Leo en un titular que "Holanda recoge 800 denuncias de abusos sexuales a menores en centros de acogida" y me escandalizo. Luego lo leo con detenimiento y con un poco de esa búsqueda morbosa de la misma parte del cerebro que busca sangre cuando pasa al lado de los accidentes de tráfico. Me encuentro con que, a modo de dato escondido, el 50% de los abusos son efectuados por otros menores (de 15 años).
Supongo que titular que "los niños holandeses violan a otros niños holandeses de manera sistemática" resultaba un titular poco creible ya que tiene que ser, por defecto, un adulto, a ser posible con sotana o profesor de gimnasia, el que abuse de un menor.
En Torrejón de Ardoz, que está aquí al lado, una menor ha confesado la muerte (de un tiro en la cabeza) de su hermano porque éste "no tragaba" a su novio como si los Capuleto, los Corleone y el Vaquilla hubieran vuelto a la ciudad y ahora tuvieran 20 años.
Todas estas noticias empiezan a ser habituales y casi no llaman la atención, aunque hablen de niños de 10 años que mandan ejércitos como quien juega a world of warcraft.
"Si te vas con otro, te mato"- le decía a medio día un muchacho vestido con ropa deportiva a una chica de pelo largo, chupa chups en la mano y falda tableada que le miraba atentamente. No tenían 15 años. Desconozco los motivos o la veracidad de tanta agresividad y de imitación de algún telenovelesco adulto sin glamour en vez de jugar, sin preocupaciones, con una peonza, a las chapas, con un yoyo o con el mítico hula hoop, que siempre ha sido algo muy sexy y muy infantil, como jugar al porno twister o a las prendas con los bolos de la wii.
Tenemos una sociedad que ha ido estableciendo sistemas de protección de los más débiles y, obviamente, los menores han sido una de esas partes sobreprotegidas. Les protegemos de los padres borrachos, de los profesores que pagan con ellos sus frustraciones o incluso de la violencia gratuíta y el porno en televisión. Les ponemos trabas para consumir alcohol y para comprar tabaco. A veces todo eso, como un backfire, se vuelve en contra de lo que quisimos conseguir.
Entonces las organizaciones que se gastan dinero público en cantidades industriales para proteger a los menores se vuelven locas porque ya no hay que protegerlos de una sociedad adulta que les extorsiona o se aprovecha de ellos sino que hay que protegerlos de ellos mismos.
Supongo que, como deja de cumplirse la norma de quien debe de abusar de quien, es preferible tapar los datos y pensar que los niños siguen jugando al hula hoop al ritmo de Ana y Enrique (que acabó de tertuliano en tele5).
Muchas veces no nos queremos dar cuenta que los racistas mas agresivos suelen ser extranjeros con los papeles recién puestos al día, que los nacionalistas mas radicales son los hijos de aquellos "maquetos" que vinieron a buscarse la vida con los sueños en una maleta y que el peor enemigo de la infancia tiene 15 años y se sienta en el pupitre de atrás.
1 comentario:
ya había visto a la no tan niña pero he tenido que repetir.¡Es insoportable la violencia que hay en ese vídeo!
Aparte ironía. Un título subrealistamente apropiado.
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