Yo voy detrás, tú vas siempre delante. No me mires mal si te quiero adelantar. Ya te lo dije una vez. un dia querré estar de pie. Ya tengo húmedos los huesos y me voy a resfriar. Yo duermo mal. Tu duermes siempre en la cama. No te enfades conmigo si un dia en la cama quiero estar. Me sale pelo en el hombro, me duele mucho una muela. Ríete y verás como luego llorarás. No se dirige nadie a mi. A ti no te para de hablar la gente. Perdona si te interrumpo pero me quiero marchar. Creo que alguien preguntó por mi. Quiere invitarme a su casa a dormir. Así que hasta pronto, ya no te veré más, consigue su teléfono y me podrás llamar. Ahora voy a dormir muy bien, ahora voy a estar delante, ahora voy a cortarme el pelo y no tendré nadie detrás dibujando un cero. Ahora voy a dormir muy bien, ahora voy a estar delante, ahora voy a cortarme el pelo y no te tendré a tí detrás dibujando un CERO.
Esta canción, insulsa y profunda, es la que daba título al disco que fue su auge y caida, como Reginald Perrin, una serie de televisión brillante y anacrónica que nunca puede dejar de ser, en esencia, una obra de arte poco reconocida, como las obras de arte que nos gustan a los raros.
Grabado en 1992 decía que "entiendo que a veces la vida es tranquila, entiendo que, a veces, aniquila. Entonces respiro muy fuerte. Más que nunca me alegro de verte (...) y yo estoy aquí, esperando un milagro". Empezaba, según cuentan algunos, con un guiño a Sgt peppers (con ese sonido de una orquesta afinando en ya Volverán) y acababa con una canción que se llamaba Final, que es como se deben de acabar los discos redondos, los que se escuchan de principio a fin. Tú verás.
Repleto arreglos maravillosos, secciones de viento y todas esas frases que se clavan en medio de párrafos sin aparente sentido y de canciones que no calaron en su momento está ese CERO que es una manera irónica de definir lo que sería escapar de esa persona que continuamente dice a todo que no y regaña señalando con el dedo mirando de arriba hacia abajo como si fueras un perro mal educado mientras insiste en lo clarísima que tiene su misión en la vida. Y, sobresaliendo, ARBOLES CRUZADOS con ese "mi amigo tiene miedo de tu amiga. Tu amiga tiene miedo de mi amigo. ¿Por qué no se conocen ya? Tendremos dos amigos asustados".
Esta canción, insulsa y profunda, es la que daba título al disco que fue su auge y caida, como Reginald Perrin, una serie de televisión brillante y anacrónica que nunca puede dejar de ser, en esencia, una obra de arte poco reconocida, como las obras de arte que nos gustan a los raros.
Grabado en 1992 decía que "entiendo que a veces la vida es tranquila, entiendo que, a veces, aniquila. Entonces respiro muy fuerte. Más que nunca me alegro de verte (...) y yo estoy aquí, esperando un milagro". Empezaba, según cuentan algunos, con un guiño a Sgt peppers (con ese sonido de una orquesta afinando en ya Volverán) y acababa con una canción que se llamaba Final, que es como se deben de acabar los discos redondos, los que se escuchan de principio a fin. Tú verás.
Repleto arreglos maravillosos, secciones de viento y todas esas frases que se clavan en medio de párrafos sin aparente sentido y de canciones que no calaron en su momento está ese CERO que es una manera irónica de definir lo que sería escapar de esa persona que continuamente dice a todo que no y regaña señalando con el dedo mirando de arriba hacia abajo como si fueras un perro mal educado mientras insiste en lo clarísima que tiene su misión en la vida. Y, sobresaliendo, ARBOLES CRUZADOS con ese "mi amigo tiene miedo de tu amiga. Tu amiga tiene miedo de mi amigo. ¿Por qué no se conocen ya? Tendremos dos amigos asustados".
Pd: el video no estaba en youtube.
Un disco que podría ser un desconocido y, tantos años después, volvió a mi después de oir Black Star. Todo por culpa del Shuffle y esta memoria tan extraña que aún se sabe las letras.
Un disco que podría ser un desconocido y, tantos años después, volvió a mi después de oir Black Star. Todo por culpa del Shuffle y esta memoria tan extraña que aún se sabe las letras.
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