Mal dia para buscar

15 de enero de 2011

La satisfacción de la venganza

Hace unos años, sobre el mes de abril y poseído por la ira dije: "No será mañana ni pasado. Probablemente no será el mes que viene ni el año que viene pero un día te pasará algo y me encargaré que sepas que el causante seré yo. No te preocupes, no tengo prisa."
He de decir, en mi descargo, que aún la debo.
He de decir que, tal y como a veces decía mi padre, yo no soy reencoroso pero ni olvido ni perdono.
He de decir que no soy de los que acumulan causas pendientes, pero soy muy cumplidor con mis promesas buenas y malas.


En realidad no se busca la equiparación del daño porque cuando nos volvemos vengadores no somos capaces de igualar el daño que nos hicieron con el que generemos y nos vemos satisfechos con que la otra parte sepa que no fue mala suerte, que fue un castigo y por qué.

Otros se sienten satisfechos cuando, pasado el tiempo, te encuentras al enemigo por la calle y ves que el tiempo se ha cobrado una víctima. Entonces te acercas sonriente y metiendo barriga. Ordenas el pelo que tu tienes y al otro no le queda. Te fijas en los zapatos arrugados con puntitos haciendo espirales de su comunión (que aún usa) piensas que ya no es un yogurt sino una cuajada.

Aunque el problema es cuando, aparte de merecerse lo peor, está mejor que tú y se te acerca con una blanca sonrisa. Si además te da la mano es que se hizo del Opus Dei y únicamente queda la venganza cuando arda en el infierno, pero eso no se sirve frio y empiezas a pensar en lo injusto de la vida.

Son cuestiones de venganzas y causas pendientes como si fuera la lentísima justicia española que no siempre es justa. Si después de todo las sentencias son satisfactorias dice el estudio que no eres de esas malas personas que desean daño, aunque es preferible, sino que quieres que la otra parte tenga bien claro que has sido tu, a lo Steve Urkell.

Cada uno se da por satisfecho con lo que quiere.

Pd: y he de reconocer que las mujeres son mucho más vengadoras que los hombres, aunque eso es otro matiz que mi parte femenina mantiene vivo, porque a veces soy bien zorra.

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