Me dice un jubilado erudito que el problema que tenemos ahora es un problema de Thatcher y de Reagan, de la liberalización y de eso que era tan progre de hacer que el mercado se regulara por si mismo. Me dice que eso nos ha llevado a pensar que el único objetivo era ganar dinero y que aquello es lo que nos ha regalado a los Urdangarines, a los Barcenas y a las Barcinas, los ERES y tantas malversaciones que no soy capaz de decirlas de carrerilla, de la misma manera que nunca supe cuantos ni quienes eran los reyes Godos.
Le digo que normas han existido siempre y que el problema es cultural, como siempre. Le digo que nos quejamos mucho pero siempre nos quejamos de los que hacen los demás, que en Valencia se han plantado un montón de inspectores de hacienda en las Fallas y que las autoridades se han enfadado porque hayan investigado a los pobres falleros para ver si, quizá, por casualidad, de soslayo, alguna actividad sustentada con dinero público en aquella ciudad pueda ser sospechosa de algo parecido al fraude.
Mis amigos se enfadaron conmigo cuando, de manera casual, pisé la alfombra llena de copias de dvd que estaba en la esquina de una calle transitada y recordé que por abrir la persiana en un barrio periférico yo tengo que pagar dinero y que espero que los demás cumplan las normas con la misma rectitud que yo intento cumplir. "Se está ganando la vida"- me dijeron. "Y yo me toco los cojones cuando pago el iva cada tres meses"- les respondí.
Me produce mucha más rabia cuando me roban dinero público y veo a un vecino sin tener que comer, por supuesto. Tambien me llena de cólera cuando intentan no pagar impuestos después de quejarse por los recortes, como si fuera una doble moral descontrolada.
Ayer me pidieron hora para una reparación. "¿Cuando estará?"- me preguntaron. "Señor"-le dije- "llevamos un orden democrático porque todos nuestros clientes tienen exactamente el mismo valor, así que"- sentencié- "vamos en orden cronológico". Me miró aprobando tanta rectitud moral y me dijo: "¿y no puedes colarme?". Con eso deduzco que la democracia, la igualdad y la verdad es algo de lo que todavía carecemos en esta cultura mediterránea, trafuyera y débil a la que nos hemos acostumbrado y en la que el más tonto intenta siempre hacerte el tipo de la estampita pero , después, exige correción moral a los demás.
Los partidos políticos critican al adversario y se pudren por dentro. Los equipos de futbol hacen faltas de roja directa pero gritan los fuera de juego del contrario. Wyoming y LoSantos se enfadan por lo mismo pero los dos tienen sociedades interpuestas para pagar menos impuestos.
Yo sigo, idealista y tonto como un gofre, pensando que las normas tienen que ser las mismas para todos y, mientras tanto, mientras siguen los deshaucios, a la infanta le dan una prórroga en su hipoteca.
1 comentario:
A seguir siguiendo.
Me has alegrado el día (aunque tú no tienes la culpa, claro).
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