Mal dia para buscar

18 de junio de 2013

Las mentiras posibles: Fase uno, fase dos, fase tres.

Dentro de ese saco de animadversión con la realidad existe la idea comercialmente brutal que afirma aquello que le dicen a los niños americanos cuando vienen al mundo: puedes ser lo que quieras. A nosotros, que hemos sido educados al abrigo de la maquinaria publicitaria occidental, nos han dicho lo mismo.

Así que nos hemos creido que el mundo es un buen lugar que ha sido dirigido por hombres malos. Hemos creido que la bondad es un componente intrínseco a la propia humanidad y que, casi como el concepto de Dios o la necesidad de comer, está grabado a fuego dentro del ADN de cada uno de nosotros.

Un día, más o menos cuando crees que estás preparado para lanzarte desde la rama donde está el nido que te ha resguardado hasta finalizar la parte básica de tus estudios, descubres con furiosa cólera que aquello no era verdad y que un imbécil con un padrino se ha quedado tu puesto de trabajo o que un artista de tercera con una chequera a sus espaldas es quien ha vendido las entradas que debían ser para los conciertos que no has dado. Es cuando terminas de leer una columna en un periódico y te preguntas si acaso quien lo firma sabe leer, porque escribir es un imposible. Es cuando ves cómo la masa hace cola para ser engañado en un centro comercial mientras te fumas un cigarro a la puerta de tu tienda viendo pasar los coches.

En ese momento te azota una bofetada de realidad parecida a las sensación que te queda cuando aquella chica se va con el tonto parlanchin y empieza a llover mientras llegas sin dinero a tu casa como un pagafantas de tercera división.

Sin embargo creo poder afirmar que es un estado mental temporal porque, de la misma manera que no es verdad que puedas ser el jodido rey del universo en todas y cada una de las cosas que te propongas con la intensidad adecuada, tampoco es verdad que todo vaya a ser una mierda.

Es cierto que hay hijos de puta afortunados. Es cierto que quien creías que era la mujer de tu vida se irá para siempre. Es absolutamente cierto que, en este mundo de globalidades magníficas, nunca lo tendrás todo. "La felicidad- decía alguno- es darse cuenta que nada es demasiado importante".

Por supuesto que es un problema educativo y un problema de tolerancia a la frustración. Me han dejado mil veces con mil agujeros en el alma por no ser aquel que debía ser, el que se comportaba como debía comportarse o en el que debía de convertirme. He perdido mil clientes por no darles la razón y me han dejado mil amigos por no haber acertado en el día en el que hicieron piña. Me arrastré por la universidad porque aquello no eran maquinitas girando y sorpresas científicas en un entorno cultural , tecnológico y juvenil sino un aburridísimo conjunto de fórmulas y pizarras que se repetían desde primero hasta sexto sin que jamás llegará la satisfacción de ver si todo eso era verdad. En la universidad científica de los 90 se hacían menos experimentos que en un programa televisivo de late night con un presentador sin gracia. Me he castigado mil sábados contra las paredes de mi casa por no ser mejor, da igual el aspecto a mejorar.

"La felicidad- dice otro- es tener buena salud y mala memoria"

Hay una tribu del amazonas, los Pirahä, que carecen de los conceptos de pasado o futuro en su lenguaje. Carecen, incluso, de los números: "Hay suficientes peces". "Hay muchos peces". "Hay pocos peces". Esta utilización del lenguaje, que nos puede parecer una aberración porque nosotros, como seres occidentales, vivimos en proyectos y futuros inciertos, es la que les permite vivir en una situación de felicidad carente de mentiras y de comparaciones.(video aqui) Carecen de decepciones porque han eliminado las expectativas.

No quiero decir con ello que crea que la fase que viene después de la decepción sea la de la pasividad. No quiero decir que después de descubrir que fuimos educados en una gran mentira la solución pase por dejarse llevar o abandonarnos al los vientos que nos soplen por las nucas. No quiero decir que, incluso en un alarde de venganza, tengamos que esperar a que ella vuelva o que el tiempo ponga a los inútiles en su sitio, porque eso no va a suceder.

Quiero pensar que ahora viene el momento en el que nos sentamos en una silla, miramos a nuestro alrededor y aceptamos que tenemos suficientes peces. Eso es lo que importa mucho más que los peces que nos dijeron que podíamos tener, los que quisimos tener o los que tengan los demás. Volvemos a retomar nuestros proyectos fijándonos en el camino más que en el destino. Aprovechamos lo que tenemos y lo que somos. Intentamos, como dijo Gandhi definiendo a la felicidad, "que es cuando lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos están en armonía".

"Una mesa, una silla, un plato de fruta y un violín, ¿qué más necesita un hombre para ser feliz?" Einstein.

Supongo que si la enseñanza era la fase uno y la decepción la fase dos, ahora viene la fase tres. Las tres son necesarias para que no nos suceda como a los Pirahäs, que fueron fagocitados por la cultura moderna y sus mentiras posibles.

De eso, aunque yo me he rebelado cien millones de veces contra la imposibilidad de ser mejor o de llegar más lejos, va el post.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí que me digan dónde está, qué es, o cómo se puede conseguir la felicidad es lo mismo que cuando alguien me mete un dedo en el ojo; como cuando alguien me coge la corbata y la endereza o retoca; como cuando alguien me insulta. Por este motivo, cuando voy a dar un consejo, suelo preguntar primero si sería bienvenida mi opinión sobre cómo ser feliz. En un formato así, el feedback no es posible, o al menos no del todo, por lo que obvio la llamada en la puerta.

Tú has citado Gandhi y a Einstein. Yo te recomiendo tengas en cuenta -aunque probablemente no lo harás, como no lo hiciste sobre lo que Pavarotti pensaba de los críticos musicales centrándote por el contrario en la cantidad de peces y en los mentirosos y los engañados- repito, tengas en cuenta, a otro personaje.

Steve Jobs: "Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que he encontrado para tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque prácticamente todo, las expectativas que tienen los demás de mi, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso, se desvanecen frente a la muerte, dejando solo lo que es verdaderamente importante. Recordar que voy a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que hay algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir a tu corazón".

pesimistas existenciales dijo...

Mi cerebro es limitado y aunque de vez en cuando recuerda a Pavarotti pocas veces recuerda a Jobs. Aún así, se agradece.

Anónimo dijo...

Cabrón, me has hecho llorar

Alberto Secades dijo...

"...ahora viene el momento en el que nos sentamos en una silla, miramos a nuestro alrededor y aceptamos que tenemos suficientes peces. Eso es lo que importa mucho más que los peces que nos dijeron que podíamos tener, los que quisimos tener o los que tengan los demás".

¿Esto cuándo empieza?
Me apunto.

ana-lista dijo...

Tener suficiente... No es tener bastante. Incluso sin necesidad de hablar con numeros. No creo que en nuestra naturaleza este conformarnos. Hablemos o no del fufuro lo que nos da la felicidad es encontrar algo que buscar, algo con lo que llenar nuestros momentos que nos haga sentirnos parte de algo mayor que nuestros tristes dia a dia.
Estoy de acuerdo la resistencia a la frustracion esta mal llevada. Creo que es mas culpa de los padres que deseamos hijos perfectos y les llenamos de expectativas cegados por la pasion. Y este es un mal que a su vez deriva de que hay pocos hijos. Son un bien escaso... y no los miramos con los ojos de laverdad.
Y si creo que el sistema esta corrupto porque las personas son corruptas. Y no es momento para sentarse en una silla es el momento de levantarse y enfrentarse a la realidad. No tengo suficient3s peces porque otros tienen demasiados. Y eso sin utilizar numero alguno.

pesimistas existenciales dijo...

Ana y alberto (amigos y residentes en facebook): Lo que intentaba decir es que quiza (y es una fase por la que llevo un tiempo apostando) la expectacion negatividad, el bombardeo de maldades e injusticias, de sistemas corruptos como mamuts imposibles de cambiar... es parte de ese miedo con el que resulta sencillo que nos manipulen. Hasta con nuestra propia indignación. Y siempre he tenido más miedo del tipo que no grita. Sin gritar y sin vivir en la tensión que da descubrir que no vivimos en un mundo disney (pero tampoco en SAW) es la única forma de aprovechar y de ver las cosas en una justa medida de donde sacar los componentes necesarios para vivir y aceptarse que, en definitiva, es la forma de acercarse a ser feliz. Quejarse es una válvula de escape y es necesaria pero llegar a la fase 3, a la fase en la que actuamos desde un equilibri que es complicadísimo de mantener, es la mejor forma de poder avanzar o llevar a cabo el aprovechamiento de los dias que nos toca vivir. Yo hoy he vuelto a dormir solo y hubiera matado por que no fuera asi. Sin embargo, justo al ponerme en posición fetal para que no me dolieran las lesiones, solté el aire, cerré los puños y dormí las horas que me pidió el cuerpo. Ahora no me quejo porque fueron pocas, tampoco porque sea más viejo.
Hay una filosofía que dice que la vida consiste en vivir en el huracán de los acontecimientos y buscar, como un fenómeno metereologico, el ojo del mismo donde las fuerzas se equilibran y precisamente no sopla aire.
Llegar a ese punto es complicado pero estoy convencido que se puede alcanzar.

Molina de Tirso dijo...

Sabiduría. Elemental pero poco frecuente. Como aquella frase, atribuida a Chaplin: "No es pobre el que poco tiene sino el que mucho ambiciona".

(Y eso es independiente de que no haya más remedio que acercarse -cautelosamente o no- a las poltronas, agarrar a sus ocupantes de los tobillos, sacarlos de allí y ponerlos a buen recaudo) Individual lo primero, social lo segundo.