Mal dia para buscar

27 de abril de 2017

Aviones, hipocresía y discriminación

La compañía aérea Aeroflot ha dicho, sin ningún rubor, que es cierto que pone a las azafatas viejas, gordas y feas en los peores vuelos porque si, porque les da la gana y porque saben que sus viajeros prefieren a las guapas, delgadas y jóvenes. A lo ruso, con dos vodkas.

Hace no mucho otra compañía aérea, la india Go Flight, decía que si las azafatas eran más delgadas el avión pesaba menos y eso les hacía ahorrar aproximadamente 500.000€/año en combustible.

Son dos maneras de decir lo mismo sólo que a los rusos se la trae al pairo lo que opinen los políticamente correctos.

Hace unas semanas estuvimos hablando sobre eso de retirar a las azafatas de las entregas de premios porque es muy machista y cosifica a la mujer. Razonamientos de peso. Alguien, en realidad una mujer, decía que a ella le gusta la belleza y que prefiere, si puede elegir, alguien bello entregando los premios o presentando el tiempo que una persona físicamente menos afortunada lo cual, como es lógico, no le hace ser peor persona pero sí más fea. Hay aspectos de la vida donde la belleza es una línea más en el curriculum. "!A ver si ahora ser guapa va a ser un problema!"- se quejaba. También reclamaba más hombres guapos en esos trabajos y su propuesta, por lógica e igualitaria, fue secundada unánimamente.

Yo comenté, haciendo amigos como siempre, que resulta curioso cómo algunos hacen de determinadas cosas sus banderas pero luego no salen con las feas o los feos sino que les gustan los listos y las listas que, además, sean pibones. A ser posible forrados de dinero. Quizá es como aquellos que dicen que es una vergüenza que algunos ganen mucho dinero pero si les toca la loteria se van de vacaciones o se compran una trócola de oro, un coche chulo en vez de uno duradero, un apple en vez de un ordenador bueno (esto no permito que nadie me lo discuta, que vendo desde hace 22 años de los dos). Un amigo decía, respecto de la normalización de las diferentes decisiones sobre la sexualidad de cada uno, que los vecinos de su escalera juraban adorar al colectivo LGTB pero que cuando uno de los hijos le salía marica, les jodía. Es el mismo mecanismo cerebral, para qué engañarnos.

No es que tengamos una sociedad de personas que discriminan por raza, sexo, orientación sexual o belleza. Tenemos una sociedad de hipócritas que se quejan de lo que discriminan los demás pero cuando les toca a ellos tienen una excusa para todo. Prefiero a los rusos que a los indios, al menos van de cara.

El día que hagamos en casa lo mismo que pedimos a los demás, nos irá mejor.

1 comentario:

Alberto Secades dijo...

Recuerdo cuando trabajaba en una gran empresa en el Departamento de Selección de Personal, en la época prehistórica en que era imposible imaginar que, lo que nosostros hacíamos se terminaría generalizando (y tergiversando) para transformarse en un proceso abyecto al que llaman "casting".
Era el milenio pasado, pero teníamos dos cosas claras:
1 - Seleccionábamos. Y para hacerlo establecíamos criterios objetivos. Entre ellos se encontraba la presencia. No buscábamos que fueran guapos; si descartábamos a los que descuidaban su imagen. Recuerdo a un ingeniero que se presentó a hacer las pruebas, en 1989, con bermudas y chancletas.
2 - Buscábamos personas "adecuadas" al puesto; no teníamos obsesión por encontrar al mejor.

Es evidente que todo ha cambiado mucho desde entonces.