Mal dia para buscar

31 de diciembre de 2018

New year´s resolution

I hope it's not too late Just to say that I'm sorry, honey All I want to do Is just finish what we started, baby Let's turn over a new leave And baby let's make promises That we can keep And call it a New Year's resolution, hmmm Oh, I'm a woman And woman makes mistakes too But will you, will you forget the changes That I put you through let's try it again Just you and me And, baby, let's see how happy honey, yeah That we can be And call it a New Year's resolution, yeah, yeah, yeah Many times we had our ups and downs And times you needed me I couldn't be found I'm sorry And I'm sorry too I'll never, never do it again, no, no, no So baby before we fall out Let's fall on in, yeah, yeah Oh, and we're gonna try harder Not to hurt each other again, oh Love me baby, huh Week after week And baby let's make promises That we can keep And call it a New Year's resolution, yeah, oh I know we can do it Carla I'm gonna keep my promises I'm gonna hold on that we can do it, baby Oh, it's not too late You're gonna love me Nobody else Oh Otis let's finish what we started Talk no mean

24 de diciembre de 2018

Victoria para nochebuena.

Hay menos Dios tradicional que nunca y más coach emocional que el que una persona cuadriculada como yo es capaz de considerar aceptable. Hay demasiados huecos vacíos en las felicitaciones y demasiados mensajes reenviados que no se hicieron para ti. Soy de esas personas a las que las decepciones les dejan cicatrices de más grosor que las situaciones de gozo. Es un error. Hay muchas personas que deberían  estar cerca a estas alturas del cuento y sin embargo decidieron marcharse. Unos con ruido, otros desordenándolo todo y algunos  jurando que mañana volverán. Vivimos en un  mundo extraño donde quien  apareció desapareció con la misma rapidez y debemos estar preparados para no creer que lo podemos tener todo aunque después lleguemos, a la misma  mesa del año pasado y casi a la misma hora, a cenar lo mismo. . Y creer que no haber retrocedido es quizá un tipo de victoria.

Hoy ceno con mis victorias. Con tres. Es un nombre tradicional en mi familia. Supongo que es porque nacieron ganando.
Brindad por nosotros. Eso te incluye.

20 de diciembre de 2018

Una foto con mi padre



Hay días que quedan para siempre. 20 de diciembre es uno de ellos.

Fue pronto, a eso de las 6. Una espesa capa de nieve cubría Madrid.
No , no lo superaré jamás. 

19 de diciembre de 2018

2018,minihits

Allá va una selección del año.


12 de Mayo: Te lo dije
5 de junio: Vos no sabés
16  de Agosto: Alegrame el día.
8 de octubre: jodido Bienhechor
13 de Noviembre: Princesitas
11 de Diciembre: La excusa gremial

Y podéis buscar por "literatura", que hay cosas que no están tan mal en medio de esta forma narcisista, inmadura y retorcida que tengo de escribir.

17 de diciembre de 2018

2018, el año del egoísmo y del odio.

Buscando un resumen del 2018, pero no un resumen personal sino global, creo que ha sido un año de profundo egoísmo, pero egoísmo de éste:


Es decir. Ese tipo de egoísmo en el que se quiere todo de manera personal y lo que le suceda a los demás da lo mismo porque el interés personal está muy por encima del interés global. Quererlo todo, como definición, es algo lícito sobre todo si no hay ningún tipo de reparo en los daños colaterales. Querer ganar más, una pensión superior, una rebaja de impuestos, una virilidad más sensual, un coche menos contaminante pero que corra mucho más y sea más molón con una bocina que toque la traviata. Pagar menos por lo que se consuma, aunque eso implique injusticias que no son nunca responsabilidad propia sino de algún ente superior y malvado con forma de gobierno, de jefe o de mandatario extranjero. Vacaciones en velero, una pareja fisioterapeuta los sábados y que le gusten las películas de tiros los martes o las argentinas los jueves. Que sepa hacer croquetas. Respeto para lo propio, desprecio para los jugadores del equipo contrario. No trabajar y tener más dinero. Desconfiar del futuro.

Ese es el 2018. Un año del odio. Piénsalo. Reconoce que, aunque fácil, no es el mejor camino posible.

14 de diciembre de 2018

I drink alone

Cuidado con las cenas de empresa de los autónomos.


Hay momentos, no lo vamos a negar en este mundo de felicidad de escaparate, en los que dan ganas de golpearse la cabeza contra la pared, volver a masturbarse sin ganas, llamar a quien te duele para no sentirse responsable del dolor o, sencillamente,  beber solo. Con un diazepan el efecto es inmediato. William Holden, galán y actor de grandísima calidad, fue encontrado muerto al haberse resbalado, borracho, en su propia casa tras una noche de bebida y soledad. Cuentan que aquella situación se tapó para que su imagen de hombre serio y cabal, educado y seductor, no fuera magullada por la verdad. Nicolas Cage, en Leaving Las Vegas, decidió matarse bebiendo y encontró como cómplice a una espectacular Elisabeth Sue. "Soy como un  percoespín" gritaba con los vasos clavados en su propia espalda, aletargado. Ese es el efecto de algunas drogas. Las que duermen. Las que hacen que el tiempo pase como si no sucediera nada. Todos los viernes veo a un tipo bebiendo en las mismas escaleras y todos los viernes estoy tentado de acercarme con una botella y esperar que me cuente, con esa lucidez que solo tienen los borrachos o los niños, cual es la historia. Porque siempre hay una historia detrás del primer trago inconveniente. Normalmente mucho más dramática que la verdad pero no todas las historias que nos tragamos son completamente ciertas.

Las empapamos en decoración y , a veces, en alcohol de baja graduación. Ese que por mucha agua que se beba  sigue dejando resaca. Es necesario reir, es necesario llorar. De vez en cuando es necesario perder el sentido porque desaparece ese filtro de consciencia que nos obliga a mantenernos en alerta. Yo, que soy digno como el Schinder del consumo social del alcohol, nunca parezco borracho. Eso lo dejo para la intimidad.




 Hay quien se acerca únicamente cuando tiene frío pero nunca llama en invierno.

12 de diciembre de 2018

Let´s get it on

Hay muchas versiones de esta canción de Marvin Gaye pero cuando Maceo toca algo, es mágico. Incluso cuando tenía pelo y patillas

11 de diciembre de 2018

La excusa gremial.

Siento no encontrar el link  pero el otro día me quedé oyendo una charla de un tipo, de esos que suenan a inteligentes cuando hablan, que terminaba razonando que vivimos en una sociedad de gremios en vez de una sociedad global. Está el gremio de las mujeres, el de los gays, el de los menores, los negros, los chinos, los inmigrantes o los que tienen sobrepeso.  Puede ser los que viven en un determinado lugar (catalanes, conquenses, tibetanos o flamencos) o incluso los pelirrojos. El caso es pertenecer a uno o varios gremios. De esa manera se puede buscar una excusa o un razonamiento de buenos y malos que valga para todo.

Si el árbitro pita en contra es porque el equipo contrario le ha sobornado. Si no me pagan más es porque soy de Podemos. Si no salgo en la sexta es porque soy de Vox. Si nieva mucho y se corta la carretera es porque los socialistas prefieren echar gasolina en el helicóptero de Pdro en vez de en los quitanieves.

Yo tengo, y lo he escrito más de una vez, un amigo que dispone de dos factores: es vago y es gay. El problema que tiene es que cuando le echan de un trabajo por vago, cosa que le sucede con bastante facilidad porque tiene la costumbre de dejar de ir a las dos semanas, dice que es por su condición sexual. Con eso ha llegado a la conclusión de que vive en una sociedad homofoga que le castiga continuamente. Lo otro, lo de no ir a trabajar cuando se ha pasado de copas la noche anterior, no entra en la ecuación. Si se le cuelan en el metro o si le llega una multa cree que es porque el radar es capaz de diferenciar las matrículas de los heterosexuales y dejarles vivir en la impunidad más absoluta.

Dicho así suena loquísimo.

Beatriz Talegón, que era esa chica del Psoe que hizo una vez un  speech casi acertado y ahora es independentista catalana en busca de la excusa gremial del día, ha publicado hoy mismo que ante la alerta de terrorismo islámico lo más probable es que sea el gobierno de España el que esté pagando a los árabes para que vayan a Cataluña a matar catalanes. Así, a lo loco. Si a un catalán le sale un grano o si los bomberos de Barcelona no tienen para pagar mangueras el problema es de España. Y nos quedamos todos tan tranquilos haciendo dieta dos días. Se mete en un  gremio y tiene una respuesta estandard para todo lo malo que le sucede.

La persona más racista que conozco es un tipo de Marrakech que jura que todos los sudamericanos son una banda de aprovechados porque vienen a España a hacer el vago pero también dice que los atentados en Francia son una maniobra del gobierno francés para imponer un estado policial con el que hacer más ricos a los franceses ricos a costa de culpabilizar a los árabes. Claro que él mismo tiene trabajo porque sabe hablar árabe y mide casi dos metros pero eso es, como en el caso de mi amigo vago, otra historia.

Si algo hemos criticado de los medios de comunicación en la historia es cómo han utilizado datos que parecen ciertos para ratificar sus planteamientos interesados. Alfonso Ussia, cuando tenía bastante voz radiofónica y Eta mataba personas (que de eso no hace mucho), afirmaba que todos los que mataban hablaban euskera. Claro que eso puede hacer pensar que si te doy los buenos dias (Egun on) paso a ser un terrorista malvado que quiere pegar tiros en la cabeza de los hijos de los guardias civiles. Eso, salvando las distancias, mete a aquel señor en un gremio con una excusa para muchas cosas.

Conocí a una chica hace años. Un viernes se fue con otro. Me indigné. Ante eso me respondió que si acaso yo me pensaba que una mujer libre como es ella iba a ser de mi propiedad. Que si acaso yo era uno de esos machistas recalcitrantes que consideran que las mujeres están a su servicio. Y, mientras me quedé ojiplático, resulta que ella se había metido en el gremio de la mujer subyugada con la excusa del hombre nehandertal responsable de que ayer mismo hubiera copulado con otro varón. Lo del pequeño compromiso de mes y medio compartiendo confidencias se quedó en lo anecdótico.

No niego en ningún momento que haya gays, catalanes, moros, derechistas, feministas, euskaldunes o enanos que sean maltratados por sus diferentes condiciones. No lo niego. Sin embargo existe un victimismo gremial cada vez más fuerte que convierte todo en mierda. No ayuda a ninguno de esos gremios y convierte palabras como discriminación, agresión, violencia o racismo en algo que puede llegar a cuestionarse porque muchas veces es absolutamente inexistente y sólo es parte de la excusa para no mirar en la responsabilidad personal.

"Hay hombres que son maltratados y deberíamos de pensar en  el maltrato en general en vez de un tipo de violencia"- se puede llegar a decir. Y ante eso una mujer, orgullosa y exclamativa, sentenció que eso será problema de los hombres y que las asociaciones de mujeres no se van a preocupar por ellos. "Que se las apañen como hemos tenido que hacerlo nosotras". Es ahí cuando puso barreras a su gremio. Como si fuera un egoísmo antes de navidad fijó su mirada en aquello que le atañe y no en las, justas o no, reivindicaciones de los demás.

Tuve un cliente que llamó preguntando por qué no tenía películas piratas en su ordenador y le comenté que eso era cosa suya. "El ordenador de mi cuñado tiene películas y el mío no"- me dijo- "No me las has puesto porque soy gitano, ¿verdad?"

Hay más casos que gremios, créeme.

En un momento de la historia reciente descubrimos que vivir en un gremio es mucho más reconfortante que pensar en el bien general. Es un barco a remo en el que cada grupo se esfuerza en una sola dirección. Y el galeón con todos va dando vueltas mientras agita el océano. Con una ola grande nos vamos a tomar por el culo.

Y la culpa será de los demás. Cuando nos ahoguemos unos se irán al fondo jurando que fue culpa de los otros.

Y los otros pensarán lo mismo.

7 de diciembre de 2018

Sombrero y magdalenas

(Literatura)

Una de las cosas que recuerdo de la primera vez que tuve constancia de su existencia era que llevaba sombrero. No un sombrero determinado sino algo en la cabeza que le daba un toque entre glamour y moderno, entre calor y una sonrisa detrás de una cerveza de la que nunca había oído el nombre. Sin embargo, aunque nunca tenía nada en la nevera que se pudieran aproximar a los básicos que me enseñó mi madre que nunca deben faltar, siempre tenía magdalenas. No muffins ni cupcakes. Magdalenas. Por las mañanas era de verdad aunque se sumergiera en un halo de intelectualidad desde medio día.

Tengo nítido en el cerebro la imagen de la Gran Via con coches que van y vienen, ese tic tac de los intermitentes esperando como un reloj de cuerda y una figura delgada acerándose sin saber exactamente lo que habría dentro del vehículo, que era yo. También veo con claridad cristalina un cuerpecillo casi frágil, en calcetines, abriendo la puerta al final de su pasillo con entrecortada e intranquila voz interrumpida por un amago de carcajada nerviosa como si estuviera a punto de abrir, en un día de reyes, un regalo que no sabe si le gustará. La recuerdo viéndome cocinar sin saber qué hacer pero con una certeza absoluta de haber elegido el vino correcto. Las copas estaban perfectas y los cuchillos sin afilar lo suficiente. Dentro de cada casa aparecen los pequeños superhéroes que tenemos en zapatillas: los que cocinan, los que recogen, los que saben dar con la música apropiada. A veces hay un especialista en elegir la película, en dar con la almohada adecuada o quien encuentra el nivel de luminosidad perfecta para cada época del año. Un superpoder puede ser, perfectamente, encontrar ese punto reconfortante entre el ártico y el infierno que tiene el agua caliente. Ahí no nos llevábamos mal porque yo leo el periódico al revés y ella empieza por el suplemento. Nunca llegué a saber cómo sería un día laborable pegándonos por la última magdalena.

Teníamos muchas cosas en común. Veníamos golpeados en el orgullo de la ilusión esa que te arrastra diez minutos después de creer que el mundo se ha hecho para que lo que venga después de la formación sea tu momento, media hora después de levantarse del primer golpe, quince días más tarde de sentir que en un grupo duelen más las traiciones, diez años montados en una montaña rusa que ya ha dejado de ser emocionante pero de la que es imposible bajar. Teníamos vicios que creo que aún no nos hemos quitado y que nos obligan a llevar gafas delante del último presupuesto. Tenía alas, pero pegadas al cuerpo. Le daba las buenas noches cada día y me gustaban, más que el sombrero, sus medias. Nunca se lo dije y sin embargo me enviaba fotos vouyer a media mañana que quizá no supe identificar. Me producían más que calor, sensación de ser un equipo. En un absurdo mundo de soldados en guerra parece un error mostrar alguna debilidad y ahí estábamos, pertrechados con nuestras bayonetas en medio de una guerra del siglo XXI.

Supongo que como Lou Reed luchábamos en los flancos salvajes de la vida pero flancos diferentes.

Nunca me llevó, no sé si por resistencia personal, a ninguno de sus lugares favoritos y yo la llevé, con un par de sándwich fríos, al galeón pirata que es parte de mis escondites. Empecé a tener la sensación de no tener nada detrás de la puerta que ella se había empeñado en abrir. Supongo que hay una sensación extraña al dejar entrar a alguien a revolver dentro de casa. Implica la posibilidad de que encuentre esa mierda escondida de la que no se ha podido escapar porque se quedó en algún recóndito lugar en el que nunca pasó el aspirador. Creo que eso es lo que pasó por mi cabeza, porque es ahora la parte activa de mis taras la que se pone en alerta. La que busca, incesante, todos los motivos que van diciendo una y otra vez que no. Es la que busca enemigos entre sus conocidos, la que se queda enganchada con la mirada en dos de sus tres arrugas, la que no sabe si debe de comprar dos bollos suizos, de esos que están llenos de mantequilla, para decir que no a las magdalenas.

No sé, en realidad, cuando dejamos de hablar. Fue un poco antes de que me rindiera, digno e impertérrito, delante de su casa sin que bajara. El mismo instante en el que pensé que si no descubría mi mirada en el portal era porque ya tenía mis huecos llenos de alguien que no fuera yo y que estuviera en disposición de haber preparado una cata de cervezas artesanas en vez de un poco de cebolla pochada con alguna carne. Alguien que no se quejara del filo de los cuchillos. Hay veces que se intenta recuperar algo que ya está perdido. Ese fue el momento. Sucede cuatro días después de mis momentos de dignidad más pasiva agresiva. Claro que yo los conozco y ella no tenía por qué conocerlos. Debería de tener escrito un manual de instrucciones para dar la tercera vez que vuelvo a ver a la misma persona. “Si nos hemos visto tres veces no te creas que me he ido sino que empiezo a tener miedo”- debería de poner en algún lado.

Lo que sucede es que cuando alguien piensa que te has ido, se va.

Me puso en un mensaje “a tu lado hay frío y música”. Sonaba a reprimenda pero no lo era.

Y justo es cuando yo me di cuenta que la única vez que me quedé a dormir me desperté descansado. Aunque saliera corriendo sin verla desayunando ni eligiendo sombrero.



A los dos nos gustaba Antonio Vega, Ninguno  se dejaba llevar por ti. 

5 de diciembre de 2018

Comforting Sounds

I don't feel alright in spite of these comforting sounds you make I don't feel alright because you make promises that you break Into your house, why don't we share our solitude? Nothing is pure anymore but solitude It's hard to make sense, feels as if I'm sensing you through a lens If someone else comes, I'll just sit here listening to the drums Previously I never called it solitude And probably you know all the dirty shows I've put on Blunted and exhausted like anyone Honestly I tried to avoid it. Honestly Back when we were kids, we would always know when to stop And now all the good kids are messing up Nobody has gained or accomplished anything

Pd: (todo, pero a tope desde 4:35)

3 de diciembre de 2018

El tiempo da la razón a "Sé que eres un estúpìdo"

Cuando escribí "sé que eres un estúpido" pensaba que la estupidez nos  iba a mandar a la mierda a todos como sociedad y que esa cosa tan moderna que es que la opinión de la mayoría sea la que decida por nuestro futuro tenía en  su contra que hay un porcentaje de personas nada desdeñable que es incapaz de razonar las consecuencias de sus actos.  En el libro, que para  eso es una distopía bastante marcada y una novela, al fin y al cabo,  establece que hay un test infalible capaz de medir la estupidez y que gracias a ello se termina quitando el voto a los estúpidos y, solamente con eso, la sociedad mejora.

Dicho así es bastante fácil.

De aquel día a hoy han pasado varias cosas:

* Salido elegido Trump
* Se votó el Brexit
* Se voto en contra de la paz en Colombia
* Se votó a favor de que en Turquia hubiera un dictador
* En Cataluña se volvió a elegir a uno que se fue a Bruselas a un palacio,el que dice que si los bomberos no tienen mangueras es porque se han quedado el dinero los de Cuenca.
* Salió el Bolsonaro en Brasil

Y ayer en Andalucía Vox sacó 12 escaños con 350mil votos. Cosas muy locas como que en El Ejido, que es una población que ha vivido gracias a la inmigración irregular (porque para vender pimientos  a precio de risa un negro que viviera en el invernadero era lo más barato) es un lugar donde quienes no quieren inmigración irregular han sacado el 45% de los votos. La democracia presupone que las personas son razonables pero la estupidez lo desmiente. Ojo, que no quiere decir que me postule a favor de la apertura de fronteras y la explotación humana pero... joder, es como si Zara vota en contra de la explotación infantil en la India  o Amazon a favor de la regulación fiscal.

Pues eso pero de una manera asombrosamente dolorosa, porque está a 7 horas de mi casa en coche, es lo que va pasando.

La estupidez es la nueva infección Zombi y se acerca.

Pd: pueden ustedes comprar mi libro y regalarlo a  los votantes de Vox para que sujeten los muebles que cojean de Ikea, si es que los saben montar.

28 de noviembre de 2018

Libélula

(literatura)

-Libélula.

Esa es la palabra. Había decidido que existiera una palabra, identificable y poco habitual, que dijera que aquello se había terminado. Lo decía como se dicen las cosas desde las personas llenas de miedos: al principio. Era el primer día que quedaban como una pareja que sale a pasear y termina en la única mesa ocupada de un chino que tiene farolillos en la esquina. Si alguno dice esa palabra no hará falta decir más porque significa que todo está finalizado.

-En las relaciones sadomasoquistas también tienen una palabra para identificar que se ha sobrepasado el umbral del placer para llegar al dolor. Es algo parecido a lo que estamos haciendo.

-Puede ser- dijo con una sonrisa y ese tono entrecortado de alguien que siempre parece nerviosa o despistada pero se va fijando en los detalles. O de la misma forma en la que hace girar el plato del centro del menú para dos intentando que no le quede delante la ensalada de cuatro hojas grandes de lechuga mal cortada.

Subieron a su casa. –No va a pasar nada- aseguró sacando una de las dos cervezas que quedaban en la nevera y a la mañana siguiente se sorprendió de que aquella fuera una cama en la que la manta roza la piel sin una sábana en medio y, sin embargo, había descansado sin dejar de olvidar los ojos entornados y violentos que fue capaz de entrever en el mismo espejo en el que ella se miraba, ahora, mientras hacía gimnasia desnuda como una hippy antes de hacer café.

Ella era Brave, la princesa valiente. Él era Batman. Tenían miedo de haber sido descubiertos en su identidad secreta.

Cometieron los errores habituales de los perros que han sido apaleados de una u otra forma. Se protegieron. Hay un lazo que une a los suicidas que se han empeñado en vivir de la misma forma que hay un lazo entre los aficionados de los mismos equipos de fútbol, pero es menos ruidoso. Algo parecido a las confidencias de los fumadores cuando se alejan del ruido del bar para salir a la calle. Escapan de ellos mismos y muchas veces el tabaco es una excusa que no puede comprender quien no ha bajado las pulsaciones al frío de una calle de noviembre, incapaz de diferenciar el vaho del humo.

-¿Cuál es tu historia?- le preguntó a bocajarro. Y le respondió sonando a verdad. El tiempo, de alguna manera infame, la había dado mil datos que desde siempre negaban la posibilidad de vivir un cuento. Con detalles que lo salvan, pero detalles al fin y al cabo. Amores, desamores, matrimonio, maternidad, trabajos, despidos, familia y edades. Casi es como contar una fiesta que no fue lo que se esperaba y terminó con una gran resaca y alguna cicatriz. Había más determinación en no rendirse que en aceptar la mediocridad de la vida de verdad.

Tras una pausa, considerando que la igualdad es lo que se espera de la conversación entre adultos, él contó su historia y dio los mil datos que certifican que el lugar en el que está no es el que quiere o el que cree que se merece. Le gusta quien es pero no cómo se siente. “Si me dijeran que iba a ser como soy, firmaría”. “Si me dijeran cómo me voy a sentir, hubiera salido corriendo en dirección contraria”.

A su lado los coches aceleran camino de la autopista y sólo hay pausas en el momento aquel que el último semáforo tiene a bien de ponerse en rojo. Cruzando ella le mira como si hubiera estado allí. Y allí es el lugar en el que se siente indefenso, enfadado, desamparado y sin una luz que marque alguna dirección. Un lugar, en realidad, lleno de temores a las cicatrices que le impidieron saltar al vacío cien millones de veces.

-Hay que saltar, a veces- le dijo

-No me intentes salvar- respondió casi como zanjando. –A veces cuando se dan consejos parece muy sencillo pero no lo es. Viene a ser lo mismo que cuando alguien te asegura que debes de dejarlo todo y cambiar de vida, casi como un cambio de plano en una película de tercera con final feliz. No es así, joder. No lo es. No es tan sencillo porque hay que dar de baja el gas, cambiar la luz, vender el piso, domiciliar los recibos, explicárselo a tu madre. Hacer cajas con la ropa. No se puede saltar.

-Porque no sabes a donde

-A donde me da lo mismo.

No le daba. Nunca le da. Saltar tiene, por definición, un componente de vacío. Saltar posee el riesgo de partirse una pierna al caer. Con el tiempo somos más duros y, en la intimidad, mucho más frágiles.

Durmieron juntos.

-¿Cuál era la palabra que pusimos?- mandó en un mensaje un par de semanas después.

-Libélula.

No volvieron a hablar. Él sigue mirando como un perro apaleado con la puerta de la celda abierta, incapaz de cruzarla porque no sabe si estará ahí para recogerle cuando le tiemblen las piernas. Ella sonríe nerviosa y le echa de menos.


Pd: Las libélulas tienen 30.000 ojos y apenas viven unos meses en su forma adulta.

26 de noviembre de 2018

Soy un erial

Hay varias maneras de vivir en la sociedad compleja y llena de contradicciones en la que nos ha tocado subsistir. Una, la más sencilla, es aceptar que las cosas son como son y simplemente cumplirlas. En otra, revolucionaria de postureo, la actividad principal consiste en llenarse la boca de quejas y de reclamaciones para,  al final, cumplir las normas como el primero.

Viene a ser como aquellos que iban a tomar el congreso por la fuerza del pueblo pero luego se compraron un chalet con el dinero de diputado. También los que no iban a cantar "mariconez" aunque les echaran de la academia pero luego fueron un clon de Ana Torroja sin las piernas que tenía,a golpe de gimnasio, la auténtica en los años 90. Los que se hacen un Dolera de vez en cuando. Estos, la historia reciente lo demuestra, son peligrosos porque buscan la manera de retorcer las normas para volverlas de su lado como el que pone una demanda porque el gps le llevó en dirección contraria. 
Son los que iban a quitar los aforamientos en 60 días, acabar con los lazos amarillos, recuperar Gibraltar, evitar el cambio de hora, reformar la reforma laboral, quitar a Franco antes de verano de donde sigue hoy, bajar los impuestos a los autónomos o no darle un puesto público a su mujer. (Hola, Pdro).  Todos los que, no sé si fuísteis de los que firmaron, eran solidarios con Julian Assange, se oponen a la explotación laboral, a los paraísos fiscales y procuran comprar en  Amazon ropa de Zara mientras vuelan con Ryanir a un Airbnb desde el que piden un Deliveroo. Hipócritas de hipocresía rentable. Cumplen las normas y la culpa es de las  normas, pero las cumplen. Mi sobrina, cuando no me atienden en un bar, me pide que la deje ponerse en la barra, donde deja ver su melena rubia, y se jacta de lo rápido que la atiende el joven camarero. Luego me habla de que la sociedad la cosifica pero si puede aprovecharse, lo hace.
Después están los que se preguntan el por qué. Los que, antes de hacer algo, se preguntan el motivo.

Mi padre era un señor incansable que cumplía las normas. No se preguntaba por los objetivos más allá de hacer lo que debía de hacer y eso no le generó grandes conflictos y más de un rédito laboral. Si hubiera sido un soldado, una larga cola de enemigos muertos plagarían su currículum. Es más que seguro que hubiese sido condecorado varias veces. Conozco a alguien que combatió en el Frente Sandinista de Liberación Nacional y me contaba que cuando la Contra les acechaba quemaban  las granjas de los nicaragüenses para que no quedara nada a su paso. Arruinaban a su propio pueblo  porque para ellos la única norma era ganar una guerra que, en realidad, perdieron. Pensar en por qué,  en una guerra, es perderla contra los perros hambrientos de la devastación. Será por eso por lo que no recuerdo ningún boxeador filósofo. Cuando perdí gran parte de mi virilidad en forma de poderío físico descubrí (tarde) que se folla mucho mejor sin pensar porque es como sentir pero menos divertido. !Cuanto gozo perdido por ésta cabeza incansable!.

En realidad cada una de las actitudes responde a la concepción  de la realidad que queramos aceptar. El universo en el que creemos vivir es el que determina nuestra forma de interactuar con él. Si aquella mujer vive en un mundo donde todos los hombres son unos hijos de la gran puta que intentan aprovecharse de su bondad entonces dispone de una excusa perfecta para engañarle antes de que lo haga él. Al fin y al cabo, más tarde o más temprano y en el ese mundo en el que cree vivir, lo hará. Es una certeza a lo Minority Report, 

Si tiene que aparecer el caballero a lomos de un corcel blanco, aliento a eucalipto, pelo brillante al aire, conjugación verbal correcta, disponibilidad acorde con los horarios laborales de la  dama, falta de ronquidos y que no huela después de ir al baño... te vas a quedar sola en tu anuncio,  guapa. En tu universo existe, pero en Instagram también hay escaparates de mentira. Yo ya me rendí en encontrar a quien pudiera lidiar con mis taras. Ahora sólo pido que me aguante, que no me pida ser quien no soy y saque lo que me queda de bueno en algún lugar.

Si el futuro laboral del adolescente no está lleno de horas libres y parapente pagado por la empresa deja de esforzarse. Si no mete goles el primer día deja de entrenar aunque ya haya comprado las zapatillas de Messi y tenga tres pelillos en forma de la barba de Isco. En ese universo de inmediatez y hedonismo incontrolado si hay algo que no está al servicio del protagonista de la historia, la historia está mal hecha. Derechos conocidos. Deberes de los demás. Un universo egocentrista con wifi y fotos en la nube.
La concepción de la realidad, aunque no sea beneficiosa o cierta, determina la actitud mucho más allá de lo que podamos considerar objetivos. Porque ¿qué objetivos tenemos en realidad?. Carpe Diem no es un objetivo, es escabulllir el bulto. Adelgazar (hasta un peso marcado), hablar inglés (como para ir a Norfolk y que te entiendan), correr una maratón (y acabarla) pueden ser objetivos. A veces el objetivo es algo fútil como acompañar a un equipo de fútbol a un partido de mierda, pero también lo es. Llegar a un lugar determinado. Acabar un puzzle. Despertarse, un domingo, de la siesta como un cervatillo.

Al contrario que mi padre yo me pregunto continuamente el por qué. He dejado de experimentar seguramente procelosos y excitantes momentos de piel y calor por razonar lo que viene después de avalanzarse sobre la saliva sin que le de tiempo a quitarse los calcetines (lo cual me parece algo más de confianza que de comodidad).  Cuando no encuentro el por qué pienso en el objetivo.  Y entonces lo junto todo y me  pregunto el por qué del objetivo. Incluso en lo que hay después del objetivo. Soy un gran vidente de mis fracasos futuros no cumplidos.

Y, entonces, los perros hambrientos de la devastación, que no piensan ni tienen objetivos, me dejan como un campo quemado esperando la llegada del otro ejército. O quien vive en un universo se va con otro que no piensa, O se quedan esperando un hombre anuncio. O me llaman derechón, izquierdoso, alto o bajo en un mundo de gigantes.

Por eso, pensando, sin estar convencido de un objetivo claro y sin un universo cerrado definido: soy un erial.

22 de noviembre de 2018

Nada que olvidar.

Ayer hace 18 años que asesinaron a Ernest Lluch. El mismo tipo al que gritaban en un acto electoral , en una de las pocas plazas de toros cuadradas del mundo que hay que hay en Donosti, de Odon Elorza y respondía así:

Son los mismos, los que gritan,  los que algunos hoy llaman demócratas mientras se fotografían con, probablemente, alguno que colaboro o que se alegró de que a Ernest le metieran un tiro en la cabeza en su propio garaje. Se les llena la boca diciendo lo asesino que era Franco, que lo era sin ningún lugar a dudas, de la misma forma que lo era el que ordenó matar al hermano de mi abuelo por ser el cocinero del regimiento de Paracuellos. La historia es un arma de doble filo que olvida lo que le interesa para crear un argumento acorde con la situación que haya que defender la actualidad.

Somos una sociedad muy injusta con  su historia y eso , con mucha seguridad, nos hará repetir errores una y otra vez. Errores miserables, como votar a un nazi. Errores tontos, como creer que el Black Friday es real y no una chufa fuera de la regulación de las rebajas donde se ofrecen productos más caros, fuera de temporada o tarados. Eso sí, fomentando lo mismo que la reinterpretación de la historia: un lugar donde quedas como un campeón siendo el más listo en un mundo de mediocres.

En España hemos aderezado la historia como nos ha dado la gana y desconozco si es algo que sucede también en otros lugares. Podemos gritar al rey, a los jueces o cagarnos en lo más sagrado sin problema porque es un uso lícito de nuestra libertad. Pero no podemos llamar guapa a una chica guapa por la calle o decir alguna barbaridad sobre negros o gitanos. Eso no es compensar una situación históricamente injusta sino mover la balanza al lado contrario como si fuera una revancha. Es España no sólo mató Franco, que lo hizo a manos llenas, sino que también mataron los rojos y los republicanos y, de una manera más reciente, los miserables salvapatrias de ETA que acompañan ahora los mítines independentistas de los derechones de un partido condenado por corrupción que se llamaba CIU. Porque la corrupción y la "miserabilidad" no es exclusividad del PP sino de los miserables de la misma forma que ser un asesino, aunque no es un valor único de quienes aprietan los gatillos, es algo de lo que hemos tenido bastante a lo largo de la historia.

Y alguno de esos se llevó por delante a un tipo que hace 18 años y un día fue acribillado en su garaje.

El mismo que pone la piel de gallina al demostrar, en el vídeo de arriba, que era un tipo valiente y lleno de verdades.

Valientes también hay en nuestra historia y por eso estamos mejor que hace 18 años. Antes luchábamos porque no nos mataran, hoy porque no nos estafen. Claro que estamos sin comercio de verdad y sin  Ernest.

No hay que olvidarle. Nada hay que olvidar. Tampoco que el Black friday es una chufa. Siempre hay que tener memoria no sea que te vuelvan a engañar mañana porque se te olvidó que te engañaron ayer.

"Si me engañas una vez es culpa tuya pero si me engañas dos, la culpa es mía"

16 de noviembre de 2018

Memorias de un hombre en pijama (El astronauta que vió a Elvis)

Cosmonauta inerte con su nave al frente y sólo un gato de tripulación. Se prepara un baño con la Tierra abajo intuyendo que eres tú la misión, sí.  Cae el agua lentamente, sin más. Te dirá: "voy buscando un fallo en ti y no. Aunque busque un fallo en ti no aparece. Lo más raro qué hay en ti soy yo, soy yo". Cae al suelo a veces pero apenas duele ya. La gravedad sólo es una ilusión aquí. Neptuniana a veces, tan extraña siempre que pareces ciencia ficción.  Aunque altere los factores da igual. Da igual. Voy buscando un fallo en ti y no. Aunque busque un fallo en ti no aparece. Lo más raro qué hay en ti soy yo, soy yo.  Sección de cuerda, algún trombón, empiezo a oír la orquesta que sólo está en mi manera de pensar. Es la versión del director sin cortes que eliminen la estela ardiente que ideado al despertar.  Stanley Kubrick, Ridley Scott, ¿donde estáis?. Son otras leyes físicas. Podría ser una visión como el astronauta que vió a Elvis.  Voy buscando un fallo en ti y no. Aunque busque un fallo en ti no aparece. Lo más raro qué hay en ti soy yo, soy yo.  Lo he intentado a veces y tú ganas siempre

13 de noviembre de 2018

Princesitas

Soy un amante de la música. Por eso no sigo,  bajo ningún concepto, la Voz, Tu cara me suena, lluvia de estrellas o incluso Operación Triunfo. No es música pero eso es otra discusión. Sin embargo miro de reojo lo que sucede no sea que un día, en un bar con poca gente, alguien me pregunte sobre el particular y no tenga nada que decir. Leo sobre ello. Hoy descubro que en una columna se opina sobre dicho programa empezando con una frase que me ha gustado "algo falla cuando un participante se siente más listo que el programa". Así que me he puesto a leer.

Resulta que los muchachos que tienen a bien en convertirse en estrellas de la canción han hecho piña contra el propio espectáculo del reality para intentar dar lo menos de si mientras la televisión tiene la obligación de hacerles unas estrellas. No se enamoran ni se cantan a media luz. No hay compañerismo alegre y popular o traiciones y desconsuelos delante de las cámaras y, sin embargo, parece que en la zona de dormitorios (que es donde no hay cámaras) se lo pasan de puta madre para que se chinche el mecanismo malvado empresarial televisivo que les manipula. Claro que, como bien se explica en el artículo, eso hace que el programa sea aburrido, la audiencia caiga y como conclusión final, estén con unas palas cavando las tumbas de sus prometedoras vidas artísticas. Ese es un razonamiento al que probablemente no han llegado aún. Como buen comportamiento estúpido perjudica a ellos mismos y a todo lo que les rodea.

Viene a ser como el que está en la puerta del bar esperando a que llegue la hora en la que las copas están por debajo de coste para beber y se va cuando acaba ese tiempo. El mismo que se enfada porque, debido a una ruina de la que nadie sabe el motivo, han cerrado el bar. Hay muchas tiendas que han descubierto que estar siempre de oferta, aunque sea de mentira como las webs , grupon o mediamarkt, es rentable porque se llenan de listos. Hay muchos que han intentado trabajar lo menos posible en sus empresas y cuando se han visto en la calle jamás han aceptado la responsabilidad personal. La misma responsabilidad personal que se tiene cuando aquella persona nunca llama sin reconocer que tú no llamaste jamás.

Nos estamos convirtiendo en princesitas egoístas que han de ser rescatadas mientras miran con  desdén a su salvador escapando de los dragones porque era su obligación. -Vienes tarde- dijo la última princesa mostrando el telar casi terminado. -¿De otro color no había?- preguntó al aparecer con la luna.

Somos intolerantes, ansiosos, exigentes e incapaces de ver en el espejo al mediocre que seguramente somos. En las páginas de citas pone "sólo solteros de más de 1.85, con trabajo, sin mochilas emocionales y aficionados al curling como yo". Luego dramatiza delante de un café lo difícil que es encontrar a alguien que le haga sentir que vive en un refugio y una voz le responde "no te preocupes, Llegará". -Pero es que cada vez que quedo con alguien, al final, resulta que es un gilipollas- continúa. -Hay mucho gilipollas, lo sabes- empatizan a su lado.  Y la amistad hace que se consuelen porque la vida no les da ese imposible que creen que merecen sólo por existir y sin quitarse, ni siquiera, los pelos que sobresalen de la nariz. (este ejemplo vale para todos los sexos y lo de los pelos se refiere a las propias imperfecciones, como metáfora). Las relaciones personales siempre han sido bastante egoístas pero últimamente parecen la selección de personal del cuerpo de bomberos. Y con contrato temporal bastante breve en la mayoría de los casos, que está fatal la precariedad.

Haré lo menos posible pero: Págame, fóllame, diviérteme, sálvame y por supuesto, conviérteme en estrella de la canción.  Soy una princesita.

La canción empieza: "yo no sé quien ha sido el necio que me dijo que soñar era gratis..."
Pd: yo lo soy de vez en cuando pero dejo mi pelo caer por la almena para que me rescaten, como Rapunzel. Hoy fui a la peluquería.
Tengo mazmorra para rato, bastante incontinencia verbal y una absurda conciencia de la responsabilidad personal. Así me va. Si estuviera en BUP podría tener el título con una asignatura suspendida. En realidad les damos argumentos.

10 de noviembre de 2018

En el futuro no poseerás nada.

En un futuro no poseerás nada.

Tampoco es tan malo pero sí tiene un poco de aterrador. Compartir casa, vacaciones, coche eléctrico al trabajo a tiempo parcial en una silla donde otro pone su culo por las tardes. Será el tiempo del poliamor, donde tendrás una app que te dirá cual es el momento en el que sentirse amado y cual en el que ser un paria, un forofo deportivo o un intelectual de farol. No tendrás cobijo, trabajo, medio de locomoción, amor o incluso identidad propia y, sin embargo, vivirás con esa sensación de tenerlo todo sin nada. Vida colaborativa.

Una de las partes con las que las empresas que venden cosas han descubierto que pueden retorcer al cliente es creándole la ilusión de poseer el objeto de veneración. Puede tener ese Aston Martin Db9 sin problemas. La manera de hacerlo es que no lo tenga. O que lo tengan cien. Ni siquiera tiene una centésima parte del coche sino la posibilidad de usarlo una de cada cien veces. Alquiler suena a capitalista de tercera. Compartir es de potentado con conciencia. Como no puedo llegar a ello he aprendido a disponer de la ilusión de haber llegado. Al fin y al cabo, !es tan incómodo meterlo en el garaje!.

Salvando las distancias hay un mundo, inmenso, entre buscar una canción en internet y sacar el disco, tenerlo en la mano, limpiarlo con cuidado, elegir la canción correcta y disfrutarlo. El ceremonial, igual que en el amor, es mucho más reconfortante que el acto. Aunque sean canciones maravillosas a mi me gusta esa primera sensación que viene desde la mirada y que termina en la punta de los dedos. Dispongo de la torpeza vintage esa en la que me apasiona que poder tocar lo que me hace feliz. La egoísta y anacrónica pasión de sentir algo como mío (no como algo de poder sino algo intransferible). Me produce una paz absurda saber que estará ahí mañana. Le hablo a mi moto cuando llegamos al hogar. Una vez le conté mis miedos, como una confesión, al coche en un semáforo. Mi casa conoce todas mis taras. Alguna noche mis zapatillas me han avisado que ese no era el camino. Todos somos un equipo. La pertenencia a un grupo es una característica que existe en todas las culturas en las que hay humanos. Mi grupo, quizá después de aprender lo voluble del compromiso humano, también es ese pero no me siento cómodo en una habitación de hotel de la que me marcharé mañana. Me resulta muy difícil relajarme más allá de la mera actividad gástrica fuera de mi baño. Cagar es algo importante pero lo mejor es poder leer el periódico o disponer de tiempo para, sin que se note mucho, responder whatsapps acumulados. Eso, de una forma mucho más terrenal, es el ceremonial que se pierde mecanizando la actividad. Pierde la gracia.

Lavar el coche, abrir las ventanas de la casa del pueblo, cortejar, apasionarse, pasar el aspirador encontrando una moneda de dos euros entre los cojines o incluso recordar su olor mientras se cambian las fundas de los almohadones es algo que se va con el futuro.

En el futuro no poseerás nada y te creerás alguien. Habrás perdido mucho, maldito autómata colaborativo. Nuestros padres se socializaban bebiendo y nuestros hijos beben para socializarse. Yo vuelvo a ser un niño que juega al fútbol en el pasillo cada vez que me acerco a aquella casa que se compró con una hipoteca en 1971. Miro de reojo a la terraza y veo una bicicleta que no es la mía pero me imagino dentro, en aquella habitación con un cuadro horrendo de un jarrón al lado de mi cama.




De un destino a otro, a velocidad de la luz, se pierde el paisaje. Y sí, me he querido teletransportar muchas veces, pero a tu lado. No sé qué es peor: reconocer que no se puede todo o la falsa sensación de que se ha logrado algo sin ningún esfuerzo.

9 de noviembre de 2018

Superhéroe bajo la manta

La verdad es que necesitaba un abrazo pero no le salían las palabras de boca.

Por la misma razón que los que ahora juegan a tener 20 años no han sido educados en la frustración y sí han aprendido, con facilidad máxima, a culpabilizar a otros (...al gobierno, a los bancos, al jefe, a mi padre...) de sus propias miserias (así como de ser incapaces de poderlo todo), algunos han sido enseñados, a fuego como un jubilado orgulloso, a no mostrar ninguna debilidad. Yo me emociono mucho viendo a los señores llorar. Cuando veo a una pareja de edad paseando por la calle nunca van cogidos de la mano. Tampoco significa que no se quieran a muerte y que uno no tuviera ningún sentido sin el otro. Una dependencia aceptada y recíproca debe ser algo parecido al amor.

Hay quien se desnuda y se recrea buscando, en verdad, los veinte minutos que quedan entre el sexo y ese incómodo momento en el que la vida real vuelve a florecer y es necesario abandonar el ring como si los gramos de ternura fueran drogas no permitidas. Los veinte minutos de calma. La hora y media cerca con una película delante. Los cientos de kilómetros hasta un destino acordado. No pongo la calefacción para esconderme bajo la manta llena de agujeros que hay en mi sofá de diseño. En ese instante no salen palabras de mi boca y me enternezco con las historias tontas de la televisión.
No me ve nadie. Nací para superhéroe. No lo soy.

La edad es algo parecido a la kriptonita.

8 de noviembre de 2018

Justicieros gilipollas. Malditos.

España es un país de justicieros. Y de gilipollas.

Ayer salia la noticia de que un buen grupo de justicieros españoles, defendiendo la integridad moral de la patria, habían decidido como buenos jueces del supremo que Dani Mateo, la sombra alargada de la gracia más recalcitrante del único programa que sigue haciendo chistes de Rajoy, era indigno de vivir como una persona. Así que gracias a la contrastadísima información de un twitt decidieron hundir un restaurante propiedad supuestamente del sr Mateo. Y fueron en hordas a por él. ¿A quemarlo?. No, por favor, qué poco moderno. Vamos a ponerle puntos negativos en Tripadvisor y luego juntar las puntas de los dedos como hace el malvado Sr Burns de Los Simpsons. Claro que además el restaurante en cuestión no es del sr Mateo y ahí están, los gilipollas justicieros, jodiendo a un tipo que probablemente estaba trabajando sin saber el motivo por el que le venían las hostias.

En España, que no sé si sucede en otros lugares del mundo, hemos arrasado con la vida de uno al que le pusieron la foto diciendo que era pederasta. Hemos matado miles de veces a Samar Badawi sin tener ni puta idea de quien es. Hemos ensalzado a actores porno diciendo que son grandes científicos. Hemos metido a Albert Rivera como narcotraficante gracias un chiste de Monedero. Miguel bosé ha muerto más veces que su gato y antes que existiera Internet. 

Unas cuantas verdades: Urdangarín sigue en  la cárcel, Ada Colau no ha declarado la guerra a los españoles, ser gay no sumará para ser funcionario con el psoe, no se han prohibido los villancicos por la igualdad de religiones, no hay tuberculosis en Nájera, echenique no ha dicho que Nadal sea un imperialista, la revista Time no considera a la Policía Nacional como la mejor del mundo, Amancio Ortega no ha comprado 100 millones de Bitcoin... (son todos bulos reales)

Existe más de una página para contrastar los bulos y a veces sólo hace falta aplicar el sentido común o buscar tres segundos, pero es mucho más divertido creer que desde casa, haciendo clicks (no de Famobil), se equilibra el universo.

Y luego, además, todos esos que van por ahí ajusticiando, se quejan de que el sistema quiere manejarnos. Los mismos que no se preocupan si la foto es real, si acaso le están jodiendo la vida a un inocente o si los datos son verdad o mentira.

El problema de Internet es que si escupes para arriba, no te cae en la cara  porque no hay gravedad.

No he visto a nadie perdiendo perdón en sus publicaciones justicieras. Perdón pero por gilipollas.
Leed, leed, malditos.

Extra: Queman a vivos a unos por un bulo de whatsapp.

7 de noviembre de 2018

Demasiado rápido. Demasiado en pausa.

De una manera u otra todos  tenemos miedo de la oscuridad porque no deja de ser un gran espacio lleno de vacío. Así que ante ese miedo saltamos, acelerados,  por el mundo como si hubiera que aprovecharlo todo antes de que se agote. O agotarnos antes de que se acabe el mundo. Leerlo todo, olerlo todo, follarse todo, ver todas las series acumulando las escenas en la cabeza por miedo a no saber responder cuanto te hablen del quinto capítulo de la penúltima temporada, oír todos los discos y tener un argumento para el próximo acontecimiento sesgado y escandaloso. Beber hasta perder el control.

Me dijo: "Ya estoy bien. Me quedé encerrada en casa pero eso ya pasó. Ahora salgo todo lo que puedo y lo intento disfrutar al máximo porque no hay más que una vida y nunca más voy a ser tan joven como hoy. Conozco gente y de vez en cuando , si un tipo me hace gracia, me lo tiro sin  pensar si es lo correcto o si quiero que sea el padre de mis hijos. Si me paro a reflexionar, como hacéis algunos mohínos, se me pasa el tiempo. Ya no estoy para perder oportunidades.". Y sorbió otro trago, me pidió un cigarro y,  quizá sólo en mi cabeza, se quedó a la vista el principio del escote. Sí, sólo en mi cabeza y en uno de esos momentos en los que puedo acertar si digo que hay un tipo con coleta sonriendo falsamente a una morena al final de la barra. Que la caja marca 12,40 del último cobro y que el baño está ocupado. Una de esas imágenes estáticas que vuelan por el local enfocando todo lo que sucede y buscando historias dentro de cada mirada. Es una especie de hipertimesia que dura hasta que lo escribo. El chico de la coleta llevaba un jersey marrón. Yo no soy capaz de recordar el color de mis  propios calcetines mientras esquivo balas en  la azotea de matrix.

Cuántas veces, en medio del cuento, no soy ningún personaje. La sensación esa de no pertenecer a ningún sitio hasta que aparezca la bandada de gaviotas correcta. Y levantarse contra todos.
- Existen una serie de recompensas que creemos que lo son y luego son puñales- acerté a decir mientras ella intentaba que yo fuera absurdo y torpe, bailando canciones infames.

¿Quien sabe lo que nos conviene?. ¿Nosotros? No. Hemos acumulado todos y cada uno de los títulos académicos que tienen los miedos y la inconstancia.. Una vez creímos ser felices,  máster en dejarla ir, y de eso parece que hace muchos años. Una vez sonreímos, cum laude de olas de quince centímetros, en alguna playa y con el sol a las  espaldas. Desperté, honoris causa de los redesayunos, y aún me llena la cara de luz la sonrisa que me encontré delante. Vamos llenando el alma del jubilado que critica la obra sin haber cogido una pala jamás y sin sonreírla aquella vez que, al despedirse, me mandó un mensaje diciendo que estaba muy guapo en medio de la avenida y en moto.

Ella había decidido ignorarlo todo y yo me revuelco en las heces de los fracasos metiendo el hocico. Así que nos despedimos, uno moviendo la cabeza muy rápido para no acumular detalles y otro, que soy yo, buscando en la imagen fija de la madrugada la luz que se queda encendida al final del pasillo para no tropezar con el frío del amanecer.

No sé, ahora, si es más fácil frenar o acelerar. Mi nueva moto corre bastante más pero creo que no estoy más guapo.

5 de noviembre de 2018

Am I the One

I sing these words time and time again To express my life of being your lover and your friend And as the clouds high above shed their tears I'll embrace you with love from all your fear Am I the one am I the one that you love Am I the one Am I the one that you think of Am I am I the one A passion in your caress flows from your fingertips And I pray for the day that I hear those precious words pass through your lips Wishing upon a star from up above That soon you'll look at me baby and say I'm the one that you love Am I the one Am I the one that you love Am I the one Am I the one that you think of Don't you make me feel crazy if I break down and cry Just tell me that you love me baby Even if it is a lie Am I Am I Am I Am I the one I know there's a painful chance I must take So sad that I ask you Afraid it's a mistake Am I the one Am I the one that you love Am I the one Am I the one that you think of Don't you make me feel crazy If I break down and cry Just tell me that you love me baby Even if it is a lie Am I the one Am I the one Am I the one Am I the one I got to know yeah Come one baby Am I the one.



El dia que escuché esta canción el fantasma de Janis Joplin me recorrió de arriba abajo. De eso hace muchos años y siempre que me piden una interpretacion maravillosa busco a Beth Hart desatada. Y tiemblo 11 minutos. 

La culpa es de los demás

A todos los que no quieren pagar los portes
A los que vuelan en low cost, se cortan el pelo low cost.
A los que compran más barato que nadie.
A los que fingen bajas o no van a trabajar porque no les sale de los huevos.
A los que piden ayudas para ver qué pasa y las cobran
A los que van a manifestaciones contra la esclavitud infantil con ropa de Primark
A los que se reúnen para hablar de lo miserable que es el trabajo y se piden un Deliveroo
A los que reclaman que la cultura sea gratis porque a un artista no hay que pagarle
A los que dicen que los hoteles son caros
A los que se quejan de que ya no hay tiendas

...me encanta cuando contáis, indignadísimos, que la culpa de todo es de los demás.

(dadle una vuelta a la cabeza, si os queda, que llega la navidad)


2 de noviembre de 2018

Whatsapp

“Sálvame”- mandó en un mensaje.

 Hemos perdido completamente la entonación de las palabras y nos hemos acostumbrado a los dramatismos. A las exageraciones. A las noticias falsas. No nos asombramos por los nuevos cataclismos ni por las pequeñas soledades. No sabemos reaccionar con los cadáveres a los pies de la próxima red social. No nos quedamos traspuestos por las lágrimas ni nos parecen excepcionales los millones de momentos maravillosos que se nos escapan cada día. No le damos valor a las yemas de los dedos encontrando el valle que se forma en la espalda, justo a la altura contraria al ombligo, porque siempre queremos más. Arriba, con la mano extendida. Abajo, con un movimiento acrobático por debajo de los elásticos. La gran decepción es descubrir que la vida real no es un anuncio pero , en verdad, no lo fue jamás. Hay mentiras que estamos deseando creernos como espejismos necesarios para seguir esperando. Puede ser algo parecido al cine. Sin efectos especiales parece menos cine y , sin embargo, es porque nos dan la imaginación ya resuelta. Somos una sociedad de vagos cerebrales. 

Miró al mensaje como una botella lanzada al océano. Lo pensó directo y claro. Nítido. Cristalino como una erección a la hora de dormir. Urgente como un hombre ahogándose cerca de la orilla. 
“Sálvame”- recibió.

 Se sonrió como si fuera una expresión de angustia menor. Una queja infantil sin importancia. Se sintió cómplice pero no partícipe. Espectador pero no concursante en el juego de la comunicación. La pantalla es un universo paralelo al que recurrir de vez en cuando y de vez en cuando aceptar que no es real, aunque haya noches en las que lo que desea. No es de noche. El ruido de la realidad hace estéreo en su cabeza. Puede esconderlo en un bolsillo y rescatarlo cuando sea el tiempo adecuado, cuando haya que volver a meterse un poco de droga virtual en la que poder ser quien la misma persona pero con superpoderes. Poderes de esos que no hace falta demostrar siempre, que son los buenos. Los poderes que pueden probarse y probarse hasta que el encuadre de la foto es la que debe de ser. Entonces sí, como la toma buena entre mil ensayos. Y adjuntarlo como prueba. Hacer desprecio a la excepcionalidad de la toma como si fuera lo habitual como meter un triple de espaldas.

Creyó que era un componente del juego.


Era de verdad.

31 de octubre de 2018

Lobo amigo

Por cosas como estas, escondidas después de mil pestañas del navegador, es por lo que creo que queda esperanza en el ser humano y, por otra parte, me entristece que algo tan precioso sea una gota que casi no moja en el océano de banalidades en el que nos hemos acostumbrado a vivir. Y me voy a la cama sintiendo amor y odio por nuestra naturaleza social que va detrás de lo que brilla como cuervos sin percatarse de la belleza.

Porque si llegas tarde diciendo que te has parado a ver una bonita puesta de sol te llaman loco.

Al menos aquí, en un escondite que no es refugio, hay una gota más. Llenemos los ríos con el invierno.

25 de octubre de 2018

Fix you

Dice la letra:

Cuando lo haces lo mejor que puedes, pero no tienes éxito, cuando consigues lo que quieres, pero no lo que necesitas, cuando te sientes tan cansado, pero no puedes dormir, atascado en la marcha atrás. Y las lágrimas bajan como un torrente por tu cara, cuando pierdes algo que no puedes remplazar, cuando quieres a alguien pero se echa a perder, ¿podría ser peor? Las luces te guiarán a casa, y encenderán tus huesos y yo trataré de curarte (arreglarte, repararte, sanarte). Y estés eufórico o estés deprimido (en lo alto o en lo bajo), cuando estás demasiado enamorado como para dejarlo pasar, pero si nunca lo intentas nunca sabrás lo que vales. Las luces te guiarán a casa, y encenderán tus huesos y yo trataré de curarte. Las lágrimas bajan como un torrente por tu cara, cuando pierdes algo que no puedes remplazar, las lágrimas bajan como un torrente por tu cara, y yo... las lágrimas bajan como un torrente por tu cara, yo te prometo que aprenderé de mis errores, las lágrimas bajan como un torrente por tu cara, y yo... Las luces te guiarán a casa, y encenderán tus huesos y yo trataré de curarte.
When you try your best but you don't succeed When you get what you want but not what you need When you feel so tired but you can't sleep Stuck in reverse And the tears come streaming down your face When you lose something you can't replace When you love someone but it goes to waste Could it be worse? Lights will guide you home And ignite your bones And I will try to fix you And high up above or down below When you're too in love to let it go But if you never try you'll never know Just what you're worth Lights will guide you home And ignite your bones And I will try to fix you Tears stream down your face When you lose something you cannot replace Tears stream down your face, and I... Tears stream down your face I promise you I will learn from my mistakes Tears stream down your face, and I... Lights will guide you home And ignite your bones And I will try to fix you

24 de octubre de 2018

El error de la inteligencia artificial.

Hace ya varios años google puso una página, a modo de aprendizaje para su inteligencia artificial, llamado Quick Draw. Ahí te  pide que dibujes cosas y Google intenta adivinarlo. En realidad lo que hace es acumular dibujos y compararlos hasta encontrar similitudes. Y se guarda la mierda que has dibujado para perfeccionar su forma de adivinar los que vengan después. A esto, cuando la base de dibujos que tiene acumulada es enorme, lo llaman inteligencia. Pero, y eso me lo pregunto como el escéptico que soy, obviamente si todos dibujamos un melón cuando nos piden hacer una margarita la inteligencia asumirá que una cosa es la otra. Y ya está, explota google y no puedes encontrar una película para ver. A tomar por el culo internet. 

La inteligencia artificial, por definición, aprende a simular los comportamientos humanos. Aprende, a base de acumular pruebas y errores, de nosotros. Ese es un error porque sabemos que somos imperfectos. Amazon se ha gastado un dineral en desarrollar una "inteligencia"  que haga selecciones de personal y después de mucho aprender se descubrió que puntuaba negativamente a las mujeres (porque, en realidad, es algo que el ser humano ha hecho históricamente y de algún sitio habrá aprendido). Microsoft creó un usuario de Twitter que aprendía del resto de usuarios llamado Tay que se volvió racista y antisemita en menos de un día. Aprendió rápido. ¿Donde está el problema?. Como siempre en nosotros. Si se aprende de un miserable, de la misma forma en la que mediocres aconsejan a mediocres muchas veces, se convierte en un miserable mediocre. La inteligencia artificial, usando esta premisa, es defectuosa de base. Parte de un  planteamiento equivocado: que el ser humano hace las cosas bien.

Los ordenadores, aunque queramos creerlos como aparatos que jamás se equivocan, son calculadoras rápidas que valen para comparar y buscar mucho más velozmente que tú en una enciclopedia enorme. No hacen más y el resto no es más que simular comportamientos. Engañan. Si me dices "hola" te digo "hola". Si me dices que te calcule la ruta más corta a casa de tu prima simplemente hace operaciones matemáticas sumando y restando tiempo y distancia. Y cuando esa base de datos empieza a tener puntualizaciones o interpretaciones, la caga. Vemos un reflejo de lo que somos y potencia todas y cada una de nuestras imperfecciones. No contrata mujeres y hace chistes de negros. Y creemos que es un problema de software cuando la realidad es que es un problema de base: le queremos hacer como nosotros y no nos hemos dado cuenta que somos unos mierdas.

(¿O acaso la música que te dice youtube que puede que te guste no es mierda una y otra vez?. Pues eso es porque cree que Melendi es bueno y que el regetton es cultura, que el trap es fruto de un perfeccionamiento de la música o que esa canción que ya has oído mil millones de veces te va a sorprender y ni te imaginas lo que pasa después)

Un abrazo: Skynet

23 de octubre de 2018

Brackets

(Aviso para críticas: literatura casi en estado puro. De relatos que espero que terminen convirtiéndose en algo más grande)

Brackets


Hay veces que nos acercamos a determinados lugares porque nos resultan conocidos de la misma forma que hay olores que nos recuerdan a casa. A mí me resultaba familiar y sabía exactamente donde, a qué lugar de la vida reciente hacía referencia con ese aspecto de orden y orgullo, que es la manera que tienen de andar las mujeres bajitas con un armario poderoso. El pelo perfecto y los tacones kilométricos, de esos que si se los quita justo delante de ti mirándote a la cara no sabes si ha desaparecido o si está en algún lugar inenarrable. Las fotos siempre haciendo una pose ensayada y siempre con el mismo perfil y la misma sonrisa entreabierta.

Era de esas personas que han decidido vivir aunque se empeñan en contar lo  muy ocupadas que se encuentran. Sin embargo la manera de reconocer a este tipo de personas es, como muchas otras cosas en la vida, dejarles hablar. Al final de tanta palabrería el vestido, la fiesta, la nueva fiesta y la invitación al evento próximo prevalecen y eso significa que lo que prevalece es vivir por encima de la ejecución  de los medios para poder vivir. Trabajar es demasiado mundano para las uñas que están perfectamente arregladas. Se estaba arreglando la boca para sonreír con más glamour en los photocall. Vestía escondiendo un tanga negro muy pequeño pero eso no lo supe hasta más tarde.

Me contó que se había separado casi como una predisposición. Que vivía en un ático del centro. La primera vez que subí me prohibió dejar las cosas en la mesa porque es blanca y se quedan marcas.  Fue un día para cenar que me pilló una tormenta y tenía que secarme de alguna manera. No hay nada malévolo en subir a casa de una señorita si las intenciones de ella no indican lo contrario. Hay algo en lo que me fijo, si es que no hay discos ni libros,  con mucho detenimiento al ver por primera vez una casa: los cojines del sofá.  Si están perfectamente organizados o no. Allí lo estaban.  En orden perfecto. Aprendí, más tarde, que tenía que dejarla tiempo para deshacer la cama de la manera correcta antes de llegar a ella. Que todo dispone de un orden y que si ese orden se rompe es como si hubiera una catástrofe que impide dormir con calma durante la noche. Si los cojines se almacenan sobre la silla del fondo el universo mantiene el equilibrio pero si acaso sucede que se arrojan contra el suelo en un alarde loco de desenfreno y pasión los duendes esperarán para fracturar la noche en mil pedazos de insomnio. Los de la cama eran blancos y negros, los del sofá de seda. Siempre tuve mucho cuidado  con ellos.

Cenamos, charlamos. Establecía, casi como si fuera la domadora de un animal que fuera yo, los muros que me obligaba a tener que saltar. Se centraba, porque lo sé, en unas diferencias obvias que existen entre las personas pero sin embargo seguía con  la conversación. “Somos muy diferentes”- me decía pero luego volvía a mandarme una foto con el modelito de la tarde. Una vez me dio las buenas noches con un pequeño camisón de raso naranja sostenido por dos pequeños tirantes. Tenía los ojos grandes casi como alguien  que necesita observarlo todo. Hablábamos por la noche y alguna vez la conversación fue subiendo de tono. Creo que nos excitamos más de una vez sin confesarlo hasta tiempo después. Las noches disponen, en el caso de la soltería y la soledad, de un momento incierto al legar a la cama que confunde todo ese espacio y la falta de contacto con una necesidad de excitación y complicidad. Hay quienes coinciden en esos momentos y se buscan. Hay quienes no son capaces de asumir que se sienten abandonados al compararse con los anuncios y buscan sustitutivos que, en el mundo moderno, tienen forma de pantalla.

Una noche, más allá de las horas permitidas para los menores, me dijo que fuera a su casa. Llegué a la puerta y las manos fueron pasando por la piel como un explorador clavado en la punta de los dedos. Abrí su camisa y me puse tenso mientras sus pequeñas manos se acercaban a mi pantalón. Puse su pecho sobre el mío porque siempre me ha gustado ese primer roce contra mí. Y parte del sabor. Un momento más tarde, después de esperar a que pusiera los cojines de la cama sobre la silla que hay en la esquina de la ventana, me tenía tumbado y me miraba, sujetándome y con  únicamente la camisa abierta, entornando los ojos mientras la boca se llenaba de vicio y de saliva. La miré y después al techo como su fuera una epifanía. Afirmo que después nos saboreamos y que toda su corrección saltó por los aires un par de veces. Tenía cervezas en la nevera pero no un desayuno coherente. Fui a ducharme a casa con restos de temblores. Las pantallas se habían convertido en piel.

Volvió a insistir en que “somos tan diferentes” las siguientes veces que hablamos e incluso las que nos encontramos pidiendo mesa en algún restaurante. Me sentí, porque es importante ser capaz de verse desde fuera y reconocer los roles en los que a uno le etiquetan, como un chico que aparecía y desaparecía casi como una adicción controlada que llega desde fuera del mundo al que ella quería pertenecer con su pequeño deportivo pagado a plazos y sus lujos en  alquiler. Efímera pero sobreviviendo. Con vestidos nuevos para el próximo evento. Alguno del sábado por la noche. Ese sábado aparecí en su casa por la tarde.  Sacó unos refrescos con los posa vasos correctos mientras nos sentamos en el sofá y dejó los cojines de seda a un lado como quien salva las obras de arte de la invasión alemana. Se acercó. Me dejé acercar.  La conversación era absolutamente intrascendente. Creo que fue la primera vez que estaba completamente desnuda sobre mí, que no entre mis piernas, retorciéndome. Quizá esa fue la clave, que me retorcí. Y lo fue porque de repente, como una punzada sin avisar, mi pene se quedó atrapado por los brackets. Ella hizo un sonido como quien no puede cerrar la boca y yo sujeté su cabeza apretando contra mí mientras gritaba de dolor. Es algo muy parecido a un anzuelo donde cualquier movimiento es desgarrador. Me cayeron un par de lagrimones entre juramento y juramento. Por un instante busqué el teléfono para llamar a urgencias sin visualizar a los sanitarios entrando por la puerta para sacarnos, yo desmayado de dolor y ella sin poder hacer más que sonidos guturales, por la puerta hasta la ambulancia, sirena, luces y viandantes mirando, en medio del centro de la ciudad. Ella se movía poco a poco mientras yo la seguía sujetando y casi pensé en azotarla con el cojín de seda para que se estuviera quieta. “!No te muevas, joder!”-gritaba yo y estoy seguro que algún vecino me oyó sin saber si era un humano o la matanza de un cerdo bien cebado. De repente hizo un giro y noté su lengua haciendo palanca. Se soltó. Me miró y se reía. Yo sentí una liberación y un pequeño escozor que calmé poniendo el refresco en el prepucio. El frío, entre otras cosas, se inventó para esto. “No me ha pasado nunca”- dijo. Joder, ni a mí. “¿Estás bien?”- preguntó preocupada. “Creo que sí”- dije mientras me la miraba buscando heridas o borbotones de sangre que, en realidad, no había. Poco a poco me calmé. Ella se puso una camisa. Trajo otro refresco que, esta vez sí, me bebí. Se había hecho algo tarde y la verdad es que tuve un miedo atroz pensando en tener algún tipo de erección después de aquello. Me fui vistiendo con cuidado y ella, esa noche, estrenó un vestido blanco. Yo, esa noche, me la miré en el espejo del baño e incluso hice fotos con la función macro de la cámara del móvil buscando huellas que no existían.

Un par de días después me llamó, por la mañana. “Acabo de salir del ortodoncista”- me dijo.

En realidad nunca más volvió a ser lo mismo porque hay miedos que siguen ahí y que aparecen cuando las circunstancias se repiten. Así que le di la razón: “Somos muy diferentes”- le dije. Y nos despedimos con elegancia.

A veces miro su foto. Esa coleta atrás. Las formas. Los tacones. La manera de posar en su perfil bueno. Y el aparato en los dientes como una barrera. Sé que le va bien. Sé que soy un cobarde. Cuando me preguntan qué es lo más extraño que me ha pasado hablo de la manera en la que deja los cojines ordenados antes de mirarme sobre la  cama. Tampoco puedo olvidar esa mirada.

21 de octubre de 2018

Round Here (Paris version)


Traducción demasiado libre:
Estoy arriba de todo. Soy el rey de todo. Tengo un lugar propio. Todo es mío. Bien, estoy dentro de mi. Un mundo pequeño. Todo es lo mismo y estoy solo. Saliendo por la puerta principal como un fantasma en la niebla donde no se puede percatar del contraste entre blanco sobre blanco. Y entre la luna y los ángeles hay una visión mejor de la desmoronada diferencia entre bien y mal. Camino por el aire entre la lluvia a través mío y otra vez atrás. ¿Dónde? No lo sé. María dice que ella está muriendo a través de la puerta y la oigo llorar. ¿Por qué? . No lo sé. Por aquí nosotros siempre estamos derechos. Por aquí algo irradia. María vino de Nashville con una maleta en su mano. Dijo que quería conocer a un chico que se pareciera a Elvis. Caminó en el límite donde el océano conoce a la tierra como si lo hiciera en el alambre del circo. Aparcó su coche fuera de mi casa y se quitó la ropa. Dijo que estaba cerca de entender a Jesus. Sabe que es más que un pequeño malentendido y tiene problemas de actuar con normalidad cuando está nerviosa. Por aquí estamos tallando nuestro nombres. Por aquí parecemos lo mismo. Por aquí hablamos como leones y nos sacrificamos como corderos. Por aquí ella se está deslizando por mis manos. Los niños dormidos corren mejor que el viento fuera del sueño brillante. La madre del niño mejor se mete dentro de si fuera del brillo. Aquí, bajo las estrellas- dijo- estoy desnuda frente a ti. Haz lo que quieras hacer pero no quiero ser como tú. Pon tus pequeñas manos alrededor de mi garganta. Ella dijo “dime que me quieres”. “No quiero ser como tú”- me dijo. “Déjame sola”- me dijo. “No quiero ser como tú”. Dijo “soy la chica de la esquina del aparcamiento”. Dijo “¿Por qué no sacas una foto ahora”. Dijo “¿no me ves?, ¿no me puedes ver?. Mis muros se están desmoronando, mis muros se están cayendo. Derrumbando”. Ella mira a los edificios “mis muros se derrumban”. Mira a los edificios. Dice “estoy pensando en saltar”. Dice “estoy cansada de la vida” Bien, todo el mundo está cansado de algo. Por aquí ella siempre está en mi memoria. Por aquí, ey, tenemos mucho tiempo. Dice “por aquí nunca vamos a ir a la cama pronto y nadie nos puede hacer esperar. Dice “por aquí estamos despiertos muy muy tarde y no puedo ver nada, nada por aquí. ¿Me cogerías si me caigo? ¿Me besarías si me marcho? ¿Me acogerías si estoy sola?”. Vive sola en su archipiélago privado con palmeras y conchas. Se sienta sobre las olas todo el dia y tiene miedo de ahogarse. Quiere seguir de la misma forma. Manda una barca al mar con una nota para mi que dice “¿por qué las mujeres son tan hambrientas?”. No puedo ver nada por aquí. Y digo “Estoy solo sin ti” porque no puedo ver nada por aquí.