Uno de los problemas principales que tiene la modernidad contemporánea es el desprecio por el pasado.
Voy a poner un ejemplo: el messenger. No el del facebook, que se llama igual pero no es lo mismo. No salen esos dos muñequitos. Alguno será capaz de recordarlo. Aparecían nuestros contactos con sus estados y nos decía si estaban online o no. Mandábamos mensajes. Tenía dibujitos que ahora se llaman emoticonos. Hablabas y te respondían y si tenías la suerte de tener una tarjeta de sonido full dúplex hasta podías interrumpirte. Tenía videollamada. Vamos, que era lo que quiere ser el whatsapp, pero el whatsapp es la puta modernidad.
Si, es verdad. Desapareció fagocitado por el skype (que sigue siendo una maravilla que incluso hace traducción en tiempo real para el que no lo sepa). Se lo llevó por delante esa revolución móvil que no vieron aquellos como yo para los que la revolución no eran mejores máquinas sino poderlas llevar con las llaves de casa para rallar la pantalla. Pero, joder, en 1999 ya teníamos lo que ahora nos quieren decir que es lo nuevo.
Si nos fijamos en los anuncios y en las grandes o pequeñas startups lo que nos venden como nuevo no lo es. Alquiler de casas ya hacía mi abuela. Compartir coche lo hacían con las diligencias. Ha cambiado la forma de venderlo pero el producto, tal cual, ya estaba ahí. Vender el candelabro de la tatarabuela de segunda mano se hacía en una cosa llamada rastro.
Hay pequeños detalles que parece que lo poseen todo: que si el coche aparca solo, que si cuando tu prima te manda un mensaje se oye por los altavoces o que te dice el camino más rápido para llegar a casa. Pero la realidad es que se aparca y te lleva a casa. Eso lo hacía mi tía con un Seat 124 1430 (léase catorcetreinta) en 1975. También mi abuelo taxista con un Hispano Suiza antes de la guerra civil. Nos venden quitadores de colesterol embotellados pero tu madre aparecía con un zumo de naranja diciendo que lo tomaras antes de que se fueran las vitaminas (esa es una de las grandes mentiras del ejército de las madres para que nos levantásemos). El bífidus es la madre del ciudadano soltero que vive solo
Los creativos de Volkswagen hicieron un anuncio exclamando que su coche tenía Ziritione, que no era nada, para reirse de la modernidad.
Las fichas perforadas, las cintas de cassette, el dvd, los discos duros y los discos ssd m2 tienen la misma base, pero han mejorado en eficiencia siendo 0 y 1 cuando los miras muy muy de cerca. Pero el queso es queso, los hoteles hoteles y ligar viene a ser más o menos lo mismo aunque ahora, como somos más, es un mercado de carne que pasa por nuestras pantallas eliminando el componente del cortejo a lo mínimo.
Algunos creen que los electrones que les llegan a su casa son verdes, mucho más verdes que el insolidario de su vecino, porque contrataron una tarifa green. Creen que hay un duende con cara de ecologista que discrimina si la intensidad está generada por combustibles fósiles o por molinillos de viento. Y lo creen porque se lo vendieron así, usando su conciencia poco razonable para acceder a su cartera.
La colonia no es colonia, es un medio de seducción.
Los alimentos son una manera de comprar felicidad. Nadie se alimentaba o era feliz en el siglo XIX
La democracia una manera de alquilar superhéroes para cuatro años.
La modernidad se basa en vender más o menos lo mismo e intentar que no se mire atrás para poder repetir las ventas de hace 25 años. Han sacado un donut de la pantera rosa. No es vintage, es futuro.
Si miras atrás te rompes el cuello pero también descubres que la mayoría de lo que viene, estaba.
En un mundo ansioso de moderneces no ha cambiado lo que nos venden sino la forma de venderlo.
Los millenials flipan con el 3310.
Pd: el título no significa que Fernando Alonso sea moderno. (humor)
3 comentarios:
Lo que no saben los que NO miran atrás es que, antes, cuando la única forma de vencer no consistía en protestar si tus argumentos no eran convincentes (porque siempre podías liarte a tortas), se habría considerado gilipollas al que, en lugar de salir a la calle para intentar hacer algo, creía que podría servir lo mismo firmando en un papelito, sin que eso se tradujera en algo más.
Antes se sabía que, para que las cosas cambiaran, HABÍA QUE HACER ALGO. Y hacer clic es no hacer nada. Milo Manara lo dejo claro de forma bastante explícita.
http://www.elmundo.es/elmundo/2004/03/02/sociedad/1078222778.html
No pillo la relación.
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