No sé cual fue la ultima vez que fui al baño a lo loco, así , sin nada entre las manos. Sin un teléfono o una tablet que me hiciera parecer un intelectual válido que se informa de las noticias del mundo para tener una opinión supuestamente formada absolutamente de todo. De verdad que no lo sé aunque la realidad es que me he comprado un Bugatti Veyron con los puntos acumulados del Real Racing 3 y he de reconocer que los comentarios más ocurrentes se me ocurren en ese impás de tiempo que va entre acabar y levantarme. Una vez se me durmieron los pies y casi me parto la crisma al incorporarme. Lo peor es que el cable del cargador es corto y no me permito llegar con la batería baja, no sea que la cosa lleve más tiempo del previsto o inicie un partido de respuestas concatenadas con algún otro usuario perdiendo por retirada al perder cobertura. En definitiva, creo que eso es cagar 2.0. Antes iba con el periódico pero hacer el autodefinido sentado resultaba muy complejo y había que terminar leyendo, con lo que implica de pensar y de razonar. Incluso una vez fui sin nada y conté los azulejos. Es más, cuentan que si solamente se hace de vientre existe un momento en el que el cerebro hasta descansa. Debe de ser un mito. Por si acaso tengo un cargador portátil al lado del papel higiénico no sea que el mundano acto me reconcilie con la vida de verdad y descubra algo mucho más sorprendente que el próximo nuevo chismorreo de Internet o la manera de recortar en Silverstone con mi Bugatti.
O quizá es que no quiero tener que enfrentarme a mi mismo. A mi mierda.
Por eso y por otras muchas cosas la informática es portátil.
3 comentarios:
Aquí encajaba bien una referencia a la aplicación que aprovecha la energía dedicada al "amor propio".
Creo.
http://m.elcorreo.com/bizkaia/sociedad/201503/04/crean-pulsera-genera-energia-20150303125238.html creo que te refieres a eso pero es que yo, que soy ordenado, diferencio aguas mayores y onanismo y nunca, nunca, nunca a las vez
No sabes lo viejuno que suena eso de "aguas mayores". Me recuerdas a mi madre, preguntando si iba a ir al baño a hacer "pis" o "pos", en aquellos años en los que, siendo ordenado, determinadas preguntabas (me) generaban una profunda inquietud.
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