Mal dia para buscar

5 de marzo de 2025

José Ramón invade un país y le dan una pensión.

 Vivimos tiempos extraños.

Si invades un país y vas por ahí matando gente, parece que te van a dar un trozo del territorio.

Si pierdes unas elecciones en Cataluña, te dejan organizar lo que sucede y te excusan cuando dices que quieres echar a todos los marroquíes y negros que vienen sin recursos a tu barrio. Claro que si aparece alguien que mete muchos goles, le abres las puertas.

Si vas por ahí atracando a las viejas y oKupando pisos, parece que hacen leyes que te protegen porque has puesto mucha cara de penita.

Si te has tirado cuarenta años defendiendo que matar guardias civiles es un daño colateral, te dan un dinerito público y te ponen el cartel de demócrata.

Pero claro, si te llamas José Ramón y has nacido en Burriana, no vas a ir por ahí invadiendo un país, como la canción. Tampoco has estado matando gente que no piensa como tú ni te has presentado a las elecciones. Tampoco te has metido en casa de tu vecina, que la señora Carmen es encantadora y no se lo merece.

Lo que sí que es verdad es que has procurado ser buena persona, esforzarte, estudiar y trabajar días que estabas enfermo. Has ayudado a subir la compra a la señora Carmen. Es más, hasta has considerado que pagar impuestos y cumplir las normas es una parte básica de la convivencia. Es, casi como un mantra, aceptar las normas y reglas que nos hemos puesto entre todos en el juego de la vida social.

Luego llega un día que descubres que el de la mesa del fondo se ha hecho delegado sindical, no viene al trabajo y además es intocable cuando hay que hacer ajustes en el trabajo. Te vas a tomar un café un domingo y te cuentan que han puesto el piso a nombre de la abuela para no pagar un impuesto que te ha hecho elegir pollo en vez de ternera las últimas semanas. Ves como tres niñatos en patinete y un tipo en bicicleta se saltan los semáforos mientras esperas, y te sacan un dedo si les pitas.Tu compañero vago de clase, cuando te lo encuentras, te habla de las vacaciones extra que se ha marcado porque ha pillado una ayuda a parados de larga duración. Rosana, con sus gafas de marca, se jacta del piso que le han dado porque denunció a su ex por machista cuando se estaban divorciando. No por malvado sino porque se acabó el amor y conoció a un cubano. Manolo ha cobrado un dinero de la empresa porque le despidieron al no ir, conscientemente, durante quince días y haberles denunciado por bulling.

Y José Ramón llega a la conclusión de que es imbécil. No porque no haya que ayudar a la gente que lo necesita sino porque se encuentra demasiados casos excepcionales a su alrededor. Siente, objetivamente hablando, que su esfuerzo, sacrificio y cumplimiento de las normas no vale para nada. Llega a la conclusión que si no paga impuestos, no va a trabajar, no cumple con la hipoteca, no ayuda a la vecina y no respeta los semáforos, no pasa nada. Es más, que si le pillan y pone cara de pena, asociándose a algún tipo de victimismo encontrado, hasta puede tener premio. Así que se plantea el motivo de la vida. Llega a la resolución que si es para vivir de la mejor manera posible, está haciendo el canelo. Sinceramente porque no hay nadie que tenga los huevos de joder a Manolo, Rosana, al del patinete, al vago delegado sindical o al oKupa.

La conclusión es lógica: José Ramón decide convertirse en un hijo de puta.

Si José Ramón fuese Putin invadiriría un país y la culpa no es de José Ramón sino de haberle demostrado que pasarse por el forro del arco del triunfo las normas tiene premio en vez de castigo. Que el castigo, en estos tiempos extraños, es hacer las cosas como se debe.

Ya sé que te crees José Ramón, pero.

24 de febrero de 2025

Sorprenderse es ser feliz.

Cuando se puso de moda Breaking Bad tuve una revelación: es una serie que triunfaba, sobre todo, en gente que no estaba acostumbrada a ver series. Viene a ser como mucho éxitos musicales, que triunfan en una mayoría de personas que no están acostumbradas a escuchar música ( Fito el malo, Leiva). Ese razonamiento lo llevé un poco más allá y llegué a la conclusión siguiente. Grandes artistas son: A) los que hacen algo por primera vez y, aquí está el quid, B) los que hacen lo mismo que otros antes, pero mejor.

Jimmi Hendrix, Led Zepellin o Chuck Berry hicieron algo nuevo. Madonna cogió algo que ya existía y lo profesionalizó. A mitad de camino está Michael Jackson, que unió el soul y el pop de una forma mágica, te guste o no. Los Smiths se atormentaron , pero fueron los de Seattle los que lo convirtieron en drama. Probablemente tampoco soy tan experto, en realidad no soy experto en nada, aunque sé lo que quiero decir. Existe un momento en el que muchas de las cosas dejan de sorprenderte porque tienes la sensación de haberlo visto antes, de haberlo oido, de haberlo saboreado, de haberlo sufrido. Cuando el primer amor termina todo es un drama. La sensación de final, la amarga y desconocida angustia de la soledad. La rabia, el desamor, la incapacidad de estar en todos esos lugares en los que has idealizado que fuiste feliz. Luego llega la segunda ruptura. Y la tercera. Y la treinta y dos. Entonces sabes que todas esas sensaciones ya las conoces y son incapaces de sorprenderte, como canciones que has oido o series que ya has visto, aunque sean con otros actores. Por supuesto que hay variantes y sorpresas magníficas, pero en la mayor parte de los casos no es nuevo. Deja de ser sorprendente. Deja de ser. Te enfría. Si nos viéramos por un plano secuencia infinito pareceríamos seres de hielo.

"Por si te acuerdas de mi te he apuntado en una barra de hielo mi dirección y mis mejores deseos"- dice una de las frases de mis canciones.

Afortunadamente existe una mayoría opuesta. Gente que se estuvo riendo mucho con "8 apellidos vascos" y que fue a ver "8 apellidos catalanes" y "8 apellidos marroquís", creyendo que no eran la misma infame y mediocre película. Después no entienden "un pez llamado Wanda" o no encuentran la gracia a "1941", "zombieland", "el jovencito frankenstein", "aterriza como puedas", "el mundo está loco, loco , loco" o "amanece que no es poco". Son títulos que se me ocurren sin pensar demasiado pero ejemplifican lo que quiero decir. Si no existiera esa gente no tendríamos más que las tres buenas de Star Wars, la primera de Rocky, ningún refrito de series conocidas y no se iba a producir ningún remake. Ayer dieron por la tele "el peor vecino del mundo" cuando la buena es "Ove", pero es sueca. Hay quien se cree muy original por comprarse un Alfa Romeo Junior, pero es un Jeep Avenger, un Opel Corsa, un Peugeot 2008 y un Fiat 600, entre otros. Cuando hay fans de Oasis que afirman que no les gusta The Stone Roses, no me valen como criterio. De todas formas hay una parte dentro de la psique del cerebro que parece necesitar de las sorpresas, aunque sean inventadas. Por eso todos conocemos a alguien que le encanta vivir de la emoción al drama como en una montaña rusa de sensaciones. También es verdad que lo mismo te envían unas fotos de amor infinito el martes y te lloran por la pérdida el viernes, hasta que se meten una raya de entusiasmo con algo que conocieron el sábado a las seis, antes de llegar a casa. Viene a ser como haber sido sometido a electroshock y volver a sentir el gusto de descubrir la comida que te apasiona, una y otra vez. Quizá es tan adictiva la serotonina desparramada por las terminaciones nerviosas que da lo mismo lo que lo genere porque lo que importa es la sensación. Vivo, muchos días, odiando la capacidad que tiene una mayoría de ser aparentemente feliz con globos que se pinchan o juguetes que ya estaban rotos.

Es envidia, lo sé.

Porque tengo más ganas de sorprenderme que de vivir, pero esa serie y ese disco ya lo vi antes. También hay conciertos en los que no me atrevo a entrar porque creo que no voy a ser capaz de entenderlos, pero eso es otra parte del cuento. En el 2025 se espera una película de Superman, otra de Avatar y alguna entrega de Jurassic Park. Ya verás como María del Carmen te intenta convencer de lo mucho que se ha sorprendido con cada una y, después, te presentará a su nuevo amor de esa semana.

21 de febrero de 2025

José Ramón, Manolo y la caída de Atenas.

José Ramón siempre fue un hijo de puta. Desde que pegaba a otros niños en el colegio hasta que robaba en los supermercados e insultaba a sus vecinos. Nunca lo ocultó. Si alguien le preguntaba si esta o aquella fechoría la había hecho lo aceptaba, porque era su naturaleza. No una enfermedad ni una excusa, simplemente era así.

Manolo, por el contrario, era el típico niño que hacía sus deberes y pasaba el balón a los que no metían goles, pero era necesario para que se sintieran partícipes del juego. Más tarde, cuando la adolescencia da paso a las charlas entre amigos que intentan solucionar el mundo, era ese amable interlocutor al que se le llenaba la boca con un mundo mejor y un futuro basado en el equilibrio, la bondad y la moralidad. Manolo demostraba estar lejos de las necesidades mundanas como el dinero y el sexo sin amor. Manolo montaba en bicicleta con alguna de las camisetas reivindicativas que poblaban su colección.

Los años, como algo incontrolable, pasaron.

José Ramón se convirtió en un gestor empresarial. La vida y su carácter, como es lógico, le llevaron a buscar el beneficio para su empresa, aunque eso tuviera como consecuencia los despidos en malas épocas y la negociación contractual que fuera más rentable para sus objetivos. Al fin y al cabo los recursos son algo limitado que hay que intentar optimizar hacia el lado propio. Si para salvaguardar el balance se contratan niños bengalíes, se hace. Se casó y se separó, porque el amor tiene caducidades extrañas. Nunca se preocupó de si sus empleados se follan a gente de su sexo, del contrario o a una cabra. Se la traía al pairo, literalmente, si eran negros, blancos, árabes o adoraban a satanás. La rentabilidad era su único baremo porque, pensaba, el rendimiento es la base para que a todos nos vaya mejor.

Manolo avanzó hasta un puesto público de relevancia. Su manera de expresarse para con el mundo, revolucionaria y buenista, dieron con él en un despacho ministerial. Concilió y se casó, creando una familia feliz. Compró un chalet con jardín y zona de juegos. Un coche de siete plazas cuando no usaba el oficial. También hay que reconocer que en algún momento,  fruto del estrés y de la propia naturaleza humana, se sintió atraído por alguna de sus jóvenes ayudantes, anonadadas por la admiración del líder. Nada que, a su parecer, no fuera lógico dada su excelsa superioridad moral para con sus enemigos. Con el tiempo los adversarios pasan a ser enemigos porque de esa forma se les deshumaniza. El acceso a recursos públicos, infinito porque todos los José Ramones pagan sus tributos, daba para pintar bancos de morado, llevar dinero a asociaciones interculturales de amiguetes hippys en países subtropicales y denunciar a todo aquel que no piense como él, acusándolo de algo tan grave como querer matar al planeta o a cualquier grupo minoritario víctima. Siempre hay una víctima para la próxima excusa.

Era de esperar que ambas concepciones del mundo chocaran en algún instante.

Cuando le hicieron una entrevista a José Ramón en la radio hizo lo que se esperaba de él: reconocer su propia maldad y pragmatismo abolutista sin ningún alarde al respecto. Manolo y su grupo de asesores decidieron investigarlo y, por supuesto, ponerle como ejemplo del descenso a los infiernos del mundo moderno. Sin haber incumplido ninguna ley le denunciaron por tener pocos hindúes y ningún evangelista en nómina. Le atacaron porque en los equipos de carga de sacos en camiones no había una sola mujer, sin decir que en los departamentos de diseño el 90% eran féminas. Pusieron un cartel en la calle con declaraciones de su ex, que le acusaba de ser un mal padre y que le llevaron a participar en tertulias televisivas donde ponía cara de tremenda pena porque José Ramón había reconocido haberla insultado. Cuando le preguntaron dijo que claro que lo había hecho porque ella le pidió el divorcio a la vez que le confesaba de llevar dos años follándose al jardinero, que era mucho más viril que él. Y eso, decía José Ramón, me enfadó. Se convirtió, sin quererlo, en todo lo malo. Malvendió la empresa y se marchó del país. Creó otra empresa en Nigeria y la volvió a hacer rentable.

Pero se guardó un as en la manga. Consiguió, a golpe de realidad que no de discurso, demostrar que Manolo contaminaba, se tiraba a sus becarias, acumulaba patrimonio, degradaba a sus subordinados, malgastaba dinero público, consumía drogas ilegales y rompía, sistemáticamente, todas las premisas morales que llevaba defendiendo, con furiosa cólera, demasiados años. Así que Manolo, acorralado, hizo un dignísimo comunicado en el que renunciaba a seguir liderando el país por presiones del malísimo enemigo. Eso sí, con una buena pensión pública porque Manolo nunca había aprendido a ser rentable.

El resultado fue, precisamente, el que se espera de una guerra: pierden todas las partes y, sobre todo, los civiles.

Así que llegaron los chinos, los americanos del norte, tres rusos y mano de obra india para quedarse con todo. Europa se volvió musulmana y la regla básica de la democracia consiguió que la mayoría hiciera suyo el destino común. En el año 3000 hablan de la Europa de los años 80 y 90 como si fuera Atenas, antes que lo arrasaran los Persas. O Roma, veinte minutos antes de la moda de las orgías, cuando Ramonum conquistaba territorios y Manolum se tumbaba a filosofar comiendo uvas.

14 de febrero de 2025

El amor es hábito.

Me dijo que necesitaba alguien más afín.

Con los años y la capacidad innata para observar el mundo de una manera en la que hace tiempo que dejé de ser partícipe he descubierto que hay muchas formas de amar. El amor, actividad necesaria como respirar o comer, es tan variable como los gustos. Eso no es malo ni es un guión de una película. Es lo que es. El amor es aquello que existía antes del momento en el que sentimos un vacío. Es ese instante en el que queremos contar algo que nos ha pasado a alguien en particular, como si aquello que nos pasara fuera solamente verdad cuando es compartido. Es quedarse tranquilo sabiendo que alguien vigila por ti y sentir la ilusión de saber que la vas a ver sonreir cuando aparezcas con cualquier sorpresa, paisaje o calentar el café desde que suena el timbre hasta que llega a la puerta. Supongo que son las pequeñas cosas mucho más que los titulares de las películas románticas. Ni siquiera es una cuestión de pareja sino una cuestión de personas y, sobre todo, es verdad cuando es costumbre.

La costumbre es hábito y un hábito es "Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas." Dicho así puede parecer frío o puede perder la emoción cinematográfica de corretear por la playa, hacer el amor a la luz de la luna, besarse en medio de una avenida llena de ejecutivos que llegan tarde, encontrarse en un aeropuerto, aporrear las paredes con el beneplácito de los cuerpos o salpimentar la cocina sobre la encimera. Sin embargo cuando algo es un hábito, una costumbre, es algo imprescindible e irracional. Es algo que, como el tiempo atmosférico, unos días es bueno, otros es malo, otros es frío y otros reconfortante pero siempre está ahí y nos acompaña sin siquiera plantearnos que alguna vez no esté. Porque si mañana no está todo se convierte en un escenario blanco quirúrgico de desconcierto y vacío.

Amo a mi madre y aunque hay muchos días en los que no hablamos de nada, a las 21:30 nos llamamos. Es un hábito y es amor. Cuando no haya llamadas la tensión sobre los párpados será directamente proporcional al vacío. Por esa misma razón soy consciente de cuánto quise porque tengo la capacidad de sentirme vagando por la nada en los espacios que estaban poblados por aquella persona.

Pero, obviamente, esa es mi parte de la historia y solamente es la mitad del cuento.

No dudo que haya alguien más afín, más sorprendente, más viril, más rico, más disponible, más viajero, más sano, más listo y, sobre todo, más fácil. A veces la vida nos va pidiendo determinadas cosas y la facilidad es una de ellas. Las personas fáciles y predecibles, aunque menos emocionantes, son exitosas de alguna manera porque nos mantienen relajados ya que no dan para mucho más. En alguna ocasión me he dado de cabezazos contra la pared por vivir preguntándome el por qué de todas las cosas sin dedicarme exclusivamente a disfrutar de que sucedan. Muchas más veces, consciente de mis cien millones de limitaciones, me he quedado al margen convencido de, como un impostor, que no iba a ser capaz de hacer más feliz a quien estuviera cerca. Por eso, demasiadas veces, me escondo a mi cueva confinado para no contaminar a quien quiero de alguna infección que, como un hipocondriaco sentimental, estoy convencido de tener. También es una manera infame de amar y una representación de respeto extraño, aunque doloroso y, por supuesto, poco afín. Supongo que si te cuento mis miedos y lo pequeño que me siento ante la inmensidad de la vida, ya no me vas a ver igual. Y siempre quise sentir que estabas orgullosa de mi.

Que me convertí en tu costumbre.

El amor es costumbre, hábito. Hay muchas formas de amor aunque más de una vez te das cuenta tarde y por el vacío que se queda. Es la certificación exacta que ese hueco no lo va a llenar nadie, nunca. Porque cogió la forma, aunque esa forma no fuera afín. Puedes tener un coche nuevo más grande, más cómodo, más rápido y que te diga cosas mientras te lleva a los sitios, pero amaste a ese ruidoso vehículo de segunda mano que te dejó tirado en una carretera comarcal de Soria. Yo tengo etiqueta contaminante.

25 de enero de 2025

Siempre ahí.

Es curioso cómo nos pasamos los días con preocupaciones menores. Que si uno no utiliza los pronombres adecuados o si un cliente no está suficientemente satisfecho. Un rayón del coche o unos calcetines que no te gustan. Una visita a los suegros o simplemente que tu hijo o tú mismo has llegado beodo a casa. A veces simplemente no ser capaz de decir a alguien que la echamos de menos o entrar en cólera porque te quedas sin internet o sin batería.

Y entonces, un día, suena el teléfono y casi todo cambia.

Cuando todo cambia es la vida, llamando. Un accidente, una enfermedad, un acontecido de los que marcan un punto. Nada que no le haya pasado a nuestros abuelos o les pasará a nuestros hijos. Nada nuevo y nada que no esté en la ecuación. Simplemente es algo que está ahí, acechando, que pasa un día.

A partir de ahí todo cambia. No se puede reaccionar con rabia ni ignorarlo, como quien ignora un grano hasta que desaparece. Solamente se puede aceptar, como un dolor crónico, como envejecer o como la entropía cuando no se ejerce una energía para compensarla.

Hay demasiadas cosas sobre las que no se habla y, sin embargo, nos marcan. No se habla de los suicidios, de las personas que faltan, de las enfermedades, de la vejez o de los miedos. No se habla de los sentimientos ni de la preparación necesaria ante las cosas que seguro que nos van a pasar, si es que la vida sigue su camino. Si nuestros mayores enferman o se les va la cabeza, si no nos sentimos capaces de llegar a donde creímos que nos merecíamos. Si nos sentimos solos. Si nos levantamos por las mañanas con un kilogramo de angustia que nos aprieta la parte superior de la mandíbula.

Por alguna razón todas esas cosas se han quedado en la parte más privada de nuestra intimidad y alguien nos quiso convencerque debíamos avergonzarnos de ello. Que podemos poner una foto de un postre que nos comimos el martes pero que está mal sentir que se nos engangrena un brazo cuando alguien de tu vida pasa la noche en un hospital del que hay un porcentaje de posibilidad que no salga, o que no salga igual.

Simplemente es uno de esos momentos en los que suena el teléfono y te das cuenta que a la vida, la de verdad, no la habías tenido en cuenta.

Y siempre está ahí.



24 de enero de 2025

Movimiento ideológico pendular.

-Yo quiero un mundo sin guerras donde los pueblos vivan en paz, se cuide el planeta, la energía sea barata, la cultura gratuita y yo perciba un salario justo y digno para vivir conciliando mi vida personal y el desarrollo profesional, jubilarme pronto, viajar por todo el mundo para conocer culturas y disfrutar de los servicios públicos y la pensión hasta morir viejo en una casa mirando al mar.

-Y dos huevos duros- respondería Groucho.

Una de las cosas que tenían a su favor los hippys es que estaban drogados y eso siempre da dos cosas: hambre y ganas de querer a todo el mundo, como Pitita Ridruejo.

Es curioso que después de los hippys vinieron los punks, que odiaban a todo el mundo y sobre todo al sistema. Más tarde el grunge, que se castigaban a si mismo por certificar que jamás llegaría a ser un ente feliz. Hubo un momento en el que Rage Against the Machine nos quiso convencer que éramos capaces de todo pero el sistema malvado no nos lo permite y últimamente vivimos en intento de no mirar a ningún lado salvo si es políticamente correcto y no nos denuncia nadie así que, casi como Madonna, lo mismo cantan al desamor que se meten con alguien que no se la va a devolver.

Existe una colección de eventos ridículos que se han llevado por delante los deseos infantiles de una generación que ya tiene edad de mandar y que se ha estrellado de bruces contra el mundo real sin llegar, aún, a la conclusión de que nada es gratis en la vida ( como cantaba el Cuarteto de Nos) y que no se puede todo.

Y entonces resulta que la generación que viene por detrás asiste absorta a cómo una banda de llorones victimistas incompetentes han sido incapaces de solucionar ni uno de sus conflictos. Y, lo que es peor, han desarrollado la capacidad casi infinita de buscar culpables incluso cuando son ellos. Le maté porque la sociedad es patriarcal. Suspendí el examen por la miseria docente, culpa de los recortes de los ricos. Son los que se agarran una borrachera épica, se hacen daño al saltar un bolardo y denuncian al médico de urgencias porque les escoció cuando les limpiaba la herida a las cuatro de la mañana con una actitud que puntúan de una sola estrella. Son los que van en una aerolínea low cost a protestar contra los trabajos basura mientras también se quejan fuerte en las redes por la explotación del Congo desde sus iPhone cargados de coltán. Son los que llegaron al gobierno luchando contra el gobierno y se han retirado con 40 años escasos y 120mil al año, mientras te dicen que has de luchar contra los ricos y que digas niñes.

Es perfectamente lógico que las personas que ahora tienen 20 y que, por ley de vida, tienden a luchar contra el sistema, luchen contra eso que es lo que, como un cura metomentodo de los años 50, te decía cómo has de trabajar, pagar, amar y vivir. Hace cuatro años nos intentaban decir a qué hora teníamos que poner las lavadoras e incluso que si eres un hombre que se siente atraído por una mujer atractiva, eres un violador en potencia gordófobo porque no te gusta la gorda.

Así que a las personas que ahora tienen 20 se les ponen las orejas tiesas cuando les hablan de géneros o de resiliencia o de patriarcados o de revoluciones porque han vivido todo este tiempo con el ametrallamiento moral que, quince años después, no ha logrado todas esas cosas que iban a conseguir en veinte minutos de poder. El poder, como casi siempre, ha beneficiado a los poderosos. Y mientras Enrique Múgica ha muerto en su casa con su coche de siempre en la puerta, nuestros salvadores van en coche oficial con guardaespaldas a los chalet que no iban a comprar con las cuentas que no iban a tener y los salarios que no iban a cobrar. El problema no es que alguien se compre un chalet o gane una cantidad indecente de dinero por tocar los cojones a los demás y no conseguir nada, sino que juraron que no lo iban a hacer bajo ningún concepto, de la misma forma de Biden no iba a indultar a su hijo.

Hace bastantes años existían padres que juraban que no tenían ningún problema con que alguien fuera homosexual, hasta que les salía un hijo gay. Ahora asistimos a políticos que se han rasgado las vestiduras diciendo que ninguna mujer hace una denuncia falsa hasta que una les denuncia por una mala noche de casi sexo que no la dejó buen recuerdo. Así que en el juicio tiene que admitir que cuando la verdad le ha abofeteado en la cara , todo lo que defendió con furiosa cólera no era tan verdad. A nadie le gusta la violencia o la policía, pero el día que te roban la necesitas. Suecia fue un ejemplo de aceptación de la inmigraciíon y, mira tú, ahora paga porque algunos inmigrantes se vayan de allí. No hay problema con reducir las pruebas para ser bombera, pero si se quema tu casa prefieres que te lleve en volandas alguien que pueda con tu peso, independientemente que sea lesbiana, negro o de Alpedrete. Mientras Europa estaba regulando cosas y mirándose el ombligo creyéndose el faro del mundo, los chinos y los indios se han dedicado a trabajar. Las miles de absurdas decisiones que se han tomado para defender que pase por histórica una Ana Bolena negra o una Blancanieves inclusiva han sido el origen de la muerte del movimiento woke y no la confabulación ultraderechista de un grupo de millonarios blancos homófobos, que son el grupo de culpables que han encontrado cuando la culpa es solamente suya.

Lo triste es que ni siquiera va a ser un fin de ciclo digno. Al fin y al cabo quieren convocar manifestación porque alguien ha dicho que biológicamente existen dos sexos. Ya sabemos que la teoría evolutiva, como todo lo que no me gusta, es fascista.

Hay un grupo de fascistas en el infierno esperando, con palomitas, a ver qué sucede cuando lleguen los fascistas de verdad. Eso si no se pone de moda que los de ultraizquierda se pongan imaginativos y maten judíos solamente por serlo mientras juran que fascismo es lo otro. Nuestro presidente se quiere erigir como faro de la verdad en contra de los que manipulan la opinión pública, indultan a delincuentes, pactan con asesinos, critican a los medios que no les dan la razón y ponen a colegas en empresas mientras gastan dinero público para comprar votos (nótese las similitudes).

Desafortunadamente somos un mundo de péndulos y si en los años 40 estábamos en un lado y nos fuimos al otro, ahora nos va a tocar el contrario. Me resulta desalentador, aburrido y cansino.

Y conocido porque si nos vamos al otro lado del péndulo pasará exactamente lo mismo, pero con los otros.

16 de enero de 2025

Las Cristomonedas, la realidad y la militancia.

 -En realidad- dice ufanamente- he dedicado mucho de mi tiempo a estudiar. Mientras otros se dedican a irse de fiesta yo- e hincha el pecho orgulloso- he leído e investigado cómo funciona todo eso que va a venir sí o sí. Creo que puedo decir que ya soy un experto en- y hace una pausa dramática- Cristomonedas.

-Eso está bien- digo yo. Y pienso: nunca está de más tener a Dios de nuestro lado.

Una de las teorías más entretenidas de los últimos años tiene que ver con la explicación de que lo que consideramos como real no es más que una simulación, que vivimos en un matrix. De ahí es facil llegar al trastorno de despersonalización, en el que uno se ve a si mismo desde fuera como si fuera el protagonista del Show de Truman viéndose en la tele. De pequeño pensaba, en más de una ocasión, si acaso me estaban viendo por alguna cámara cuando hacía cosas que son innatas a la ridiculez de la adolescencia. Luego descubrí que se llamaba pudor. 

También existe, de la misma forma que la Kabbalah viene a defender que existen tantas realidades como personas, el solipsismo que establece que lo único que existe es el yo y que la realidad no se puede saber porque, casi como en el principio de indeterminacion de Heissenberg, al filtrarla o alterarla con nuestro conocimiento, la cambiamos.

Lo cierto es que el ser humano se ha preguntado desde hace siglos cual es la realidad real en contraposición con la realidad percibida. Un esquizofrénico, si lo pensamos, no es más que alguien con una percepción extrema de su realidad. Conozco a quien está convencida de haber encontrado a la virgen y hablado con ella, pero vive en un psiquiátrico. Si lo pienso bien, en realidad, no está loca. Estuvo loca ayer, pero fue por amor. (Como la canción). Hay realidades que asumimos como ciertas porque hemos de creer en algo pero tampoco tenemos tantas pruebas. Las creencias, en su validación más mental, calman muchos de nuestros miedos. Si no creyésemos en la bondad, en la seguridad que nos da el estado, en el paraguas que son nuestros padres o nuestros jefes, en las infinitas posibilidades de la ciencia o en la existencia de un Dios que nos protege, caeríamos en barrena por el desconcierto del azar ( en el que vivimos) que nos podría atormentar dentro de veinte segundos de mala suerte.

Supongo que no hay grandes diferencias entre una reunión de adoradores de Satán, convencidos que el demonio existe y vive entre nosotros, que una reunión de comunistas o una reunión de masones o un simposium de libertarios. Todos están convencidos de una visión de la realidad acorde con sus creencias de la misma forma que aquellos que se convencen del hecho que los extraterrestres vinieron a la tierra porque las pirámides de Egipto y las de los Mayas son parecidas.

Un supernumerario, un gran padre masón, un gurú, un alcalde, un ministro, un Papa o un presidente se diferencian entre si por la cantidad de seguidores que tengan en su propia concepción de la realidad. Algo parecido a lo que es Taylor Swift para algunos. Necesitan creer que todo lo que dicen es la verdad y aplacar al máximo el sentido crítico. Atontarse, porque eso calma.

Y luego decir que leen, que estudian y que son expertos en Cristomonedas.

Cuando no te atontas te conviertes en un esquizofrénico y te meten en un psiquiátrico o te queman en la hoguera.


6 de enero de 2025

Cómo los reyes se conviertieron en los padres ( en algunos sitios) ( Cuento)

 -!Alto!. ¿ Quien anda ahí?

Una de las cosas que tiene ir acumulando años y haber fumado el dia anterior es que la garganta rasca por la noche y la probabilidad de tener que levantarse a beber agua es bastante mayor. Juana (de nombre, pero le gusta que la llamen Jona) se encontró a tres caballeros en su salón. Ellos, al verse sorprendidos, lo único que hicieron fue decir la verdad.

-Shhh- le dicen poniendo un dedo delante de la boca y hablando en tono bajo- Somos los reyes magos. Traemos unos regalos para tus hijos.

Jona les mira como perdonándoles la vida, como si fueran los sirvientes aplicados a los que se les ha olvidado algo y han de ser aleccionados con la sabiduría de su dueña.

Ella suelta un soplido largo. -Tres hombres tenían que ser... Bueno, vemos a ver. ¿Y qué traeis?

Baltasar le pide a Melchor que acceda al registro de regalos y tras unos segundos, dice: -A tu hijo menor le traemos un balón de futbol, que es lo que nos pidió.

-¿Y la camiseta de Messi?

-Pues no, eso no. Con el balón nos pareció sufciente.Ademas no sabíamos si era la del Barcelona o la del Miami. Asi que lo dejamos en eso.

-Poco me parece. En fin , ¿ Qué más?

-A tu hija la mediana, ¿Aire se llama?

-Si.

-Muy bonito. Pues a Aire le traemos unas pulseras de la amistad de Taylor Swift que nos pidió junto con un estuche de maquillaje.

-¿Maquillaje?

-Bueno, es lo que pidió.

-No me parece bien porque eso es sexista

-Pues no sé, es lo que ponía. Será que quiere maquillarse. 

-Eso os lo llevais porque lo único que quereis, como hombres claro, es perpetuar que las mujeres desde niñas, se preocupen de gustar al hombre patriarcal.

Baltasar pone cara de resignación y le da la caja a Gaspar para que la guarde.

-¿Y al mayor?. ¿Qué le traeis al mayor?

Los reyes buscan y sacan una caja. -A tu hijo Kante le hemos traído carbón.

-¿Carbón?

.Pues sí. Nos sale que ha sido un poco malo. Que ha empezado a fumar porros y que te ha respondido bastante mal durante el año. Nos pidió una moto y una playstation de las caras pero no se ha portado bien y por eso debería de tener carbón.

-!Eso es una injusticia!. !Es un niño!

-Pero es malo y no puedes premiar a un niño malo porque seguirá siendo malo.

-Al contrario. Tiene que saber que aunque se porte mal se le quiere igual.

-Bueno, si a sus hermanos, que se han portado bien, les traemos un balon y unas pulseras, no le podemos dar una moto.

-¿Y no teneis la moto?

-No



-Definitivamente os voy a tener que denunciar. No me dejais más remedio. Sois tres hombres que no cumplen la igualdad de género imponiendo vuestro criterio machista, fascista y meritocrático a unos pobres niños que sufren a diario los desmanes de un sistema impuesto y opresor que les castiga con una vida complicada.

Gaspar la interrumpe mirando alrededor: -Jona, disculpame, estamos en un chalet de tres plantas de una zona noble de las afueras de la capital. La nevera la tienes llena y si no me equivoco en esta casa entra un buen dinero debido a tu puesto de asesora de la ministra en el gobierno.

-Pero es que yo trabajo mucho. Ya vino aqui el machirulo a juzgarme.

-No, al contrario. Pero hemos traido los regalos con toda la bondad posible, incluso no haciendo feos al platito de tofu vegano que has dejado junto a la chimenea, y nos estás tratando de una manera algo brusca.

-Ah, claro. Se me meten tres hombres en casa que probablemente vienen a violarme a mi o, lo que es peor, a mi hija menor de edad, y tengo que decir que si a todo como si fuera una persona de segunda. No, no. Esto no va a quedar aqui.

En ese momento Melchor decide tomar una decisión. Recoge el balón, las pulseras y el carbón. Les pide a sus compañeros que salgan y se despide. "Los regalos, de aquí en adelante, los compras tú"

Así que los años siguientes , en esa casa, los reyes fueron los padres. Y les contaban a los niños como la monarquía es injusta, fascista, meritocrática, sexista y castiga a la gente de bien, que son ellos.


3 de enero de 2025

El mundo Yocéntrico.

Existe un tipo de juego que siempre me resulta esclarecedor. Las reglas son las siguientes: imagina un mundo donde solamente existen aquellas cosas que a ti personalmente te interesan. El resto no. Así que tienes que decir cosas que NO existen en tu mundo. En mi caso, y así me pongo como ejemplo, no existe la coliflor. Tampoco la cocaína. Sin embargo existen muchos tipos de queso y todas las series que empiezan, acaban. Una de las ventajas que tienen creer que el mundo solo y exclusivamente se mueve alrededor de tus gustos e intereses es que puedes centrarte y hacer exigencias, haciendo extensivo tu bien al bien común, en lo que te agrada. Lo demás, como no existe, resulta irrelevante.

En el mundo Yocéntrico lo bueno viene determinado por mi.

Hace unos meses saltaba la noticia en el que un partido alemán, joven y de izquierdas, exigía que se regulara el precio de los kebab por ley. Kebabflación, lo llamaban. Probablemente, y esto es una idea mía, un grupo de sesudos aspirantes a políticos se sentaron en una mesa a pensar en las cosas buenas para sus votantes y se dieron cuenta que a todos les gustaba el kebab. Al pedir unos cuantos se sorprendieron de lo caro que estaba y se pusieron manos a la obra con la propuesta de ley. "¿Ponemos un tope a las gambas al ajillo?"- preguntó uno, pero no prosperó aquello porque las gambas no les gustan ( a ellos).

En España, que para esas cosas no somos tan diferentes de los alemanes, se juntaron un montón de catalanes y se dieron cuenta que debían una pasta en créditos. Así que se juntaron para proponer que les condonasen la deuda. No a los gallegos o a los extremeños, sino a ellos. De la misma forma, y porque en su mundo existen las plataformas de streamin, hay que bajar esos precios. En mi comunidad de vecinos, como la gente ve la tele por internet, cuando Maria del Carmen no puede ver el parte de la uno con su televisión de antena, se quejan por los gastos de antenista en las reuniones de comunidad. En realidad vivimos en un mundo de dramáticas reivindicaciones de las cosas que existen en el mundo de los que reivindican. 

Así que nos encontramos en un momento histórico en el que, como burros a los que se les tapa los ojos para que no se vayan a los lados, se tapa la imagen global para poder reducir la verdad a mi verdad, a las cosas que existen para mi.

Dicen que la juventud contemporánea ha empezado a considerar el lujo con los aperitivos caros. ¿Por qué?. Es sencillo. Como no se pueden comprar un piso o un coche, e incluso la ropa buena se les va de prespuesto, pueden gastarse 8€ en una bolsa de patatas fritas snack de lujo y ponerlo en sus redes para intentar diferenciarse de los pobres de sus colegas, que las comen del mercadona. No nos extrañe que se solicite, desde algún grupo político que intenta acercarse a los jóvenes, la rebaja de esos productos por ley pero no digan nada del rodaballo, porque eso hay que cocinarlo y para cocinarlo hay que tener cocina, tener cocina es de los que tienen casa y los que tienen casa son ricos. Y a los ricos, ni agua.

Por eso mismo se pide rebaja de los alquileres de las zonas cool de las ciudades, se dan bonos para ir a conciertos de regetton, se apuesta por el bono metro, se pide trabajar menos y que se suban los salarios más bajos. El problema es que no se apuesta por algo tan sencillo como mejorar las situaciones sino regodearse en ese mundo Yocéntrico del que, de esa manera, será imposible salir. Aparte de eso, cualquiera que desee ser, haciendo uso de su libertad, diferente, se va a encontrar solo. Si alguien quiere emprender, comer verdura o ir a conciertos de la filarmónica, tiene que joderse. Su pecado es no ser del mundo que sale en el juego que hemos planteado antes. Es como si se hace cultivador de coliflores en mi mundo en el que no existen.

Ojo, que los jubilados gritan lo mucho que merecen su pensión más alta y los viajes del Imserso más baratos, aunque los hoteles se arruinen y no haya para los médicos de sus hijos ni para más puntos violetas. No es un problema generacional porque hay cánceres que se contagian más rápido de una pandemia.



Además simplificar el mundo lo hace más manejable. Si eres del PP en los 90, lo malo es ETA. En el PP actual, el sanchismo. Si eres de Podemos, todo lo malo es machismo. Si eres del PSOE actual, la fachosfera es la única culpable de tu infelicidad. Si eres de Yoli, los malditos capitalistas. Si eres nacionalista vasco o catalán, te salen granos por culpa de España. Si eres de Vox, los malditos inmigrantes delincuentes. En realidad TODOS juegan al mismo juego y procuran convencerte que están del lado de tu Yocentrismo, proponiendo soluciones que son únicamente válidas en ese mundo en el que las cosas que existen son las que les interesa. Y lo demás, pues no. Ese es el principal motivo por el que unos se sienten indignados por el ataque a su libertad pero se ríen de la libertad de los que no existen para ellos. Que para algunos un creyente sea igual de importante que una piedra es lo mismo que para otros sea irrelevante que la próxima serie de Netflix tenga doblaje al andaluz. Para unos que un 0,0002% de los mujeres de este pais sean asesinadas (45 de 24 millones) es una vergüenza ( y lo es) pero también han de saber que se ocupan el 0,06% de las casas ( 1 de cada 1556) y no es un invento que gane en lo porcentual. Quizá, solo quizá, es necesario conocer los dos datos.

Sin embargo, es mucho más divertido vivir en un mundo Yocéntrico.

Por eso quienes se supone que deben de solucionarnos nuestros problemas solamente actúan con el tipo de mundo en que creen vivir y, como no salen a la calle ni te preguntan por tus cosillas, hacen lo que creen que es. Y hace tiempo que no es. Juegan a ese juego que a mi me resulta esclarecedor y que, como en un libro de Stephen King, deja muertos por el camino.

Estoy hasta las narices de vuestros castrados mundos de egoismos personales y esos campeonatos de opiniones sincronizadas que no puede ganar nadie. Pero sobre todo, muy a mi pesar, me duele sobremanera que se me ha olvidado pensar en qué es lo que me importa a mi. Cuando veo coliflores en la frutería pienso que, como no me gustan a mi, tocarán a más y quizá bajen los precios.