Mal dia para buscar

6 de mayo de 2012

Calatrava: el ejemplo de la falsa España

Santiago Calatrava personifica, de una manera excepcional, la España del éxito y el dinero, de las construcciones megalomaniacas y de los apretones de manos entre políticos y personajes relacionados con la construcción que se pagaban con el dinero de todos y que más de uno consideraba (bien sea a la dercha o a la izquierda) que era infinito.

Representa, porque sigue en activo haciendo una y otra vez el mismo puente, ese producto aparente, elegante, diseñado pero inutil que ha representado de una manera visual esa España en la que hemos creído vivir como si el coche deportivo tuviera, en su interior, el motor de un Seat 124 1430cc. Porque España ha sido durante mucho tiempo y porque nos encanta despertar el alma de nuevo rico opulento que llevamos dentro el Hyunday Coupe de la europa contemporánea. 

Así que ahora, cuando nos sorprendemos de los puentes blancos que resbalan, los aeropuertos blancos en los que esperar al pasaje es equivalente a morirse de frío, las ciudades blancas que tienen cascotes y vacío en sus calles o aceptar que el puente más feo de Venecia lo ha firmado el mismo que todo lo anterior, ahora destapamos a uno de los ejemplos de lo que creímos ser. Es por eso que le han hecho una web recopilando sus greatest hits.

Calatrava ha sido durante mucho tiempo el amante elegante, gracioso y glamuroso, que aparecía en tu cama los días que querías sentirte especial. No importaba que te robara el tiempo, que te amara de esa forma infame que hacen los farsantes y que todos los puentes que fue capaz de inaugurar sobre tu pecho no resultaran más que apariencia. Esa apariencia es cara por tres motivos: por lo que se llevó, por lo que significa y por lo mucho que va a costar hacer las cosas bien, aunque no sean tan chulas.

Creo que Calatrava aún manda mensajes de amor a los políticos que le creyeron por si da la casualidad que en ese momento se encuentran solos.

1 comentario:

iparrajose dijo...

el problema es que no existe como delito tipificado el derroche y despilfarro de dinero público. Y si instaurasemos el colgar por las pelotas a los culpables sólo se aplicaría a los pobres (culpables o no).