Mal dia para buscar

5 de enero de 2012

Reyes.

Supongo que es imposible que los reyes, por muy magos que sean, nos traigan un mundo más justo:


Supongo que es imposible que nos traigan una caja llena de un monton de buena suerte, un kilo de Te quiero o un millón de mimos de los de verdad.

Supongo que algunos se conformarán con una tablet que dejarán de usar dentro de 6 meses, una corbata, un foulard de cuadros y una cena en familia poniendo la vista en el horizonte de la cuesta de enero, que este año va a durar 12 meses.

Supongo que, por culpa de la metralleta mediática, la mayoría se dedicará a mirar al bolsillo, a la nómina y al precio de los percebes y la pechuga de pavo.

Y lo único que quiero de los reyes, ya que no puedo pedir que vuelva Solomon Burke, es que te sientas (y sentirme) mejor. El dinero no tiene que ver con ello. El calor de un abrazo, si. (aunque cada día están más caros y creo que un fondo de inversión apuesta sobre su subida de valor imparable en el mercado internacional)

De pequeño, sobre la mesa de marmol que había en el salón, dejábamos unas galletas y un par de vasos de leche. A la mañana, cuando ya había salido el sol, alguna galleta estaba mordida y los vasos a la mitad. Junto a unos globos de colores se quedaban unas cajas pequeñas, llenas de lazos, con el nombre de cada uno. Yo corría por el pasillo y me sentaba en la mesa mientras mi madre retiraba las migas y me miraba de reojo. Abría los regalos que tenían mi nombre. Luego dábamos un paseo al frio del dia 6. "Tápate el cuello, que luego te acatarras"-me decían en casa antes de salir. Yo ponía cara de rabia porque quería quedarme jugando. Era un niño. Lo sigo siendo.

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