Se ha publicado un estudio que afirma que los borrachos de mayor tamaño son más agresivos que los hombres chiquititos como yo.
En realidad, como casi todo lo que concierne a los comportamientos básicos del ser humano, se basa en estudios que afirman que el propio tamaño físico esta directamente relacionado con la agresividad humana. Desde ese punto de vista y sabiendo que el alcohol es un catalizador de los más arcaicos comportamientos es perfectamente lógico que los resultados de emborrachar a un grupo de muchachotes y ver cuan agresivos se ponían ratifique que los grandes son más violentos porque una parte dentro de nosotros ha considerado siempre que lo más grande tiene más razones de peso o, simplemente, que si decide acabar con la conversación con una bofetada tienes las de perder. Eso es algo que está ahí, en medio de la discusión, y por ello mismo los grandes tienen esa carta en la manga.
Es curioso que en el caso de las mujeres su peso no es un punto a favor de su agresividad (traducido: las gordas no son violentas). Probablemente porque el estudio no es entre mujeres de forma exclusiva (donde las grandes utilizarían su argumentación volumétrica) o porque como las mujeres, que siempre han sido más pequeñitas, han aprendido a utilizar otras armas. (No olvidemos que en los casos de violencia psicológica las mujeres mantienen una ventaja importantísima sobre los hombres).
Por eso mismo los matones de discoteca son grandes: para intimidar.
Por eso mismo habrás de escapar de un tipo enorme con cara de mala leche.
Por eso mismo, aunque su metabolismo tarde más en asimilarlo, los tiparracos gigantescos que se pasan con el alcohol tienden a buscar bronca.
En 1985 un buen y pequeño de tamaño amigo pedía una cerveza en un bar mientras le esperábamos fuera. En ese momento un muchachote grande, bebido y bocazas le apartó de un empujón. Jorge le miró elevando las cejas. Borja y yo cogimos nuestras cervezas y nos aposentamos en la calle mirando lo largo del bar. El borracho grande le empujó. Jorge le señaló y le advirtió. El grande le empujó de nuevo. "Le va a destrozar"-me comentó Borja. "Sí"-advertí. Jorge, campeón provincial de karate, le reventó a hostias después del tercer aviso. A sus amigos también. Moraleja: ten cuidado con los chicos pequeñitos con mala leche, aunque seas más grande y estés bebido porque algunos tienen cartas mejores en barajas más pequeñas.
Así que, como dice el estudio, ese es el motivo por el que debes evitar alterar al ese tipo grande y borracho (Si no eres Jorge).
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