Mal dia para buscar

28 de noviembre de 2018

Libélula

(literatura)

-Libélula.

Esa es la palabra. Había decidido que existiera una palabra, identificable y poco habitual, que dijera que aquello se había terminado. Lo decía como se dicen las cosas desde las personas llenas de miedos: al principio. Era el primer día que quedaban como una pareja que sale a pasear y termina en la única mesa ocupada de un chino que tiene farolillos en la esquina. Si alguno dice esa palabra no hará falta decir más porque significa que todo está finalizado.

-En las relaciones sadomasoquistas también tienen una palabra para identificar que se ha sobrepasado el umbral del placer para llegar al dolor. Es algo parecido a lo que estamos haciendo.

-Puede ser- dijo con una sonrisa y ese tono entrecortado de alguien que siempre parece nerviosa o despistada pero se va fijando en los detalles. O de la misma forma en la que hace girar el plato del centro del menú para dos intentando que no le quede delante la ensalada de cuatro hojas grandes de lechuga mal cortada.

Subieron a su casa. –No va a pasar nada- aseguró sacando una de las dos cervezas que quedaban en la nevera y a la mañana siguiente se sorprendió de que aquella fuera una cama en la que la manta roza la piel sin una sábana en medio y, sin embargo, había descansado sin dejar de olvidar los ojos entornados y violentos que fue capaz de entrever en el mismo espejo en el que ella se miraba, ahora, mientras hacía gimnasia desnuda como una hippy antes de hacer café.

Ella era Brave, la princesa valiente. Él era Batman. Tenían miedo de haber sido descubiertos en su identidad secreta.

Cometieron los errores habituales de los perros que han sido apaleados de una u otra forma. Se protegieron. Hay un lazo que une a los suicidas que se han empeñado en vivir de la misma forma que hay un lazo entre los aficionados de los mismos equipos de fútbol, pero es menos ruidoso. Algo parecido a las confidencias de los fumadores cuando se alejan del ruido del bar para salir a la calle. Escapan de ellos mismos y muchas veces el tabaco es una excusa que no puede comprender quien no ha bajado las pulsaciones al frío de una calle de noviembre, incapaz de diferenciar el vaho del humo.

-¿Cuál es tu historia?- le preguntó a bocajarro. Y le respondió sonando a verdad. El tiempo, de alguna manera infame, la había dado mil datos que desde siempre negaban la posibilidad de vivir un cuento. Con detalles que lo salvan, pero detalles al fin y al cabo. Amores, desamores, matrimonio, maternidad, trabajos, despidos, familia y edades. Casi es como contar una fiesta que no fue lo que se esperaba y terminó con una gran resaca y alguna cicatriz. Había más determinación en no rendirse que en aceptar la mediocridad de la vida de verdad.

Tras una pausa, considerando que la igualdad es lo que se espera de la conversación entre adultos, él contó su historia y dio los mil datos que certifican que el lugar en el que está no es el que quiere o el que cree que se merece. Le gusta quien es pero no cómo se siente. “Si me dijeran que iba a ser como soy, firmaría”. “Si me dijeran cómo me voy a sentir, hubiera salido corriendo en dirección contraria”.

A su lado los coches aceleran camino de la autopista y sólo hay pausas en el momento aquel que el último semáforo tiene a bien de ponerse en rojo. Cruzando ella le mira como si hubiera estado allí. Y allí es el lugar en el que se siente indefenso, enfadado, desamparado y sin una luz que marque alguna dirección. Un lugar, en realidad, lleno de temores a las cicatrices que le impidieron saltar al vacío cien millones de veces.

-Hay que saltar, a veces- le dijo

-No me intentes salvar- respondió casi como zanjando. –A veces cuando se dan consejos parece muy sencillo pero no lo es. Viene a ser lo mismo que cuando alguien te asegura que debes de dejarlo todo y cambiar de vida, casi como un cambio de plano en una película de tercera con final feliz. No es así, joder. No lo es. No es tan sencillo porque hay que dar de baja el gas, cambiar la luz, vender el piso, domiciliar los recibos, explicárselo a tu madre. Hacer cajas con la ropa. No se puede saltar.

-Porque no sabes a donde

-A donde me da lo mismo.

No le daba. Nunca le da. Saltar tiene, por definición, un componente de vacío. Saltar posee el riesgo de partirse una pierna al caer. Con el tiempo somos más duros y, en la intimidad, mucho más frágiles.

Durmieron juntos.

-¿Cuál era la palabra que pusimos?- mandó en un mensaje un par de semanas después.

-Libélula.

No volvieron a hablar. Él sigue mirando como un perro apaleado con la puerta de la celda abierta, incapaz de cruzarla porque no sabe si estará ahí para recogerle cuando le tiemblen las piernas. Ella sonríe nerviosa y le echa de menos.


Pd: Las libélulas tienen 30.000 ojos y apenas viven unos meses en su forma adulta.

26 de noviembre de 2018

Soy un erial

Hay varias maneras de vivir en la sociedad compleja y llena de contradicciones en la que nos ha tocado subsistir. Una, la más sencilla, es aceptar que las cosas son como son y simplemente cumplirlas. En otra, revolucionaria de postureo, la actividad principal consiste en llenarse la boca de quejas y de reclamaciones para,  al final, cumplir las normas como el primero.

Viene a ser como aquellos que iban a tomar el congreso por la fuerza del pueblo pero luego se compraron un chalet con el dinero de diputado. También los que no iban a cantar "mariconez" aunque les echaran de la academia pero luego fueron un clon de Ana Torroja sin las piernas que tenía,a golpe de gimnasio, la auténtica en los años 90. Los que se hacen un Dolera de vez en cuando. Estos, la historia reciente lo demuestra, son peligrosos porque buscan la manera de retorcer las normas para volverlas de su lado como el que pone una demanda porque el gps le llevó en dirección contraria. 
Son los que iban a quitar los aforamientos en 60 días, acabar con los lazos amarillos, recuperar Gibraltar, evitar el cambio de hora, reformar la reforma laboral, quitar a Franco antes de verano de donde sigue hoy, bajar los impuestos a los autónomos o no darle un puesto público a su mujer. (Hola, Pdro).  Todos los que, no sé si fuísteis de los que firmaron, eran solidarios con Julian Assange, se oponen a la explotación laboral, a los paraísos fiscales y procuran comprar en  Amazon ropa de Zara mientras vuelan con Ryanir a un Airbnb desde el que piden un Deliveroo. Hipócritas de hipocresía rentable. Cumplen las normas y la culpa es de las  normas, pero las cumplen. Mi sobrina, cuando no me atienden en un bar, me pide que la deje ponerse en la barra, donde deja ver su melena rubia, y se jacta de lo rápido que la atiende el joven camarero. Luego me habla de que la sociedad la cosifica pero si puede aprovecharse, lo hace.
Después están los que se preguntan el por qué. Los que, antes de hacer algo, se preguntan el motivo.

Mi padre era un señor incansable que cumplía las normas. No se preguntaba por los objetivos más allá de hacer lo que debía de hacer y eso no le generó grandes conflictos y más de un rédito laboral. Si hubiera sido un soldado, una larga cola de enemigos muertos plagarían su currículum. Es más que seguro que hubiese sido condecorado varias veces. Conozco a alguien que combatió en el Frente Sandinista de Liberación Nacional y me contaba que cuando la Contra les acechaba quemaban  las granjas de los nicaragüenses para que no quedara nada a su paso. Arruinaban a su propio pueblo  porque para ellos la única norma era ganar una guerra que, en realidad, perdieron. Pensar en por qué,  en una guerra, es perderla contra los perros hambrientos de la devastación. Será por eso por lo que no recuerdo ningún boxeador filósofo. Cuando perdí gran parte de mi virilidad en forma de poderío físico descubrí (tarde) que se folla mucho mejor sin pensar porque es como sentir pero menos divertido. !Cuanto gozo perdido por ésta cabeza incansable!.

En realidad cada una de las actitudes responde a la concepción  de la realidad que queramos aceptar. El universo en el que creemos vivir es el que determina nuestra forma de interactuar con él. Si aquella mujer vive en un mundo donde todos los hombres son unos hijos de la gran puta que intentan aprovecharse de su bondad entonces dispone de una excusa perfecta para engañarle antes de que lo haga él. Al fin y al cabo, más tarde o más temprano y en el ese mundo en el que cree vivir, lo hará. Es una certeza a lo Minority Report, 

Si tiene que aparecer el caballero a lomos de un corcel blanco, aliento a eucalipto, pelo brillante al aire, conjugación verbal correcta, disponibilidad acorde con los horarios laborales de la  dama, falta de ronquidos y que no huela después de ir al baño... te vas a quedar sola en tu anuncio,  guapa. En tu universo existe, pero en Instagram también hay escaparates de mentira. Yo ya me rendí en encontrar a quien pudiera lidiar con mis taras. Ahora sólo pido que me aguante, que no me pida ser quien no soy y saque lo que me queda de bueno en algún lugar.

Si el futuro laboral del adolescente no está lleno de horas libres y parapente pagado por la empresa deja de esforzarse. Si no mete goles el primer día deja de entrenar aunque ya haya comprado las zapatillas de Messi y tenga tres pelillos en forma de la barba de Isco. En ese universo de inmediatez y hedonismo incontrolado si hay algo que no está al servicio del protagonista de la historia, la historia está mal hecha. Derechos conocidos. Deberes de los demás. Un universo egocentrista con wifi y fotos en la nube.
La concepción de la realidad, aunque no sea beneficiosa o cierta, determina la actitud mucho más allá de lo que podamos considerar objetivos. Porque ¿qué objetivos tenemos en realidad?. Carpe Diem no es un objetivo, es escabulllir el bulto. Adelgazar (hasta un peso marcado), hablar inglés (como para ir a Norfolk y que te entiendan), correr una maratón (y acabarla) pueden ser objetivos. A veces el objetivo es algo fútil como acompañar a un equipo de fútbol a un partido de mierda, pero también lo es. Llegar a un lugar determinado. Acabar un puzzle. Despertarse, un domingo, de la siesta como un cervatillo.

Al contrario que mi padre yo me pregunto continuamente el por qué. He dejado de experimentar seguramente procelosos y excitantes momentos de piel y calor por razonar lo que viene después de avalanzarse sobre la saliva sin que le de tiempo a quitarse los calcetines (lo cual me parece algo más de confianza que de comodidad).  Cuando no encuentro el por qué pienso en el objetivo.  Y entonces lo junto todo y me  pregunto el por qué del objetivo. Incluso en lo que hay después del objetivo. Soy un gran vidente de mis fracasos futuros no cumplidos.

Y, entonces, los perros hambrientos de la devastación, que no piensan ni tienen objetivos, me dejan como un campo quemado esperando la llegada del otro ejército. O quien vive en un universo se va con otro que no piensa, O se quedan esperando un hombre anuncio. O me llaman derechón, izquierdoso, alto o bajo en un mundo de gigantes.

Por eso, pensando, sin estar convencido de un objetivo claro y sin un universo cerrado definido: soy un erial.

22 de noviembre de 2018

Nada que olvidar.

Ayer hace 18 años que asesinaron a Ernest Lluch. El mismo tipo al que gritaban en un acto electoral , en una de las pocas plazas de toros cuadradas del mundo que hay que hay en Donosti, de Odon Elorza y respondía así:

Son los mismos, los que gritan,  los que algunos hoy llaman demócratas mientras se fotografían con, probablemente, alguno que colaboro o que se alegró de que a Ernest le metieran un tiro en la cabeza en su propio garaje. Se les llena la boca diciendo lo asesino que era Franco, que lo era sin ningún lugar a dudas, de la misma forma que lo era el que ordenó matar al hermano de mi abuelo por ser el cocinero del regimiento de Paracuellos. La historia es un arma de doble filo que olvida lo que le interesa para crear un argumento acorde con la situación que haya que defender la actualidad.

Somos una sociedad muy injusta con  su historia y eso , con mucha seguridad, nos hará repetir errores una y otra vez. Errores miserables, como votar a un nazi. Errores tontos, como creer que el Black Friday es real y no una chufa fuera de la regulación de las rebajas donde se ofrecen productos más caros, fuera de temporada o tarados. Eso sí, fomentando lo mismo que la reinterpretación de la historia: un lugar donde quedas como un campeón siendo el más listo en un mundo de mediocres.

En España hemos aderezado la historia como nos ha dado la gana y desconozco si es algo que sucede también en otros lugares. Podemos gritar al rey, a los jueces o cagarnos en lo más sagrado sin problema porque es un uso lícito de nuestra libertad. Pero no podemos llamar guapa a una chica guapa por la calle o decir alguna barbaridad sobre negros o gitanos. Eso no es compensar una situación históricamente injusta sino mover la balanza al lado contrario como si fuera una revancha. Es España no sólo mató Franco, que lo hizo a manos llenas, sino que también mataron los rojos y los republicanos y, de una manera más reciente, los miserables salvapatrias de ETA que acompañan ahora los mítines independentistas de los derechones de un partido condenado por corrupción que se llamaba CIU. Porque la corrupción y la "miserabilidad" no es exclusividad del PP sino de los miserables de la misma forma que ser un asesino, aunque no es un valor único de quienes aprietan los gatillos, es algo de lo que hemos tenido bastante a lo largo de la historia.

Y alguno de esos se llevó por delante a un tipo que hace 18 años y un día fue acribillado en su garaje.

El mismo que pone la piel de gallina al demostrar, en el vídeo de arriba, que era un tipo valiente y lleno de verdades.

Valientes también hay en nuestra historia y por eso estamos mejor que hace 18 años. Antes luchábamos porque no nos mataran, hoy porque no nos estafen. Claro que estamos sin comercio de verdad y sin  Ernest.

No hay que olvidarle. Nada hay que olvidar. Tampoco que el Black friday es una chufa. Siempre hay que tener memoria no sea que te vuelvan a engañar mañana porque se te olvidó que te engañaron ayer.

"Si me engañas una vez es culpa tuya pero si me engañas dos, la culpa es mía"

16 de noviembre de 2018

Memorias de un hombre en pijama (El astronauta que vió a Elvis)

Cosmonauta inerte con su nave al frente y sólo un gato de tripulación. Se prepara un baño con la Tierra abajo intuyendo que eres tú la misión, sí.  Cae el agua lentamente, sin más. Te dirá: "voy buscando un fallo en ti y no. Aunque busque un fallo en ti no aparece. Lo más raro qué hay en ti soy yo, soy yo". Cae al suelo a veces pero apenas duele ya. La gravedad sólo es una ilusión aquí. Neptuniana a veces, tan extraña siempre que pareces ciencia ficción.  Aunque altere los factores da igual. Da igual. Voy buscando un fallo en ti y no. Aunque busque un fallo en ti no aparece. Lo más raro qué hay en ti soy yo, soy yo.  Sección de cuerda, algún trombón, empiezo a oír la orquesta que sólo está en mi manera de pensar. Es la versión del director sin cortes que eliminen la estela ardiente que ideado al despertar.  Stanley Kubrick, Ridley Scott, ¿donde estáis?. Son otras leyes físicas. Podría ser una visión como el astronauta que vió a Elvis.  Voy buscando un fallo en ti y no. Aunque busque un fallo en ti no aparece. Lo más raro qué hay en ti soy yo, soy yo.  Lo he intentado a veces y tú ganas siempre

13 de noviembre de 2018

Princesitas

Soy un amante de la música. Por eso no sigo,  bajo ningún concepto, la Voz, Tu cara me suena, lluvia de estrellas o incluso Operación Triunfo. No es música pero eso es otra discusión. Sin embargo miro de reojo lo que sucede no sea que un día, en un bar con poca gente, alguien me pregunte sobre el particular y no tenga nada que decir. Leo sobre ello. Hoy descubro que en una columna se opina sobre dicho programa empezando con una frase que me ha gustado "algo falla cuando un participante se siente más listo que el programa". Así que me he puesto a leer.

Resulta que los muchachos que tienen a bien en convertirse en estrellas de la canción han hecho piña contra el propio espectáculo del reality para intentar dar lo menos de si mientras la televisión tiene la obligación de hacerles unas estrellas. No se enamoran ni se cantan a media luz. No hay compañerismo alegre y popular o traiciones y desconsuelos delante de las cámaras y, sin embargo, parece que en la zona de dormitorios (que es donde no hay cámaras) se lo pasan de puta madre para que se chinche el mecanismo malvado empresarial televisivo que les manipula. Claro que, como bien se explica en el artículo, eso hace que el programa sea aburrido, la audiencia caiga y como conclusión final, estén con unas palas cavando las tumbas de sus prometedoras vidas artísticas. Ese es un razonamiento al que probablemente no han llegado aún. Como buen comportamiento estúpido perjudica a ellos mismos y a todo lo que les rodea.

Viene a ser como el que está en la puerta del bar esperando a que llegue la hora en la que las copas están por debajo de coste para beber y se va cuando acaba ese tiempo. El mismo que se enfada porque, debido a una ruina de la que nadie sabe el motivo, han cerrado el bar. Hay muchas tiendas que han descubierto que estar siempre de oferta, aunque sea de mentira como las webs , grupon o mediamarkt, es rentable porque se llenan de listos. Hay muchos que han intentado trabajar lo menos posible en sus empresas y cuando se han visto en la calle jamás han aceptado la responsabilidad personal. La misma responsabilidad personal que se tiene cuando aquella persona nunca llama sin reconocer que tú no llamaste jamás.

Nos estamos convirtiendo en princesitas egoístas que han de ser rescatadas mientras miran con  desdén a su salvador escapando de los dragones porque era su obligación. -Vienes tarde- dijo la última princesa mostrando el telar casi terminado. -¿De otro color no había?- preguntó al aparecer con la luna.

Somos intolerantes, ansiosos, exigentes e incapaces de ver en el espejo al mediocre que seguramente somos. En las páginas de citas pone "sólo solteros de más de 1.85, con trabajo, sin mochilas emocionales y aficionados al curling como yo". Luego dramatiza delante de un café lo difícil que es encontrar a alguien que le haga sentir que vive en un refugio y una voz le responde "no te preocupes, Llegará". -Pero es que cada vez que quedo con alguien, al final, resulta que es un gilipollas- continúa. -Hay mucho gilipollas, lo sabes- empatizan a su lado.  Y la amistad hace que se consuelen porque la vida no les da ese imposible que creen que merecen sólo por existir y sin quitarse, ni siquiera, los pelos que sobresalen de la nariz. (este ejemplo vale para todos los sexos y lo de los pelos se refiere a las propias imperfecciones, como metáfora). Las relaciones personales siempre han sido bastante egoístas pero últimamente parecen la selección de personal del cuerpo de bomberos. Y con contrato temporal bastante breve en la mayoría de los casos, que está fatal la precariedad.

Haré lo menos posible pero: Págame, fóllame, diviérteme, sálvame y por supuesto, conviérteme en estrella de la canción.  Soy una princesita.

La canción empieza: "yo no sé quien ha sido el necio que me dijo que soñar era gratis..."
Pd: yo lo soy de vez en cuando pero dejo mi pelo caer por la almena para que me rescaten, como Rapunzel. Hoy fui a la peluquería.
Tengo mazmorra para rato, bastante incontinencia verbal y una absurda conciencia de la responsabilidad personal. Así me va. Si estuviera en BUP podría tener el título con una asignatura suspendida. En realidad les damos argumentos.

10 de noviembre de 2018

En el futuro no poseerás nada.

En un futuro no poseerás nada.

Tampoco es tan malo pero sí tiene un poco de aterrador. Compartir casa, vacaciones, coche eléctrico al trabajo a tiempo parcial en una silla donde otro pone su culo por las tardes. Será el tiempo del poliamor, donde tendrás una app que te dirá cual es el momento en el que sentirse amado y cual en el que ser un paria, un forofo deportivo o un intelectual de farol. No tendrás cobijo, trabajo, medio de locomoción, amor o incluso identidad propia y, sin embargo, vivirás con esa sensación de tenerlo todo sin nada. Vida colaborativa.

Una de las partes con las que las empresas que venden cosas han descubierto que pueden retorcer al cliente es creándole la ilusión de poseer el objeto de veneración. Puede tener ese Aston Martin Db9 sin problemas. La manera de hacerlo es que no lo tenga. O que lo tengan cien. Ni siquiera tiene una centésima parte del coche sino la posibilidad de usarlo una de cada cien veces. Alquiler suena a capitalista de tercera. Compartir es de potentado con conciencia. Como no puedo llegar a ello he aprendido a disponer de la ilusión de haber llegado. Al fin y al cabo, !es tan incómodo meterlo en el garaje!.

Salvando las distancias hay un mundo, inmenso, entre buscar una canción en internet y sacar el disco, tenerlo en la mano, limpiarlo con cuidado, elegir la canción correcta y disfrutarlo. El ceremonial, igual que en el amor, es mucho más reconfortante que el acto. Aunque sean canciones maravillosas a mi me gusta esa primera sensación que viene desde la mirada y que termina en la punta de los dedos. Dispongo de la torpeza vintage esa en la que me apasiona que poder tocar lo que me hace feliz. La egoísta y anacrónica pasión de sentir algo como mío (no como algo de poder sino algo intransferible). Me produce una paz absurda saber que estará ahí mañana. Le hablo a mi moto cuando llegamos al hogar. Una vez le conté mis miedos, como una confesión, al coche en un semáforo. Mi casa conoce todas mis taras. Alguna noche mis zapatillas me han avisado que ese no era el camino. Todos somos un equipo. La pertenencia a un grupo es una característica que existe en todas las culturas en las que hay humanos. Mi grupo, quizá después de aprender lo voluble del compromiso humano, también es ese pero no me siento cómodo en una habitación de hotel de la que me marcharé mañana. Me resulta muy difícil relajarme más allá de la mera actividad gástrica fuera de mi baño. Cagar es algo importante pero lo mejor es poder leer el periódico o disponer de tiempo para, sin que se note mucho, responder whatsapps acumulados. Eso, de una forma mucho más terrenal, es el ceremonial que se pierde mecanizando la actividad. Pierde la gracia.

Lavar el coche, abrir las ventanas de la casa del pueblo, cortejar, apasionarse, pasar el aspirador encontrando una moneda de dos euros entre los cojines o incluso recordar su olor mientras se cambian las fundas de los almohadones es algo que se va con el futuro.

En el futuro no poseerás nada y te creerás alguien. Habrás perdido mucho, maldito autómata colaborativo. Nuestros padres se socializaban bebiendo y nuestros hijos beben para socializarse. Yo vuelvo a ser un niño que juega al fútbol en el pasillo cada vez que me acerco a aquella casa que se compró con una hipoteca en 1971. Miro de reojo a la terraza y veo una bicicleta que no es la mía pero me imagino dentro, en aquella habitación con un cuadro horrendo de un jarrón al lado de mi cama.




De un destino a otro, a velocidad de la luz, se pierde el paisaje. Y sí, me he querido teletransportar muchas veces, pero a tu lado. No sé qué es peor: reconocer que no se puede todo o la falsa sensación de que se ha logrado algo sin ningún esfuerzo.

9 de noviembre de 2018

Superhéroe bajo la manta

La verdad es que necesitaba un abrazo pero no le salían las palabras de boca.

Por la misma razón que los que ahora juegan a tener 20 años no han sido educados en la frustración y sí han aprendido, con facilidad máxima, a culpabilizar a otros (...al gobierno, a los bancos, al jefe, a mi padre...) de sus propias miserias (así como de ser incapaces de poderlo todo), algunos han sido enseñados, a fuego como un jubilado orgulloso, a no mostrar ninguna debilidad. Yo me emociono mucho viendo a los señores llorar. Cuando veo a una pareja de edad paseando por la calle nunca van cogidos de la mano. Tampoco significa que no se quieran a muerte y que uno no tuviera ningún sentido sin el otro. Una dependencia aceptada y recíproca debe ser algo parecido al amor.

Hay quien se desnuda y se recrea buscando, en verdad, los veinte minutos que quedan entre el sexo y ese incómodo momento en el que la vida real vuelve a florecer y es necesario abandonar el ring como si los gramos de ternura fueran drogas no permitidas. Los veinte minutos de calma. La hora y media cerca con una película delante. Los cientos de kilómetros hasta un destino acordado. No pongo la calefacción para esconderme bajo la manta llena de agujeros que hay en mi sofá de diseño. En ese instante no salen palabras de mi boca y me enternezco con las historias tontas de la televisión.
No me ve nadie. Nací para superhéroe. No lo soy.

La edad es algo parecido a la kriptonita.

8 de noviembre de 2018

Justicieros gilipollas. Malditos.

España es un país de justicieros. Y de gilipollas.

Ayer salia la noticia de que un buen grupo de justicieros españoles, defendiendo la integridad moral de la patria, habían decidido como buenos jueces del supremo que Dani Mateo, la sombra alargada de la gracia más recalcitrante del único programa que sigue haciendo chistes de Rajoy, era indigno de vivir como una persona. Así que gracias a la contrastadísima información de un twitt decidieron hundir un restaurante propiedad supuestamente del sr Mateo. Y fueron en hordas a por él. ¿A quemarlo?. No, por favor, qué poco moderno. Vamos a ponerle puntos negativos en Tripadvisor y luego juntar las puntas de los dedos como hace el malvado Sr Burns de Los Simpsons. Claro que además el restaurante en cuestión no es del sr Mateo y ahí están, los gilipollas justicieros, jodiendo a un tipo que probablemente estaba trabajando sin saber el motivo por el que le venían las hostias.

En España, que no sé si sucede en otros lugares del mundo, hemos arrasado con la vida de uno al que le pusieron la foto diciendo que era pederasta. Hemos matado miles de veces a Samar Badawi sin tener ni puta idea de quien es. Hemos ensalzado a actores porno diciendo que son grandes científicos. Hemos metido a Albert Rivera como narcotraficante gracias un chiste de Monedero. Miguel bosé ha muerto más veces que su gato y antes que existiera Internet. 

Unas cuantas verdades: Urdangarín sigue en  la cárcel, Ada Colau no ha declarado la guerra a los españoles, ser gay no sumará para ser funcionario con el psoe, no se han prohibido los villancicos por la igualdad de religiones, no hay tuberculosis en Nájera, echenique no ha dicho que Nadal sea un imperialista, la revista Time no considera a la Policía Nacional como la mejor del mundo, Amancio Ortega no ha comprado 100 millones de Bitcoin... (son todos bulos reales)

Existe más de una página para contrastar los bulos y a veces sólo hace falta aplicar el sentido común o buscar tres segundos, pero es mucho más divertido creer que desde casa, haciendo clicks (no de Famobil), se equilibra el universo.

Y luego, además, todos esos que van por ahí ajusticiando, se quejan de que el sistema quiere manejarnos. Los mismos que no se preocupan si la foto es real, si acaso le están jodiendo la vida a un inocente o si los datos son verdad o mentira.

El problema de Internet es que si escupes para arriba, no te cae en la cara  porque no hay gravedad.

No he visto a nadie perdiendo perdón en sus publicaciones justicieras. Perdón pero por gilipollas.
Leed, leed, malditos.

Extra: Queman a vivos a unos por un bulo de whatsapp.

7 de noviembre de 2018

Demasiado rápido. Demasiado en pausa.

De una manera u otra todos  tenemos miedo de la oscuridad porque no deja de ser un gran espacio lleno de vacío. Así que ante ese miedo saltamos, acelerados,  por el mundo como si hubiera que aprovecharlo todo antes de que se agote. O agotarnos antes de que se acabe el mundo. Leerlo todo, olerlo todo, follarse todo, ver todas las series acumulando las escenas en la cabeza por miedo a no saber responder cuanto te hablen del quinto capítulo de la penúltima temporada, oír todos los discos y tener un argumento para el próximo acontecimiento sesgado y escandaloso. Beber hasta perder el control.

Me dijo: "Ya estoy bien. Me quedé encerrada en casa pero eso ya pasó. Ahora salgo todo lo que puedo y lo intento disfrutar al máximo porque no hay más que una vida y nunca más voy a ser tan joven como hoy. Conozco gente y de vez en cuando , si un tipo me hace gracia, me lo tiro sin  pensar si es lo correcto o si quiero que sea el padre de mis hijos. Si me paro a reflexionar, como hacéis algunos mohínos, se me pasa el tiempo. Ya no estoy para perder oportunidades.". Y sorbió otro trago, me pidió un cigarro y,  quizá sólo en mi cabeza, se quedó a la vista el principio del escote. Sí, sólo en mi cabeza y en uno de esos momentos en los que puedo acertar si digo que hay un tipo con coleta sonriendo falsamente a una morena al final de la barra. Que la caja marca 12,40 del último cobro y que el baño está ocupado. Una de esas imágenes estáticas que vuelan por el local enfocando todo lo que sucede y buscando historias dentro de cada mirada. Es una especie de hipertimesia que dura hasta que lo escribo. El chico de la coleta llevaba un jersey marrón. Yo no soy capaz de recordar el color de mis  propios calcetines mientras esquivo balas en  la azotea de matrix.

Cuántas veces, en medio del cuento, no soy ningún personaje. La sensación esa de no pertenecer a ningún sitio hasta que aparezca la bandada de gaviotas correcta. Y levantarse contra todos.
- Existen una serie de recompensas que creemos que lo son y luego son puñales- acerté a decir mientras ella intentaba que yo fuera absurdo y torpe, bailando canciones infames.

¿Quien sabe lo que nos conviene?. ¿Nosotros? No. Hemos acumulado todos y cada uno de los títulos académicos que tienen los miedos y la inconstancia.. Una vez creímos ser felices,  máster en dejarla ir, y de eso parece que hace muchos años. Una vez sonreímos, cum laude de olas de quince centímetros, en alguna playa y con el sol a las  espaldas. Desperté, honoris causa de los redesayunos, y aún me llena la cara de luz la sonrisa que me encontré delante. Vamos llenando el alma del jubilado que critica la obra sin haber cogido una pala jamás y sin sonreírla aquella vez que, al despedirse, me mandó un mensaje diciendo que estaba muy guapo en medio de la avenida y en moto.

Ella había decidido ignorarlo todo y yo me revuelco en las heces de los fracasos metiendo el hocico. Así que nos despedimos, uno moviendo la cabeza muy rápido para no acumular detalles y otro, que soy yo, buscando en la imagen fija de la madrugada la luz que se queda encendida al final del pasillo para no tropezar con el frío del amanecer.

No sé, ahora, si es más fácil frenar o acelerar. Mi nueva moto corre bastante más pero creo que no estoy más guapo.

5 de noviembre de 2018

Am I the One

I sing these words time and time again To express my life of being your lover and your friend And as the clouds high above shed their tears I'll embrace you with love from all your fear Am I the one am I the one that you love Am I the one Am I the one that you think of Am I am I the one A passion in your caress flows from your fingertips And I pray for the day that I hear those precious words pass through your lips Wishing upon a star from up above That soon you'll look at me baby and say I'm the one that you love Am I the one Am I the one that you love Am I the one Am I the one that you think of Don't you make me feel crazy if I break down and cry Just tell me that you love me baby Even if it is a lie Am I Am I Am I Am I the one I know there's a painful chance I must take So sad that I ask you Afraid it's a mistake Am I the one Am I the one that you love Am I the one Am I the one that you think of Don't you make me feel crazy If I break down and cry Just tell me that you love me baby Even if it is a lie Am I the one Am I the one Am I the one Am I the one I got to know yeah Come one baby Am I the one.



El dia que escuché esta canción el fantasma de Janis Joplin me recorrió de arriba abajo. De eso hace muchos años y siempre que me piden una interpretacion maravillosa busco a Beth Hart desatada. Y tiemblo 11 minutos. 

La culpa es de los demás

A todos los que no quieren pagar los portes
A los que vuelan en low cost, se cortan el pelo low cost.
A los que compran más barato que nadie.
A los que fingen bajas o no van a trabajar porque no les sale de los huevos.
A los que piden ayudas para ver qué pasa y las cobran
A los que van a manifestaciones contra la esclavitud infantil con ropa de Primark
A los que se reúnen para hablar de lo miserable que es el trabajo y se piden un Deliveroo
A los que reclaman que la cultura sea gratis porque a un artista no hay que pagarle
A los que dicen que los hoteles son caros
A los que se quejan de que ya no hay tiendas

...me encanta cuando contáis, indignadísimos, que la culpa de todo es de los demás.

(dadle una vuelta a la cabeza, si os queda, que llega la navidad)


2 de noviembre de 2018

Whatsapp

“Sálvame”- mandó en un mensaje.

 Hemos perdido completamente la entonación de las palabras y nos hemos acostumbrado a los dramatismos. A las exageraciones. A las noticias falsas. No nos asombramos por los nuevos cataclismos ni por las pequeñas soledades. No sabemos reaccionar con los cadáveres a los pies de la próxima red social. No nos quedamos traspuestos por las lágrimas ni nos parecen excepcionales los millones de momentos maravillosos que se nos escapan cada día. No le damos valor a las yemas de los dedos encontrando el valle que se forma en la espalda, justo a la altura contraria al ombligo, porque siempre queremos más. Arriba, con la mano extendida. Abajo, con un movimiento acrobático por debajo de los elásticos. La gran decepción es descubrir que la vida real no es un anuncio pero , en verdad, no lo fue jamás. Hay mentiras que estamos deseando creernos como espejismos necesarios para seguir esperando. Puede ser algo parecido al cine. Sin efectos especiales parece menos cine y , sin embargo, es porque nos dan la imaginación ya resuelta. Somos una sociedad de vagos cerebrales. 

Miró al mensaje como una botella lanzada al océano. Lo pensó directo y claro. Nítido. Cristalino como una erección a la hora de dormir. Urgente como un hombre ahogándose cerca de la orilla. 
“Sálvame”- recibió.

 Se sonrió como si fuera una expresión de angustia menor. Una queja infantil sin importancia. Se sintió cómplice pero no partícipe. Espectador pero no concursante en el juego de la comunicación. La pantalla es un universo paralelo al que recurrir de vez en cuando y de vez en cuando aceptar que no es real, aunque haya noches en las que lo que desea. No es de noche. El ruido de la realidad hace estéreo en su cabeza. Puede esconderlo en un bolsillo y rescatarlo cuando sea el tiempo adecuado, cuando haya que volver a meterse un poco de droga virtual en la que poder ser quien la misma persona pero con superpoderes. Poderes de esos que no hace falta demostrar siempre, que son los buenos. Los poderes que pueden probarse y probarse hasta que el encuadre de la foto es la que debe de ser. Entonces sí, como la toma buena entre mil ensayos. Y adjuntarlo como prueba. Hacer desprecio a la excepcionalidad de la toma como si fuera lo habitual como meter un triple de espaldas.

Creyó que era un componente del juego.


Era de verdad.