Mal dia para buscar

27 de diciembre de 2025

Wish you where here.

 Porque todos echamos de menos a alguien.

50 años tiene esta canción.


Así que crees que puedes distinguir
el cielo del infierno
el cielo azul del dolor
¿puedes distinguir un campo verde
de una fría vía de acero?
¿una sonrisa de un velo?
¿crees que puedes distinguir?

¿Ellos te hicieron cambiar tus héroes por fantasmas?
¿cenizas calientes por arboles?
¿aire caliente por una brisa fría?
¿comfort frío por cambio?
y ¿cambiaste
abandonar la guerra por una posición estelar en una jaula?

Como deseo, como deseo que estuvieras aquí
somos solo dos almas perdidas nadando en un recipiente
año tras año, siempre en el mismo lugar
¿que has encontrado?
los mismos miedos de siempre

deseo que estuvieras aquí


La navidad del egoismo.

La madre Teresa de Calcuta mantenía que el egoismo era el germen de todos los males. Por mi parte siempre pensé que era la estupidez pero, si lo pensamos bien, la estupidez es una manera infame de llevar a cabo la posesión humana por el egoismo.

Que vivimos en unos tiempos egoistas es algo bastante palmario. Al fin y al cabo, y aquí hablo de política, hay una gran multitud de personas que votan dependiendo de lo que le den a ellos personalmente y otra multitud que quiere que les den lo que les están dando a otros que no se lo merecen.

El "ya vendrá otro a limpiar mi mierda" es un clásico que se maquilla de maneras extrañas, pero eso parte de la justificación mental que cada uno se hace para defenderse. Al fin y al cabo, centrándonos en España, nadie se escandaliza lo suficiente cuando aparece una generación que mayoritariamente quiere ser funcionario o jubilado. No porque trabajen poco o se den la vida cañón, porque habrá de todo, pero sí porque existe una búsqueda basada en la satisfacción personal como prioridad, condicionada por un respaldo económico que habrán de hacer los otros para mi propia felicidad. Es como si existiese la obligación de pasar de ser tutelados por los padres a serlo por el estado sin pasar, en ningún caso, a depender de las propias capacidades en ni un solo instante.

Una sociedad que no se plantea nada más que tocarse el arco del triunfo el mayor periodo de tiempo posible es una sociedad destinada a morir.

Pero que muera después de que yo cobre.

Hay pequeñísimas diferencias entre aquel arquetipo de la señora mayor enjoyada que va a dar caldo a los pobres una vez cada seis meses respecto de la mujer emponderada que ahora se pirra por el boysober y que va, con su septum, envuelta en una bandera palestina pidiendo que a ella le cobren menos por el alquiler porque los ricos, tratrá. Quizá la señora, al menos, da caldo. Las dos calman su moralidad para sentirse, ellas, mejor. Hay una enorme diferencia entre la bondad real y la autocomplacencia. Ha germinado, como una mala hierba, la idea de que ser bueno sin nada a cambio es de gilipollas. Y aquí nadie quiere ser señalado como gilipollas.

Vivimos como conducimos: saltándonos los semáforos que no tienen cámara, frenando de golpe en los radares, adelantando por el carril derecho y no teniendo, jamás, la culpa en un accidente. O cruzando, si somos peatones, más despacio todavía a ver si el que conduce para completamente como yo me merezco.

Así que llega la navidad y como estamos convencidos que hemos sido los buenos, hemos de recibir amor, regalos, calor y unas viandas adecuadas. Cualquier otra opción es inviable porque la fiesta, la subvención, la paga extra y la admiración externa ha de ser nuestra. Mia. Para mi. Todo porque soy yo. Porque lo merezco. Porque lo he hecho todo bien. Porque soy un egoista de mierda. Porque me lo dicen en los anuncios y en los mensajes copiados y pegados que nos mandan los sosos sin gracia de todos los años.

Luego ya tendremos tiempo de sobra para criticar a los demás lo que hacemos nosotros, que es lo que pasa siempre. Habrá quien te cuente en una cena que si viene la derecha se harán con las empresas y podrán a sus colegas en los puestos, corrompiendo al estado por sus intereses espúreos y sus ansias de poder. Habrá quien te diga que los pijopogres se llenan los bolsillos con mil tonterías que se inventan para entretenernos en peleítas mientras te quitan más y más de tu trabajo con lo que seguir comprando votos. En realidad vienen a ser la misma mierda porque todo el que cree en bandos ha de ubicarse en uno y eso le hace ser un títere. Al fin y al cabo el egoismo no entiende de ideologías ni de épocas del año, aunque ahora está más presente que un anuncio de colonias.

22 de diciembre de 2025

La regulatoria vida europea aburrida.

Hace no muchos años y quizá con ese espíritu de lógica realista que dieron las guerras mundiales se establecían normas que debían de cumplir los vehículos a fabricar.  Para hacer el Jeep, el ejercito americano solicitó un vehículo que debía tener tracción a las 4 ruedas y dimensiones como para llevar a tres tipos y una metralleta. En Francia, según cuentan después de la segunda guerra mundial, alguien pidió que se hiciera un coche que pudiera transportar, por los campos, 50 kg de mercancía y una cesta de huevos sin que se rompiera ninguno. Así que hubo un señor al que se le ocurrió la suspensión que tan característica fue de aquel coche que, entre otras cosas, consumía 3litros. Era el Citroen 2CV.

Si nos fijamos en las especificaciones necesarias para un vehículo moderno las cosas son muy diferentes. Tal o cual grado de emisiones, el porcentaje de material reciclado, toda la colección de lucecitas y dispositivos intrusivos con el conductor, el EDS, el ABS, la trócola, el airbag, las tolerancias a las torsiones, los test de choque y la recontramadrequeloparió. Eso sí, no dicen nada de que no se te rompan los huevos.

En algún momento se pasó de necesidades lógicas a regulaciones, a mi parecer, excesivas.

Una de las cosas más emocionantes que tenía la coducción y otras muchas facetas de la vida, era el riesgo. No significa que no te puedas matar ahora mismo, en absoluto, porque el último Tesla ultramoderno se te echa a arder rápidamente, pero para poner a 240 km/h el golf gti 16v que tuve la gozada de conducir con 20 años solamente había que acelerar y controlar un poco el contravolante si se iba de atrás. Ahora, mi modernísimo Peugeot, empieza a encender luces e intentar frenar solito si detecta un armadilo a 5km delante en una autopista con visibilidad. Es muy aburrido. Esa regulación que se ha hecho con la excusa de mi seguridad y mi protección, quiera o no yo, me quita las ganas de conducir. Se genera un montón de conductores vivos, pero aburridos.

Estoy convencido que a Miss Daisy le encanta vivir así pero la libertad también tiene que entender que haya personas a quienes les entusiasme asumir ciertas emociones. En realidad entre un mundo aburrido y sano, en contraposición a uno emocionante y lleno de peligros, ganó el primero.

Como siempre es un ejemplo real, pero un ejemplo. La industria automovilística siempre va un pasito por delante y se ha convertido en más importante cumplir regulaciones que hacer la experiencia de conducción una emoción más.

Todo esto es extensible a muchas otras cosas, a todas esas que con la excusa de nuestra seguridad se empeñan en ir eliminándolas. Las rodillas raspadas con el cemento de los suelos de los columpios, los padres en urgencias con el niño con un clavo oxidado en una mano, quedarse aislado en medio de una nevada por una carretera comarcal, comerse un yogurt caducado, esquivar los ceniceros de cristal del duro en una pelea entre punks y mods, jugar con un balón de cuero que te deja marcas cuando te golpea, escapar de un toro en una fiesta popular o ponerte a reparar la instalación eléctrica de casa pelando los cables con las tijeras. De una forma u otra todo eso ya casi no sucede. ¿Es bueno?. Estadísticamente si pero la vida pierde mucha gracia.

El riesgo ahora, en el siglo XXI y en occidente, es que el Uber llegue tarde, que tengas que rellenar cien formularios para una garantía o que al dar a un link te salgan anuncios en el móvil. Hay una colección de seres infames asustados porque el wifi no les llegue lo suficiente como para ver una serie insulsa sin que se detenga el streamin. El día más triste de su vida es el que se quedaron sin internet. Son seres del tipo Miss Daisy o como mi tía, que se asustaba al pasar de 120km/h aunque fuera en recta con cinco kilómetros de visibilidad. Pero claro, ella tenía 90 años y ya había tenido muchas emociones. Al comprarse un Biscúter ,nos contaba, atropelló a un guardia urbano en Atocha porque no era capaz de encontrar el freno. (para los que no lo sabíais mi tia, soltera y en 1955, tenía su casa propia, su título universitario, sus cuentas bancarias, su trabajo y su coche aunque haya quien piense que eso era imposible). Quizá simplemente es que el riesgo ha cambiado y pillar un Airbnb sea una aventura en si misma, por si tiene chinches.

Lo que es absolutamente cierto es que las regulaciones, buenas por una parte, aburren todo lo que tocan. Que occidente y Europa en particular ha encontrado un filón en lo regulatorio es claro. Muchas veces pienso que la burocracia, en general, es una especia de tumor maligno que se extiende. Se hace una regulación y se forma un equipo para controlarla. Luego un observatorio de evolución que identifica necesidades nuevas ( o inventadas). Se hace otro equipo para esa otra cosa, se homologa, se encarga un análisis estadístico de la norma, se presentan los resultados, se actúa para las desviaciones según resultados y se vuelve a regular. De esa forma tenemos a un porrón de gente trabajando para aburrir la vida de los demás y, como se aburren, algo habrá que hacer. Y se hace un equipo de estudio nuevo. No tiene final salvo la muerte, como los tumores.

Hay quien dice que los americanos inventan, los chinos copian y los europeos legislan. No estoy tan seguro que el orden de los chinos y los americanos sea así.

Hace no muchos años alguien pensó que tenía que llevar huevos de una granja a otra y diseñaron un coche que te permitía hacerlo.

Hace menos años alguien se empeñó en aburrir nuestras vidas, y lo van consiguiendo.


Se me han agotado las balizas esas que no valen para nada pero son obligatorias. Mañana llegan más. Era muy divertido cambiar una rueda en un arcén con tu prima Mari Pili a cincuenta metros haciendo señas con un pañuelo para que los conductores no te llevaran por delante. Ahora, si te llevan porque no han visto el intermitente ese de techo, es culpa de Bruselas. Harán un observatorio de seguridad lumínica vial.

20 de diciembre de 2025

20 de diciembre


 Ese chaval que se casa con mi madre en la foto se fue definitivamente un 20 de diciembre. Prontito, a las 6, con todo organizado y los deberes hechos. En realidad nunca se fue del todo. Ahora, cuando mi madre me habla, me llama por su nombre más veces de las que debería.

19 de diciembre de 2025

Kidults

Lladró sacó una serie de esculturas de Superman y Batman ( ojo, a 2000€) hace tiempo. Obviamente lo hicieron porque creen que va a ser una inversión rentable, incluido pagar a Dc Comics.

Las estadísticas dicen que el 30% de los juguetes los compran adultos. Perdón, los compran para usarlos adultos. 

Siempre hemos advertido que la edad y lo que se le supone a la edad es algo contra lo que el ser humano tiende a rebelarse. Las niñas de 12 años se maquillan como travestis de 40 a punto de subirse a una carroza del orgullo y la prima Mari Pili se compra para su 60 cumpleaños unos leggins ajustados y un sujetador que le pone las tetas a la altura de la epiglotis. Los tipos de 40 han tenido, históricamente, esa querencia al deportivo y yo me volví motero. Curiosamente, con 26, yo venía a trabajar con traje y corbata. Quiero decir que no estoy muy alejado de ese fenómeno. Quizá, solamente quizá, también vaya con la edad comportarte como un gilipollas.

La pregunta, como en casi todo, es si con el paso del tiempo la sociedad se ha vuelto más gilipollas. La respuesta, claramente, es que si.

Es una respuesta positiva porque es cristalina la infantilización de la sociedad. No es extraño toparse con personas adultas en su documento de identidad y que incluso han tenido la idea loca de procrear, que viven actuando como si el mundo fuera un reflejo de alguna película en la que creen vivir y en la que, por supuesto, son los buenos. Probablemente el mundo real sea un lugar en el que hay que intentar no caer nunca. Evitarlo como si el suelo tuviera lava. Hemos idealizado por encima de sus posibilidades a los padres colegas y a los señores con traje que juegan con los niños al salir del trabajo (y en los anuncios) Nadie valoró la posibilidad que los niños fueran ellos.

En el mundo comercial llaman kidult al personaje que, haciendo lo imposible por no crecer y, además, regodearse en su infantilidad, se gasta un puto dineral en muñequitos y elementos varios de aspecto profundamente infantil.

Hay artículos extensos sobre ello.

No solamente es la cuestión económica ni la excusa de sentir morriña de tiempos pasados, como puede sentir mi madre al oir unas notas de Marifé de Triana, porque mi madre no se gasta la pensión en catorce trajes de faralaes. Lo que si hace José Ramón es gastarse la pasta en unos muñecos de los Goonies antes de pagar el alquiler y publicar fotos en Instagram de Gordi. Luego se pide una edición limitada en vinilo transparente de la banda sonora de Star Wars en una web de discos polaca y se queja que no le llega para vivir, aunque en vez de pechugas de pollo se ha comprado unas Panteras Rosas. La sociedad capitalista le impide, afirma, desarrollarse como persona. Si no te gusta Regreso al Futuro (incluso si criticas la más floja, que es la segunda), te deja de hablar. 

En cierta ocasión llegué a pensar que existía una clase social que se había decidido esconder en los 80 y los 90 porque en aquellos tiempos recordaban ser felices. Lo tenían en la cabeza como un momento de felicidad, esperanzas y capacidad de sorpresa que se podía retomar si se conseguía que el entorno volviera a ser igual. Para eso se sacaba del trastero el tocadiscos, algún radiocassette, las Air Jordan y te ponías a ver Robocop.

Ahora parece que simplemente es que certifica que la industria ha descubierto que hay toda una multitud dispuesta a gastarse los dineros en chorisandeces que huelan a la naftalina de los 80. Réplicas del coche fantástico, bañadores de los vigilantes de la playa, reediciones de Donde está Wally, blandi blup o clicks de famobil. No como una gracia puntual que pueda estar en una balda del salón, sino como un estilo de vida. Un estilo que certifica que no querías volver a ese lugar en el que crees que eras feliz sino que has decidido ser un niñato de mierda para no aceptar que no serás jamás el adulto que debías ser.

La industria juguetera tiene estudios que afirman que el 50% de las cositas que hagan las comprarán los futuros kidults. A ver si en breve vamos a ver a menores invirtiendo en bolsa con sus móviles en los parques infantiles mientras sus padres se baten, con espadas láser certificadas por Lucasfilm, en la base del tobogan, que es la plataforma de lanzamiento de la estrella de la muerte.


Hay estudios que dicen muchas cosas. Entre otras, que los nacidos entre 1950 y 1970 disponen de capacidades que ya no tienen los que van por detrás. Hay algunas que no titubean al afirmar que los que llegan son más tontos. ( efecto Flynn inverso) . Lo que sí que no tiene capacidad de ser discutido es que todo ese tropel de adultos infantilizados, es masa. Y se gastan dinero, a manos llenas, en juguetes pero no para aprender, sino para seguir siendo niños. A ser posible, todo el rato.

18 de diciembre de 2025

Nimiedades técnicas.

Hace unas semanas aparecía la noticia cierta que afirmaba: los propietarios de Porsches en Rusia se levantan incapaces de arrancar sus automóviles. Así que aunque parezca que es algo que solamente les puede pasar a otros ( porque ni tenemos un 911 ni somos rusos) nos puede servir de ejemplo de algo muchísimo más cercano que, de una forma u otra, ya nos afecta.

El caso es que los coches tienen un sistema de "seguridad" que hace que se conecten a un sistema de localización que certifica que el coche no ha sido robado y, una vez aprobado su servicio, permite arrancar el coche. Como quien lleva ese servicio no trabaja en Rusia por lo de que invade paises y esas cosas, ese servicio no funciona, el coche cree que ha sido robado y va a arrancar tralará.

También se ha convertido en noticia que Roomba, los que hacían las máquinas infernales esas, juguetes de gatos, que limpian tu casa, cierra. Algunos creen que eso hará que la maquinita no sepa lo que tiene que limpiar y se vuelva loca en una especie de alzehimer tecnológico. Ahora ya te preocupa un poco más porque si no la tienes, alguna vez has pensado comprarte una.

Lo que sí que tienes es un almacenamiento en la nube. Joder, eso va de gratis con la cuenta del teléfono. No es gran cosa pero ahí está, salvándote los contactos y las fotos de tus primos chupando un limón en el cumpleaños del abuelo. Si esas empresas cierran o deciden, porque si, que mañana ya no te dan ese servicio, lo pierdes. Mi padre tenía una libretita escrita a mano con los contactos y en el salón estaban los álbumes de fotos que todavía se pueden ojear sin gastar ninguna batería.

El GPS, no nos olvidemos, es un sistema de posicionamiento tutelado por el ejército americano. Es algo cedido al mundo porque son así de buenísimas personas. Eso no quita que si EEUU entra en guerra en algún lugar disponen de un botoncito por el que tu coche se vuelve picha y te deja de ir el Waze. A ellos sí pero a ti no. Probablemente hasta sabrán donde estás pero tú no sabes si miras al norte , al sur o a Cuenca.

Hay infinidad de ejemplos en los que muchos de nuestros comportamientos diarios son dependientes de máquinas , servidores, software y servicios que están fuera de nuestro control. Por supuesto cosas tan básicas como el acceso al agua potable, la electricidad y la comida tenemos asumido que nos las pueden cortar con girar una llave de paso. Quizá lo que no tenemos asumido son otras mucha nimiedades tecnológicas: la aplicación con la que encendemos la calefacción desde el trabajo, la app esa donde apuntamos recordatorios, el programa de contabilidad en el que picamos datos horas y horas o simplemente aceptar que nuestro coche almacena los lugares por los que vamos, la velocidad a la que vamos y los adelantamientos que hacemos para vender esos datos a las aseguradoras y , asi, ganar dinero con nosotros a cambio de hacernos pensar que lo hacen por nuestro bien porque nos saluda por nuestro nombre al sentarnos al volante.

Voy a contarlo de memoria: un tipo se mete una piña con un Tesla y se mata. El coche es recuperable ( pero el dueño no). Un señor bastante manitas compra el vehículo y con tiempo y esfuerzo lo arregla. El coche no arranca. Desde Tesla le indican que lo que pasa es que el servidor de EEUU detectó una desaceleración brusca y eso inhabilita el vehículo por software. El mecánico explica que el coche ya está bien pero que para arrancarlo necesita que le activen el auto. y le piden la contraseña de usuario. No la tiene porque el usuario está muerto. Lo último que supe es que aquel coche seguía arreglado pero parado. Básicamente porque la máquina dice que no.

Hay un gag mítico de Little Britain titulado computer says no.


No sé si alguna vez somos conscientes de tener complejo de avión barato: hemos llevado a cabo el diseño, poseemos la propiedad, contratamos el piloto, revisamos los flaps y los motores pero hay un puto tornillo en el soporte de cola que lo hace una empresa pakistaní de dos hermanos que se fueron de fiesta el jueves y se enfadaron por las escrituras de un apartamento en Islamabd. Asi que han cesado la producción. ¿Qué es lo que pasa?, que el avión no puede volar. O que antes de despegar el servidor chino del fabricante del sistema de presurización ha de ponerse en verde pero Mei, que es una china que ha encontrado a su marido, que es un compañero de trabajo de mantenimiento, en la cama con su prima, ha cortado unos cables, producto de los celos, en el centro de datos. Y no despega.

Computer says no, en definitiva.

La dependencia de agentes externos es tan extrema para nuestra subsistencia que no queremos darnos cuenta de ello. Lo usamos y jugamos a que es eterno pero no lo es. Vivimos en un conjunto de engranajes complejísimos interdependientes que cada vez está más supeditado a decisiones que ni siquiera realiza una persona. Podemos buscar a otro tipo que haga el tornillo o meter en una habitación a los dos pakistaníes hasta que se hagan amigos de nuevo pero si el software decide que no arranca mi porsche, no arranca. Antonov, con su carro de caballos, solo necesita alfalfa para llegar a destino.

Hay muchas cosas que molan en la modernidad pero de vez en cuando, aunque seas ruso, se vislumbran los riesgos de hacer que tu vida dependa de un servidor de datos enterrados en una montaña de Alaska que en una saga se llamaba Skynet o W.O.P.R

Hace muchos años, cuando salía un mensaje en la tele de Dificultades Tecnicas cogías un libro, bajabas a jugar, separabas la lentejas buenas de las piedritas o hablabas con la familia.

Cuando tuvimos en España, hace unos meses, un apagón que nos dejó sin luz y sin internet, seres con ansiedad fruto del desamparo tecnológico andaban por las calles sin saber a donde iban consultando sus teléfonos sin cobertura cada diez minutos.

Quizá es una especie de droga que hemos aceptado como legal, ya que nos genera dopamina, pero nadie nos ha avisado del síndrome de abstinencia. Al fin y al cabo la tecnología son los nuevos padres: crees que va a durar para siempre, que te mantiene a salvo del exterior y cuando no está te deja huérfano. Eso si, no te quiere nada.

13 de diciembre de 2025

Ese lugar tan cómodo y tan igual

Hace ya unos cuantos años y en una época bastante complicada en cuanto a capacidad de decidir nada por mi mismo conocí a una mujer. Supongo que fue ella la que me conoció o me recuperó o simplemente me utilizó de adorno adecuado, no lo sé. El caso es que por aquella época tuvo un momento de éxito aceptable Santi Millán. Con su cara de malote con corazón, un pelito largo, la barba poblada pero desarreglada con control, los vaqueros con zapatillas y la sensación de oler bien.

Con el paso de los meses y por propia ley de vida, fui retornando a lo que yo había sido y en esos instantes uno va teniendo pequeñas constancias de lo sucedido en el tiempo intermedio. Uno se descubre a si mismo como si hubiese salido de un coma en el que actuaba como un ser humano, pero siendo un espejismo. Lo que descubrí es que aquella mujer me había ido convirtiendo en un mini Santi Millán. Curiosamente de eso me di cuenta estando en la misma estancia que el mismísimo Santi. No se me ocurrió otra cosa que acercarme a él y hacer uso de las nuevas tecnologías. Hizo, desde mi teléfono, una videollamada a aquella chica. "No entiendo por qué tienes que cambiar a este chico en alguien que se parezca a mi, cuando es un tipo fenómeno"- le dijo. Entonces me di cuenta que ella no estaba conmigo por ser yo sino por poderme cambiar. Es, o era, porque no sé nada de su vida, alguien que se empeña en que todo lo que exista en su mundo se aproxime a lo que espera del mundo y le da igual inventárselo, cambiarlo o pintarlo. No quiere que la vida y la gente le sorprenda, le aporte o le haga plantearse sus bases. Es totalmente al contrario: las cosas y las gentes tienen que ser lo que tienen que ser y si no son así, no existen o son el enemigo.

Hay muchísima gente así.

No me refiero a que tengan sueños eróticos con Santi Millán, que los habrá, sino que necesitan que el mundo sea exactamente como creen que es. Hoy, sábado, recibí una llamada a eso de las 10am. "Buenos días"- "Hola, ¿ tú eres informático?"- "Hombre, algo sé. Dígame"- "Si yo te doy un número de móvil, ¿ me haces un rastreo y me dices donde está?"- Ahí dejé unos segundos para la respuesta- "Pues la verdad es que no porque lo que me estás pidiendo es ilegal y para eso tienes a la policía"- "No me parece bien. ¿Y si es mi teléfono que me lo han robado?"- "Con más razón. Te vas a poner la denuncia y la policía se encargará". Me colgó la llamada con indignación y estoy convencido que anoche el Jonatan la dejó tirada en una disco y está convencida que se está tirando a la Jennifer. Como en la tele la policía tiene a un tipo con un ordenador que localiza cualquier cosa antes de la pausa de los anuncios, con una llamada pensaba que lo iba a resolver. Todo esto es porque en su mundo las cosas son así. 

Y si las cosas no son así es porque el universo, confabulado para que ella no sea feliz, la castiga por ser ella.

En ningún momento ha de valorar que no esté en lo cierto o que haya parámetros incorrectos en su planteamiento, simplemente es como piensa y punto. Las personas son como han de ser, le han de gustar lo que le gusta, hablar de lo que hable ella y ver el mundo con las gafas que ha aprendido a llevar. Si le gusta ir a Ibiza Locomía es lo que le gusta A TODO el mundo. Si se droga es porque lo hace TODO el mundo. Si lleva tanga de leopardo es porque lo usa TODO el mundo. Quien no sea así no existe o es el enemigo.

Espero que haya personas, que es mi caso, que se apasionan al descubrir que aprenden de otras. La suposición básica reside en la multitud de opciones, estudios, pasiones, aficiones, ropas, músicas o expresiones artísticas. Igualmente creo que estar abierto a la variedad e incluso ponerse en duda a uno mismo cada segundo es algo agotador y es por ello por lo que hay quien decide que todo es exactamente como cree que es. Viene a ser como los fanáticos políticos, que están convencidos que la gente piensa como ellos en todo , que los suyos son puros de alma y que los que lo pongan en duda habrían de ser perfectamente cancelados, incluso en R. ( chiste lingüístico forzado). En realidad es una forma de supervivencia infantil y absurda, pero es la base por la que se generan grupos y cuchipandis de seres tan similares. Será como los monos, que se reconocen oliéndose el culo, como algunos se reconocen con sus formas de entender la realidad.

Cuando surgió la primavera árabe en Egipto mantuve una conversación con una buena mujer en un pub de Londres. Ella mantenía que la libertad de la sociedad está por encima de todo y que el pueblo egipcio era libre de decidir por si mismo. Es un argumento de peso. Lo curioso es que estaba convencida que esa democrática elección social les llevaría a una cuidad de El Cairo con sus bares con música en directo, recogida efectiva de basuras, baja tasa de delincuencia, productividad laboral , algún que otro McDonalds y felicidad plena. Yo mantenía que, si bien estaba de acuerdo con lo de la democracia, podría suceder que terminaran imponiendo leyes árabes y que para conducir tuviera que ir con su marido y viendo todo detrás de un burka. Que si acaso no era una opción. "Por supuesto que no", me decía. Lo decía porque en su mundo es imposible que alguien tomara esa decisión y sin embargo un nuevo gobierno, fruto de esa primavera, empezó a jugar con los derechos de las mujeres egipcias unos meses después.

La conclusión es que el problema de todo eso aparece cuando descubres que el mundo de verdad no es como tú lo creías. A veces es demasiado tarde. Supongo que como cuando fueron a por los judíos pero como yo no era judío, no me preocupé.

En la sociedad democrática en la que vivimos hay una mayoría convencida de unas bases inamovibles que, ciertamente, no son ciertas. Queremos estar seguros que las personas son buenas, sanas, trabajadoras, honestas, fieles, que se van de vacaciones, que les gusta el ron con cola, la música pop y son felices en navidad. Si existe, por lo que fuera, alguien que no sea así es porque está enfermo o vive poseído por la maldad extrema.

Ésta es la base por la que parte de esta sociedad se va a la mierda, porque es incapaz de aceptar que haya alguien que no piense IGUAL. Peor incluso, que si no piensa IGUAL, (y no puedes hacer como que no existe) es el enemigo. Cada época tiene su Pleasentville.

Ahora has de pensar si tus actos o tus premisas mentales te hacen pertenecer a ese lugar tan cómodo y tan igual.

10 de diciembre de 2025

Robe ( joder, qué putada sin ti)

Hace tres horas se publicó un video de despedida de Robe en la que va a ser una de las semanas más tristes de la música de este país:

 


Porque Robe sonaba a Robe y las letras solamente podían ser de Robe. 










Las palabras, las pone él. 

JODER QUÉ PUTADA SIN TI.

9 de diciembre de 2025

Jorge Ilegal

En cierta ocasión me contaron que Jorge caminaba por las cales de Gijón, a finales de los 80, con el periódico en el brazo y un martillo dentro por si se encontraba con problemas. A veces, los problemas, solamente se pueden solucionar a martillazos. Quien no haya aprendido eso no vive en el mundo de verdad.

Reconozco que es una figura que siempre ha llamado mi atención. A veces por la música, y eso se debe a mi sangre necesitada de riffs de guitarra ejecutados con precisión y suciedad extrema. Otras veces por su manera de expresar conclusiones, casi siempre basadas en una lógica aplastante. Siempre, siempre, por su actitud coherente. Jorge ha representado a un tipo de esos que actuaba con unos valores y unas actitudes más que firmes y es que alguien que hace eso, acertado o no, requiere admiración. 

Jorge nos dejó ayer, a los 70 años. Es quien espía los juegos de los niños.


Le he visto tocar alguna vez. Delgado, de figura imponente, con una voz grave y firme, mucho más pendiente del sonido que de si mismo. Caminaba y se plantaba sobre el escenario más orgulloso de su figura que el mismísimo Arturo Fernandez. Sabiendo que es imposible predicar, más allá de los acólitos, en un mundo rendido a la mediocridad. Fue una efímera figura televisiva en aquel Moros y Cristianos y solamente hay que darse una vuelta por algunos de los documentales sobre los Ilegales para ver en él una persona y personaje imprescindibles para entender lo que ha sido este país a lo largo de los años. Estuvo loco y es de esos locos que se sentaban a tu lado y terminabas dando la razón.



Cuando el bajo de Ilegales y amigo falleció, le vimos afectado. No como quien sufre públicamente sino como alguien devastado que acepta los avatares de la vida. Probablemente en ese instante sufrió de aquellas formas en las que termina afectando a la manera de ver la vida. Seguramente es mucho más difícil ver morir a un compañero que aceptar la propia defunción.

Ilegales representó a esos grupos que surgieron más allá de la fiebre que explotó en la capital. Normalmente ese rock del norte era mas áspero que la sobredosis pop que arrasó Madrid. Si tenía que parecerse a alguien era a los Enemigos y al glorioso Josele Santiago. En cierta ocasión vi a Josele un dia y a Jorge el día siguiente. He sido más de los Enemigos pero sonaban mejor los Ilegales.


También hay que reconocer que fue un tipo que decía lo que pensaba y su música, casi siempre como una metralleta cargada, era capaz de saltarse las convicciones continuamente. "Eres una Puta" , cuando explicaba la canción, le daba todo el sentido.  El video comentando la historia de "Heil Hitler" hace de la canción una historia en si misma.



Se hizo famoso por cuestiones anárquicas. Por ser un macarra y ser una hortera. Por verse en el espejo con cara de conejo, por ser un mamoncete, por tener un problema sexual y ser una bicicleta. Luego llegabas a Ilegales y te dabas cuenta que detrás había mucho más. Ahí estaban, agotados de esperar el fin.

Y en estos tiempos, llegó , para Jorge, el angel exterminador.


Se van callando guitarras y pasando los tiempos.
Son tiempos nuevos, tiempos salvajes.
Tiempos sin Jorge.

5 de diciembre de 2025

Odio a la gente feliz ( hallazgo)

He encontrado unas líneas de algo que tuvo, una vez, la forma de introducción de un libro.

Dice asi:

Odio a la gente feliz.

Es un diagnóstico, el de la felicidad que no el del odio. Lo del odio es natural  porque está justificado. Lo que no es natural es la necesidad aquella de ser feliz siempre, con todo. Hay personas que se sienten plenas cuando sus hijos recién nacidos, mientras les cambian el pañal, les orinan en la cara. Si bien cada uno vive el milagro de la vida a su forma y yo no he pasado por esa situación. Cuentan que es aparentemente similar a una inyección de droga potente y creo que un escenario feliz no iba a ser mi decorado elegido. Mucho menos, que ahí viene lo más grave, esforzarse en demostrar al resto del público lo inmensamente maravilloso y pleno que me hace ser dicha circunstancia es algo que me resulta desaprensivo y maquiavélico. Las personas felices sonríen como payasos después de haber seccionado en trozos a su última víctima. Así que ese odio tan cristalino que me hacen sentir no es una maldad sino un equilibrio poético entre la verdad y la hipocresía. Debería de estar justificada la ejecución de un dolor directamente proporcional al halo de felicidad que irradian cuando se ponen el disfraz de personas plenas, incluso llegando a la amputación.


4 de diciembre de 2025

Se acaba la magia

Si lo pensamos con suficiente distancia el Black Friday es el Papa Noel ( o reyes magos) de la edad adulta. No existe, juega con tus ilusiones y quieres pensar que es verdad porque de alguna forma eso te reconforta.

Existen multitud de mentiras que necesitamos creer.

Ayer apareció una señora no excesivamente mayor en mi puesto de trabajo. Hizo un razonamiento lógico. Había visto en televisión que hoy en día, con dos clicks, la inteligencia artificial puede coger una foto nuestra, embellecernos, vestirnos con la ropa que queramos y ubicarnos en el parnaso que es Internet. Así que apareció con fotos de su vida ( reuniones, viajes, celebraciones) y una colección de vestidos y complementos que le gustaban. Se sentó en la silla de comprar ordenadores y desplegó todas las exigencias que tenía para su nueva imagen. "De aquí quitas el collar y me pones este vestido de acá. Me quitas a ese que sale detrás en la foto y que el paisaje sea la playa de Miño, en Galicia. Luego lo pones en mi cuenta de facebook y en mi estado de whatsapp". Obviamente, teniendo en cuenta que vendemos tecnología, intentamos indicarle el camino y ella lo razonó fácil: "en la tele dicen que se hace en segundos.  Son unas veinte, así que no os voy a quitar más de cinco minutos". Y tan pancha.

Alguien que se dedica al servicio técnico me comentó en cierta ocasión que el cliente no ha de saber, jamás, si ese trabajo nos ha llevado diez segundos o diez horas.  Supongo que ese es el motivo por el que se hace toda esa parafernalia burocrática protocolaria cuando algún dispositivo ha de pasar al lugar donde se produce la magia, que es el taller. Da lo mismo que sea un coche, un teléfono, un ordenador luminoso o Maria Del Carmen con una piedra en un riñón. Lo importante es vender la magia que lleva incorporado un "tachán".

He de reconocer que hace unos cuantos años nos sorprendía e incluso admirábamos a quienes disponían del don de la reparación. Un mecánico sucio de grasa, con una 13-14 en la mano, ajustando la tuerca adecuada que te dice "prueba ahora", y arranca. Un médico quitándose la mascarilla mientras se acerca, sudoroso aún, a la familia para decirles que afortunadamente todo ha salido bien.

Tengo una amiga aceptablemente resolutiva que mantiene lo siguiente: "Entre la gente que conoces y que no has de perder el contacto siempre se tiene que tener un médico, un informático, un abogado y un electricista". Se casó con un cubano, especialista en motores, capaz de arreglar casi cualquier cosa.

Sin embargo de un tiempo a esta parte y fruto de la publicidad, junto con los tutoriales de internet, se vive una época de desprecio del profesional. Como en algún lugar o video locutado con un acento específico alguien te cuenta que se hace click, tras, tris, zas... y ya está, te quedas esperando que sea incluso más rápido. Mantienes que un mono con un teclado es capaz de lograr la magia y te pasas por el forro los años de carrera, los años de experiencia y la probabilidad de que no se produzca esa magia. Lo último es que el ordenador esté roto o que la abuela se haya muerto.

En política pasa de una manera mucho más flagrante. Si alguien quisiera contar la verdad y nos dijese, de forma sincera, que hay problemas con soluciones imperfectas o sacrificadas, va a perder las elecciones. Las va a perder porque aparece un tipo que te dice que en menos de dos meses te va a crecer el rabo, vas a ser rico, te va a querer mucho más tu pareja y la vida va a ser un spa. Y le votas porque quieres creer en la magia, porque te encanta que te engañen como en el Black Friday.

Al igual que las "ofertas", que no desaparecen nunca y te dejan viviendo en la excepcionalidad continua, todos esos estímulos que han ido matando la magia están presentes a cada minuto. Adoras creértelo. Hay yonkis del cartel de "ultimas unidades" que tienen grabado en el teléfono, orgullosos, el video en el que están pegándose con una señora obesa en chandal por una freidora de aire a mitad de precio. Hay más de una persona que te dice que le montes un mueble del Ikea y piensa que eres imbécil si no lo has montado en cinco minutos porque hay instrucciones con unos muñequitos monísimos. Obvio es que cuanto más se queja alguien, menos lo ha intentado.

Lo que es cristalinamente cierto es que la magia es algo que , con los imputs modernos, se da por hecho y cuando se da por hecho algo, deja de ser mágico.

Estamos siendo espectadores del final de muchas magias, también del final de muchas satisfacciones porque hay demasiados cuñados que asesinan el gustito que da cuando consigues algo por ti mismo. Asesinar la meritocracia es un recurso de una sociedad de mediocres que no quieren dejar de serlo y que si lo dice chatgpt  ( o una oferta de Temu) ya creen que es verdad sin pensar en lo loco de esa premisa.

Pd: Hoy he tenido a mas de cinco clientes que han intentado montar su ordenador solitos y el 90% han puesto algo al revés. Se quedan quietos delante de mi esperando que haga magia y se enfadan cuando les digo que son 50€.

Pd2: Por cierto, y lo digo para reflexionar, las rebajas están reguladas por ley. No pueden engañarte vilmente de una forma sencilla. Pero si lo llamas Black Thursday, SuperLunes, Martes locatis, Sin iva day o "la gran estafa", pueden mentirte como un bellaco cien veces.

1 de diciembre de 2025

Usar la libertad: el gran antisistema.

Ayer bajé la basura a última hora y me crucé con un grupo bastante amplio de mujeres de mediana edad,  exultantes, ruidosas y festivas, que salían de un concierto de David Bisbal celebrado a  menos de un kilómetro de mi casa. Tuve que suponer, por la efusividad global, que prácticamente había sido como una orgía de satisfacción con entrada en la que , durante unas horas, David había satisfecho casi sexualmente a todas y cada una de las que se cruzaron conmigo.

Después pensé si les sucedía lo mismo con la gira de Los Pecos o si aún llenaban estadios La Década Prodigiosa.

Reconozco que, aún manteniendo muy a mi pesar una tolerancia extrema por las libertades de los demás, soy un talibán en cuestiones musicales. No lo evito sino que lo admito. Hoy en día la aceptación de tus intolerancias, excepto si es al gluten, está mal vista.

Hay algo que se impone de una manera sibilina constantemente. Son todas esas cosas, pequeñas cada una pero enormes en su globalidad, que no se ponen en duda. Una especie de matemáticas de la moral. Has de querer ser feliz, que te guste el balompié, desear el amor eterno, defender la vida, preocuparte por los más necesitados, perder el culo por una tarde de copas y que no te guste trabajar. Son ejemplos. Cualquier oposición a esos ítems sociales solamente se pueden entender como ser un enfermo peligroso. A veces, que es mucho más preocupante, te tildan de intolerante.

No hay nada de intolerancia en no ser partícipe de llegar al quinto gin tonic envuelto en conversaciones insulsas sobre las enfermedades de los niños de otros. Yo no tengo ningún problema en que hagas tú lo que quieras hacer y lo realices las veces que te de la gana, pero no me obligues a hacerlo. Estoy convencido que hay una bondad extrema en querer hacerme compartir la felicidad superlativa que te embarga todas las veces que tu equipo deportivo anota un gol pero es que no quiero ir. Es más, hago uso de mi libertad si no quiero ir. Ni siquiera significa que esté criticando el goce extremo que tienen los fans de Melendi en un concierto de Melendi, pero si me atas una correa al cuello y me haces ir a un concierto de Ramón, eres tú quien, en aras de la felicidad supuesta, impones un criterio por encima de mi elección personal.

-Idiota, que te va a gustar.

Que algo te guste a ti no significa que me tenga que gustar a mi. Que tú creas en la gloriosa exaltación del amor no ha de obligarme a convertirme en una tarta de merengue que envíe mensajes sentimentales todas las mañanas a las ocho. Lo haré si me apetece y todas esas veces serán de verdad. Por supuesto que el marido de tu amiga Mari Pili la quiere muchísimo y lo hace, pero cada uno quiere como le da la gana. Conozco a gente tan chaquetera en el amor como en el voto.

Hace cien años Manolo Rodriguez te decía, con sinceridad extrema, que no podía ser que quisieras estar soltero o que te gustara otro varón. No te lo decía porque odiase a los maricas sino porque en su bienhacer de las cosas estaba, como única opción, el amor entre un hombre y una mujer orientado a la formación de una familia feliz. Manolo quiere lo mejor para tí y te quiere orientar ( e incluso obligar) a que aceptes como ciertos los estamentos básicos de su estilo de vida. Hoy en día eso sucede con otras cosas, pero sucede. Te tiene que gustar ir a un buen hotel y que te hagan la pedicura en una sala climatizada, pero a mi me da mucho asco que me anden en los pies. Te ha de volver loco un festejo con ruido y fuegos artificiales, poblado de gente apelotonada frente al puesto de churros. No se entiende que prefieras una deprimente película polaca sobre la soledad humana que el último pelotazo de Disney. Es incomprensible que te gusten los toros o que prefieras sentarte con una señora en una silla plegable junto a la carretera nacional de un pueblo de Avila que quince días en un resort de Puntacana con esos cócteles de sombrilla tan kitsch. El sistema, metamorfoseado en imposiciones establecidas que cambian con los tiempos, intenta imponerte sus reglas.

Obviamente todas las imposiciones son restricciones a la libertad personal, incluso la obligación de vivir.

Si un suicida decide saltar, es un acto de libertad personal. Podríamos pensar que se puede establecer un dialogo razonado con sus salvadores pero si lo ha razonado y ha llegado a la conclusión de desear emplear su libertad en ello, nada debería de impedírselo. Es un ejemplo extremo, por lo imposible de la rectificación, pero es así.

A nuestro alrededor se establecen muchísimas bases sociales que discriminan a todo aquel que las pone en duda o simplemente decide no compartirlas. La propia sociedad discrimina, quizá inconscientemente, a quien no las acepta como jodidos dogmas de fe modernos. A veces, incluso, solamente preguntando el por qué de ellas se te deja a un lado como una persona sospechosa.

Luego está eso de que somos una sociedad libre pero, en realidad, las sociedades juegan a limitar tu libertad con los patrones que tiene la camisa social de esos tiempos.

Supongo que hacer uso de la libertad personal ha sido, y es, la forma más antisistema de vivir que existe. Con el de antes y con el de ahora. Ni antes ni ahora va de la mano con ninguna recompensa social, eso es seguro.

Pd: y yono tengo ningún problema en que cada uno haga lo que quiera con su centro, como decía una señora muy mayor que conocí hace 15 años, pero no acepto que se me obligue a, dubidú, ser como tu.