Tu pelo ardiendo, vi tu pelo ardiendo y, entre el humo, una ciudad. "Este es mi sitio". "Tú debes recorrerte el mundo entero". Si me hago daño, te voy a hacer daño, siempre hay una excusa y ahí está. No hay culpables, pero una voz me dice: "No has cambiado". Cada vez que veo que no estás, las sirenas, los demonios y el ruido del mar no me dejan dormir en paz, no me dejan. Tu voz en llamas, oí tu voz en llamas, y entre el fuego hablabas de viajar en avioneta, piloto yo y vomitas tú el cielo. Tu pelo ardiendo, vi tu pelo ardiendo y, entre el humo, una ciudad. Los edificios empiezan a sentir el mismo miedo. Cada vez que veo que no estás las sirenas, los demonios y el ruido del mar no me dejan dormir en paz, no me deja el viento que ahora grita lo que no quiero escuchar, agujas en los ojos eres tú en el vendaval, tiritan las ventanas recordando nuestro plan. El monstruo nunca duerme y nunca consigue olvidar y si algo he aprendido lo tendré que practicar. Saldré vivo de esto aunque no quiera hacerlo más ... (Nunca había llegado a sus entrañas, yo nunca, nunca, yo no... ). Dicen que el monstruo nunca...
Término griego (que no se suele traducir) con el que los griegos se referían al destino individual de cada cual; el término tenía connotaciones religiosas, y se consideraba que el destino de cada cual era algo divino o asignado por los dioses. En ese contexto era, con frecuencia, personificado, de forma similar a lo que otras culturas percibieron como ángeles o demonios.
Platón, sin embargo, en el mito de Er, de la República, presenta a cada cual como responsable de su destino, de su daimón, al haberlo elegido el alma de cada cual antes de su siguiente reencarnación. En el Sócrates platónico el daimón se presenta con frecuencia como una voz interior a la que escucha y obedece..
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