Cuando se habla de pensamientos intrusivos los psicólogos se suelen referir a esos pensamientos irracionales e incontrolables que normalmente se centran en los elementos negativos de aquello que pensamos, como si fuera algo obsesivo-compulsivo. Son esos pensamientos que se cuelan en nuestra cabeza y nos terminan haciendo sentir mal, como si estuviéramos repitiendo una y otra vez una canción infame que se nos haya pegado de la mala radio que amenaza con reggeton.
Un buen ejemplo de ello es la Limerencia.
Se refiere, este término, a esos momentos en los que, enamorado como un adolescente de serie televisiva tiendes a fijarte en cada movimiento que hace, en cada gesto, en cada palabra. Son esas veces que no eres capaz de controlar tus actos, que te ves como un idiota servil y enfermizo que va y viene del amor al resquemor, de la ansiedad a la timidez, de la pasión al desconsuelo.
En algún extremo esa fijación que se supone que aparece de manera repentina ( having a crush) termina afectando al comportamiento del afectado alterando su dia a dia y sus hábitos, pero eso son los casos extremos, que siempre son enfermizos. Es más, el objeto de limerencia ni siquiera tiene que ser una pareja, puede ser cualquiera. Puede ser hasta un exceso de aquel fenómeno fan del que viven muchas adolescentes.
Dicen que es un fenómeno que termina por sí solo y que se va como una migraña. Incluso aunque la limerencia tiene el exceso y lo obsesivo del amor romántico suele terminar en uno de esos lazos que te marcan para siempre si es que eres consciente de estar en un lado u otro de la historia. Dicen incluso que como el amor tiene esa fecha de caducidad de 3 años, un inicio pasional y limerente puede dejar viva esa pasión de los juegos, del sexo, de la chispa y de la incondicionalidad que son los componentes que basan las historias que duran eternamente.
Al fin y al cabo en muchos de nuestros momentos hemos deseado que nos quieran como si fueramos el centro de algún universo. En otros hemos querido querer como un fiel perrillo que corre por el parque sabiendo que su dueño le espera a un lado.
Yo lo sé porque he estado en los dos lados.
Y voy aprendiendo. A soportar y a que me soporten, según convenga. Soy un "limerente" redimido. Un "limerado" con matrícula de honor.
4 comentarios:
O sea, que un encoñamiento sin sexo. Vamos, como casi todos los que nos han tocado a la mayoría de los varones vascos (ver estadísticas). grititos histéricos femeninos (ahora ya los hay masculinos) que indican alguna carencia encimal o vitamínica.
Ya, y todo esto porque has oido la palabrita y te has puesto nostálgico y llorón??
Pues esto, amigo mío, con buen sexo se cura.
A propósito: menudo post para comenzar el mes más tristón del año.
P.D. es aún peor: llueve.
Estais vosotros dos como para poneros a escuchar a Nana Mouskouri o lo que es peor a Sergio Dalma.
Oye, tío/a, que Sergio Dalma es un larri
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