Mal dia para buscar

3 de mayo de 2010

Las migas virtuales

El viernes se emitió uno de esos reportajes que les meten miedo en el cuerpo a los padres y abuelos que no saben qué es internet y creen que sus hijos y nietos están siendo abducidos por una nueva civilización paralela intrínsecamente malvada:
Por otra parte un anglosajón ha lanzado un reportaje en forma de largo basándose en la idea de si es posible, tal día como hoy, desaparecer de este mundo absolutamente controlado por cámaras, escáneres corporales, redes sociales y buscadores que recopilan tus datos a cada momento. Lo titula Erasing David.

Al final, como un buen pecado, todo este torrente de información (verdadera y falsa, como la vida) que es Internet genera amor y odio en proporciones similares. Odio el Facebook, pero tengo una cuenta. Me gusta el comercio de calle, pero consulto precios en la web. En vez de abrir la ventana consulto la previsión metereológica en foreca. Busco sus noticias poniendo su nombre en google. Leo la prensa con el café en una mano y el ratón en la otra.

¿Debemos de tener miedo a lo que sea capaz de defecar el monstruo (monstruo= internet) ? Creo que sí en la mayoria de los casos de los mortales porque precisamente lo que internet no tiene es conciencia temporal. Las fotos que están ahí, ahí están. Los comentarios que un día pusiste siguen estando tan frescos y con la misma vigencia que aquel día. Si la insultaste, el insulto sigue fresco sobre esa pantalla impoluta y transparente que está delante tuyo. Si la dijiste "amor" ese amor también está brillante como un regalo recién abierto. La diferencia entre tu pasado electrónico y una carta de amor que ha quedado en el trastero de los recuerdos es que si algún día, cuando ya te hayas muerto, tus herederos la encuentran, sabrán, al quitarle la espesa capa de polvo, que aquello tiene la suficiente cantidad de años para haberse convertido en una travesura de tu juventud. No lo uses como excusa porque nadie mira la fecha de aquel comentario.

Personal y racionalmente disfruto como quien mira fotos antiguas de las miguitas de pasado que hay mío en la enormidad de la red pero hace tiempo que aprendí que ese mundo y el mundo real son tan diferentes como una película porno y el sexo de verdad.

Tambien aprendí que hay personas que viven con una intensidad mucho mayor esa personalidad paralela de la que disponen virtualmente. Suele ser una personalidad blanca, moderna, interesada, con fotos en las que salen estupendos, con sólamente sus triunfos y ninguno de sus fracasos. Es una juventud continua, envidiable y, dada la acumulación tecnológica de datos, sin fecha de caducidad.

Si los programadores quieren realmente hacernos creer que este mundillo se parece al de verdad deberían inventar la fecha de caducidad de los contenidos.

Pero eso sólo pasa cuando alguna empresa quiebra y cierra sus servidores. También es cierto que, cada vez más, nuestra vida está "en la nube", nuestras fotos residen en un servidor lejano cuando deberían de residir en el corazón personal de nuestros recuerdos. El álbum de fotos con anillas se ha convertido en miles de fotologs.

Y, por el contrario, disfruto viendo aquellas fotos como si las hubiera hecho ayer y, alguna vez y dirigido por mis nostalgias, uso una como mi foto de perfil.

Nunca hice álbunes extensos pero paso horas siguiendo mis migas virtuales, claro que intento que sean las migas que únicamente yo quiero que sean porque sé que no caducan nunca.

1 comentario:

C sin C dijo...

Super post! por eso me jode a mi poner mi nombre en la red o foto, ya tienen mi direccion ip por si algún día cometo un delito informatico. Tampoco tengo perfil en facebook,lo quité hace días, no me apetece andar comentando las fotos de mis viajes hasta pasados los 10 años de edad o... tras la muerte según esta carta al periodico http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=710086&idseccio_PK=1498.