¿Acaso se puede encontrar conciencia social en el bar del club de golf de la Moraleja, izquierdismo en Libertad Digital, amor verdadero en Badoo, filosofía en una sesión de un Dj de pacotilla o salubridad en el baño de un piso alquilado por estudiantes británicos en Salou el día antes de abandonarlo?. Estadísticamente no pero hay una posibilidad.
Hay, desafortunadamente, una posibilidad para casi todo. Esa ínfima parte de verdad es la que hace todo jodidamente complejo. Conocí, un día, a un pobre de derechas. Tengo el teléfono de una izquierdosa que se compra la ropa en Loewe. Ambos son dos personas de esas con las que da gusto hablar y, en realidad, no son un par de vendidos a la autocensura del corporativismo.
Porque ese es uno de los problemas de la falta de criterio personal: si no conozco la manera apropiada de comportarme me comportaré como se supone que se hace en el lugar en el que estoy. Yo no soy así pero tampoco quiero parecer un extraño. La dependencia del grupo me hará ser un arquetipo del mismo. Así que si juego al golf me compraré un polo de Lacoste, si voy a una tertulia de 13tv insultaré a los catalanes y a los vascos. Si, desesperado, perdido o aburrido, hago un contacto en una red destinada al sexo fácil y sin compromiso, me quitaré la ropa. En un concierto absurdo y ruidoso, en un sinsentido regettonero, no citaré a Kierkegaard
La autocensura es la más maléfica de las censuras y, sin embargo, la más dificil de erradicar.
-"He salido mucho este verano"- me dijo enseñando las pulseras que atestiguan fiestas variadas como si fueran sellos de discotecas que aún no se han borrado -"Me lo he pasado fenomenal". Y yo asentí para apoyar esa falacia, que es del mismo tipo que la que afirma que follando mucho se es más guapo. Sólo se es más guapo cuando se folla bien y con la plenitud de ser con quien se quiere, pero eso es otro post.
Conozco a un tertuliano del nacionalismo. Está feliz de residir en platós. Se cree en posesión de la verdad de la misma forma que los fans de la Pelopony hablan de ella como una artista cuando , en realidad, lo que vende es el personaje que tapa cualquier producto artístico o intelectual subsiguiente. Los detractores de Marhuenda le adoran como los fans de Star Wars al emperador. No se entienden si él. No se entiende el grupo sin el arquetipo. Los imitadores de Elvis no adoran la música, adoran a Elvis. El señor que está al fondo de la sala, ese que está en silencio, el mismo que se preocupó de sentarse a leer un libro que nunca hubiera buscado o a ver una película por la que jamás hubiera apostado, dejando a un lado los prejuicios, ese mismo, está más cerca de la verdad que las gruppies de la primera fila por mucho que parezca disfrutarlo menos. Porque lo disfruta menos. Ese es un problema.
La adolescencia, esa edad que va desde los 15 hasta que se decide dejar de ser un gilipollas (que puede ser 30, 40 o 60), presupone el YOLO y presupone que una buena fiesta acaba en polvo y en alcohol. "El mes que viene tengo una boda. A ver a quien me follo"- me dijo una delgada mujer algo desequilibrada y orgullosa de si misma como si fuera una obligación cuando yo, que debo de ser un tonto muy aburrido, nunca he ligado en una boda. Supongo que es rendirse a la situación sin pensar en las repercusiones de la misma forma que beber las tres últimas copas sin pensar en la resaca.
Es mucho más difícil disfrutar desde la serenidad que desde el griterío, mucho más complicada la ternura que el sexo, mucho más complicado razonar que criticar. Es mucho más sencillo culpar a la otra parte que rendirse, vociferar que llegar a acuerdos, mantener la calma que jugar al ping pong de los improperios.
Es mucho más comercial y mucho más popular ser P.Iglesias, Kiko Matamoros, Kim Kardashian, Paula Echevarria, un amago de itgirl o el mismísimo Ramoncin que ser una de esas personas que son capaces de mantener una postura social, intelectual o personal, por encima de la rendición al arquetipo. Y unos días van en bici y otros días huelen bien.
Esos somos, y me incluyo, los bultos de la sociedad. Al ser inclasificables no estamos en ningún sitio.
Somos sombras.
En esta necesidad imposible de clasificar todas y cada una de las mentes, de las ideologías, de las actividades, razas, músicas o tribus, volvemos locos a los demás. Pero sólamente a los que, necesitados de simplificar el mundo, han compartimentado el universo. Conmigo o contra mi, aunque sea por la marca de la ropa o por el medio en el que escribes.
Y nunca iremos a gran hermano. Tengo un sueldo de mierda y una cartera nueva de Loewe.
Hay, desafortunadamente, una posibilidad para casi todo. Esa ínfima parte de verdad es la que hace todo jodidamente complejo. Conocí, un día, a un pobre de derechas. Tengo el teléfono de una izquierdosa que se compra la ropa en Loewe. Ambos son dos personas de esas con las que da gusto hablar y, en realidad, no son un par de vendidos a la autocensura del corporativismo.
Porque ese es uno de los problemas de la falta de criterio personal: si no conozco la manera apropiada de comportarme me comportaré como se supone que se hace en el lugar en el que estoy. Yo no soy así pero tampoco quiero parecer un extraño. La dependencia del grupo me hará ser un arquetipo del mismo. Así que si juego al golf me compraré un polo de Lacoste, si voy a una tertulia de 13tv insultaré a los catalanes y a los vascos. Si, desesperado, perdido o aburrido, hago un contacto en una red destinada al sexo fácil y sin compromiso, me quitaré la ropa. En un concierto absurdo y ruidoso, en un sinsentido regettonero, no citaré a Kierkegaard
La autocensura es la más maléfica de las censuras y, sin embargo, la más dificil de erradicar.
-"He salido mucho este verano"- me dijo enseñando las pulseras que atestiguan fiestas variadas como si fueran sellos de discotecas que aún no se han borrado -"Me lo he pasado fenomenal". Y yo asentí para apoyar esa falacia, que es del mismo tipo que la que afirma que follando mucho se es más guapo. Sólo se es más guapo cuando se folla bien y con la plenitud de ser con quien se quiere, pero eso es otro post.
Conozco a un tertuliano del nacionalismo. Está feliz de residir en platós. Se cree en posesión de la verdad de la misma forma que los fans de la Pelopony hablan de ella como una artista cuando , en realidad, lo que vende es el personaje que tapa cualquier producto artístico o intelectual subsiguiente. Los detractores de Marhuenda le adoran como los fans de Star Wars al emperador. No se entienden si él. No se entiende el grupo sin el arquetipo. Los imitadores de Elvis no adoran la música, adoran a Elvis. El señor que está al fondo de la sala, ese que está en silencio, el mismo que se preocupó de sentarse a leer un libro que nunca hubiera buscado o a ver una película por la que jamás hubiera apostado, dejando a un lado los prejuicios, ese mismo, está más cerca de la verdad que las gruppies de la primera fila por mucho que parezca disfrutarlo menos. Porque lo disfruta menos. Ese es un problema.
La adolescencia, esa edad que va desde los 15 hasta que se decide dejar de ser un gilipollas (que puede ser 30, 40 o 60), presupone el YOLO y presupone que una buena fiesta acaba en polvo y en alcohol. "El mes que viene tengo una boda. A ver a quien me follo"- me dijo una delgada mujer algo desequilibrada y orgullosa de si misma como si fuera una obligación cuando yo, que debo de ser un tonto muy aburrido, nunca he ligado en una boda. Supongo que es rendirse a la situación sin pensar en las repercusiones de la misma forma que beber las tres últimas copas sin pensar en la resaca.
Es mucho más difícil disfrutar desde la serenidad que desde el griterío, mucho más complicada la ternura que el sexo, mucho más complicado razonar que criticar. Es mucho más sencillo culpar a la otra parte que rendirse, vociferar que llegar a acuerdos, mantener la calma que jugar al ping pong de los improperios.
Es mucho más comercial y mucho más popular ser P.Iglesias, Kiko Matamoros, Kim Kardashian, Paula Echevarria, un amago de itgirl o el mismísimo Ramoncin que ser una de esas personas que son capaces de mantener una postura social, intelectual o personal, por encima de la rendición al arquetipo. Y unos días van en bici y otros días huelen bien.
Esos somos, y me incluyo, los bultos de la sociedad. Al ser inclasificables no estamos en ningún sitio.
Somos sombras.
En esta necesidad imposible de clasificar todas y cada una de las mentes, de las ideologías, de las actividades, razas, músicas o tribus, volvemos locos a los demás. Pero sólamente a los que, necesitados de simplificar el mundo, han compartimentado el universo. Conmigo o contra mi, aunque sea por la marca de la ropa o por el medio en el que escribes.
Y nunca iremos a gran hermano. Tengo un sueldo de mierda y una cartera nueva de Loewe.
4 comentarios:
Efectivamente. Nos hemos convertido en clones. O lo ha hecho la gran mayoría, algunos nos resistimos, aunque sigamos siendo permeables a las influencias porque, si no, no seríamos humanos.
Estoy taaaan de acuerdo. De vez en cuando, sería saludable que nos molestásemos en pensar por nosotros mismos. Tengo entendido que es una gran experiencia.
Efectivamente. Nos hemos convertido en clones. O lo ha hecho la gran mayoría, algunos nos resistimos, aunque sigamos siendo permeables a las influencias porque, si no, no seríamos humanos.
Estoy taaaan de acuerdo. De vez en cuando, sería saludable que nos molestásemos en pensar por nosotros mismos. Tengo entendido que es una gran experiencia.
Efectivamente. Nos hemos convertido en clones. O lo ha hecho la gran mayoría, algunos nos resistimos, aunque sigamos siendo permeables a las influencias porque, si no, no seríamos humanos.
Estoy taaaan de acuerdo. De vez en cuando, sería saludable que nos molestásemos en pensar por nosotros mismos. Tengo entendido que es una gran experiencia.
Efectivamente. Nos hemos convertido en clones. O lo ha hecho la gran mayoría, algunos nos resistimos, aunque sigamos siendo permeables a las influencias porque, si no, no seríamos humanos.
Estoy taaaan de acuerdo. De vez en cuando, sería saludable que nos molestásemos en pensar por nosotros mismos. Tengo entendido que es una gran experiencia.
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