No fue que fuéramos jóvenes ni que fuera alta o baja. No fue que quisiera salir por la noche y yo deseara tumbarme al lado de una copa de vino y ese calor que tienen los salones habitados y los colchones dormidos. No fue que no supiera comer con las manos o que le faltara peso o le sobraran kilos. Ni siquiera fue que hiciera frío en la calle o que me exigiera bailar cuando fui más de mirarla, como un deseo, desde la parte externa del escaparate que es la barra. No fue que quisiera viajar sin un lugar al que llamar casa o que quisiera una casa o que tuviera un refugio o que fuera un refugio o que la chimenea alimentara las cenizas de todos los pasados que no tuvimos. No fue una playa o una montaña, una cuneta donde perderse o quedarse mirando al infinito desde algún acantilado. No fue nada de eso. Fui yo, todas las veces. Y todavía lo sigo siendo sin poder quemar la culpa aunque siempre busco excusas que me eximen de responsabilidades cuando, en definitiva, el común denominador que lo divide todo fue, vestido de justificaciones, el mismo que viste y calza.
1 comentario:
Se que ni en mis sueños esas palabras son para mi....pero ojala hubiera sido!!
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