David Guetta, ese tipo que hace juegos malabares con pen drives, busca chicas "muy guapas" entre 18 y 28 años. No es machismo, porque no lo es. Es lo que quiere para que su video quede chulo y apetecible, como un grupo de gogos en un reportaje sobre Ibiza. No es viable un video con un grupo de horribles orondas a las que les hacen ondas las carnes de la misma forma que no hay feas en los videojuegos.
Existen todo tipo de comentarios y de literatura al respecto. Existen, como granos infumables, las barbaridades ultrasexistas de ciertas publicaciones teóricamente orientadas hacia la mujer y escritas por mujeres. Existen, afortunadamente, textos mucho más cabales que dejan ver que no todo es estupidez. Y también los escriben mujeres.
¿Donde está la virtud? . ¿Donde reside la verdad?. A nadie le importa ser guapo. A nadie le importa tener las carnes en su sitio y sentir cómo, al caminar por la calle, algunos cuellos se rompen. Es más fácil ser guapo que listo. A veces no se puede, por mucho que se intente, ninguna de las dos cosas. A veces un cumplido te deja sin trabajo o denunciado delante de un juez. A veces alguien lo agradece con una sonrisa. En todas las ocasiones depende de las formas y, hoy por hoy, de quien lo diga. He visto a chicas hablando del tamaño del paquete de algún muchacho. También las he visto tardando al volver del baño porque una le ha enseñado sus nuevas tetas a la otra y "tenía que tocarlas" cuando, en verdad, nunca me ha enseñado el pene ningún amigo recién operado de fimosis y jamás se me ha ocurrido tocárselo.
La violencia verbal sexista no es una ciencia exacta.
El sexo de las personas más crueles con las mujeres suele ser mujer. Las mujeres más hermosas y sensuales pueblan las revistas "de mujeres" quizá fomentando la comparación y el odio, a partes iguales. Hay una corriente de perreo y estupidez, cotilleo y cremas faciales usadas en exceso, que habita en un arquetipo femenino ancestral potenciado por el Cosmopolitan y las fotos del Cuore. Puntúan los horrores vip de la semana casi con la misma superficialidad con la que sacan fotos de señores en calzoncillos y dejan caer el doble sentido en el pie de foto. Pero si lo dice una mujer parece que no es lo mismo, aunque sea igual. Un albañil diciendo una obscenidad desde un andamio, justo antes de escupir al suelo en un alarde de masculinidad mal entendido es tan desagradable como una mujer haciendo de si misma una copia infame y mal entendida de Carrie Bradshow para quedarse en Belen Esteban sin saber quien era Marie Curie.
Quizá es esa línea en la que se intenta ser quien no se es la que provoca tanto extraño disfraz sin sentido.
Pero de lo que trata el texto es de decir que se puede buscar un mundo machista, un Dj estúpidamente valorado o unos techos de cristal que no pongo en duda que existan pero que, mientras exista y se siga fortaleciendo esa corriente de mujeres que degradan a las mujeres poniendo por encima sus zapatos, sus vestidos, sus pechos operados o sus selfies de moda a la entidad de personas con sueños, imperfecciones, deseos e inteligencia que son. Mientras eso siga siendo rentable en televisión y en prensa, a mi no me vengan con que el sexismo es una cuestión masculina.
Y eso no quita, por supuesto, que unos bonitos zapatos, un vestido que no deja ver pero que deja ver, unas manos traviesas y esas camisetas que al tumbarse sobre la cama casi lanzan un pecho fuera son deliciosos placeres que, si van acompañados de un cerebro en funcionamiento y sentir, aunque sea mentira, que es conmigo y mis defectos con quiere estar en ese preciso momento por encima de cualquier otro ente personal, hacen todo irremediablemente adictivo.
Sin cerebro o sin cariño, las formas sólo son formas. Y, amigas mías, se pierden con los años. (Digan lo que digan las revistas de "estilo")
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