Si algo aprendí del 2016 es que por mucho que se desee algo no se consigue. También que hay pocas personas infinitas, y con eso me refiero a que son de esas que suceda lo que suceda van a estar ahí para que la espalda no toque el suelo al caer. En un libro decían que hay cinco, solamente cinco personas en la vida de cada uno que están de esa manera y que ni siquiera son de esas que aparecen todos los días pero que por alguna razón mágica, permanecen. Se cuentan con los dedos de las manos y no son quien queremos que sean porque no se controla, no se sabe que esa persona se quedará siempre. Ni siquiera que está ahí. Nos encanta confundirnos y nos sorprende, en lugares insospechados, la sensación de no querer que se vaya nunca.
Si algo aprendí del 2016 es que esa sospecha de que la democracia es el nuevo postureo era cierta, que ganó Trump, se hizo real el Brexit, se votó no a la paz en Colombia, se castró renovar la política italiana o se decidió, democráticamente, joder al inmigrante en algunos lugares de Europa, cuna de las libertades. También que la ceguera es absoluta y que el descuento hiperbólico es una verdad que empieza en la cola del Primark y acaba en la barra de los bares pasando por las urnas. Idiocracia en estado puro.
Si aprendí es que ganan los simples y los vendedores de humo. Que Samsung, Apple o Volkswagen pueden mentir sin ningún rubor y seguirán teniendo ventas pero que las jubiladas gritan al pescadero porque le salieron mal tres percebes mientras a sus nietas les llegan piedras desde AliExpress y vuelven a comprar la oferta que no es. Aprendí que nadie está a favor del trabajo infantil pero se hace cola, con la izquierdosa conciencia social, en Zara para la oferta de mentira mientras las hilanderas se mueren de hambre en Porriño.
Aprendí que las chicas no quieren ser damas pero ansían sentirse princesas (y también que dispongo de una gran mujer dentro de mi). Recordé que, teniendo algo menos de 10 años, intenté ser un niño amable con esa chica que me gustaba pero que a mediados de verano se fue con Benito, a quien su padre le había comprado una moto. Si cambiamos moto por promesas que no valen nada estamos en lo mismo una y otra vez.
Aprendí, incluso, que si alguien se va poniendo zancadillas no es mi culpa y que la culpa es la gran pelota que nos lanzamos en los juegos psicológicos que jugamos sin aceptar que la única manera de ganar es no jugar.
Será, quizá, que ha sido un año de aprendizaje. Tengo ganas de que sea un año de esos en los que al mirar atrás uno se siente orgulloso.
Yo desperté pasada la mitad del 2016 y eso me hace ser agradecido para mi reloj despertador con mejor mirada que barbilla. Pero también para quien ha estado siempre, aunque yo fuera sea un gilipollas. Pero no soy el único, ni el más. No sólo pierdo yo, a veces me pierden. Estamos empate. Empecé el año perdiendo. Es un paso.
Tampoco es muy importante mi opinión de mierda
Algunos momentos reiterativos del 2016:
La verdad y la teoría triangular del amor
Algoritmos, caminos cortados y matemática complaciente
La ordinariez de la vida
La moda moral
No nos educaron para esto
Ya tengo a alguien que me folla los martes
Hagamos un alegato
Y, por supuesto: DOMINGO
Extra, personajes IMAGINARIOS, que vienen a joderte el 2017:
-"Soy una persona tan estupenda, tan cojonuda, que por estar aquí me debes admiración, por quedarme quieta me has de adorar, por existir tengo derecho a un salario digno, un piso con calefacción, a placer oral de calidad y gratuíto. Debe de ser mi manera de ver el mundo, mi ideología, mi acceso gratis a la wifi, mi patrón de desbloqueo. Mi música, mi orgasmo, mis bragas de mr wonderful. Mi sistema operativo, mi libertad identitaria, mi tribu urbana excluyente y mis días festivos. Si no lo aceptas, eres un machista, racista y cabrón. No me mereces".
-"No te merece ni tu puta madre"
-"Lo que yo decía: eres un fascista"
2 comentarios:
Yo (y digo lo que voy a decir sin saber siquiera si sirve para algo, o si te interesa) te veo mejor, más tranquilo, más pausado, más domado.
Será la terapia, serán las drogas.
Yo creo que es la madurez. Creo que, para completar sabiduría y madurez, debes aportar una dosis de optimismo; no del que te hace sentirte idiota y confirmárselo a los demás (que lo eres). Me refiero al optimismo que hace que sepas que has pasado muchos momentos, que has aprendido para los que tienen que venir y que, ¡qué cojones!, que tengan güevos de intentar quitarte lo bailao...
Porque si algo tienes es que has lidiado en muchas ferias. "En peores sitios he tenido que torear" es la frase de un mamón, si quien la dice es vegano; pero es hermosa, resilente, estoica, luchadora e increíblemente humana en un tipo que intenta hacer las cosas bien.
Feliz 2017. Será mejor año, ya verás.
"Empecé el año perdiendo y ahora estamos empate": eso es optimismo
gracias, chato. Igualmente
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