Mal dia para buscar

27 de octubre de 2012

Mis mujeres y los videos de Aerosmith

A principios de los 90 yo tuve un pequeño accidente porque un tipo con un coche de padre de familia se cruzó en mi camino en el mismo momento en el que Steve Tyler se quedaba solo con un grito en medio de Cryin´ (3:33)
Era el mismo año en el que nos repetíamos que la chica morena del video de Crazy era su hija y el mismo en el que mi hermana me dejó el Golf Cabrio rojo durante todo el verano y yo me empeñaba en conducirlo sin parar. El mismo año en el que abrí la capota desde un monte cercano a mi casa como si aquella vista fuera la del mismísimo Hollywood.
Fue un poco antes de aprenderme lo de "...girl before i meet you i was F.I.N.E (fine)... you spent me up like money, then ya hung me out to dry...", que se convirtió en la canción con la que me castigué por perder a quien sacaba la cabeza por encima del parabrisas como si no importara si alguien estuviera mirando con corbata, dos niños en el asiento, una vida aburida y un saco lleno de envidia, desde el coche que se quedaba atrás en los semáforos.

Supongo que fue más o menos el año en el que llegué a la conclusión de que me volvían locas esas chicas que parecen no necesitarte y que pueden, igualmente, agarrarte a la cama para reventarte, abrazarse como si les faltara el aire o aparecer con una falda pequeña, unos tacones altos, unas gafas grandes, un cigarro a medias y una camisa ajustada. La culpa la tuvieron esas películas de working girls, un poco de Thelma y Louise, Michelle Pfeiffer en "los fabulosos Baker Boys" (porque cantaba ella y me compré el vinilo) y todos los vídeos de Aerosmith.

Aquellas chicas que te exprimían al descubrir el poder que tenían sobre ti se volvieron renegadas amas de casa de oscuro pasado como si fueran Mujeres Desesperadas o absurdas Barbies preocupadas por la carcasa rosa de su Blackberry. Alguna vez se escapa alguna, después de haberse divorciado y criado a su vástago, poblando la barra de algún bar mientras mira a su alrededor tras recuperar una chamarra de cuero con hombreras que llevaba 20 años en el armario que no dejó que vaciara su marido.

Más de una vez envidio a un amigo que sabe perfectamente lo que busca. Quiere un tipo algo más gordo que él, con la bondad que tiene la sana conciencia del entorno casi bucólico y rural. Quiere poderle enseñar las series de televisión que le gustan y que le desee con esa mirada de complicidad que tienen los veinte minutos antes del sexo.

Por mi parte durante muchos años lo quise todo. Quise una dama en las reuniones sociales, una puta en la cama, una confidente para los dias de lluvia y una compañera a la que no tener que explicarle los demonios que me recorrieran el cuerpo. Lo intenté con quince amorosas y educadas mujeres de bien. Probé con alguna que vino de calles que a mi me daban miedo. Eché de mi casa con cólera a una adicta. Me echaron varias veces por no saber comprometerme y en más de una ocasión simplemente las relaciones se diluyeron en el ácido de la distancia o de los caminos que se alejan. Hice un máster en fracasos como quien escucha canciones pop a todas horas y, por mucho que la letra diga lo contrario, tuve la culpa siempre.

Siempre me volvieron loco las mujeres que parece que no me necesitan. Las alocadas, las listas y adolescentes un poco ochenteras que lloran viendo una peli. Las que abrazan hasta que te duermes y luego se van a su lado, que dicen cositas cuando te quieren con el cuerpo y que te soprenden con cara de traviesas. Me gustaron las que me decían cosas con los ojos, las que se ríen de los dobles sentidos, las que juegan a probarse ropa en una tienda estrafalaria y las que escuchan la música fuerte. Me gustaron las que andan en camiseta y tanga por casa pero esconden unas bragas horrendas en el cajón para usarlas a diario. Me gustaron las que llevan camisetas de tirantes y las que descubres que te están buscando con la mirada en medio de un bar. Las que tienen una sonrisa al final de la comisura de los labios y las que tienen la lengua acabada en punta. Las que miran de reojo al espejo. Las que siempre tienen un neceser. Me gustaron las que consiguen que salga de mi castillo en medio de la noche para quererlas contra la puerta sin tener que decir más. Me gustaron todas las mujeres que me hicieron pensar, las que me hicieron llorar y a las que me enganché como una enredadera sin quererlo y sin darme cuenta.

Me gustaron casi todas las que yo me imaginaba que salían en los videos de Aerosmith, porque salían todas.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Y las que te quedan.

pesimistas existenciales dijo...

pues eso no suena nada alentador.

Anónimo dijo...

Es lo que tiene el miedo.

Anónimo dijo...

Y las niñas tontas y caprichosas...

Anónimo dijo...

Ser la bruja de Blancanieves nunca fue un trabajo fácil.

Quizá no fue nuestra vocación, quizá preferimos dar esa imagen de no necesitar a nadie antes que parecer damiselas desvalidas... o quizá no nos quedó otro oficio en un país en recesión.

Sea como fuere, y aunque prefiramos ser como somos a dormirnos profundamente hasta que llegue un príncipe que nos despierte con un beso, escuchar (leer) esa descripción sigue haciéndonos sentir una punzada en el corazón.

No dejes que te engañemos.
Aunque lo neguemos una y mil veces... también nosotras necesitamos a alguien (de vez en cuando).




Alberto Secades dijo...

Para quien dijo que "elegir es renunciar".

Gran artículo.

iparrajose dijo...

y encima lo cuentas. Envidia por lo que dices y por cómo eres capaz de transmitirlo. Das asco. Muy bueno el post.

Anónimo dijo...

Muy bueno el blog.
Seguramente que entre tantas mujeres como dices que has tenido ,alguna seguramente lo hubiera dado todo por ti ,pero esa justamente era la que tu no querias ,y elegiste a las que realmente te han demostrado que no son para ti.
.Querido amigo ,la vida es como un boomerang, todo lo que has echo te vuelve.

pesimistas existenciales dijo...

No nos engañemos, suena a autobiografico y suena a cantidad, pero no es tan cierto.
Una misma mujer puede llevar neceser y buscarte con la mirada. Puede ser la misma que te entiende cuando explicas algo con onomatopeyas y luego, otro dia, puede dejarte de entender de repente. Pueden ser dos o mil, o trescientascuarentaynueve... eso, en realidad, es un ejemplo de que algo estas haciendo mal. Hank Moody dice, en una frase mal traducida, que le gustan la muejeres porque tiene todos sus discos. Nadie se ha dado cuenta del punto de envidia que hay en todos y cada uno de los textos respecto de todos aquellos que hicieron las cosas a la primera y supieron avanzar desde ese paso hacia lo que viene después, que debe de ser algo estupendo, que tiene las cosas faciles de preocuparse por comprar el yogurt adecuado o saber, simplemente, que pase lo que pase se va a acostar a tu lado sin tener que estar justificandote cada diez segundos o pidiendo por favor que no te abandone por tu ultima tonteria cada mensaje que mandes. Debe de ser estupendo saber que digas lo que digas va a seguir ahí y que los lazos se van creando sin darte cuenta. Tiene que ser maravilloso, y lo digo con un inicio de taquicardia en el pecho, no vivir en el borde del abismo de la ruptura. Tiene que ser fantastico no discutir más que por el programa que se va a ver en la tele o por si acabaste o no el agua caliente.
Yo nunca elegi bien, por supuesto. Probablemente nunca elegi en realidad porque nunca quise renunciar. No supe.
Me enamore todas las veces que fracasé y lo supe porque me dolían las discusiones.
Entonces es cuando miro con envidia a las parejas por la calle (que andan moviendo los pies a la vez) y me emociono cuando veo a parejas incondicionales en televisión.
De eso va el post.
De miedo, de fracaso, de rabia, de no saber gestionar sentimientos en un mundo tecnológico y frio donde siempre hay que buscar una causa para todo y donde nos preocupamos de muchas cosas sin ser capaces de mirar dentro para aprender de lo que sentimos y de lo que nos hace felices o no.
En realidad de eso va siempre.

Alberto Secades dijo...

No te engañes. No creas que ser monógamo (y estar con la misma desde hace muchos años) es fácil.

Aunque, claro, ya sabrás, que nunca es fácil.

Anónimo dijo...

ya veo que lleno de rabia estas ,y creo de verdad que va siendo hora de que pases pagina ,y si ves que no puedes ,cierra ese libro y empieza otro ,como me solia decir mi padre (que en paz descanse))el que quiere puede ,simplemente hay que querer .
un saludo