Mal dia para buscar

21 de junio de 2023

I had a dream no identitario.

No es mio, pero lo comparto. Reflexiona sobre el motivo por el qué parece que hay una nueva corriente de pequeños fascistoides irracionales que asoman la cabeza en nuestra infantil sociedad de impulsos.


Dice así:

Nací a principios de los 80.

Las tesis que se manejaban en los temas de machismo, racismo y todos esos temas allá por los años 80 y 90 eran las de la "ceguera identitaria". Es decir, bebiendo directa o indirectamente de Martin Luther King existía una pretensión generalizada en intentar fijarnos en el carácter de las personas y no en cosas arbitrarias como su sexo, su raza o su orientación sexual. Esa era la dirección en la que culturalmente intentábamos caminar consiguiendo grandes consensos sociales que rechazaban comportamientos racistas, homofobos o machistas. En nuestra época no era popular, ni "trendy", ni guay hacer comentarios racistas o hacer comentarios homofobos. Todo lo contrario. Eso no significaba que no existiese el racismo , la homofobia o el machismo sino que en términos generales era socialmente rechazado y se abrazaban las tesis de que a un individuo no era ni su raza, ni su orientación sexual ni aquello que le colgaba entre las piernas lo que le definía y , por tanto, la idea era que todos intentásemos trabajar en esa dirección.

No era perfecto, maravilloso o infalible, pero íbamos avanzando.

Sin embargo grupos de activistas con peso determinante en las principales universidades americanas empezaron a plantear tesis opuestas a la de la "ceguera identitaria". Estos activistas, repartidos entre alumno y profesorado, reivindicaban las identidades a través de una dialéctica de oprimidos y opresores remarcando continuamente las identidades de los sujetos dentro de toda conversación y reivindicando una suerte de reparación histórica.

Por lo tanto la idea ya no era: vamos a intentar olvidarnos de la raza, la orientación o el género y vamos a tratar de tratarnos como seres independientemente de nuestros atributos. Aquí lo que se hacía era reivindicar esos atributos que iban a redefinir nuestra situación nuestra situación material actual y por tanto iba a ser la óptica por la que analizar nuestras dinámicas sociales. En este nuevo mundo las personas blancas , pese a sus ideas, iban a ser blancas por encima de todo. Podían ser racistas pese a estar en contra del racismo y tenían inconscientes privilegios de raza que les daban ventaja sobre el resto de realidades racializadas. La "blanquitud", entonces, se convirtió en un problema.

Esta dinámica se repitió con todo. Los hombres tenían privilegios, porque si y aunque la ley no lo estableciera, frente a las mujeres. Los heterosexuales imponían una "heteronormalidad" tóxica y cada semana aparecían nuevas minorías que buscaban su cuota de casito en las olimpiadas de la opresión. Todos estos discursos concurrían en lo mismo: El enemigo a batir de esta corriente identitaria era aquel que dominaba la intersección de la pirámide de privilegios y eso no es más que el terrible hombre, blanco, heterosexual. Autor material de todos los males en la tierra. En esa dirección se empieza a trabajar.

Esta guerra de identidades, aparte de loca, puede traer un perverso efecto rebote. Si juegas a juzgar a la gente por su color de piel, su identidad sexual o su género en lugar de acabar de acabar con el racismo, la homofobia o la misoginia lo que estás haciendo es empujando a muchos de los que señalas hacia el racismo, la homofobia o la misoginia.

Porque si reivindicas y juegas a la guerra de identidades, señalando y denigrando a la gente por éstas, lo lógico que el muchos acaben refugiándose. Castigar a alguien por nacer blanco o varón no es tan diferente de haberlo hecho, muchos años atrás, con alguien por ser negro o mujer.

Era algo palmario que meternos en esta macedonia identitaria de forma agresiva y azuzada por activistas desnortados que no habían dado un palo al agua en su vida era una mala idea. Demonizar por defecto al "hombre blanco heterosexual" no iba a terminar con una capitulación sumisa sino que iba a abrir la puerta a otros identitarismos de igual corte radical. Sin embargo siguió, pese a todos los avisos.

Contra la inercia social que se ha creado, contra este péndulo gigantesco, poco se puede hacer a estas alturas de la película.

Si, lo de la "ceguera identitaria" y lo de "i had a dream" de Martin Luther King no era perfecto, pero quizás era un poquito mejor que esta mierda en la que estamos sumidos.

¿Ahora qué tenemos?. Tenemos a mas chavales racistas y misóginos que se han radicalizado a base de repetirles por activa y por pasiva que sus cualidades identitarias eran una suerte de pecado original que debían purgar y deconstruir. Radicalizados a fuerza de meterles charlas por la garganta en los institutos o tener a señores con el pelo rosa llamándoles "niñes" y explicándoles con un unicorninio por qué el género era en realidad un espectro.

Señores, señoras, señorís: Hay que admitir que las tesis identitarias no solo han fracasado sino que nos llevan a una deriva reaccionaria que ahora nos salpica a la cara. Ustedes son parte del problema en el que ahora mismo hay una reacción en contra de todo lo que significan y han intentado imponer. Por eso mismo deberían de admitir cierta responsabilidad.

1 comentario:

Alberto Secades dijo...

Pues si no es tuyo, pon de quién es.
"El que cita no roba". Mario Conde.