nuestra historia que los tenemos ahí para aprender de ellos y parece que nos resulta mucho más cómodo olvidarlos. El crack del 29 y la crisis de los últimos años son hijos del mismo padre. Las ultraderechas y las ultraizquierdas son hijos del mismo padre que el nazismo. Los nacionalismos llevaron a Europa a la primera guerra mundial (el asesinato por un nacionalista serbio del archiduque de Austria), a Yugoslavia al desastre y las guerras entre religiones llevaron a las cruzadas. Parece que no hay que mirar muy atrás para ver lo mismo que puede suceder mañana y, sin embargo, queremos no recordarlo.
La memoria global es, en este siglo, tremendamente frágil.
Es una pena que exista ese certero riesgo de repetir las mismas tonterías una y otra vez.
Es una vergüenza que algunos, con lo de ETA, ensucien la palabra Paz con lo bonito que suena. Pero, claro está, la moda de esconder la mierda bajo palabras bonitas es algo muy moderno y politicamente correcto.
Pd: recordemos Gesto por La Paz,
Pd2: (2010) ETA no me importa
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