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16 de febrero de 2025
14 de febrero de 2025
El amor es hábito.
Me dijo que necesitaba alguien más afín.
Con los años y la capacidad innata para observar el mundo de una manera en la que hace tiempo que dejé de ser partícipe he descubierto que hay muchas formas de amar. El amor, actividad necesaria como respirar o comer, es tan variable como los gustos. Eso no es malo ni es un guión de una película. Es lo que es. El amor es aquello que existía antes del momento en el que sentimos un vacío. Es ese instante en el que queremos contar algo que nos ha pasado a alguien en particular, como si aquello que nos pasara fuera solamente verdad cuando es compartido. Es quedarse tranquilo sabiendo que alguien vigila por ti y sentir la ilusión de saber que la vas a ver sonreir cuando aparezcas con cualquier sorpresa, paisaje o calentar el café desde que suena el timbre hasta que llega a la puerta. Supongo que son las pequeñas cosas mucho más que los titulares de las películas románticas. Ni siquiera es una cuestión de pareja sino una cuestión de personas y, sobre todo, es verdad cuando es costumbre.
La costumbre es hábito y un hábito es "Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas." Dicho así puede parecer frío o puede perder la emoción cinematográfica de corretear por la playa, hacer el amor a la luz de la luna, besarse en medio de una avenida llena de ejecutivos que llegan tarde, encontrarse en un aeropuerto, aporrear las paredes con el beneplácito de los cuerpos o salpimentar la cocina sobre la encimera. Sin embargo cuando algo es un hábito, una costumbre, es algo imprescindible e irracional. Es algo que, como el tiempo atmosférico, unos días es bueno, otros es malo, otros es frío y otros reconfortante pero siempre está ahí y nos acompaña sin siquiera plantearnos que alguna vez no esté. Porque si mañana no está todo se convierte en un escenario blanco quirúrgico de desconcierto y vacío.
Amo a mi madre y aunque hay muchos días en los que no hablamos de nada, a las 21:30 nos llamamos. Es un hábito y es amor. Cuando no haya llamadas la tensión sobre los párpados será directamente proporcional al vacío. Por esa misma razón soy consciente de cuánto quise porque tengo la capacidad de sentirme vagando por la nada en los espacios que estaban poblados por aquella persona.
Pero, obviamente, esa es mi parte de la historia y solamente es la mitad del cuento.
No dudo que haya alguien más afín, más sorprendente, más viril, más rico, más disponible, más viajero, más sano, más listo y, sobre todo, más fácil. A veces la vida nos va pidiendo determinadas cosas y la facilidad es una de ellas. Las personas fáciles y predecibles, aunque menos emocionantes, son exitosas de alguna manera porque nos mantienen relajados ya que no dan para mucho más. En alguna ocasión me he dado de cabezazos contra la pared por vivir preguntándome el por qué de todas las cosas sin dedicarme exclusivamente a disfrutar de que sucedan. Muchas más veces, consciente de mis cien millones de limitaciones, me he quedado al margen convencido de, como un impostor, que no iba a ser capaz de hacer más feliz a quien estuviera cerca. Por eso, demasiadas veces, me escondo a mi cueva confinado para no contaminar a quien quiero de alguna infección que, como un hipocondriaco sentimental, estoy convencido de tener. También es una manera infame de amar y una representación de respeto extraño, aunque doloroso y, por supuesto, poco afín. Supongo que si te cuento mis miedos y lo pequeño que me siento ante la inmensidad de la vida, ya no me vas a ver igual. Y siempre quise sentir que estabas orgullosa de mi.
Que me convertí en tu costumbre.
El amor es costumbre, hábito. Hay muchas formas de amor aunque más de una vez te das cuenta tarde y por el vacío que se queda. Es la certificación exacta que ese hueco no lo va a llenar nadie, nunca. Porque cogió la forma, aunque esa forma no fuera afín. Puedes tener un coche nuevo más grande, más cómodo, más rápido y que te diga cosas mientras te lleva a los sitios, pero amaste a ese ruidoso vehículo de segunda mano que te dejó tirado en una carretera comarcal de Soria. Yo tengo etiqueta contaminante.