Hace unos días leí que hay quien paga 1000€ por una buena entrada para ver a Lady Gaga. Hoy me he encontrado la sorpresa que se puede solicitar una foto con Jennifer Lopez por 1210€ ( entrada y gastos de gestión aparte). Hoy he leído que el 60% de la gente que va al festival de Coachella pide créditos para asistir.

Conozco a quien se queja por la caradura inmensa de los gestores de los conciertos porque ponen las entradas a precios desmesurados. Acusan al sistema de aprovecharse de los buenos fans. Viene a ser como los que se quejan porque el último iphone es carísimo y hacen un discurso en el que aquello es un derecho fundamental irrenunciable como comer, refugiarse de la lluvia o respirar. Sintiéndolo mucho se puede vivir sin ver en directo a cualquiera de estas muchachas e incluso los Rolling Stones. Llamar, chatear e incluso ligar con un móvil de menos de 200€ y vivir como los autónomos de verdad: sin vacaciones y de lo que uno mismo es capaz de generar.
De todas formas es francamente curioso visitar las tiendas oficiales de algunos equipos de balompié donde ajustados trabajadores pagan 100€ por una camiseta con el nombre del crack de turno para su hijo pequeño o para ellos mismos. No he visto jamás a un multimillonario con una elástica de Cristiano Ronaldo pero sí que las he visto en las imágenes de las 3000 viviendas que aparecen en "Alerta Policía". Quiero suponer que también tienen, en el salón y junto a la foto de la comunión de la niña, su foto con Jennifer.
Hay quien dice que los lujos dependen, mayormente, de las posibilidades. Comer en el chino de la esquina, que te puede parecer una cutrez indigna de alguien magnífico como tú, es un lujo para Maria del Carmen, que cena chopped los martes. Sin embargo vivimos en un momento en el que Maria del Carmen, con tres hipotecas y un paro inestable discontínuo, se va de vacaciones a un resort de Punta Cana. Después sale a la calle detrás de una pancarta gritando contra la infame opresión de los fondos de inversión sin que se le noten demasiado las marcas del bikini. Publica fotos con su iphone hechas en el Maseratti alquilado o en la terraza del hotel. Algunos hasta se hacen con una gorra de esas que solamente son visera y alquilan un barquito mientras se les pone cara de capitán Haddock.

Lo más curioso es que, si les demuestras que son un fraude en realidad, niegan la mayor. Todo se basa en la enorme capacidad que tiene la mente de creerse lo que le interesa. Es un sesgo de confirmación de la enorme valía personal que, por supuestísimo, uno ha de tener sobre si mismo. Curiosamente las interacciones sociales funcionan de la siguiente manera: si a Maria del Carmen le dices lo estupenda que está en las fotos, lo bonito que es "su" Maseratti y lo hijos de puta opresores que son los caseros que se quedaron sin ir de vacaciones para poder tener unos ingresos por el alquiler de un apartamento, te adora. Si, por el contrario, le comentas de soslayo que con el alquiler del barco puede pagar medio mes de piso, te llama fachón y te deja de hablar.
Nuestra moderna y victimista sociedad actual parece, en demasiadas ocasiones, premiar a los caraduras. Ahora voy a noticias absolutamente ciertas: el
sindicato de inquilinos ha hecho una propuesta para que se les cedan viviendas GRATIS como la única manera de abaratar el precio de los alquileres. Con dos cojones. Pablo Iglesias, un hombre con la pensión resuelta que vive con su muy bien pagada (de dinero público) mujer,
ha solicitado perras para agrandar su bar. Y lo más acojonante es que lleva recaudados más de 30mil euros. Me he planteado seriamente hacer un crowdfunding contra el fascismo para que, entre unos cuantos, me paguen un viaje alrededor del mundo. Acepto Bizum.
Hay quien puede pensar que son cosas de estos tiempos y, sin embargo, casi todas las religiones nos han pedido ayuda, económica o habitacional, prometiendo un mundo mejor que, al final, terminó poniendo calefacción en las casas del señor. Y allí iban, piadosas y serviles, las Amparos de turno a rezar y dejarse la piel y la pensión por Dios. No es tan diferente a un ludópata que lo pierde todo por una salvación económica y la dopamina que dan los pequeños premios en forma de reposo espiritual. Estoy convencido que más de un putero no busca, ciertamente, sexo sino la sensación de sentirse importante y el centro de atención todo el tiempo que le llegue el dinero. Visto así, Maria del Carmen no es muy diferente a un putero profesional, a un yonki de pago.
Vamos a una sociedad del alquiler, la subscripción temporal, el renting y cualquier fórmula en la que podamos disfrutar de la sensación de haber logrado algo que no es nuestro. Al final del periodo de pago volvemos a no tener nada.
Quizá el problema es que siempre hay un imbécil que paga. Ultimamente hasta se acaba la oferta para tanto estúpido.
Lo peor de todo es que parece no valernos con aceptar a lo que hemos llegado y siempre es más verde el césped que creemos que tiene el vecino.
¿Cuando empezó a joderse el Perú?
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