La informática se suele asociar a la juventud, a ese extraño gen que vive en la mente de las personas curiosas que van reconociendo, poco a poco, el mundo que les rodea.
Se asocia a ese manejo intuitivo de la tecnología que hace que la mayoría de los dispositivos lleven unas brevísimas instrucciones en multitud de idiomas donde nunca encuentras el tuyo. Se suele esperar que te sientes delante de una pantalla y empieces a sentirte el amo del mundo a golpe de click o dejando la huella del índice sobre ella.
Pero nadie supuso nunca el gran potencial de la tercera edad con la tecnología. Nadie se imaginó nunca a su madre usando google maps para enseñarte los lugares donde le esperaba su padre cuando quedaban a espaldas del abuelo. Nadie consideró las grandes aportaciones que pueden hacer a la wikipedia o la paciencia infinita para crear bucles enormes en el powerpoint
La tercera edad es la que se compra en masa los libros de informática, los que subrayan los manuales, los que se aprenden de memoria las direcciones web y los atajos de teclado.
Una persona que no está en esa edad ve un pantallazo azul y da al reset. Una persona a la que se le repite el pantallazo va al taller y dice que "no funciona".
Un jubilado coge un folio, un bolígrafo y te trae perfectamente la nota, diferenciando entre pentágonos, Oes y ceros.
Tengo esta nota de reparación esperando para cambiar el disco, pero me he quedado el folio.
Y le voy a cobrar menos porque me ha parecido que su trabajo merece la pena.
La informática, como el sexo, como las historias, como las obras, como la comida de la abuela... es mucho más tierna si tiene el punto aplicado de un usuario de la tercera edad.
1 comentario:
Personalmente yo he dejado de interesarme sobre la informatica desde que tuve la oportunidad de hablar con un informatico de verdad, es decir, alguien que te explica las cosas desde la sencillez y no desde la paranoia de que se puede controlar todo a traves de la red. Debería ser siempre como ha hecho este señor ya que como tu bien has escrito ven un aparato desde la sencillez y la realidad. Ole por ese señor.
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